— ¿Crees que es una humillación ser llamado "perro"?
Sus labios, curvados en una sonrisa arrogante y, sus ojos, de tonalidades dispares, buscaron con burla mal disimulada la expresión de la otra presencia en la habitación; Midorima.
Honestamente, no necesitaba respuesta. El desagrado y la molestia que transmitían las facciones ajenas eran más que suficientes para él. Además, Shintarō parecía dispuesto a mantener la boca cerrada.
Antes de soltar una carcajada, volvió a hablar, buscando que la atención del contrario volviera a su persona.
— Un perro es leal, fiel, protector. A veces llegan a amar a su dueño más que a su propia vida. Sin importar el maltrato o abandono al que sean sometidos, si les dedicas una sonrisa y una caricia, regresarán a ti sin guardar rencor alguno. Si te vas, al regresar inevitablemente se pondrán felices al verte. Aunque… Shintarō.
Consiguiendo que la mirada ajena se cruzara con la propia, ahora sí, continuó con su discurso.
— Tú no demostrarías algo así, ¿verdad?
No esperó respuesta. No necesitaba la aprobación de su acompañante para hablar ni le interesaba si éste disfrutaba de sus habladurías. No tenía más opción que oírlo, porque Midorima estaba consciente de que era un perdedor frente a un ganador. Y, entonces, ¿quién merece el permiso de expresarse si no es Akashi?
— Un can tiene empatía, una virtud de la cual muchos humanos carecen… Son criaturas inocentes. No exigirán afecto aunque lo deseen; ni siquiera tienen la capacidad de hacerlo.
Le dio un sorbo a la bebida que había sido olvidada en la mesa frente a él. Tibia, asquerosa, pero no le importó. Necesitaba humedecer su garganta, el discurso no estaba cerca de finalizar…
— Si los entrenas apropiadamente, serán incapaces de desobedecerte. Si les haces saber quién manda, jamás intentarán pasar por sobre tu autoridad. Son persistentes y superan las dificultades que se les presenten.
Se humedeció los labios con la lengua, pensando, en esos momentos, la cita que pronunciaría a continuación.
— "No hay deshonra en caer, la verdadera deshonra es no volver a levantarse", ¿verdad?
Su sonrisa divertida, tal vez más por burla que por cualquier otro motivo, se ganó toda la atención del de cabellos verdes. Lo observaba sin pronunciar palabra, sin intenciones de detenerlo. Tal vez debido al disgusto o por razones tan diferentes como opuestas. Sin embargo, no podía quitar los ojos de la expresión que le era mostrada.
— Inteligentes, pero no por eso dañinos. No cambiarían a su amo por nadie más, además de no ser capaces de rechazarlos…
Transmitiéndole no más que escalofríos con la mirada, colocó nuevamente su mano en la taza de té, aunque sin intenciones reales de beber más de éste.
— ¿No sabes que hay muchas personas que aman más a su mascota que a cualquier otra persona? Entonces, ¿aún sigues pensando que ser mi perro es una deshonra, Shintarō?
—…
Incapaz de hablar, de exponer cualquier argumento que tuviera para defender su dignidad, su orgullo, sólo pasó saliva. Con una escalofriante sensación recorriendo su espina dorsal, apenas atinó a abrir su boca, deteniéndose sus palabras antes de salir, siendo interrumpidas por el pelirrojo.
— Por otro lado, tú sabes perfectamente que no me agradan los perros desobedientes. Así que, ¿por qué no me demuestras el buen chico que eres poniéndote en cuatro patas frente a mí y lamiendo mis zapatos?
