Corte primero: Kiri e Iwai

Los dos chicos se bajaron de la limusina ante ese gran hotel de los más lujosos del área de Tokyo. Con un aire de elegancia y sobriedad que intimidaba a cualquiera; no a estos dos jóvenes quienes sabían que lo peor estaba dentro, pues en el salón de eventos tenían que atender a una fiesta organizada por la organización de las sombras Gossip, aquellos que amenazaban sus vidas. Tenían la firme promesa de su líder, la condesa Violet Witch, que la fiesta era período de tregua; y era verdad, pero no evitaba que se sintieran temerosos al entrar a aquella reunión.

La última vez que llegaron el año pasado uno de los presentes quebró la promesa y los atacó sin piedad; un crimen que pagó con su vida, pues Gossip no toleraba la desobediencia y el hombre, Nakajima Seiji, murió a manos de los asesinos al servicio de Violet Witch.

Pero de todos modos los dos jóvenes, (una bella muchacha muy bajita de unos catorce años con los ojos verdes y un largo y sedoso cabello negro; y su acompañante, un chico también de catorce alto de cabello blanco y ojos ámbar) se tomaron firmemente de las manos y entraron.

El portero del hotel les preguntó amablemente a dónde se dirigían, cosa que ellos respondieron mostrándole una ficha cada uno. El portero comprendió y los guio a ambos hacia un elevador que llevaba a un salón de eventos privados, el más exclusivo de todo el hotel. Y al igual que el año pasado, fueron recibidos por una fiesta de lo más elegante con champaña de la mejor calidad, aperitivos costosos, y el lujo llegaba al punto de tener representaciones teatrales en aquel sitio. Los muchachos se apretaron más fuerte las manos y entraron.

—La Reina ha vuelto — dijo alguien.

—Me sorprende que siga con vida, parece que su guardián es más fuerte de lo que pensábamos.

—¿Quién, el chico? Ah sí, el Dansai Bunri creo que le llaman.

—Es un muchacho muy guapo, no puedo creer que en verdad sea descendiente de Norman Grayland.

Y los comentarios siguieron, pero los chicos los ignoraron. Si hacían acto de presencia era porque querían demostrarle a Violet Witch y al resto de Gossip que no tenían miedo y que resistirían hasta el final. Era una lástima que el final de aquel juego fuera la muerte. Pero tras una velada en la que tal como se los prometió Witch no hubo incidentes ni atentados contra ambos, los jóvenes regresaron a la mansión de Iwai. Era una noche muy bonita, con muchas estrellas en el firmamento; pero ni Kiri (el chico) ni Iwai (la chica) estaban de humor para todo aquello. La tensión se sentía en el ambiente a pesar de todo.

Iwai acariciaba su cabello con tristeza.

—No hay noche en que me pregunte, ¿por qué yo? ¿Por qué nosotros Kiri-kun? Hay veces en que me gustaría no tener cabello, ser completamente calva. Sería mejor que soportar esto.

El joven simplemente tomó un mechón del cabello de su amada y lo besó.

—Tu cabello es hermoso Iwai-chan, no lo desprecies.

—Es por mi cabello que tantos desean matarme — lloriqueó Iwai, haciendo que Kiri la abrazara con firmeza. — Es sólo que no logro entenderlo, el que asesine a la Reina del cabello obtendrá su deseo concedido, aun si rompe las leyes que rigen el mundo. ¿Por qué debo pagar yo por los pecados de mi ancestro? ¿Por qué Kiri-kun?

Y entonces sonaron las campanas de la media noche. El cabello de la joven Iwai era muy hermoso, sedoso y brilloso como el de un bebé. El cabello normalmente suele desgastarse y perder la fuerza y el brillo que se tiene al nacer; mas no así el cabello de Iwai. Por mucho que se cuide del cabello, pronto mostrará señales de desgaste, pero el cabello de la niña era como mucho el más hermoso y sano que existía. Pero a la vez era una poderosa maldición. Su cabello no podía ser cortado, más que por otro objeto maldito; y luego, estaba la otra parte de la maldición, que decía que cualquiera que asesinara a la Reina del cabello obtendría su deseo más preciado concedido. Esa era la maldición de la familia de Iwai, un peso que tenía que soportar lo mismo que sus antepasadas que sufrieron todas el triste destino de la Reina.

Kiri besó la frente de la joven y sacó unas tijeras de su chaqueta y tomó un mechón el cual cortó con delicadeza y adoración.

—Tu cabello es hermoso Iwai-chan. Y no temas, mientras yo tenga en mis manos mi propia maldición, — blandió firmemente las tijeras, — nada te pasará.

—Tus tijeras son lo mismo que mi cabello, una maldición que pagamos por culpa de nuestros antepasados — dijo Iwai suspirando. — Realmente me gustaría que fueras libre y feliz, que no tengas que soportar la carga de protegerme.

—Iwai-chan, si eso pasara tú morirías. Yo lo que quisiera es que fueras libre de la maldición del cabello. La hermosura de este se perdería pero tú serías libre y feliz.

—Si eso pasara tú perderías la razón ante tu propia maldición.

Se quedaron abrazados por un tiempo contemplando el firmamento, cuando ambos vieron una estrella fugaz. Sin pensarlo mucho, hicieron cada quien su deseo.

Ojalá Kiri-kun se viera libre de la maldición del Dansai Bunri. No importa qué pase conmigo, que él no tenga que seguir sufriendo.

Por favor, libra a Iwai-chan de su carga. Ella no tiene por qué pagar por lo que hizo Zeiwulfa hace cientos de años atrás igual que sus antepasadas no tuvieron por qué hacerlo. No me interesa dejar que el Dansai Bunri No Crime Edge tome posesión entera de mi mente, yo sólo quiero que Iwai-chan crezca sana y feliz.

Se sonrieron, no eran necesarias las palabras para saber qué deseó cada uno; pero bueno, era una ilusión banal. No era posible.

Entonces la estrella a la que le pidieron el deseo se paró en el aire. Ni uno ni otro reaccionaron, ni siquiera cuando ésta brilló con intensidad, pasando en un flash de una sola estrella a toda una constelación. Una constelación que tomó la forma de una gigantesca figura de un ser equino con grandes alas y un cuerno en la cabeza. Con unos ojos brillando de luz púrpura, la figura se dirigió específicamente a ellos dos.

—He escuchado sus deseos, leído la angustia en sus corazones. Ambos sufren el peso de una maldición, una poderosa maldición que tarde o temprano destrozará sus vidas; de una u otra manera. Y sin embargo, sus únicos deseos van dirigidos hacia el otro. Aun sabiendo que sus mutuas maldiciones es la que mantienen a raya las propias.

Los chicos simplemente miraron con firmeza hacia la constelación y al final Kiri se levantó con firmeza y se puso ante Iwai en actitud protectora.

—No me importa qué suceda conmigo, si ella logra salvarse de todo esto, por favor sálvala. Líbrala de su maldición; no me importa si pierdo la cordura.

La constelación entonces se acercó a ellos, tomando una forma sólida. La forma de una gran poni azul con alas y un cuerno; con un cabello hecho de la mismísima esencia de la noche. Kiri, un fanático del cabello no pudo sino apreciar esa hermosa melena; pero en su corazón sólo había espacio para Iwai.

—Durante las eras pasadas, era mi costumbre pasear por el mundo humano — dijo entonces la yegua. — Concediendo deseos a los corazones puros que pedían su ayuda a la noche, pero su raza se fue haciendo cada vez más egoísta y pronto no tuve más remedio que dejar lo que hacía, porque no pensaba ayudar a una raza tan ambiciosa y ruin. Fue entonces cuando me encerraron en la luna por mil años y el día de hoy he vuelto a mi antigua costumbre, sólo para decepcionarme de nuevo con la naturaleza humana… hasta que los escuché a ustedes dos. Kiri Haimura e Iwai Mushanokoji, sus deseos han sido escuchados.

—¿Entonces podrás remover la maldición de Iwai-chan? — Preguntó Kiri.

La figura negó con la cabeza.

—Deberías preguntarme si puedo quitarte tu propio peso de encima, niño.

—Todo lo que me importa es la felicidad de Iwai-chan.

—Niño, vine a ayudarlos a ambos, pero antes necesito saber, ¿qué clase de maldición cargan ustedes?

Kiri entonces tomó un mechón de Iwai y se lo mostró al ser. Un cabello muy hermoso, como de recién nacido… pero que emitía una especie de energía oscura de éste.

—El cabello de Iwai-chan está maldito. No puede ser cortado más que por mis tijeras, mi maldición, y aquel que asesine a Iwai obtendrá un deseo. No importa que este deseo supere las leyes del mundo, éste se cumplirá. Por eso es mi deber protegerla con todo.

Luna torció el gesto.

—¿Y qué hay de ti? — Preguntó. — Ten en cuenta que puedo y ayudaré a ambos. Su deseo de protegerse el uno al otro me ha convencido que es lo correcto, revivió mi fe en la humanidad.

Entonces Iwai miró con tristeza a las tijeras que Kiri cargaba en sus manos y recitó la temible lección que le enseñó su padre hacía varios años:

—Killing Goods. Las Killing Goods son maldiciones que se transmiten de padres a hijos, transformando a su portador en un retorcido criminal obligándolo contra su voluntad a matar en un ciclo cin sin. No se oxidan ni se rompen, ni puedes destruirlas ni mucho menos renunciar a ellas. Con cada derramamiento de sangre, el arma se fortalece. Sus portadores sentirán un impulso de matar que corromperá su espíritu.

—¿Qué cosa? — Preguntó el ser, que ahora entendía a qué se refería el muchacho cuando hablaba de su cordura.

—Mi ancestro fue Norman Grayland, el asesino más peligroso del mundo — dijo Kiri blandiendo sus tijeras con decisión. — Con más de doscientas muertes en su haber, disfrutaba de matar a sus víctimas con un par de tijeras de peluquero para aumentar su sufrimiento. Al morir, esas tijeras fueron convertidas en Killing Goods; lo mismo que todas las armas que los asesinos en serie dejan en herencia a su familia. Esa es la maldición que cargo, el Dansai Bunri No Crime Edge.

—Los portadores de Killing Goods necesitan de un Instead, alguien con quien hagan simbólicamente un asesinato y de este modo mantener el arma calmada — siguió explicando Iwai. — Existe un dicho, la vida de una chica es su cabello. Hasta ahora, mi cabello maldito no podía ser cortado con nada; hasta que vino Kiri con el Dansai Bunri, él es el único que puede "matarme" y de este modo se mantiene cuerdo.

—La hoja del crimen del desmembramiento — tradujo el ser con un hilo de voz. — Increíble. Bien, como dije, he escuchado sus deseos y les diré que si hay algo que he aprendido sobre las maldiciones es que uno mismo debe luchar contra la suya. Ustedes dos no pelean contra lo que les sucede, lo abrazan con tal de estar juntos. Es algo muy peligroso lo que han elegido, pero de todos modos algo puedo hacer. Yo les prometo darles las herramientas necesarias para luchar contra sus maldiciones y finalmente acabar con ellas, y lo más importante, lejos de este mundo que amenaza con acabar con ustedes.

—¿Lo harías? — Preguntó Iwai llorando.

Luna asintió.

—Me han conmovido niños y por eso lo haré. Si está bien con ustedes, los llevaré a mi Reino, lejos de todo esto y una vez ahí serán transformados en cuerpo para que puedan ser mis aprendices. Con toda la magia que tengo para enseñarles, finalmente la maldición que cargan ustedes se irá para siempre, pero deben luchar. No abrazarla como hasta ahora, luchar.

Ambos aceptaron y ella se los llevó en un haz de luz. Lejos de la locura, lejos de la organización de las sombras Gossip, lejos del juego de asesinos en que el premio era la vida de la Reina del cabello.

Traspasaron el portal a Equestria, el mundo que co-reinaba el ser. Todo se veía como luces informes, pero conforme fue pasando el tiempo todo se hizo sólido bajo sus pies. El ser entonces les mostró gentilmente su mundo.

—Bienvenidos a Equestria. Están en mi ala privada del Palacio donde reino en compañía de mi hermana.

—¿Esto pasa de verdad? — Preguntó Iwai. — ¿No es un sueño?

—No, mis niños, ocurre en verdad. Y a partir de ahora deben llamarme Luna, pues soy su maestra. Y les prometo, que pase lo que pase, no dejaré que les ocurra nada malo. Pueden descansar al fin porque aquellos que los buscan en las tinieblas no tienen acceso aquí.

—¿Pero no se siente como si estuviéramos fuera de lugar? — Preguntó Kiri.

Entonces Luna hizo brillar su cuerno.

—Como dije, serán transformados en cuerpo para que puedan ser mis aprendices. Pero entiendan, una vez lo haga no habrá vuelta atrás.

—Adelante — dijeron ambos.

Entonces Luna lanzó el hechizo, hechizo que cambió la esencia de ambos, transformándolos en ponis, para que pudieran existir en aquel mundo sin ser molestados. Kiri fue transformado en un unicornio de pelaje dorado con cabello y cola blancas con los ojos ámbar. Lo único que inquietaba de él era la Cutie Mark de un par de tijeras goteando sangre, indicador que seguía bajo la influencia del Dansai Bunri No Crime Edge.

Iwai era una unicornio de color rosa con los ojos verdes y su largo y sedoso cabello negro. Su Cutie Mark representaba un corazón, pero su melena desproporcionalmente larga era indicador que estaba maldita, maldita por la maldición del cabello.

—Tal vez mi hermana no esté de acuerdo con que haga las cosas tan a la ligera, pero su grito de ayuda era algo que no podía ignorar. Niños, por favor descansen bien; y una vez recuperados los ayudaré a librarse de la maldición.

—¿Por qué nos ayuda?

—Porque los valores de los ponis son diferentes a los de los humanos, y es por expiar mis propias culpas. Ya les diré algún día a qué me refiero, pero por ahora descansen mis niños. Se lo han ganado.

Entonces Luna dio indicaciones a sus guardias que llevaran a los niños a sus aposentos y aprovechó a anunciarlos como sus aprendices. ¿Si le decían a su hermana? La guardia sabía que sólo lo harían en caso Luna se lo dijera primero, pues por algo ellos sólo le responderían a la Princesa de la Noche.

Finalmente ambos cayeron dormidos y Luna veló por su sueños.

En el otro mundo una muchacha de cabello blanco y ojos rojos estaba de rodillas mirando fijamente una jeringa antigua, de esas que se usaban en la segunda guerra mundial.

—¿Yamane? — Preguntó una voz femenina detrás de ella.

Yamane Beoinzaka se levantó con la jeringa en la mano.

—Onee-chan, onee-chan, ya no puedo ignorar las voces que hay en mi cabeza. Quiero matar. Quiero matar, quiero matar, ¡Quiero matar! ¡CON LA INYECCIÓN DEL SUEÑO ETERNO YO QUIERO MATAR!

Houko, la hermana mayor tuvo que sostener a Yamane con ambos brazos mientras la joven se retorcía enloquecida blandiendo su jeringa.

—Yamane reacciona por favor, ¿qué pasa contigo? Acabas de "matarme" ¿qué pasa contigo?

Yamane respiraba agitadamente.

—La inyección del sueño eterno está alterada, Onee-chan. La Reina se ha ido, se ha ido, ella ya no tiene propósito.

Houko no sabía qué decir, ¿qué le ocurría a Yamane?

Mientras tanto en un piano bar perdido entre las calles de Tokyo una pianista ciega tocaba como posesa su instrumento. Sabía perfectamente que no debía de terminar una melodía con esa cosa, pero de todos modos había sólo un cliente en el bar y ella la terminó.

Fue un efecto inmediato, el hombre cayó muerto en el acto mientras que ella cerraba la tapa de su piano.

—¿Qué te pasó? — Preguntó su afinador, un hombre sordo.

—Sinfonía de Éxtasis Pianísimo está alterado. La Reina se ha ido.

El afinador leyó el texto que tradujo su celular y asintió, qué interesante giro de eventos.

En un barrio residencial de Tokyo, un chico llamado Romio Zaiga aceptaba fielmente los golpes del látigo de su amante; Ruka Shihodo. Ella seguía golpeando una y otra vez; pero al final gritó frustrada y arrojó lejos su Látigo de las Mascotas.

—¿Estás bien? Naturalmente me das más castigo — preguntó Romio, quien era el Instead de Ruka.

—El látigo no está satisfecho. Algo malo ha ocurrido, la Reina se ha ido.

Finalmente una niñita de no más de seis años acariciaba el cadáver del sujeto al que acababa de asesinar. No porque se lo encargó Gossip, sino porque tenía que calmar de alguna forma al Abrecartas de la Sangrienta Disección.

—Onii-vhan, ¿finalmente has logrado sobreponerte al poder de la maldición?

Últimamente estoy en la moda de recuperar los fics que tiré, pero como he dicho en otros fics estoy preparando una buena cantidad de fics para mi siguiente obra CRISIS EN LAS EQUESTRIAS INIFNITAS. Esta vez (o bueno, no esta vez porque es una versión beta) estoy enviando un proyecto sobre uno de los animes que más me han fascinado en la vida, Dansai Bunri no Crime Edge. Espero les agrade y ya saben:

Chao; nos leemos!