Resumen : InuYasha Taisho, es un joven príncipe millonario, valiente y el mejor marino de todos los mares, es dueño de la flota de barcos más moderna y grande de todo el mundo y riquezas. Un día su padre enfermó gravemente de una forma poco usual y muy extraña y el debe iniciar un viaje hacia un solo lugar para conseguir la medicina, el lugar es una misteriosa isla en la que se cree existe una leyenda mitológica, pero el decide ir y no cree en supersticiones, ¿cuál es la cura?, lo mismo con lo que se envenenó su padre : ¡LA CARNE DE UNA SIRENA MUERTA!. Adv. Lemon
Capitulo 1: La isla misteriosa.
Era un día apacible en aquella hermosa Londres, en aquel puerto, los marinos disfrutaban de un día de calor y descanso compartiendo risas y borracheras a raudales pues era su día libre y querían disfrutarlo a pleno entre chistes, risas y compañerismo, la mayoría eran pertenecientes a la realeza Taisho y son maravillosos marinos y osados guerreros del mar, son temidos por todos sus enemigos. Eran dueños de la flota más grande de barcos de guerra de todo Londres y además de la riqueza y fortuna de todo Inglaterra. El gobierno británico, le brindaba todo su apoyo ya que ellos eran muy colaboradores y ayudaban en donaciones a los más necesitados, la familia Taisho, tiene un inmenso castillo muy cerca del puerto de Londres, donde aparcan la mayoría de toda su flota naval. El castillo en inmenso y hasta parece una fortaleza, es llamado "El castillo de Londres".
Sin embargo, a miles de kilómetros de allí una misteriosa niebla, cubría una gran isla y un barco de guerra emergía de allí, se oía un armonioso canto de mujeres, que hechizaba a cualquiera que la escuchase, ya que tenía una tonalidad suave y delicada. Entre esa niebla, se divisaba una inmensa figura de un hombre gigantesco y varias mujeres que los rodeaban, pero había algo extraño en ellas, la mitad de su invisible cuerpo, parecía se el de ... ¡¡un pez??. El barco se alejó de la niebla y de la isla rumbo a su destino.
Ese día apacible, el joven príncipe InuYasha Taisho, estaba sentado en aquella silla de madera pulida junto a la cama de su enfermo padre, el rey InuTaisho, había enfermado luego de regresar de un viaje en el que según informaron algunos sobrevivientes de aquel viaje, se intoxicaron al comer la carne de una sirena que habían cazado cerca de una isla. Desde entonces, el rey ha estado sufriendo en demasía y nunca le bajaba la fiebre, InuYasha ya había perdido a su madre y ahora su padre estaba muy enfermo y no quería perderlo por nada del mundo. De repente, el anciano ayudante de la familia Taisho, el viejo Myoga, llegó corriendo a la habitación del rey.
Myoga : - ¡Amo InuYasha!, debe venir pronto al puerto, los marinos del reina Elizabeth han vuelto muy enfermos y algunos muertos-. Gritó desesperado el anciano.
InuYasha : ¿CÓMO?,... Kaede, encárgate de cuidar a mi padre, iré a ver que sucedió-. Ordenó firmemente y muy preocupado.
InuYasha corrió junto al anciano hasta el barco donde estaban sus marinos enfermos y muertos, InuYasha es un joven de 21 años, de larga cabellera blanco plateada, ojos dorados y un buen físico, era alto y delgado pero como se dijo de buen físico. Casi siempre viste con pantalones de color beige, camisa blanca y una chaqueta corta sin mangas de color negro y zapatos marrones.
Al llegar hasta el astillero donde estaba estacionado aquel barco y vio que muchos estaban socorriendo a los marinos sobrevivientes y sacaban los muertos.
InuYasha : - ¿Que pasó aquí?-. Preguntó anonadado al ver esa imagen tan tétrica.
Myoga : - Señor, me temo que han comido la misma carne de esa sirena por lo que pude ver en la cocina del barco-. Dijo temeroso el anciano sirviente.
InuYasha corrió hacia el barco, subió la amplia escalera y subió en aquel "destructor" y corrió hacia la cocina del buque de guerra y entró a la cocina, había un fuerte olor a pescado cocido y la cocina era un verdadero desastre de suciedad, miró dentro de la olla que estaba en aquella hornalla y vio que exactamente había carne de aquella sirena muerta.
InuYasha : - ¡¿Qué acaso no ordené que quemaran esta porquería para que no causara más daño?! Protestó sumamente enojado.
Myoga : - Si amo, pero los marinos no creyeron esa historia y comieron de ella-. Balbuceó tímido.
InuYasha : - Arrgh!, estoy rodeado de una manga de idiotas!!, llévate esta porquería y el cuerpo que debe estar en el refrigerador, escóndelo en la bóveda de las piedras del mar y procura que nadie lo vea-. Ordenó con fiereza y rabia.
El anciano asintió temeroso y se llevó la olla con la carne y el cuerpo de la sirena a la bóveda como ordenó su amo, mientras los marinos enfermos eran trasladados a un hospital.
Esa noche, el joven príncipe, cenó muy angustiado y en su mente solo merodeaba una idea, ir el personalmente a esa isla y averiguar su secreto y que era lo que realmente envenenó a su padre, aunque era evidente la prueba, pero el quería verlo con sus propios ojos.
InuYasha : - Myoga, prepara uno de nuestros destructores, mañana partiremos a esa isla y averiguaré que sucedió y de paso, traeré esa medicina auque me lleve la vida-. Masculló tristemente.
Myoga : - Claro, amo,... ¿pero, está seguro?-. Preguntó el anciano.
InuYasha : - Muy seguro, prepara también a 30 de nuestros mejores hombres y que todos lleven sus escopetas y armas-. Dijo con parsimonia y sonriéndole al anciano.
Myoga : - Si, señor, de inmediato-. Obedeció con un saludo militar y firmemente.
InuYasha estaba complacido con el, pues había servido a la familia Taisho de tiempo inmemorables, cuidó de InuYasha cuando era un bebé y hasta fue como un segundo padre de familia cuando murió la madre de InuYasha, era muy servicial y amable.
Al día siguiente, InuYasha y su tripulación, partieron en aquel destructor, fuertemente armado, este tipo de barcos, sirven como escoltas de acorazados y portaaviones, tienen un fuerte blindaje y un armamento muy poderoso, claro que ínfimo al de un acorazado de guerra. InuYasha no quería abandonar a su padre enfermo, pero haría lo que fuera por salvarlo e incluso arriesgarlo todo, por esta razón decidió partir a esa extraña isla a buscar la medicina y respuestas.
Mientras su padre era cuidado por la servidumbre del castillo, InuYasha rogaba por la vida de su padre y confiaba en encontrar pronto esa isla y su medicina, sea cual sea y si ello tenía que significar sacrificar a una sirena lo iba a hacer con tal se salvar a su padre aún a costo de su vida. Myoga estudiaba un mapa donde podría estar esa supuesta isla y por la dirección en la que venía el barco, debía estar al Norte y para allá fueron. Llegada la noche, toda la tripulación estaba cenando muy tranquilamente, la noche era cálida y despejada con una brillante luna blanca y brillantes estrellas en el negro cielo. Más tarde, todos fueron a dormir a sus habitaciones.
Cerca de las 4 de la mañana, InuYasha se despertó al oír un extraño sonido que venía de afuera, salió de su cama y notó que el barco se había detenido. Alarmado salió de su cama y se puso una bata por debajo de su pijama, se calzó sus pantuflas y salió rápidamente afuera hacia la cubierta del barco, más precisamente hacia el sector de proa, pudo oír un armonioso y dulce canto de mujer era como la voz de una joven soprano. InuYasha pudo divisar que la tripulación de cabina, estaban como en shock, tomó sus binoculares y buscó en dirección donde venía la melodiosa voz de aquella mujer, su visión comenzaba a borrarse ya que a el también le estaba afectando esa dulce canción, pues la voz los estaba como hipnotizando a todos.
InuYasha pudo divisar lo que parecía,... ¡¿UNA SIRENA?!,... estaba montada sobre una enorme piedra que asomaba por entre las cristalinas aguas del mar, de ella provenía la voz que causaba estragos en sus hombres. InuYasha extrajo de entre sus ropas, una pistola de doble cañón alemana 1043 l de 43 cm. siglo XVIII, y apuntó a la misteriosa sirena y efectuó un disparo, no sabía si la había impactado o no, pero la sirena dejó de cantar y cayó al agua. Poco le importaba si estaba muerta o no, lo cierto era que sus hombres volvieron a la normalidad y pudieron proseguir su viaje.
InuYasha casi no pudo dormir en toda la noche y a la mañana temprano, ordenó ir a la zona donde estaba esa misteriosa sirena, si es que era una, Myoga supo que podría ser cierto.
Myoga : - Escuche, amo InuYasha. Creo que eso de las sirenas es cierto, lo que pasó anoche fue una fiel prueba de ello-. Dijo inquieto el anciano.
InuYasha : - Tal vez tengas razón, Myoga. Pero no me quedaré de brazos cruzados viendo sufrir a mi padre, si existen o no me importa muy poco y si tengo que matarlas a todas, lo haré para salvarlo-. Masculló apretando su puño derecho.
Myoga : - Mire, señor. Esa es la roca-. Señaló el anciano.
InuYasha ordenó acercar el barco a una distancia prudencial, no sabían si la sirena estaba muerta o no y si estaba viva podría querer vengarse por el ataque que le propinó InuYasha. Pero no encontraron nada, excepto que el disparo de InuYasha había pegado en una parte de la roca y eso debió haberla espantado, pero no sabían en que dirección había huido, así que debieron seguir navegando en dirección a la isla y guiándose por sus instintos marineros.
Durante 2 días, navegaron por las aguas de aquel cristalino océano Atlántico, hasta que lejos de la superficie de tierra Myoga divisó algo a lo lejos y fue a avisarle a su señor.
Myoga : - ¡Amo InuYasha, amo InuYasha!, venga pronto!!-. Gritó el anciano corriendo
InuYasha : - Ya, Myoga ¿Qué sucede?, son casi las 5 de la mañana-. Dijo algo molesto y somnoliento.
Myoga : - Creo que he divisado esa isla misteriosa, señor, juré ver a algunas figuras que parecen ser esas sirenas-. Dijo entusiasmado el ancianito.
InuYasha : - ¿QUÉ?, ¿estas seguro?-. Preguntó sorprendido.
Myoga : - Si amo, lo juro-. Dijo alegre.
InuYasha corrió hacia la proa del barco y se posó a la derecha de las barandas de sostén del barco, tomó sus binoculares y enfocó a lo lejos y pudo comprobar que Myoga no estaba mintiendo, había una isla y a lo lejos podía divisarse lo que parecían ser, esas mujeres de mitad humanas y mitad pez.
InuYasha : - Buen trabajo, Myoga. Eres mi mejor ayudante y mano derecha-. Dijo feliz y agradecido.
Myoga : - Me encanta poder ayudarle en todo lo que pueda, mi gran señor-. Sonrió feliz.
InuYasha : - Bien, dile a los muchachos que se preparen, desembarcaremos al mediodía en la isla-. Ordenó firmemente pero con una leve sonrisa.
Myoga : - Si señor-. Obedeció el anciano con paso firme y fue a avisarle a la tripulación.
InuYasha por fin estaba llegando a aquella misteriosa isla donde vivían aquellas sirenas y otro ser misterioso, pero era capaz de arriesgarlo todo para salvar a su padre, el estaba nervioso, pero su valentía le impedía retroceder, esa era una palabra que casi no existía en el, incluso si tiene que enfrentar a un ser poderoso el le haría frente a cualquier precio y todo por la vida de su padre. Volvió a centrar sus binoculares en la isla y se divisaban varias figuras, era indudable que era esa isla que tanto se decía y por fin estaba llegando, sus hombres ya estaban listos y armados para la acción, se preparaban para su gran aventura y enfrentar el mayor reto de todas sus vidas, en un viaje único y que nunca soñaron, una aventura en : "LA ISLA DE LAS SIRENAS"... continuará.
Hola amigos y amigas.
Aquí les dejo una nueva novela para que disfruten y lean, espero les guste y sea del agrado de aquellos y aquellas fans del romanticismo y la emoción y las aventuras, dejen sus reviews y comentarios y si quieren alguna crítica durante el largo de los episodios para mejoras, quiero que esto lo disfruten a pleno y como a ustedes les gusta, bueno un abrazo muy grande y pronto actualizaré este y los otros fics que están en pie.
Arrivederchi.
Guille (KITT, el auto fantástico)
