¡Que tal! Pues yo aquí con ganas de experimentar.

Esto es un DracoHermione.

Yo digo que cualquier otro personaje de la saga emparejado con alguno de estos dos no sobreviviría mucho tiempo, por eso los pongo juntos. (Aunque no me mal interpreten: Adoro los RonHermione)

En este fic Hermione es una mujer nueva. Ha perdido casi o toda su inseguridad y empieza a descubrirse como una persona por mucho superior a las demás, aunque sin perder del todo su peculiar esencia. De todos modos siempre fue feminista y un poco mandonsita.

Amantes de los fics empalagosos fuera de aquí, aunque igual a mí se me hace tierna la forma en como se maltratan. ¡Pura soberbia ante todo!

¡Que lo disfruten!

Perfectos fríos

El inicio

-No necesito esto. No lo disfrutaré tanto como crees. Me deseas, me quieres. Yo no. No te amo, no lo he hecho. NO LO HARÉ – aseguró aunque no fuera del todo cierto, a través de un suspiro de una fortaleza inhumana; casi con los ojos húmedos, mirándolo, como nadie, sobre él.

Lo tenía íntegramente anonado, desnudo con ropa y por poco indefenso frente a ella; sin la virilidad impía que él siempre había poseído, sin aquella pulcra convicción.

Por dentro se moría por besarlo de nuevo, quererlo, protegerlo, morderlo hasta hacerlo sangrar; enseñarle sobre todo lo que sabía. Porque ella había estudiado. Ahora sabía.

Ella lo vio (sobre todo porque en esos momentos la frente y pecho de él eran infantilmente invisibles) con ganas de nacer de nuevo y ser un poco bueno, con una necesidad despiadada de detener el tiempo en esos momentos y saciarse, sin que nadie lo viera, de todo lo que ella ahora conocía y dominaba: los hombres, las mujeres, el colegio entero, el universo y, lo más difícil, ella misma.

Hermione se levantó despacio, cortés pero sensual. Al hacerlo el espectáculo que tenía de frente fue estupendo: los constantes e imperturbables ojos grises del muchacho que la acompañaba permitieron entrever sobre la libido aquel quebrado, agrio e intenso amor resbaladizo.

-¿Quieres más, dulzura?- interrogó con poco o nada de debilidad en su voz, ya fuera por la extenuación de las caricias de antes, los nervios, etc.- Resultas, para mi sorpresa, ser igual de simple y débil como todos los demás¿Lo sabías?- se rió un poco; encantadora, sugestiva.

-Tú resultas ser divinamente hermosa, inteligente… como cualquier prostituta.- pensó él, con ese titubeo constante, aquel que lo estaba acompañando, incluso en el pensamiento y que lo ponía mal.

-Ven.-exclamó ella pero alejándolo y, como si hubiese leído su mente (era posible), recostándolo en el suelo con dulce violencia, encajándole las manos en el pecho, conteniendo la respiración de ambos; diciéndole sí, y sin ningún titubeo, al próximo paso.

Él obedeció en silencio y se tendió, rabiando internamente por aquel desasosiego y nerviosismo que jamás había sentido.

Y ella, al verlo de tal manera, tuvo plena conciencia de su propia belleza (y por momentos superioridad) apartándose el flequillo sedoso con los dedos de uñas pulcras y brillantes, entreabriendo los labios hinchados, suculentos, inofensivos a la vista.

-Estoy conquistado lo inconquistable.

-Sigo sigo inconquistable, estúpida. Tú… eres otra cosa.

Ambos rieron y las piernas de ella, de paraíso, se cerraron con imperio sobre las caderas ajenas, haciéndole daño; sus manos bellas apenas tentaron el abdomen tenso, terso, fibroso del hombre debajo de ella, torturándolo, antes de que él se excitara. Se vio fulgurada en sus ojos en el acto y se halló sencillamente perfecta, deseada.

Estoy conquistando lo inconquistable.

Draco estaba tendido en el suelo, la cabeza un tanto ladeada, el cabello platino y deslumbrante desperdigado a su entorno como areola de ángel, forzado por una Hermione repleta de algo como el amor que él sentía en todos sus demás encuentros. Aquel sentimiento hipócrita y ligero, sencillamente caliente, lujurioso, simple.

-Mi ramera…-susurró él con la quijada tensa, arañándole la cintura, deseoso de incomodarla, siquiera un poco, sintiendo que las rodillas de ella le ardían en la cadera y su figura mística en los ojos.

Ella sonrió con sincera indulgencia, haciendo comprobar nuevamente lo obvio: Él no la tenía. No a ella. Todo lo contrario. Sus despiadadas palabras ni siquiera la tocaban. Eran demasiado terrenales.

Malfoy gimió por poco, sus ojos grises se movían lentísimos por el terror, pero aunque el desconcierto y el calor estaban, el nerviosismo nunca lo venció y el rubor no acosó jamás sus mejillas. Sin embargo era incapaz de evitar contemplarla, por momentos, como si fuese un chiquillo asustado y a la vez emocionado.

Soy inconquistable… soy…

Se levantó lento pero brusco, casi perdiendo la cabeza por lo que sólo ella conseguía provocarle, ansioso por tomar al mando, colocarse sobre ella, viéndola con ojos voracesdesnudarse artísticamente de la parte superior. Los pechos morenos, perfectos.

Intentó con la mirada ardiendo hacerla retroceder, hacerla cerrar los ojos siquiera un instante: irse directo al cuello.

Ella jamás accedió.

Entonces Malfoy se apoyó con los codos en el suelo hirviendo por sus reflejos exquisitos para mantenerse así. La miró profundamente. La miró un poco más mientras ella se ponía una mano en el pecho, semiocultando un seno suyo, observándolo con una provocación que iba más allá de lo comprensible.

-Tómame y no te atrevas.- le exigía en silencio y él no sabía que hacer.

-Eres…- rabió Malfoy, atrapado entre la depresión de siempre y la ira. Ella le puso un dedo en los labios.

-Soy. Se podría decir que casi tuya.

Él creyó oír un ruido de advertencia en sus oídos. Detente. Los brazos pardos de ella en torno a su cuello, el sexo húmedo y suave, los pezones erectos, y la ínfima claridad en su absurda mente de consumirse cuando el aliento femenino le ardió en los labios sonrojados, en las encías, la garganta y el paladar.

Y el olor... Sí, canela.

Hermione danzó inconmovible, desvergonzada, erótica sobre su erección, estremeció su espina y lo llevó a un orgasmo foráneo, lejano al verdadero, tan emotivo como el de sus sueños, donde, era innegable, la había soñado…

-Sólo ésta vez desgraciada sangre-sucia…- jadeó Draco "…lo que nunca he sentido necesidad de decir" y antes de expresarlo se murió de rabia, sus ojos se llenaron de pútrida furia, es por esto que volvió su rostro hacia arriba: Hermione no merecía la mirada con la que fulminó el techo; y ella misma, entonces, lamió su cuello.

-Te amo…-respiró Draco sin soportarlo más, con un intenso odio.

-¿A pesar de estar sobre ti?- emitió Hermionede nuevo en silencio, entre el beso que pareció más de amor que los primeros porque fue en los ojos grises, sobre los párpados cerrados, trémulos.

Nuevamente no cedió; él se dio cuenta de ello. Se quedó atónito: insistentemente ella lo esclavizaba, casi ignorando las palabras que tanto le habían costado:

Te amo.

Malfoy, desperado, intentó soltarse, escapar; Hermione ni siquiera se enteró de esa tentativa infructuosa y torpe porque un instante después él la tomó entre sus brazos como si en eso se le fuera la vida. Ella lo había seducido de nuevo y veloz, mordiéndole el oído, susurrándole palabras sucias que en su boca perfecta sonaban infinitamente dulces.

Draco se olvidó de todo cuando la lengua escurridiza y animal le tomó ambos labios, esculpiéndolos de nuevo, tal vez haciéndolos más bellos que en un principio, neutralizando la boca que arrullaba el incendio del último beso de esa noche; el que les duró fresco hasta que se distanciaron; aquél que les acompañó todo el amor de esa velada, el mejor que ambos habían tenido, el que posiblemente pusiera en evidencia el desconcierto en sus corazones. Y por supuesto, no sólo el de los suyos.

Algo resonó en la mente de ella cuando se unieron profunda, dolorosa y desesperadamente. Había rojo fuego en su cama inventada, en el orgasmo que elevó sus gemidos, pero sobre todo en el cabello platino de Malfoy.

CONTINUARÁ

N/A: Me gusta esta pareja. Siempre he pensado que Draco y Hermione tienen demasiado en común, aunque con enfoques distintos, los cuales tienen que ver con la moralidad. Ni hablar. Lo que cuenta es lo que ustedes piensen ¡Espero sus comentarios! Buenos o malos, no importaaaaa. Yo recibo de todo ¡Pero de verdad espero recibiiiiir¿Síiiiiiiiiiiiiii?

Por si acaso le pondré una velita a mi templo review.

¡Hasta luego!

Matuk