Amor de corazón y alma

Era un día especial en el reino del bosque, ya que el rey Thranduil elegiría al próximo capitán de la guardia, así que todos estaban emocionados por saber quién seria.

-hijo, tengo que hablar contigo, ¿tienes tiempo?- le dijo al príncipe elfo, Legolas

-claro que si mi señor Thranduil, que se le ofrece-le contesto irguiéndose para estar a la altura de su padre

-supongo que sabes que día es hoy ¿cierto?- le pregunto el rey mientras servía dos copas de vino.

-claro que sí, hoy elegirás a un compañero que me ayude con la guardia- le contesto Legolas mientras tomaba la copa de vino.

- así es hijo, pero ¿sabes por qué tendrás a un compañero?-

-la verdad no, pero imagino varias causas-le contesto Legolas mientras desviaba la vista al piso

-escucha Legolas, hace dos lunas cumpliste la mayoría de edad y creo que ya es tiempo de que madures, que te enfoques en los problemas del reino y dejes de jugar en el bosque como un niño. Es hora de que te conviertas en mi sucesor.-

-sabes perfectamente que lo tengo presente en mi vida, cada día que despierto, recuerdo que tarde o temprano mi lugar estará en el interior del reino y no con el bosque- mientras decía esto, los ojos azules del príncipe se humedecieron

-lamentablemente así es Legolas, por eso te pediré que disfrutes cada día que aun te queda como príncipe para que recorras todo el bosque y lo disfrutes lo más que puedas-

-así será padre-

El rey Thranduil se acercó al balcón para despejar un poco su vista y desde lo alto pudo ver como todos sus soldados marchaban asía el salón principal para ver quién sería el capitán de la guardia.

-tienes ya algún candidato-le pregunto Legolas acercándose a su padre

-así es ya tome mi decisión. Creo que le daré una oportunidad a la jovencita de cabellos pelirrojos- le contesto indicándole que viera desde el balcón, ya que en ese momento la jovencita iba pasando

-¿de verdad a Tauriel?-reprocho el príncipe con tono de desagrado

- si ella, ¿algún problema?-le dijo el rey mientras se daba media vuelta dirigiéndose a la puerta

-sinceramente, padre, no creo que ella este calificada todavía para un trabajo tan grande, será mucha responsabilidad para esta niña-le contesto Legolas que iba atrás de él. –te pido de todo corazón que por favor recapacites tu decisión, no afectes a los demás por tus caprichos.-

-Legolas ya basta, no entiendes nada, ahora me doy cuenta de lo mucho que te falta para que llegues a ser un digno sucesor, hijo tienes que ver más allá de tus ojos, esa niña como tú la llamas tiene algo especial, te apuesto que cuando convivas más con ella te darás cuenta. Ahora vámonos no es correcto que un rey llegue tarde- finalizo su padre y el príncipe lo siguió.

En el camino, la mente del príncipe estaba confundida no sabía por qué su padre había tomado tan descabellada decisión, como era posible el cinismo del rey al elegir como capitana de la guardia a una niña sin experiencia, con habilidades inferiores a las del príncipe, simplemente no lo podía creer.

Las grandes puertas del salón se abrieron y todos los soldados hicieron una reverencia a ambos. El rey ascendió al trono mientras que legolas decidió no tomar asiento, ya que en cuanto diera el nombre tan vergonzoso de Tauriel, se marcharía a su habitación, huyendo del capricho del rey, pues a Legolas lo que menos le interesaba era esa mocosa, él tenía otros asuntos que atender.

En cuanto el rey tomo asiento el salón quedo en completo silencio así que comenzó a hablar.

-creo que sobra mencionar le razón por la cual todos están el día de hoy aquí y por otra parte, explicárselos sería una verdadera perdida de mi tiempo. Sin embargo tengo la obligación de agradecerles a todos su esfuerzo para conseguir ser el capitán de la guardia, pero solo uno de ustedes lo será. El capitán de la guardia será, la pequeña de cabello pelirrojo, tauriel por favor ven aquí – dijo el rey sin tartamudear y con gran autoridad.

El rostro de Tauriel estaba pálido, ella nunca espero ese cargo tan pronto, es más nunca le paso por la mente que lo recibiría algún día. Mientras la jovencita caminaba para llegar donde el rey, Legolas estaba a punto de explotar le parecía totalmente una burla por parte de su padre tal decisión.

Tauriel llego donde ambos y Thranduil se puso de pie, extendió su mano hasta la barbilla de tauriel, con un ligero movimiento le pidió que observara a los demás soldados y tomo de nuevo la palabra

-ella será la capitana de la guardia real, mi única petición será que la traten como tal, sin excepción de nadie- diciendo esto último volteo a ver con gran discreción a su hijo- bueno creo que es todo, regresen a sus deberes- finalizo Thranduil descendiendo del trono hasta que llego a la puerta, sin voltear atrás se retiró, después del todos los demás soldados abandonaron el salón

Legolas y Tauriel fueron los últimos, incluso las puertas ya se habían cerrado y ellos continuaban en el salón, Tauriel estaba estática, como si se hubiera convertido en una estatua de piedra fría, sin embargo sabía que el príncipe aún estaba en el salón.

Legolas se acercó a ella y la jalo del brazo, en ese momento tauriel reacciono pero no pudo hacer gran cosa para liberarse del príncipe, que la veía a los ojos, era como si la quemara con esos bellos ojos azules, realmente estaba enojado

Legolas se acercó más a ella, oprimiendo con más fuerza su brazo, hasta que un gemido de dolor salió de la boca de Tauriel, fue hasta entonces que el príncipe detuvo su agresividad.

-escucha niña quiero que te quede clara una cosa- la respiración del príncipe era muy extraña y un miedo invadió terriblemente a Tauriel –tu solo eres un capricho de mi padre, no mereces ser la capitana, yo no quiero trabajar contigo, te detesto, sin embargo no me queda más opción que aceptarte, ¿escuchaste?- finalizo Legolas y libero su brazo.

Tauriel estaba desconcertada por la actitud del príncipe, ya que nunca lo había visto de esa manera, ella siempre lo vio como un gran ejemplo de persona y al parecer él no era así. Las lágrimas corrieron por sus mejillas, todos sus sentimientos se mesclaban en un mar de dudas e inseguridades. Pero lo que más la lastimaba era la actitud de Legolas, y sin embargo apareció otro sentimiento, algo extraño, simplemente no lo podía descifrar. Y el brazo verdaderamente se lo había lastimado, ya que dolía.

Legolas estaba a punto de abandonar el salón cuando se detuvo y volvió a tomar la palabra.

-demuéstrame que vales la pena, que eres más que solo un capricho, demuestra que mereces este puesto. Si renuncias me daré cuenta de la pérdida de tiempo que eres. Quiero que me superes, tendrás dos meses para que cambies mi forma de pensar, ¿aceptaras o es mucho para ti?- le dijo sin verla a los ojos con la voz más seria que podía crear su garganta

Un momento de silencio torturador se hizo, a Tauriel se le habían secado por completo las lágrimas y un sentimiento de furia la invadió, quería aceptar el reto.

-bueno, tu silencio ha revelado tus verdaderos sentimientos creo que tendrás…-no pudo finalizar su frase ya que la voz de la joven rezumbo en las paredes del salón. El príncipe nunca había escuchado la voz de Tauriel nunca pensó que fuera tan hermosa.

-acepto, acepto el reto, le juro que luchare sin parar para lograr ser su digna sucesora mi señor, no me interesa lo que tenga que hacer, pero le prometo que no se arrepentirá de mí. Vera, lo que yo más quiero es ser reconocida por mis actos, sin depender de la palabra de alguien, ni de su protección. Quizá lo que le voy a decir no le importe en lo más mínimo pero siento que debe de saber quién será su compañera de guardia.-al decir estas palabras los ojos de tauriel comenzaron a gotear-mis padres murieron cuando yo era pequeña y la última promesa que le hice a mi madre fue que algún día se sentiría orgullosa de su única hija y que sería algo más que solo una simple doncella, seria valiente, fuerte y nunca volvería a depender de alguien para ser feliz. Después de eso llegue al reino, un guardia me recibió y dijo que la única condición para quedarme seria, formar parte de la guardia, después de un tiempo yo….- Tauriel no pudo concluir por que la voz de Legolas la interrumpió

-¡hay ya basta! Por favor ya cállate. Tienes razón lo que te paso no me importa en lo más mínimo lo único que quiero es tu respuesta- dijo con tono de verdadera molestia

- de acuerdo- fue lo único que contesto Tauriel

- bien comenzamos mañana te pediré que descanses y ve a la enfermería, diles que te venden el brazo- concluyo con un tono algo más sereno e incluso más amable

Legolas se retiró y ella se quedó en medio del salón sujetando con su brazo derecho la herida causada por el príncipe

Tauriel no fue a la enfermería, se retiró directo a su habitación. Cuando llego se sentó en su cama y examino su brazo, tenía la marca de la mano de Legolas, estaba morada y dolía al tocarla. Sin embargo no entendía por que el odio y enojo no se hicieron presentes en ningún momento de la conversación que tuvo con el príncipe y después de mucho analizar lo ocurrido, recordó el momento en el que la sujeto del brazo ella no reacciono , pero ¿Por qué? La presencia del príncipe era posesiva, brusca... y ¿agradable? Pero que estaba diciendo si la había lastimado como podía pensar en tan semejante sentimiento. Como podía pensar en que eso era algo que brindara placer y… que rayos le pasaba por la cabeza, no entendía sus sentimientos, eso la asustaba demasiado y después recordó cuando lo tuvo a tan solo centímetros de su cuerpo, podía sentir su aroma, su respiración, la fuerza que ejercía en ella y por alguna extraña razón, verlo molesto le ¿agradaba?

No quiso pensar más en ello, así que con sus manos agito un poco su cabeza, después tomo un baño que la relajara y con un poco de más serenidad en su alma, se acostó en su cama, poco a poco el sueño la invadió hasta que se quedó dormida.

(Mientras tanto, en la habitación del príncipe)

Por alguna extraña razón Legolas no podía dormir, solo pensaba en lo ocurrido hace unas horas, el coraje y la furia ya se habían desvanecido por completo, tras meditarlo por un tiempo reacciono y se dio cuenta de lo grosero que se había portado con Tauriel, "fui un tonto al decirle tan semejantes palabras a una jovencita que ni siquiera esperaba ese resultado, debí de haberla ayudado, no imagino como se sintió al recibir tal noticia, fui un verdadero tonto". Se repetía así mismo, una y otra vez. "espero que haya ido a la enfermería a que le vendarán el brazo, pero ¿Qué tal si no fue? ¿Qué debo hacer?". Ese pensamiento lo invadió de dudas y temor, si ella no cuidaba su brazo las heridas empeorarían y tal vez su desempeño en combate nunca volvería a ser el mismo.

Legolas decidió que si eso sucedía nunca se lo perdonaría y pesaría en su mente por la eternidad, el príncipe se armó de valor, salió de su recamara, bajo hasta la enfermería y pidió una venda lo suficientemente grande para la herida de Tauriel, también pregunto si ella había venido en la tarde, la respuesta fue, "no".

Legolas les agradeció a los elfos que se encontraban en la enfermería y se dirigió a la habitación de Tauriel.