El cuerno de plata
La batalla que libró Boromir justo antes de partir al Concilio de Gondor
Todos los personajes principales pertenecen a JRR Tolkien. Los personajes secundarios inventados para este fanfic tienen nombres tomados del Silmarilion
Capítulo 1 "La partida"
Sobre la muralla exterior de Minas Tirith, al lado de la puerta principal, dos oficiales miraban atentamente el campo circundante. Aquel que ostentaba las insignias de mayor jerarquía, el capitán Faramir, segundo hijo de Denethor, detuvo finalmente la mirada sobre una columna que se acercaba a la ciudad.
Pronto sabremos si aquí llega mi hermano- dijo a su compañero.
El sonoro cuerno del capitán Boromir nunca deja de anunciar su llegada- replicó aquel.
Respondiendo a su comentario, el conocido llamado llegó a sus oídos. Los guardias en rápida actividad abrieron las imponentes puertas de la capital del reino de Gondor y en pocos minutos la columna llegaba a los poderosos almenares.
La figura de Boromir encabezando la marcha lucía todo el esplendor y la fuerza de los senescales. A la entrada, entregó el mando a un oficial y descendió del caballo para abrazar a su hermano.
¿Cómo está nuestro padre?
Está bien, y nos espera lo antes posible. En lo que llegamos, cuéntame tus pormenores.
Los hermanos retomaron las hermosas cabalgaduras y partieron a través de los anillos interiores de la ciudad. Como se conoce, éstos se extendían a partir del centro común, el palacio donde se encontraban los regentes del reino. Los peatones saludaban con sincera alegría a los hijos de Denethor.
Me preocupa un poco nuestro padre- decía Boromir. –Quizás sus cargas se le hagan algo pesadas con el pasar del tiempo.
Es cierto que no está como en nuestra infancia. Pero aún es fuerte y tiene una salud de hierro.
Para suerte nuestra y del reino. Con nuestra ayuda, habrá de gobernar mucho tiempo más. Pero será preciso que no asuma más las campañas militares muy pesadas.
Creo que él mismo lo considera así. Por suerte confía en nosotros, y por eso nos ha convocado ahora.
Entonces¿es cierto que los movimientos en Morannon son más serios de lo que se pensaba?
Casi nadie sabe nada a ciencia cierta. Padre es el que mejor informado está y presumo que hoy nos comunicará más. Sabes que su sistema de información es único.
En el palacio de los reyes de Gondor, las estatuas de los Reyes contemplan la reunión de Denethor y un grupo de nobles caballeros. Boromir y Faramir entran en la sala y, tras abrazar a su padre y recibir el afectuoso saludo de sus pares, ocupan dos de las tres sillas que aún permanecían vacías.
Sabemos entonces que el señor de Angmar, hasta hace poco jefe de los Nazgul, está actuando con enorme autonomía, sino entera libertad, respecto al Señor Oscuro.-comunicó Denethor.
¿Cómo sabemos que Sauron no está detrás de su siervo? –preguntó un capitán
Porque las incursiones de este ejército en Morannon no responden a movimientos de orcos ni otros enemigos al interior Mordor; aparentemente solo despiertan un leve interés en Sauron, y el movimiento de algunos observadores suyos.
No tenemos obligación o tratado de neutralidad alguno con Sauron y nunca lo tendremos; en cambio las atrocidades en Morannon de esta criatura suya, de iniciativa propia o no, son intolerables.-intervino otro capitán.
Sin contar con que los pobladores de Morannon tradicionalmente han contado con nuestra ayuda para protegerlos de enemigos de tal ferocidad, y esperan ahora lo mismo- dijo Theodred hijo de Theoden.-Creo que su señoría va a proponer atacar al perverso Angmar, y mi tierra enviará gustosa sus Compañías de jinetes.
El valeroso Rohan se ha adelantado a mi proposición- Denethor miró a los demás señores- ¿qué opinan uds.?
Los aliados pronunciaron su consentimiento. Denethor entonces retomó la palabra.
Hemos llegado a una digna decisión. Un ejército de Gondor y aliados atacará a ese tirano, nazgul o no nazgul, y destruirá su ejército. Falta solo un último asunto.
Miró la silla vacía.
Curumir, señor de Isengard, antiguo amigo de Gondor, se ha excusado de venir a este encuentro. Ha mandado, no obstante, un amable mensajero para trasmitirme sus opiniones y propuestas. Dando los mayores testimonios de amistad, se manifiesta dispuesto a apoyarnos en todo, con su gran ejército, y añade una nota muy peculiar.
Los caballeros se quedaron mirando a Denethor. Sin ninguna prisa, éste continuó.
Dice el señor de Isengard que está dispuesto, si Gondor lo estima conveniente para el bien común, a ceder el mando general sobre las tropas unidas.
No solo Boromir carraspeó ante la noticia.
Grande es el prestigio del mago Curumir -dijo- pero creo que la jactancia le está ganando terreno. Nadie ha puesto nunca en duda quién debe dirigir un ejército donde ondeen las banderas de Minas Tirith.
Sin duda el mensajero ha debido equivocarse –añadió Faramir. –No podemos asumir que tan noble señor cometa un desliz tan grave. Es indudable que ha querido decir que pone su ejército a nuestra disposición con total confianza.
Es indudable que quiso decir eso –sentenció Denethor. –Pero para confirmarle que hemos comprendido el equívoco de su mensajero, alguien del mayor rango irá a Isengard a asumir el mando de los hombres que tan generosamente pone a nuestra disposición. Boromir:
El nombrado se irguió.
Irás a Isengard y tomarás el mando sobre el ejército de Curumir.
¿Y Faramir, señor?
Al frente de un ejército nuestro, y las tropas que se decida envíen nuestros amigos y aliados, se acercará al señor de Angmar, para ver cuán poderoso es por su cuenta, e irá preparando su derrota, a consumar cuando se una a Boromir.
La reunión se disolvió y cada cual partió por su cuenta a prepararse para cumplir su cometido.
De noche, Denethor y Boromir conversan en una terraza del palacio. La vista domina Minas Tirith y la amplísima extensión circundante.
¿Porqué querías hablarme a solas, padre querido?
Hijo mío, mi sucesor, sé que mis hijos se preocupan por mí. No, no te turbes, sé que el amor es lo que os mueve.
Denethor luce como un verdadero rey. Los cabellos ya son blancos, pero el torso es erguido y poderoso, la mirada firme, el gesto no desmerece en nada al de un heredero de Isildur.
Es sabido que cuidar los destinos de este pueblo ha de ser la misión de nuestra sangre, sin ejercer el reinado que solo pertenece a sus legítimos señores. Mientras ellos no retornen, sus humildes vasallos hemos de extremar nuestras capacidades para preservar la armonía y la paz para las gentes.
No sé si te comprendo…
Verás. Habrás de tener tales responsabilidades y tareas, que solo los medios más poderosos te permitirán afrontarlas. Sin embargo, ningún medio será más confiable que tu valor y corazón.
Habrán de ser entonces dignos de mi padre
Espera… escucha. Cuando llegue el momento, habré de entregarte los mecanismos más importantes para regir Gondor. Las personas se preguntan mucho, lo sé, cómo sé algunas cosas. Tú habrás de heredar el manejo de todos los mecanismos de poder, y ése también te lo enseñaré, a su debido tiempo. Ahora emprenderás una campaña muy especial.
Sí, padre...
¿Sabes que el Angmar tiene un Anillo?
Tú nos lo has enseñado, a Faramir y a mí.
¿Sabes los poderes que eso le da?
Me temo que no he podido comprenderlo del todo, a pesar de tus explicaciones. Además¿el Anillo único, que le da el poder a los demás, no está perdido?
Eso no lo sabe nadie. No estaría mal, entre tanto, que los hombres recuperaran uno de los Nueve; sea para utilizarlo, sea para destruirlo. Siempre estará mejor que en las manos del Enemigo.
¿Angmar?
No te engañes, hijo. Aunque todas las evidencias están en contra, estoy seguro que Sauron no es ajeno a lo que hace Angmar. Por muy independiente que parezca ahora, el Señor Oscuro se sirve de él de algún modo. Pero cuál, no lo sé. Has de alcanzarlo, y destruir el primero de los nueve Anillos, o traérmelo, según tu corazón te lo aconseje. Mi solo juicio no alcanza a discernir en este asunto. ¿Tal vez estoy envejeciendo?
Nunca, padre.
Bueno¿entonces no querrás más aliviar a tu padre de las empresas más pesadas de la guerra?
¿Cómo sabes eso¡Nadie…!-pero Denethor se rió dulcemente
Mi hijo querido, no te preocupes. Un último consejo.
¿Sí?
Llévate a un oficial con habilidades para hablar con los aldeanos, reunir información. Hemos de saber qué piensa Curumir. Llévate al mejor, mi fiel Gildor.
No crees en absoluto lo de la equivocación del mensajero, eh.
Las mentes de los magos son muy profundas, hijo. Han vivido y vivirán mucho más que nosotros, y sus planes son a veces muy personales. Dame un beso antes de irte.
