(Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Mizuki e Igarashi, la historia fue creada con el único propósito de entretener)
La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.
Un padre desesperado corrió hacia la sala de su hogar tomando el teléfono y marcando rápidamente el numero de emergencias mientras corría nuevamente ha donde se encontraba su hijo en la bañera llena de sangre y pastillas regadas por doquier.
−Señorita −pronuncio en medio del nerviosismo mientras le hacia un torniquete a su hijo de cabello castaños en la muñeca− necesito una ambulancia, mi hijo se corto la muñeca y al parecer tomo muchas pastillas.
−Tranquilícese señor, por el momento permanezca en la línea y manténgame al tanto de lo inusual que pueda suceder.
El Duque trato de mantener la calma, sus lagrimas no dejaban de fluir sin embargo se le hacia eterno cada segundo… cada minuto… de los médicos dependía que su hijo se salvara.
−No sabes cuento te amo Terrence −le murmuro al oído− no quiero que me dejes, no tu y no ahora… Te amo.
En eso, llamaron a la puerta y el corrió a abrir, agradeciéndoles por haber venido. Les indico donde se encontraba el chico y comenzaron a actuar de inmediato.
Los paramédicos lo llevaron a la ambulancia junto al Duque, su mirada no se despegaba del cuerpo del chico, su único hijo estaba al borde de la muerte y el solo se dedicaba a reprocharle por que había cambiado últimamente.
−Es culpa mia, el no estaría así si yo le hubiese puesto un poco de atención…
El paramédico lo miro confundido y le puso su mano sobre su hombro.
−Usted no tiene que culparse, haremos todo lo que este a nuestro alcance para que el sobreviva.
−Muchas gracias.
Hola chicas, aquí vengo con mi nuevo fic.
Espero que sea de su agrado como siempre y esperare a saber su opinión por medio de los reviews.
Saludos navideños. Jiji.
Cellyta G.
