Un Rey para Arabasta.


Bueno, mis queridos lectores comienza un nuevo fi; acabo de terminar Ambiguas Existencias y la idea ya estaba sembrada en mi cabezac. Espero de todo corazón que les agrade y entiendan. Este fic es un Post In The End, así que si no lo han leido pueden darse una vuelta por el fic.

Espero que les guste y me digan que les pareció. Este fic entra en la categoría de acción y quizá un poco de suspenso. La historia, como ya se habran dado cuenta se ambiente en Arabasta. A lo largo de los capitulos comenzaremos a darnos cuenta de que algo esta fuera de lo normal. Sin más preambulos, a leer.


-1-

Malvenidos a Arabasta

—¡Adiós, nos volveremos! – gritaron a máximo volumen los Mugiwara, quienes sacudían sus manos en el aire con emoción y muchas ansias. La Isla Drum comenzaba a hacerse cada vez más lejana conforme el Sunny adelantaba su trayectoria.

Chopper se despidió moviendo sus pezuñas de un lado a otro, llorando de alegría al ver que toda la aldea se había acercado a la orilla para despedirse de ellos. Incluso Doctorine, quien bebía junto a Dalton una gran botella de sake de vez en cuando alzaba la mano para decirle adiós a su querido Chopper.

—¡Volveremos algún día! – gritó Chopper, presa de la emoción mientras el barco seguía su curso.

—¡Adiós, adiós! – gritaban las personas.

Se había corrido la leyenda, por aquellos días, de que el enigmático médico de la tripulación del nuevo Rey Pirata se trataba de un miembro, anteriormente considerado un monstruo, de la Isla Drum, el cual, sin saber exactamente su origen y forma de pensar, había logrado curar enfermedades que los médicos más experimentados del todo el East Blue no hubiesen podido. Y eso se reflejó hacía una semana, cuando Chopper había encontrado la cura a una epidemia aparentemente incurable que azotaba a la isla. Por eso es que estaban tan agradecidos y habían ido todos a despedirse de tan buen médico.

Chopper se movía de un lado a otro, bailando de emoción y felicidad, aunque dijese que no era así.

Cuando finalmente la isla dejó de verse en la lejanía, los Mugiwara volvieron a colocarse en sus puestos para navegar. Grand Line era un desafió menor para ellos, puesto que habían sobrevivido al Nuevo Mundo y conquistado el mar entero, pero siempre debían ser cuidadosos de no cometer un error.

—El clima se ve perfecto. – comentó Nami mientras veía el cielo. Navegar por dicho mar le había ponerse algo nostálgica. La última vez que habían estado en ese rumbo eran acompañados por Vivi, la princesa de Arabasta. En aquellos días tenían un trato de palabra y amistad con ella. Los acontecimientos que se vieron después marcarían a la tripulación de Mugiwara como un peligro potencial en evolución.

—¡Vamos con Vivi! – gritó Luffy mientras se dejaba caer del mástil. Había estado observando el mar desde hacía rato, y por lo que podía imaginar todos estaban pensando exactamente lo mismo.

—¡Ah, sería un agasajo ver a mi hermosa Vivi-chan! – Sanji tenía pintado los corazones en sus ojos.

—¡Es cierto! – festejó Chopper mientras saltaba a la par de Luffy. —¡Muero por ver a Vivi!

—Me pregunto cómo estará. – comentó Zoro, acababa de salir de la cocina cargando una botella de sake.

—¡Oye, marimo, no saques las cosas sin permiso de la cocina! – reclamó Sanji enseguida.

—¡No necesito tu permiso! – gruñó el espadachín. Una nueva pelea se desató entre ellos.

—Apuesto que debe tener mucha comida. – comentó de la nada Luffy, era evidente que para él Arabasta significaba banquete, ya que habían tenido la oportunidad de comer cuanto quisieron la última vez que estuvieron allá.

—¡Yohohoho! Seré un ignorante, ¿Pero qué relación tienen con la princesa de Arabasta? – preguntó Brook. En alguna ocasión había tenido la oportunidad de leer las bitácoras de Nami. En las más viejas ella había relatado sobre cómo habían parado la guerra civil de Arabasta, sin embargo no había leído lo suficiente como para saber de Vivi.

—Es nuestra nakama. – no tardó en profesar Luffy. —Pero… tuvo que quedarse en su país.

—¡Aww! – Franky se emocionó al escuchar eso. —¿Cómo fue que se conocieron?

—En una isla de llena de caza recompensas. – agregó con un poco de gracia la pelirroja. —Ella era parte de… -pero en eso miró a Robin, la mujer estaba tranquila, esperando a que terminara de decir lo que tuviera que decir. —Baroque Works. – terminó Nami. —Robin… ¿Tú ya la conocías? – Franky y Brook se dieron la vuelta para verla.

—No precisamente. En esos días estaba más al pendiente de lo que hacía Crocodile, cuidaba de mí misma, ya sabes. – lo dijo con tanta ligereza que Nami supuso no era un tema pesado para conversar en presencia de Robin.

—¿Baroque Works? – Franky frunció el ceño. —Me suena de alguna parte.

—Era una organización criminal dirigida por Crocodile, en ese tiempo un Shichibukai. – explicó Robin.

—¡Oh, ya veo!

—¡Hai, le pateé el trasero a ese cara de wani! – agregó Luffy con una sonrisa de superioridad.

—Sí, nosotros luchamos contra su organización. – agregó Usopp, hasta ese rato se había mantenido en silencio. —¡Fue una gran batalla! – volvía a sacar mentiras. —¡Les contaré como es que el gran Usopp-sama venció a todo el ejercito de aquella organización! – mostró su Kabuto y alardeó mientras se carcajeaba. —¡Con esta resortera destruí más de cinco buques de guerra de Baroque Works!

—¡Oh, sorprendente Usopp-san! – Brook aplaudió con sus huesudas manos.

—Eso no es cierto. – interrumpió Zoro. —Si más no recuerdo… quien destruyó varios barcos de un golpe fue Ace, el hermano de Luffy.

—¿Ah, era mentira? – Brook ladeó la cabeza, confundido.

—Ahora que lo pienso… después de pelear estabas tan lastimado y envuelto en vendas que no dejabas de decir que morirías. – no pudo evitar reír Sanji mientras recordaba cómo Usopp se lamentaba en el lomo del camello consentido y pervertido que habían encontrado en el desierto.

—¡Eso no es…! – se pudo rojo al verse descubierto.

—¡Oh, creo que ya entendí! – agregó Franky con algo de elocuencia. —Ustedes derrocaron a la organización para ayudar a la princesa, ¿No?

—¡Por supuesto, Vivi es nuestra nakama! – volvió a decir Luffy mientras sonreía. —¡Sanji, comida! – pero ahí estaba cambiando de tema.

—¡Acabas de desayunar, barril sin fondo! – el cocinero estuvo tentado a darle una patada en la cara.

—Creo que... – Nami observó la aguja de su Log Pose. —Podremos llegar a Arabasta rápido si seguimos a este ritmo. ¿Qué me dicen? – captó la vista de todos. —¿No quieren ir a ver a Vivi?

—¡Sí! – resonaron las voces de sus camaradas, más la de Sanji y Chopper.

—¡Vamos a Arabasta! – Luffy se subió sobre la carátula de león.

—¡Siguiente parada, Arabasta! – gritó Franky mientras acomodaba la dirección del barco.

Les costó la modesta cantidad de tres días llegar a Arabasta. Con la potencia del Sunny era sumamente fácil que al principio, cuando el Merry todavía estaba con ellos y definitivamente ya sufría los primeros daños de las batallas de los Mugiwaras. Estaban a pocas horas de llegar y los piratas se veían insoportablemente emocionados. Morían por contarle a Vivi sus aventuras en Grand Line, en la Isla del cielo, en Water 7, aunque de antemano ya las habría escuchado, ya que ese evento causó gran impacto en el mundo. Seguramente tendría muchas preguntas una vez que viese a Brook, por lo que la aventura de Thriller Bark también sería necesaria. Quizá omitirían lo sucedido en Shabondy, pero lo que vino después como sus aventuras en la Isla Gyojin, Punk Hazard y las demás islas del Nuevo Mundo no faltarían, incluyéndola gran batalla contra Kurohige, aunque no tuviesen mucho que contar, excepto lo mucho que lucharon contra los crueles piratas de Barbanegra y cómo fue su experiencia.

—No puedo esperar… - Luffy se mordía las uñas de la emoción. Por muy Rey Pirata que fuese ahora, seguía conservando esa cualidad de dar saltos y sacar chispas por cualquier cosa que pudiera captar su atención.

Después de lo sucedido hacía varios meses y cruzar todo el mar, los piratas del Sombrero de Paja comenzaron a ser parte de un nuevo folklore. Ahora, cada vez que se mencionaban sus nombres tanto las autoridades como los piratas que recién comenzaban o bien, ya eran veteranos, parecían intimidados o fascinados por lo que representaban. Para los Mugiwara, a pesar de todo, no parecía importarle mucho esa nueva admiración con la que se les veía; lo único que querían eran cumplir sus sueños y ya que lo habían logrado se sentían con la libertad de navegar por aquel basto mundo lleno de aventuras por vivir.

Pero por el momento deseaban visitar y ver a todas aquellas personas que habían dejado atrás. Más que una petición por parte de Luffy o cualquier otro, era una especia de obligación. Querían compartir aquella alegría de saberse triunfadores en su propia existencia, de haber podido lograr lo que muchos creyeron imposible.

El sol estaba cayendo cuando la aguja del Loge marcó que estaban sumamente cerca. Usopp subió al nido de cuervo para enfocar su catalejo y apreciar después de tanto tiempo la hermosa isla de Arabasta.

Su sonrisa se borró ante un desconcierto nuevo. Parpadeó un par de veces y después hizo un gesto de desaprobación.

—¡Oigan, chicos! – los piratas prestaron atención, acababan de cenar y algunos todavía estaban en la mesa. Salieron al exterior para encontrarse con el francotirador. —Tal vez me digan paranoico pero… ¿Había murallas en Arabasta la última vez que estuvimos ahí?

—¿Murallas? – repitieron confundidos.

—¡Usopp, déjanos ver! – pidió Nami y el muchacho le lanzó el telescopio. Se posicionó hasta la proa, lo más que pudo al frente y enfocó la vista.

En efecto, alrededor de la isla podían verse enormes paredes de piedra y acero. Nami frunció el ceño.

—Es cierto, hay grandes murallas.

—Qué extraño. – exclamó Sanji, colocándose a su lado. —¿Por qué Vivi-chan pondría muros alrededor de su país? A no ser que quisiera protegerlo de algo.

—No parece que estén completas. – exclamó Robin, quien miraba ahora por el catalejo. —Algunas partes se ven en construcción todavía, pero aun sí, supongo que deberá haber un motivo.

—Tal vez el rey está a la defensiva. – opinó Zoro, encogiéndose de hombros. —Después de lo que ha pasado en el mundo no me sorprendería que algunos piratas hayan atacado reinos como este.

Y es que lo que Zoro decía tenía mucha verdad implícita. Después del derrocamiento del Almirante de la Flota y la gran revolución en la que se vio envuelto el mundo, el Gobierno Mundial había perdido mucho poder e intimidación en los mares. Varios piratas, aprovechando aquella época de transición entre caos y orden se dedicaban a saquear islas y países completos en pos de enriquecerse. Dado que la Marina se encontraba débil y algo desordenada no había mucho por hacer para calmar las masas de delincuentes que iban y venían.

Por lo que, en cierto modo no sorprendería que hubiesen atacado a Arabasta mientras esto sucedía. El muro quizá se trataba de un medio para proteger la isla de piratas o bandoleros.

—Es cierto. – reflexionaron todos.

—En todo caso. – interrumpió Luffy, tenía una gran barriga por la gran cantidad de comida que acababa de ingerir. —Lo mejor será que le digamos a Vivi que somos nosotros, no me gustaría que nos atacaran pensando que somos tipos malos.

—El capitán tiene razón. – corroboró Robin. —Habremos que contactarnos primero con la familia real, de otra manera podrían confundirnos y atacarnos.

—Es una buena idea. – Nami fue por el Den Den Mushi. —Mmm, sólo que no conozco la frecuencia del palacio. Tendremos que acercarnos lo más posible.

—Sólo dime el punto exacto y los llevaré ahí. – dijo galantemente Franky.

—Está bien… Por el momento hay que concentrarnos en esquivar los puntos de accesos principales, así no nos verán. – sugirió la navegante.

Dieron un enorme rodeo, procurando acercarse lo suficiente pero no tanto como para que pudieran alertar a quien sea que estuviera cuidando la entrada. Ya era media noche y por más que intentaban hacer contacto con el palacio parecía ser en vano. El Den Den mushi no podía captar ningún tipo de onda. Era como si la nación entera estuviera sitiada.

—Esto es muy raro. – comentó Brook, a lo que todos le miraron esperando que continuara. —En una ocasión, cuando todavía estaba con los Piratas Rumbar, intentamos hacer contacto con un puerto, como nadie nos contestó le dimos la vuelta, nos enteramos a un día después que en ese lugar había sido tomado rehén de una organización de piratas. ¿No podía ser ese el caso?

—¡Claro que no! – contestó Nami, incrédula de que algo así pudiera pasar en Arabasta. —Pero sí es muy desalentador que no nos contesten.

—Quizá todos estén dormidos. – opinó Luffy.

—Tal vez Luffy tenga razón y no quieran contestar porque ya es muy noche. – la inocencia de Chopper y Luffy eran de la misma magnitud.

—No lo creo. – dijo Robin, pensativa. —Independientemente de la hora deben haber guardias. Lo más probable es que, como no conocen nuestra señal no nos contesten o simplemente no la registren.

—Voto por lo que dice Robin. – apoyó Franky.

—Bueno, de nada nos servirá platicarlo si no podemos comunicarnos con ellos. – suspiró Usopp, ya tenía sueño. —¿Qué tal si nos dormimos y mañana a primera hora lo intentamos de nuevo?

—Sí, yo ya tengo sueño.

—¡Te la pasas durmiendo todo el día, Zoro! – alegó Sanji con una mirada venenosa.

—No hay nada interesante por hacer. – se excusó el espadachín.

—¿Entonces no veremos a Vivi hasta mañana? – había decepción en la voz de Chopper.

—Lo siento, Chopper, pero mientras no nos respondan sería muy arriesgado entrar como si nada. – Nami hablaba razonablemente.

—Mejor vamos a descansar. – sugirió por último Robin y todos se retiraron a sus habitaciones.

Antes de que el sol saliese e iluminara las dunas del país desértico, los Mugiwaras ya se encontraban activos y esperando recibir una respuesta por parte de la familia real. Lo habían intentado tanto que desistieron cuando el sol ya marcaba cerca de las nueve de la mañana.

—¡Ah, no resisto más! – Luffy exclamó malhumorado. —Iremos directamente a verla. No me importa si no nos responden.

—Concuerdo con Luffy. – apoyó Zoro. —Hemos estado esperando como idiotas a que nos contesten. Somos piratas, no necesitamos la aprobación de nadie.

—No podemos adentrarnos como si fuéramos unos brutos. – regañó Nami.

—Seremos cautelosos. – esta vez fue Sanji quien habló. —Yo tampoco me siento a gusto con esto. Si algo le pasó a Vivi-chan entonces lo mejor será que vayamos a investigar.

—¡Vamos todos! – volvió a motivar Luffy. —Escondamos el Sunny y entremos a Arabasta.

—En ese caso tenemos que encontrar un punto seguro.

—¡Podemos ir donde las focas que luchaban! – recordó Luffy.

—No lo sé. Esa zona se veía también amurallada, creo que están cuidando todos los puntos de ingreso y egreso.- reflexionó Nami. —Creo que… no nos queda más que abrirnos paso por el muro.

—Si es así será muy fácil. – profesó Zoro. —Los cortaré en pedazos en unos segundos.

—¡No es así como pretendía entrar! – dijo escandalizada la chica. —El chiste es que entremos sin causar alboroto.

—Entonces ingresemos por alguno de los puntos que estén sin construcción. – sugirió Brook.

—¡Buena idea, Brook! – felicitó la chica.

—Creo que sé dónde hay un punto disponible. Esconderemos el Sunny cerca y entraremos a la ciudad por ese lado. - Franky dio pauta para movilizar el Sunny.

Dejaron el barco cerca de la orilla en donde estaba a apertura, prácticamente un punto ciego en toda la fortificación. Lo malo fue que tuvieron que nadar al punto de acceso y tuvieron que cargar consigo a sus compañeros que eran usuarios. Descansaron un poco cuando tocaron las rocas de la playa.

—Bien, lo mejor será avanzar sin detenerse. – sugirió Nami. —Tenemos que buscar un poblado para conseguir agua e información.

Los Mugiwaras estaban vestidos con trajes típicos de la región. Las túnicas de algodón y lentejuelas no eran muy llamativas, por lo que podrían andar de incognitos entre ellos. Aunque claro, era más que evidente que el tamaño de Franky, Chopper y Brook, así como el sombrero de paja de Luffy y las espadas de Zoro podrían ser indicios de que no se trataba de simples viajeros.

Caminaron por unos minutos y alcanzaron a ver una pequeña casita de barro no muy lejos de ahí. Aunque no estaban seguros si sería una buena idea decidieron acercarse para buscar alguien que pudiera orientarlos.

—¡Hola! – Luffy recibió después de eso un golpe en la cabeza por su falta de tacto.

—¡Idiota, no seas escandaloso! – exclamó Nami.

—Este lugar parece vacío. – informó Robin, no se veía a nadie alrededor y adentro.

—Posiblemente es la hora de desayunar y se fueron a comer. – sugirió Chopper con inocencia, de nuevo.

—¡Oh, es cierto! No desayunamos. ¡Sanji, comida!

—¡Vaya momento en el que lo recuerdas! – estuvo tentado a darle otra patada.

—¡Arriba las manos! – la petición autoritaria de un hombre los dejó a todos inmóviles por la sorpresa. Se voltearon silenciosamente para no hacer ningún movimiento brusco y alertarlo.

Cuando sus caras se enfrentaron esperaban ver a un marino, pero lo que en realidad vieron fue a un hombre vestido de negro, incluyendo sombrero y saco. Sostenida un rifle con firmeza y parecía estar muy estresado.

—Un emisario del Gobierno Mundial. – musitó Robin, completamente segura. Había tenido toda una vida para aprender a identificarlos.

—¡Forasteros, sean quienes sean deben salir de aquí! Arabasta no admite a personas fuera de la ley. Será mejor que salgan. No son bienvenidos aquí.

Los Sombrero de Paja se miraron los unos a los otros. Decidió hablar Robin, pues era la más aristócrata de todos.

—Buen hombre, nos hemos perdido y queremos regresar a la ciudad. ¿Podría decirnos por qué no podemos estar por aquí?

—¿Son ciudadanos? – por un momento la tensión pareció desaparecer.

—Sí, hemos salido a un viaje de exploración y…

—¡Y una mierda! – volvió a apuntarlos. Todos se tensaron, a pesar de que un solo hombre no era nada para ellos, no querían que alertara a otros. —Si son ciudadanos entonces me dejarán ver sus registros. – quedaron petrificados, los estaban empujando a un callejón sin salida.

—¿Registros? – preguntó en voz baja Sanji, algo le daba mal espina.

—A todos los ciudadanos de Arabasta se les controla por medio de un registro civil. Si son realmente ciudadanos entonces no tendrán problema en mostrármelos. De lo contrario, podrían tener problemas serios.

—Nosotros… - balbuceó Robin.

—Es la última vez que lo repito, ¿Dónde están sus registros?

—Pues verá. – suspiró Nami, ya cansada de la farsa. —No los tenemos pero si podría ser tan amable de dejarnos ir le pagaríamos. – claro que no pensaba pagarle, pero quería ver si podía negociar con él.

—¿Así que… no los tienen? – el hombre se llevó una mano a su saco negro y sacó un pequeño Den Den Mushi. —Tenemos problemas en el sector cinco.

Lentamente y con un paso pesado se pudo escuchar el caminar de algo maquiavélico hacia ellos. Los Mugiwara se tensaron al comprobar que algo no estaba para nada bien en Arabasta.

Tres pacifistas habían emergido de la cabaña donde no había aparentemente nadie. Se pudieron en guardia.

—Esto no me da buena impresión. – balbuceó Zoro. —¿Por qué hay pacifistas aquí?

—¿El papá de Vivi los contrataría?

—Lo dudo mucho, Luffy. – argumentó el espadachín.

—¡Oye, viejo! – Luffy se volteó para encarar al hombre del gobierno mundial. —¿Por qué está usando pacifistas para atacar? ¿Qué sucede? ¿Hay tipos malos aquí?

—Ignorante. – suspiró el aludido. —Cualquier forastero tiene la entrada vetada a este país. Es la orden del rey. Si llegásemos a encontrar alguien fuera de la ley, nuestra misión es exterminarlo.

—¡El papá de Vivi no podría hacer tal cosa! – bufó Luffy. Según recordaba el viejo Cobra era un sujeto amable y muy paciente, ¿Podría ser que se hubiese vuelto un paranóico?

—¿El papá de Vivi? – el soldado del Gobierno se contrarió. —¿Nefertari Vivi?

—Sí, somos sus amigos. – defendió Luffy.

—Entonces con más razón debo hacerlos pedazos. – se carcajeó.

—¿Qué has dicho? – no sólo Luffy se había molestado, también los demás. —¿Por qué dices eso?

—Cualquier persona comprometida con la familia real debe perecer. ¡Pacifistas! – alzó la voz y las máquinas con la apariencia de Bartolomeo Kuma enfocaron a los Mugiwaras. —¡Aniquilen a estos tontos!

Las máquinas obedecieron el comando y se prepararon para lanzar sus rayos laser.

—Tsk. Es un idiota. – profesó Sanji, preparándose para atacar.

—Ahí vienen. – advirtió Zoro.

Lo único que pudo verse fue el polvo alzarse por la explosión de las armas. El hombre de negro sonrió cuando observó la cortina de humo y tierra levantarse. Se había encargado de sujetos indeseables y tenido un día interesante. Iba a guardar su rifle cuando un pequeño destello llamó su atención. Enfocó su vista a través de sus gafas de sol y se quedó totalmente atónito por lo que acababa de ver.

El brilló que desprendían las katanas de Zoro le hizo darse cuenta que acababa de cometer el error más grande de su vida. Se dejó caer de espaldas al suelo y se arrastró hacia atrás cuando el polvo logró mermarse.

Ante él se encontraba la tripulación más peligrosa del mundo. Luffy, con su brazo totalmente rojo le había destrozado la cara a uno de los pacifistas en menos de un segundo. Sanji le había quedado el pecho a otro y por lo tanto le había hecho explotar y Zoro se había encargado de cortar en cuatro partes al último.

Era imposible confundir al trio monstruoso de la tripulación de los piratas del Rey de los Piratas. Intentó sacar su rifle pero un brazo fleur lo lanzó lejos de su alcance. La capa de Luffy había caído al suelo, ya que no estaba bien sujeta y su gran cicatriz podía verse entre la abertura de su ropa. Tal vez no trajera su saco de capitán (pues había empezado a usarlos desde que Sabo le había regalado dos en su último encuentro) pero su apariencia se veían tan endemoniadamente intimidante que el hombre casi se desmayaba; y sin necesidad de usar haki.

—Oi. – la voz de Luffy sonaba como la de una fiera rabiosa. —Será mejor que tengas una buena explicación. – su sombrero hacía sombra en sus ojos. —Por que nadie insulta a mis nakamas y vive para contarlo.

—U-Usted es… - la voz se atragantó en su garganta. Las siluetas del resto de la tripulación fue finalmente relevada y un sudor copioso emergió de su piel. —Monkey D. Luffy… El Rey de los Piratas.

Ahora realmente tenía miedo. Comenzaba a arrepentirse de haberle dado una mala bienvenida.

Continuará…

Bien, hasta aquí el primer capitulo. Espero que les haya llamado la atención y les haya gustado. Si es así no olviden dejar sus review con comentarios y dudas. Gracias por leer. Nos estaremos viendo. Y sin más, Bienvenidos a otro de mis locos fics.

¿Merece un comentario?

Yume no Kaze.