Hola girasoles! Si sé que están pensando...¿No debería actualizar el otro fic el KageHina? Bueno verán, este one-shot estuvo durante semanas en mi cabeza suplicando ser escrito, así que lo hice para poder continuar con el otro fic.

Sip, aquí aplica el mundo "al revés", por lo tanto chicas son chicos y chicos son chicas.

M: por varios temas delicados y denudez.

Haikyuu! le pertence a Furudate Haruichi.


Yamaguchi Tamiko era la clase de chica que al mirarse al espejo, inmediatamente después sólo tenía ganas de romperlo en mil pedazos. Ver su reflejo sobre esa superficie la dejaba infeliz e intranquila, con ganas de tratar de borrar de su mente su imagen.

El día de hoy no fue diferente al resto cuando se miró. Ver su lánguido cuerpo, las extremidades demasiado largas para una chica de su edad. Delgada, extremadamente delgada al punto que la gente creía que era anoréxica (siendo que comer era su actividad favorita). Odia ver aquella pancita algo desarrollada que tenía, todo gracias a su amor por comer carbohidratos. Oh, cómo odia aquella porción de su cuerpo cuando tenía la mala suerte de usar camisetas pegadas al cuerpo. Ver su rostro era otra cosa que no le gustaba, con rasgos afilados, su nariz torcida, los ojos pequeños con un color más común de la historia y el rostro marcado por pecas, como cuando el barro salpica en un auto. No le gusta su cabello, corto hasta sus hombros con ese condenado mechón rebelde que siempre estaba levantado.

(Y tampoco le gusta el color de su cabello, y su forma de ser, asquerosamente liso que aunque tratará nunca quedarán rulos permanentes)

Le deprime ser tan fea. Las chicas de su equipo de voleyball son tan preciosas, que se explica por qué la miran tanto cuando van a partidos y campeonatos. Aunque claro está, saben que a ella no la están mirando.

Le gustaría tener la altura de Sawamura, la capitana. Su porte es el común para las chicas, por lo tanto no ganas comentarios de que eres "enana o pitufa" pero tampoco te ganas el otro extremo -como ella- el de ser "titán, gigante"

Le fascinaría tener el rostro de Suga, la mamá postiza. Su rostro armonioso y redondo, con mejillas rellenas y sonrojadas. Labios pequeños y también rellenos (no como los suyos, delgados y algo grandes)

Por extraño que suene el comentario, le gustaría tener su torso como el de Azumane, con cintura definida y pechos que arranca miradas de todos y todas. Con suerte sus pechos llenaban una copa A, en cambio ella tenía para regalar. Le gusta sus caderas anchas, como de odalisca.

¿Qué más podría seguir?

Le gustaría tener el cabello de Kageyama, extremadamente largo -como haciéndole competencia a Rapunzel- llegando por debajo de su cintura. Brillante, sedoso y negro; es una cosa hermosa (no vamos a mencionar la vez que conoció a la capitana de Aoba Jousai. Oikawa la dejó totalmente intimidada con su cabello que caía como una sedosa cascada castaña por su espalda, con bucles ridículamente perfectos) El cabello de Hinata también es una cosa especial; sus rulos salvajes pero armoniosos con su color poco usual que siempre lograba atraer miradas fuera donde fuera. Le gusta el color de piel de Hinata también, tan sano con tintes de rosas naturales únicos. En cambio su piel parece la de un muerto.

Le encantaría tener la actitud de Tanaka, y su maquillaje, oh cielos. Esa chica era una experta a la hora de maquillarse, con su delineado de chica punk y sombras grises, pestañas desafiando la gravedad y labios rojos.

Le encantaría tener la voz de Noya, que encuentra que es una de las más increible que una chica puede tener; ni demasiado ronca ni demasiado suave. Una mezcla perfecta entre la tomboy y la princesita.

¿Pero saben a qué chica realmente admira?

Su mejor amiga, Tsukishima Kiyoe, que le hacía honor a su nombre, porque ella realmente es "pureza y gracia", tiene tanta gracia, al caminar, al hablar, al actuar, al cantar. Su voz es es una joya en bruto, que pocas veces es dejada en exhibición. Su cabello rubio largo, siempre trenzado cayendo armoniosamente por encima de su hombro. Sus ojos, verdaderos topacios. ¿Su cuerpo? La Venus de Milo queda en verguenza al lado de Tsuki. Todo, absolutamente todo es un pedazo de cielo puesto en ella. Decirle, "hey, ¿te dolió cuando caíste del cielo?" tendría sentido.

Siempre su mente divaga en este tipo de cosas cuando recuerda lo horrible que es. Cada pensamiento, como querer tener la dulzura de los ojos de Hinata o las piernas de Ennoshita, la atacan cada vez que el filo de esa navaja ataca la piel de sus caderas.

Cada corte, cada gota de sangre que corre por su cadera hasta sus rodillas, es el recordatorio de su fealdad. ¿Querías tener cabello hermoso? Pues mira este horrible corte profundo en tu cadera. ¿Querías tener un rostro redondo y nariz perfecta? Pues admira esos dos nuevos cortes sobre tus muslos.

.

..

¿De verdad creías que podrías ser una chica hermosa? Mira los condenados cortes que tienes en tus muslos y caderas, niña insensata.

Había ocasiones en la que lloraba, otras en la que no. Era difícil saberlo, porque después de todo cuando ella hacía eso estaba en la ducha, con el agua tibia corriendo y llevándose las culposas pruebas de lo que hacía por la cañería.

Era difícil saberlo porque las lágrimas eran tibias, al igual que el agua que le caía en la cabeza.


Sentía que el universo la observaba, y por universo se refería a las chicas del equipo. Podía sentir sus ojos incrustados en su espalda, siguiendo cada paso que hacía. Ya estaba bien ser una maldita falla, pero ¿era totalmente necesario que se fijaran de cada mísero error que hacía? Ya llegaba ser algo intimidante.

El día de hoy se quedó como siempre, siendo la última en ir a los camarines, era una buena coartada que siempre se ofreciera a guardar los balones y limpiar el gimnasio, para que las chicas no vieran su cuerpo y sus...bueno, esas marcas que tiene y que desea que nadie jamás en la vida se las vea.

Al entrar se encuentra con Suga sentada en la banca cerca a los casilleros, con clara señal de haber estado esperando a ella. El resto de las chicas salen silenciosamente, despidiéndose de ambas en murmullos.Sí, incluso Tsuki se estaba retirando del lugar.

-Tsuki, espera- le llamó antes que se fuera del todo.

La chica sólo le dio un desinteresado "¿Hum?"

-Hoy me tenía que ir a tu casa…- le dijo en tono que mezclaba la culpa con el remordimiento.

-Te espero en mi casa cuando salgas, no hay necesidad que vayas conmigo- le respondió indiferente.

-Okie dokie, Tsuki- le responde, con una pequeña sonrisa oculta.

(Había que mencionar el pequeño detalle de que, Yamaguchi Tamiko estaba irremediablemente enamorada de su mejor amiga, cosa que también le había dado varios dolores de cabeza y penas, porque ya saben...ella era lesbiana y Tsuki...más bien parecía que fuera asexual y arromántica*)

El nerviosismo y el miedo la volvió atacar cuando quedó totalmente sola con la vice-capitana.

-Ehh…- simplemente murmuró.

La chica le dio una pequeña sonrisa, de esas para tranquilizar y le hizo un gesto para que sentara a su lado.

-Necesito hablar contigo Yamaguchi- le dijo mientras se sentaba.

-¿Sobre...sobre qué?- recuerda respirar, se decía así misma, 1,2, inhala y exhala.

La peliplatina se muerde el labio en clara señal de nerviosismo. Pasa su mano por su cabello amarrado en un desordenado moño.

-Nos hemos estado fijando que no estás bien- la manera que dice "Nos" le da escalofríos- Estás algo apagada de como usualmente eres y nos tienes preocupadas. A todas, incluyendo a la entrenadora Ukai, Takeda ...hasta los chicos; Shimizu y Yachi-

Inhala y exhala, Yamaguchi. Maldita sea, inhala y exhala.

-No...no es nada, Suga-

-No lo creo Tamiko- uy que la llame por su nombre es un golpe en el estómago- Me he fijado bien y...vi tus marcas-

La mira sorprendida, con los ojos abiertos como platos, se pone pálida. La mamá postiza no evita ponerse una mano en la boca, lamentando haber dicho eso. Esta conversación es demasiada pesada, para ambos lados. Un aire tenso que hasta el más mínimo sonido o acción puede hacer que todo salga de control.

-Si…- Suga tose algo incómoda- Si tú quieres puedes conversar conmigo-

Sus ojos son sinceros, como su sonrisa.

Relaja sus hombros y suspira largamente.

-Está...está bien- inhalación profunda-...quiero contarte-


Al llegar a la casa de Tsuki se siente peor que nunca.

Logró que Sugawara llorara al contarle sus problemas (aunque la chica le aseguró que fue de la rabia, por no haber reaccionado antes para ayudarla. También lloro de tristeza, los dolores y pesares de la chica pecosa eran más graves de lo que creía)

Tsuki le abre la puerta usando ya pijama, y debe evitar que se le salga un suspiro. Se ve hermosa aunque sea con camiseta extra grande y pantalones anchos hasta la rodilla. Con el cabello aún trenzado, pero desordenado, con una que otra hebra de cabello rebelde saliendo de su lugar.

-Pasa- le dice, mientras le indica con la mano que suban a su habitación.

Mientras camina por la casa, saludando a los padres y la hermana de Tsuki que estaban ahí, comienza a sudar frío al pensar la probabilidad de que si la chica le cuestionará sobre qué hablaron Suga y ella. Después de todo, estuvieron cerca de 1 hora ahí hablando, y hubieran seguido sino fuera por el hecho de que la peliplatina se fijó en la hora y vio que era muy tarde para que quinceañeras anduvieran solas en la calle.

No se había percatado que había llegado a la habitación de la rubia hasta que un pijama le llegó al pecho.

-Habías dejado ese la vez anterior, así que cámbiate para dormir-

El silencio persiste por un buen período de tiempo, en el cual la rubia fue a sentarse en su cama y tomó un libro que estaba ahí, retomando su lectura. La pecosa tuvo tiempo de ir cambiarse de ropa, lavarse los dientes y ajustar el futón al lado de la cama de su amiga, hasta tiempo de revisar sus redes sociales tuvo antes de que el período mudo acabará.

-¿Qué hablaron con Sugawara?- le pregunta la rubia al cabo de un rato.

Yamaguchi palidece. ¿Qué le dirá ahora?

-Algo del equipo- tartamudea.

-Mientes. Yo que es otra cosa- le dice con un tono de voz frío- Yo también vi esas marcas, no te puedes hacer la tonta conmigo-

El aire abandona el pecho, totalmente. Se queda con un argumento débil atrapado en su garganta. Ahora realmente que no tiene excusa sobre qué decirle a su amiga, porque también la tiene entre la espada y la pared, al igual como Suga hizo con ella hace un par de horas atrás. Otra más que ya sabe su maldito secreto.

-Yo, Tsuki...no me entenderías-

-¿Así? ¿Y por qué se debería eso?-

-Eres perfecta-

La declaración de la chica pecosa queda dando vueltas en la habitación, como el efecto de una bomba sonora. El "eres perfecta" de Yamaguchi le retumba en la cabeza a la chica, y en vez de darle un sentimiento amoroso, le da una pincelada de molestia. Ella no es perfecta y punto final.

Su rostro, irradia molestia y la pecosa se ha dado cuenta.

La chica le toma la mano y la arrastra hasta el armario más cercano. Abre la puerta para encontrarse con un espejo a cuerpo entero que esta ahí. Ambas son reflejadas en este, la habitación iluminada tan solo por la lámpara del escritorio, que causa un ambiente íntimo.

-¿Ves a la hermosa chica rubia de ahí?- murmura nerviosa Yamaguchi -Esa eres tú, y eres perfecta. Tus ojos son algo hermoso, tu cabello oro puro. Cuerpo como tallado a mano… eres de las personas que los lentes hacen que se vean sosistificadas. Perfecta- al terminar de hablar, no evita bajar su cabeza avergonzada.

Los ojos de Tsukishima observan críticamente en el espejo su reflejo y el de su amiga.

-No soy perfecta. Una completa mierda decir que lo soy, realmente-

Un sonido, una mezcla entre queja y sorpresa hace la chica a su lado.

-¿Cómo puedes decir eso?- continúa la pecosa, con un tono algo violento- Tú tienes un cuerpo hermoso, con cintura definida y caderas anchas. ¿Yo? un palo, un condenado palo feo y sin gracia-

-Yamaguchi…- murmuró sorprendida la rubia.

-Tú, y también las otras chicas del equipo, logran que los hombres volten sus miradas a verlas. ¿Yo? Nada, es más, paso tan desapercibida como si no existiera.

Tú y las chicas, tienen caras angelicales; de ojos preciosos y cabellos sedosos. ¿Yo? Una maraña que parece paja, con ojos pequeños del color más común del puto universo

Ustedes son deseadas, merecen seguir aquí. Yo merezco desaparecer-

-¡TAMIKO!- le grita molesta Tsukishima.

La otra pega un salto del susto. Bueno, sabe que se excedió un poco, pero necesitaba sacar eso de su corazón. Se siente más liviana ahora y con menos culpa al haber dicho lo que la molestaba hace tiempo.

-Y para colmo de este día , logré que la chica de la cual estoy enamorada se enoje conmigo- murmura.

Oh mierda. Ella no tenía porque saber eso.

-Ignora...ignora lo que dije- mueve las manos nerviosa, ni siquiera puede ver su reflejo en el espejo- Perdóname Tsuki, perdoname-

-Cállate y cálmate un poco, Yamaguchi- le dice.

Y la besa.

Sí, los labios de Tsukishima Kiyoe están sobre los suyos y realmente siente como si estuvieran hechos de algodón. Sus labios son suaves y puede oler su aroma a fresa. Son rosados y se acomodan perfectamente a los suyos. Lo único que quiere es profundizar el beso porque no le hes suficiente como se besan ahora.

Cuando Tsukishima se separa de ella, la toma por sorpresa y un suspiro lastimero se le escapa. Le toma en mayor sorpresa cuando la deja frente al espejo y ella se pone detrás de ella.

-¿Tsuki…?-

Le da un beso en el cuello, y un gemido bajo se le escapa.

-Quiero que me dejes hacer algo...es para demostrarte algo importante- le dice mientras se ajusta los lentes.

-Está bien, confío en ti-

Tsuki le toma el elástico del pantalón de su pijama y se lo baja de una pasada, se queda helada cuando lo hace. Después como si nada toma el borde de su camiseta y se la saca en un pestañeo. Un chillido se le escapa de la garganta, puesto que Tsuki la ha dejado semidesnuda, usando tan solo sus bragas rosadas.

-¿Tsuki…?- cuestiona insegura Yamaguchi- ¿Qué...haces?-

Una mano le toma el mentón para guiar su vista hacia el espejo, encontrándose su mirada con la de la rubia; sus ojos brillando. La otra mano le hace cariños en su espalda, bajando desde la base de la nuca hasta llegar al límite de las bragas, y vuelve a subir. Es un tacto tibio y anhelado, que deja a Yamaguchi suspirando.

Unos labios se posan en su hombro, y la rubia murmura:-Tus hombros son perfectos-

Una mano, la que estaba en la espalda, se mueve y le toma su cintura: -Tu cintura es ideal-

Tsukishima cambia de posición, quedando de perfil en el espejo y le toma las manos: -Tus manos son suaves-

Sus labios se vuelven a posar esta vez en su clavícula, y le planta varios besos. Una mano nerviosa se acerca tímidamente a un pecho y lo toma en sus manos.

-Tus pechos son como deben ser...perfectos para caber en mis manos-

-Tsuki- le regaña avergonzada la chica.

Tsuki se arrodilla frente ella y le rodea sus brazos en su cadera. Oculta su cabeza en el estómago de la otra chica.

-Amo tu estómago, porque es cálido como el de una madre-

-Me gustan tus piernas, largas y flexibles como pocas mujeres tienen-

Yamaguchi siente su cara hervir, y aunque no lo quiera admitir tiene el rostro empapada en lágrimas desde el primer beso. No llora ruidosamente, sino en silencio. Pequeñas piedrecitas que caen de sus ojos topacios que por primera vez en mucho tiempo brillan de amor, no de tristeza.

Y comienza a llorar torrencialmente, como si de aguacero se tratara cuando Tsukishima posa sus labios en una de sus cicatrices, y con la yema de sus dedos las toca delicadamente.

-Éstas no me gusta, pero en una cosa me alegran-

-¿En qué?- logra preguntarle Yamaguchi, antes de ponerse a tartamudear.

-Son señal de que aún te aferras a la vida. Son marcas que me indican que aún no has decido rendirte-

Se va ahogar de tanto llorar, porque a estas alturas llora con hipo. Y no deja de hipar, mientras que Tsuki le seca las lágrimas, le arregla su cabello ("Es más suave que seda. Y me gusta que sea así") y le besa cada una de las pecas que adorna su rostro. Cuando siente los ojos hinchados y que le arden, siente que la vuelven a posicionar frente al espejo.

-¿Ves a la castaña frente al espejo?- le dice Tsuki esta vez- Es una chica única y especial...de quién estoy enamorada, y espero que pueda entender que frente a mis ojos; ella es hermosa-

Esta vez al verse al espejo hace algo que nunca esperaría hacer, sonreír.

-G-gracias Kiyoe-le dice cuando vuelva a hipar de nuevo.

Kiyoe tan solo le deja un cálido beso en su mejilla y la abraza atrayendo contra su pecho.


Mientras las hojas de árboles vuelvan a caer y crecer, se percata en el aire que algunos otoños han pasado.

Yamaguchi Tamiko, 18 años, estudiante de Arquitectura.

El día de hoy se encontraba frente al espejo, usando ropa interior y puede ver el reflejo de Tsuki, que está sentada detrás. Se mueve de un lado al otro, tratando de observarse de todos los ángulos, sonrojandose cuando la rubia dice que parece perro persiguiendo su cola.

-Sólo quiero observarlo mejor- le murmura mientras sigue dando vueltas.

-Debiste haberte bajado un poco el borde la braga- le dice la rubia con una sonrisa en sus labios.

-Eres una pervertida, Tsuki- le respondió ofendida, aunque su tono no era del todo creíble y sus ojos traviesos la delataban.

La otra le hace caso omiso y se ajusta sus lentes. Al cabo de unos minutos un sonido de satisfacción se escucha y Yamaguchi le vuelve a sonreír al espejo.

-Es hermoso- y toca suavemente la piel de sus caderas.

¿Qué era lo que había ahí?

El tatuaje de un cuervo con sus alas extendidas, posicionado justo dónde unos años atrás unas cicatrices largas y blancas estaban en exposición. Más bien dicho, algunas seguían ahí pero ahora siendo parte del cuervo. un recordatorio de lo que pasaba hace 3 años, de sus inseguridades y temores, de sus penas y dolores. Una etapa de su vida que no podía hacer como que no sucedió.

Aquel cuervo era un recordatorio para toda la vida, para cuando las marcas se fueran en definitiva.

Volvió a sonreír al espejo, algo que se le había vuelto cómodo hacer y podría decir que le agradaba. En el reflejo Tsuki le dio una pequeña sonrisa.

Le gustaba todo ahora, sus piernas, sus caderas, sus brazos. Todo.

Por fin Yamaguchi Tamiko podía decir que amaba su reflejo en el espejo.

Y lo mejor de todo era poder decir que se aceptaba a sí misma y se quería tal como amaba a Kiyoe.

-Amo el hecho que te le hagas honor a tu nombre, Tamiko. Realmente extraordinaria-

Tamiko le sonríe de vuelta, y Kiyoe se alegra.


*Arromántica: que no siente atracción y/o deseo por las relaciones románticas.

Estoy lista para recibir sus mensajes de odio (?), ok no, realmente quiero saber que les parecio c:

En fin, hasta la próxima Girasoles!