BALANZA
Sango guardo silencio, callando la respuesta que ya intuía. Dio un vistazo rápido al resto de sus compañeros de viaje, todos con la misma expresión de pena en su mirada. Un peso extraño se instaló en su corazón cuando recordó la cantidad de veces que al llegar la noche desaparecía. Sin decir nada a ninguno de ellos, volvía al alba y se dormía de inmediato sin dirigirle la palabra.
Anduvo despacio procurando no hacer ruido, apagando su energía hasta hacerla imposible de detectar. Buscando sin tener la certeza de querer encontrar…lo que fuera que provocaba sus salidas…aunque lo suponía.
El rumor del agua se escuchaba cerca, le dio la espalda siguiendo recto hasta el linde de un claro en el bosque. Los sonidos tenues llegaban hasta sus oídos, murmullos apenas, acercándose más y más. Los murmullos se volvieron más nítidos, distinguiendo claramente las palabras entrecortadas de los dos amantes, los gemidos apenas ahogados de ella, los gruñidos bajos de él. Podía escuchar como el pulso se le aceleraba, rápido; como el tambor que anuncia una un acto espectacular. Se detuvo cundo sus ojos lograron distinguir las formas.
Bajo la luz de la luna podía verlos con claridad, las cremosas pierna de ella, suaves e infinitas cruzadas sobre la cadera masculina que marcaba un erótico vaivén. Los brazos de ella que se aferraban al cuello de él mientras echaba la cabeza graciosamente hacia atrás exponiendo sumisamente el cuello; el cabello oscuro y sedoso regado como un manto, mezclándose con los hilos de plata de aquel que inclinaba el rostro hacia el perfecto cuello femenino mordiéndolo suavemente, dejando escapar un rugido grave de su pecho pálido y musculoso. El cuerpo de ella se arqueaba, abrazada a él como una enredadera, las diminutas uñas dejando caminos carmesíes en la espalda, los brazos de él sosteniéndolo sobre ella mientras la envestía lentamente, evitando aplastarla con su impresionante mole. La luna ilumino un momento el rostro de aquel ser mostrando el rojo en la mirada que se mantenía fija en el rostro de la mujer bajo su cuerpo. La amaba, cada poro de aquel cuerpo perfecto y pálido cada movimiento suave y firme, la delicadeza de su trato, todo en el gritaba que aquella mujer era todo en su vida. Ella busco los delgados labios de su amante, entregándose al beso con total abandono y confianza, mostrando en aquella lánguida caricia su entrega total a aquel ser.
Sus ojos se enturbiaron levemente, obligándolo a apartar la mirada de aquellos dos, reparando morbosamente en las prendas regadas como un lecho alrededor de ellos; las pulcras ropas de seda blanca revueltas sin cuidado con la delicada y extraña vestimenta verde de ella. La ira llego y se fue con la comprensión de que ella no era suya, no más.
Los pies no le respondían, su corazón latía a un paso más y más lento, su sangre se volvía espesa y fría al escuchar aquella voz ronca por el deseo, suave y sensual mientras rasgaba el cuello femenino haciendo una pregunta, que le habría correspondido a él, pero que se había tardado demasiado en hacer.
-¿Te quedaras conmigo… Kagome?
Gruesas lágrimas cayeron mientras se alejaba paso a paso antes de emprender una loca carrera al escucharlos gritar su éxtasis a la noche. Y aunque corría alejándose con desesperación, pudo escuchar la respuesta de aquella boca que amaba tanto y que ya nunca seria suya
- Si…Sesshomaru.
Pues nada, que tengo un par de ideas y tipico la neurona jorobada dice que si nos escribo se va a huelga... no voy a dejar tirado el trabajo, pero sacaba esto o me empachaba!
besos
mistontli
