Una vez el dios caído Shinok fue derrotado todo regresó a la normalidad para los habitantes del Earthrealm, o para casi todos. Raiden tras verse obligado a absorber la energía negativa del jinsei había cambiado. Su actitud era ahora más recia. Su idea de mantener una protección basada en paz y solo defensa se vio modificada, si deseaba asegurarse que la tierra nunca fuese atacada, debía atestiguar que no existiese enemigo capaz de intentarlo.

Aquel pensamiento lo había impulsado a llamar a los defensores de la tierra para ejecutar un nuevo plan. Uno que le permitiría enmendar su más grande error y al mismo tiempo conseguir ese ideal.Fuerzas especiales, Lin Kuei, Shirai Ryu. Estas tres organizaciones fueron convocadas por el dios del verdadero en el templo donde residía para explicar su idea.

Sonya Blade, Johnny Cage y Kenshi fueron los representantes de la organización militar. El gran maestro Sub Zero por parte del clan Lin Kuie, y por ultimo pero no menos relevante, Hanzo Hasashi o mejor conocido como Scorpion por la tercera organización mencionada.Todos ellos se encontraban esperando a Raiden en el jardín principal del templo a media noche de un sábado. Hanzo antiguo aliado de Quan Chi mantuvo una conversación amistosa con Sub Zero y Kenshi.

En un pasado pensar que Scorpión y el ninja gélido hablasen civilizadamente sonaba imposible. Hanzo odiaba a muerte a Sub Zero por lo ocurrido con su familia.Pero cuando la cruda verdad salió a la luz, Hanzo se siente en deuda con el líder del clan Lin Kuie. Bi Han antiguo Sub Zero no tuvo ninguna relación con el asesinato masivo de su clan. En cambio, él sí tenía la culpa de su muerte. Su honor se había desecho con tal acto, o al menos eso creía el hombre que en un pasado fue conocido como Escorpión.

Alejados de ellos tres, Sonya y Jonny mantenían un bochornoso silencio, en espera de la aparición de Raiden. El gran actor intentó romper el hielo en más de una ocasión con sus chistes malos e historias de sus grandes hazañas, aunque al final tras una mirada duradera de la militar terminaba callándose.

Esa noche nubes blancas comenzaban a desaparecer del cielo tras una gran tormenta. Las baldosas del templo estaban mojadas y las estatuas dejaban caer pequeñas gotas de agua.De improviso un rayo cayó a metros de ellos, apareciendo el dios del trueno con un tipo de ropa bastante peculiar a lo que solía vestir. Una armadura casi negra en su totalidad, con solo algunas líneas curvas que atravesaban pecho y piernas, acompañado de un sombrero oscuro.

—Me alegra contar con sus presencias —comentó Raiden acercándose a ellos.

Los demás le imitaron, quedando el dios en medio de los demás formando los visitantes un medio circulo.

—¿Qué sucede Raiden? —Preguntó sin rodeos Sonya —Tu mensaje decía que era de máxima importancia.

—Me temo que es así comandante Blade. Si mis planes no fallan creo tener la llave para conseguir la paz eterna con el Netherrealm—aseguró dejando a más de uno impresionado —. Por favor acompáñenme.

Todos le siguieron al interior, pensando algunos de ellos en las últimas palabras de Raiden ¿Era posible una tregua eterna con el imperio de Liu Kang? Sonaba muy bien para ser verdad.

Bajaron varios pisos hasta llegar a lo que parecía una biblioteca oculta. El dios se adentró en ella recorriendo varios pasillos llenos de libros, llegando a una mesa donde reposaba dos pergaminos abiertos con distintos símbolos, además de un objeto que los demás creyeron nunca más volverían a ver.

—¿Qué es todo esto Raiden? ¿Por qué esta el amuleto de Shinok aquí sin ninguna clase de protección? —preguntó Sonya.

—Lo necesitaba... —Fue lo único que logró contestar antes de que ella lo interrumpiese.

—¿Lo necesitabas para qué?

—Salvar a Liu Kang y los demás.

—Puedes explicarte —pidió Hanzo. Raiden asintió.

—La magia oscura de Quan Chi fue la que ató a las almas de Kung lao y los demás al Netherrealm, gracias a eso, él fue capaz de controlarlos y de ponerlos en nuestra contra. Pero después de semanas de búsqueda me he dado cuenta que la misma magia que no los arrebató puede regresárnoslos. Liu Kang, Kitana, Smoke, Jade, Sindel, Kung Lao, Striker, Nightwolf, Kabal todos vivos una vez más —tomó el amuleto —. El Netherrealm se quedara sin un líder, tendremos paz y guerreros que la defiendan.

—Pero a qué precio Raiden —comentó Kenshi —. ¿Reducirnos al uso de magia negra?

—Tampoco me agrada la idea, sin embargo por la posibilidad de un futuro mejor estoy dispuesto a intentarlo —contestó el dios del trueno —. La magia no será dañina mientras la usemos en lapsos. Es decir, usaremos el artefacto de Shinok ahora, esperaremos que la energía oscura disminuya y en seis meses curaremos a alguien más. Seguiremos ese proceso hasta tenerlos a todos.

—No lo sé Raiden. Suena muy arriesgado —habló Sonya.

—Por favor, les pido lo piensen —dijo Raiden —. Es posible regresar a la normalidad a seres inocentes.

Un silencio siniestro apareció tras esas últimas palabras, prologándose más de lo esperado. Para las tres organizaciones la idea resultaba muy arriesgada.

—¿Cuento con su apoyo? —preguntó el dios del rayo rompiendo el mutismo.

—Es una apuesta de todo o nada —Sonya dejó de mirar a la deidad centrándose en los demás —¿Qué opinan ustedes?

Scorpion dio un paso al frente tomando la palabra:

—El clan Shirai Ryu tiene cierta responsabilidad en la muerte de Quan Chi. Ayudaremos a rescatar a los condenados.

Raiden agradeció con un gesto de cabeza a Hanzo, mientras este hacia un saludo de paz al dios. El antiguo Scorpion estaba dispuesto a pagar todo tipo de deuda que tuviese. Primero había hecho la paz con los Lin Kuei como muestra de su arrepentimiento, y ahora lucharía para salvar a los condenados, los cuales quizá no estarían así, si él no hubiese ejecutado su venganza contra el mago. Sabía que los retornados podían volver a la vida si Quan Chi estaba vivo.

Sonya ahora se centró en Sub Zero esperando respuesta:

—Los Lin Kuei buscamos la paz del Earthrealm. Si enfrentar al imperio de Liu Kang es la solución, que así sea —expresó el ninja de hielo.

—Te prometo que así será Sub Zero —Dios y gran maestro repitieron el saludo que había hecho con anterioridad con Scorpion.

Solo faltaba uno más:

—Espero que no la estés cagando Raiden —decretó Sonya —.Tienes nuestra ayuda.

—Esto será como en los viejos tiempos —concluyó Cage.

Satisfecho con su logro, Raiden agradeció a todos, prosiguiendo a explicar su osada misión.

Los retornados liderados por Liu Kang y Kitana cruzaban de una fortaleza a otra del Netherrealm cada semana, para monitorear que todo estuviese tal como ellos lo demandaban.En ese recorrido existe un puente clave donde se pueden encontrar atacados de varios sitios. Ese era el lugar ideal. Ahí los aliados de Raiden combatían contra los retornados, inmovilizando algunos de ellos para que se recuperaran mediante un disparo del amuleto oscuro, el cual tenía que ser cargado con anterioridad.

Con eso claro para todos, solo faltaba tomar la decisión más importante. ¿Quién sería el primero? ¿Qué persona seria muy posiblemente el conejillo de indias?La elección no fue fácil de tomar, durante horas se analizó los pros y los contras de cada candidato. Cualquiera de ellos representaría una gran dificultad, no sería tan fácil como atraparlos y dispararles en el cuerpo, ellos se resistirían.

A pocos minutos de que saliese el sol la decisión fue tomada. El emperador Liu Kang era el elegido para la prueba. Se arriesgarían con el pez más gordo.

Terminada la reunión, cada uno de los representantes regresó a su respectivo hogar para prepararse para el combate. Kuai y Hanzo eligieron un treinta de sus mejores hombres para que acompañen al duelo. Sonya por otra parte reunió a Jax, y al equipo de su hija, además de veinte soldados de infantería de élite para la misión. En veinticuatro horas se volvió a reunir con el dios del trueno en la base militar de Sonya para empezar su misión, ya solo quedaba esperar.

A la mañana siguiente en el templo Lin Kuei del ártico. El sonido del hielo crujiéndose se escuchaba por los pasillos principales del lugar. Sub Zero seguido de los hombres que lo acompañarían, salieron del gigantesco complejo rumbo al patio principal del lugar.

El guerrero conocido como el gran maestro vestía una nueva e imponente armadura regalada por el mismo dios del trueno. La misma era en su totalidad azul, con una máscara que cubría la parte inferior de su rostro hasta encima de su nariz, dejando solo sus ojos al descubierto, incluyendo esta una capucha del mismo Liang junto a sus discípulos se encaminaron a la gran estatua de uno de los primeros cryomancer, en la entrada principal, rindiendo tributo en lo que esperaban al dios del trueno.

Dicho ser apareció poco tiempo después a través de un rayo, dirigiéndose hacia su aliado del frio. El gran maestro se levantó al igual que sus hombres, encarando a Raiden.

—Sub Zero me alegra tenerte una vez más como aliado —dijo en forma de saludo.

—Espero estés en lo correcto Raiden —aseveró el ninja.

—Por los dioses, yo también espero sea así.

No hubo más palabras entre ellos, Sub Zero sabía que debía hacer. Se acercó a él tocándolo en la espalda al igual que sus discípulos. Raiden al asegurarse que todo estaba listo, elevó su mano, cubriéndose todos en un fuerte relámpago.

Entre tanto en la base militar de las fuerzas especiales. Los integrantes que participarían en tan arriesgada encomienda se encontraban esparcidos en pequeños grupos que discutían sus propios asuntos.

En el centro del lugar, en una casa de campaña. Sonya Jax, Johnny, Hanzo y Kenshi entablaban la última conversación antes de iniciar la misión, uniéndose en un punto de esta Sub Zero y Raiden.

En una de las esquinas del complejo, el grupo liderado por Cassie estaba a la espera de indicaciones, mientras aprovechaban el tiempo para bromear entre ellos, sentados encima de cajas llenas de armamento de última generación, intentando disminuir su propio nerviosismo y tención, repasando de vez en cuando el plan que seguirían.

—Sera bueno poder conocer a Liu Kang en una versión menos... —Takeda no pudo terminar la oración.

—Terrorífica, monstruosa o quizá aterradora. —propuso Kung Jin.

—Diría que menos malvada, pero también podríamos usar tus opciones.

Todo el grupo soltó una carcajada. Jacqui centró su atención en Kung Jin, quien le regresó la mirada.

—Debe ser raro para ti ver a otro guerrero Shaolin.

El arquero del equipo planeaba responder con su clásico sarcasmo, pero se quedó callado al escuchar una serie de pasos a un costado suyo. Los cuatro miraron hacia el lugar, descubriendo a la comandante Blade de mal humor seguida de Raiden.

—Sargento Cage, divida su equipo en dos escuadras. Una de ellas entrara al Netherrealm, la otra protegerá el portal —ordenó la comandante al llegar.

—¡Que! ¿A qué se refiere con proteger el portal? —preguntó desconcertada.

—Para lograr sacar a Liu Kang necesito que el portal este abierto en todo momento, sin embargo eso puede provocar que alguna creatura de allá intenten huir durante ese tiempo —informó el dios del trueno.

—Es por eso que necesito a dos de tus integrantes para que protejan la puerta, y regresen sus patéticos traseros de vuelta al Netherrealm —dijo Sonya.

—Entiendo —respondió Cassie.

Con las instrucciones dadas, Sonya Blade salió de ahí todavía bastante molesta. No entendía como se le ocurría a Raiden decirle tan valiosa información cinco minutos antes de entrar ¡Era inconcebible!

Cassie miró a su madre retirarse, concentrándose en su equipo que esperaba las indicaciones de su líder.

—Bien, parece que tenemos cambio de planes —dijo haciendo una mueca de resignación —. ¿Algún voluntario que quiera quedarse de velador de la puerta del infierno?

Todos se observaron entre sí, sin animarse nadie a hacerlo. Takeda y Jacqui intercambiaron miradas; tras un pequeño asentimiento de parte del discípulo de Scorpion, la hija de Jax habló:

—Déjalo en nuestras manos —aseguró tomando la mano del ninja.

—La pareja de tortolos al rescate —bromeó Kung Jin.

—¿Estas celoso? —Le retó Takeda.

—Para nada amigo, es más, espero tengas una bonita tarde en la puerta del infierno con tu amada —dijo recibiendo un zape de la jefa del equipo, quejándose al mismo tiempo que llevaba una de sus manos a la zona afectada.

—Te lo merecías —comentó Cassie—. Está bien, parece que todo está decidido. Kung Jin tu vienes conmigo.

El shaolin asintió.

—Buena suerte —les deseó Jacqui.

—Igualmente —correspondió la hija de Sonya.

El momento predestinado llegó. Ocho guerreros: Sonya, Johnny, Kenshi, Jax, Scorpion, Sub Zero, Kung Jin y Cassie, acompañarían a Raiden en busca de lograr una proeza. Con ellos además iban los soldados de las fuerzas especiales y los ninjas de Lin Kuei y Shirai Ryu. Mientras que Takeda y Jacqui resguardarían la salida/entrada al infierno.

Ubicados afuera de la base en una zona despejada en su totalidad, Raiden se colocó delante de todos con el amuleto de Shinok en su mano derecha, iniciando un ritual en un idioma desconocido.

Los ojos de la deidad se tornaron blancos, en tanto un rayo salía disparado del amuleto, provocando un vórtice color fuego delante de todos.

—Está hecho —informó el dios del trueno minutos después.

—Bien. Adelante —ordenó Sonya.

Takeda se despidió de su padre Kenshi, al igual que Jacqui de Jax. Entrando uno a uno al vórtice, llegando al tan aterrador Netherrealm, caracterizado por sus ríos de lavas, gritos de tormento provenientes de todas partes, demonios abominables, pero principalmente por ser el hogar de los guerreros caídos de Raiden.