Nuestro encuentro.

Era de día. La luz del sol recae en un pueblo pacifico en donde los jóvenes no dejan de pensar en lo difícil de los estudios, claro, menos cinco jóvenes con problemas, tanto estudiantiles, como "raros".

Era de día. Pero no en MERIDIAN, hay el manto frío de la noche cubría las estrellas, como siempre. Hay un joven usurpador yacía sobre su trono. Su cara se posaba en sobre su mano derecha. Sus pensamientos no divagaban en el bien de "su pueblo", sonando algo irónico en él, pensaba en lo que sería del mundo entero si tenía un poder casi ilimitado.

Cedric – llamo. No espero nada. Siempre podía contar en que su leal sirviente estuviera a su lado, literalmente. – te tengo una misión especial para ti. – le entrego un antiguo y místico aumento, que según muchos había sido destruido hace años

La orden era una muy sencilla, imposible de no poder lograr cumplir. Llegar a la tierra, lugar al que el leal sirviente detesta más que su "otra forma". Pero era una orden, y lo que le era mucho peor, su Rey sabía eso.

Elyon terminaba un día de estudios arduo, laborioso… muy aburrido. Pero que importaba si tenia a su mejor amiga para hacerle compañía. Cornelia, su mejor amiga en toda su vida, confidente, media hermana. Eso era mucho mejor que tener que estar simplemente en clases. ¿Había algo mejor en la vida? Nada.

Llegaron a una biblioteca – no entiendo por qué tenemos que venir aquí – dijo en un tono muy aburrido. Si había algo más aburrido que una escuela eso era sin duda una biblioteca.

Es fácil – contesto su amiga – no todos tienen un muchacho guapo… incluso tiene una cola de caballo.

Pasaron hay unos minutos en los cuales estuvieron buscando ese libro. Incluso la nueva amiga de Cornelia, Will, estaba hay. Sin duda alguna sería un trabajo muy fácil, y era cierto, un el encargado de la biblioteca era muy apuesto.

Busco entre tantos libros como pudo, pero, sus ojos se detuvieron en algo que no tenía ni una sola pagina, un colgar. Lo tomo, como si nada, como una vulgar ladrona, daba igual, sus amigas ya no estaban hay.

Tardo un tiempo antes de que Cedric pudiera pensar en quien podía ser la princesa, hermana de su amo. No paso mucho hasta que una joven se le acerco diciéndole que ella había tomado su collar, que más que nada le proporcionaba miedo.

Aun con el consentimiento de Cedric ella devolvió el collar, y de paso ayudo a su compañero - ¿Cómo te llamas?- preguntó-

Cedric – dijo.

Ese nombre me gusta más… aun que no lo creas yo era así hace tres años- dijo mientras veía su anuario escolar. Los recuerdos más preciados para ella, como los de ahora, eran siempre estar con su mejor amiga. Las noches con su amiga en alguna de sus casa, las bromas entre si. Incluso estaba una foto de su grupo en una disección de ranas.

Ella dejo salir más de una sonrisa. Aun pendiente de dar a Cedric cada uno de los libros que le pedía - ¿Cuántos años tendrá? – se preguntaban. Mientras le daba unos libros de historia, seguro algo irónico.

Su mirada pasaba por el cuerpo del hombre frente a ella. Tenía la figura de un hombre normal. Rubio, alto, esbelto y con modales. Con una voz fría y muy calculadora. Pero eso era lo de monos… ella se distrajo.

¿Podrías pasarme uno de esos libros si no te incomoda? – pregunto el hombre.

Ella se había distrito completamente en sus pensamientos- Estiro sus brazos rápidamente hacia delante por impulso. Esto hizo que la escalera frente a ella se precipitara aun lado. Haciendo, además, que Cedric cayera.

Era algo calido el momento, ella sentía sus labios casi unidos a los suyos, tocando su nariz. Era su momento, en un rápido movimiento extendió su cabeza hasta dar con sus labios, era calidos, pero tenia un sabor que ella no podía reconocer.

Para el eso era un grabe error, lo sabía. Reprimió un severo enojo en contra de l chiquilla frente a ello, pero no reacciono. Pronto la joven extendió sus manos en el cuello del hombre, intensificando el momento… grabe error.

Lo siento, yo no debí – Cedric se levanto súbitamente, extendiendo su mano para ayudar a su "alteza". Esta se levantó, pero jimio al poner sus pies firmemente. Su rodilla derecha se había dañado por la presión de Cedric – Déjame ayudarte.

La tomo entre sus brazo. Ella estaba con su cabeza en su pecho, sintiendo los latidos de su corazón, normales. Se lamento un poco, sentía que dar un beso y llevar en sus brazos a una linda dama le aria sentir algo, pero nada.

Es una habitación apartada de todo lo demás, seguro era su oficina. El saco unos vendajes para ponerlos en su pierna. Aun que el no se sentía con presión, ella tenia muchas ideas en su cabeza, no podía dejar de pensar en lo que acababa de pasar. Eran más de una idea, y cada una se esfumaba con la velocidad en que llegaba.

Le cuento a Cornelia, no ella me diría que debía estar junto a mi para verme. Le digo que siento algo por él, no, pensaría mal de mi, lo connosco muy poco. Muevo un poco mis piernas, no, seria igual que lo otros y de seguro que seria muy doloroso. Platico de algo… pero de ¿De qué? De su edad… - se paro en seco.

Él la miro con ojos fríos y penetrantes, se acerco cada vez más hasta poder unir una vez más sus labios con su princesa – no me importa la edad, si tú quieres… - un beso de parte de ella detuvo sus palabras. No quería oír más.

Ya esta, no creo que tengas problemas – los pensamientos de Elyon se esfumaron. Impresionantemente no sentía el dolor en su rodilla – perdona por lo de hace un rato – Cedric se disculpo, en el fondo no sentía ganas de disculparse, si solo ella no fuera alguien a quien necesitaba viva.

No importa, da igual. Estas vendas si funcionan rápido – Dio unas patadas al suelo para probar que tan bien estaban. Seguido de una culpa por "maltrato a la propiedad".

Déjame seguir ayudándote – dijo Elyon, mientras tomaba unos libros de unas mesas. Su mano hacia un ademán de que subiera por las escaleras, a lo que Cedric accedió antes de poder decir algo.

Los dos se miraron a los ojos y se pusieron a compartir unas rizas – regresa cuando quieras- Cedric decía esto mientras se despedía de Elyon. Fingió pena, necesitaba tenerla cerca. Y ella necesitaba tener sus ideas bien claras.

Era otro día de estudió normal. El timbre aun no anunciaba la tortura… el día de aprendizaje constante – lamento haber tenido que dejarte hay sola, tenia algunos asuntos que necesitaba resolver – dijo Cornelia mientras seguía los pasos de su mejor amiga.

No es nada no te sonrojes no pasa nada aburrido solo un gran momento en vida no conocí a ningún chico en particular ¡solo me beso! SSSIIIIIII – decía, y pensaba, Elyon.

Ya se, que tal si te invito a unas donas – decía Cornelia, sin sonar como una petición y como si no esperara respuesta alguna de su mejor amiga.

Cornelia, sabes que no me gustan las donas – reprocho Elyon.´

A ti no, pero conozco a un muchacho con cola de caballo que si – termino Cornelia, sabía la respuesta.

Claro, por que no – Elyon estaba muy impaciente a que la tortura… las clases acabaran.

La próxima vez dime cuando quieras besarte con alguien, quiero estar hay – ¿Cómo? Nadie los vio ¿O si? – Elyon, eres mi mejor amiga, lo se todo de ti… y la próxima vez no te toques los labios por mucho tiempo, no te quedes con una mirada perdida y ¡invítame a ver tu beso con el galán! ¿Quién fue, el de la librería, un chico que te encontraste fuera, ya lo tenias y no me lo dijiste? Dime, dime.

Elyon no podía dejar de pensar en lo primero que dijo Cornelia, su cara era tan roja como un tomate pero ella pensaba mucho más en algo de mayor importancia – 25, 30, 35, no, esto no prométeme que no se lo dirás a nadie – Cornelia no podía entender el signado verdadero de esas palabras. Pero era una promesa.

Su alteza, esta es la figura de su hermana – Cedric estaba de rodillas ante su amo, mientras demostraba una foto de la única soberana de todo Meridian.

Excelente – Phobos demostraba una sonrisa macabra, la única sonrisa sincera que conocía.