Este fanfic pertenece a Dioxa, quien hace aproximadamente un año desapareció de facebook y de fanfiction y con su cuenta, todos sus fics incluyendo éste. Hace una semanas una usuaria plagió y comenzó a publicar "Las sombras del imperio saiyajin", fanfiction del cual, éste es una secuela. A partir de que varios autores comenzamos a reportarla y desenmascararla, la muy descarada ha dicho que es un homenaje, siendo que se vio forzada a admitir que la historia no es suya, de no haber sido descubierta, jamás hubiera aclarado que la historia no le pertenece, de hecho en su perfil asegura que éste fanfic es de su autoría, mentira.
Subo esta historia con la única intención de desenmascarar y arruinar a esta usuaria que sólo busca atención del modo más bajo: plagiando. Y por otro lado, si tanta gente tiene tantas ganas de conocer este fic, que lo puedan leer dando el crédito a quién lo creó.
Espero no recibir reviews alabándome a mí puesto que por ésta historia no merezco mérito alguno, ya que yo no la escribí, si desean dar un comentario positivo por favor, que sea para Dioxa, la creadora de éste fanfic.
Por otro lado, si desean conocer mi trabajo reitero, soy "Odette Vilandra" así pueden encontrarme y encontrar mis historias.
Gracias.
Grisell Morgan,
Aka. Odette Vilandra.
SUMMARY ORIGINAL:
Secuela de Las sombras del imperio saiyajin. Han pasado diez años desde que Vegeta abandonara la Tierra, liberándola de los saiyajins, sólo para proteger a Bulma y a su hijo Trunks. ¿Como serán sus vidas actualmente?. ¿Volverán de nuevo a encontrarse?.
CAPITULO 1
Una promesa a cambio
Aquél día era especial en todo Vegetasei. Un gran número de saiyajins se encontraban reunidos frente al enorme y recién estrenado recinto destinado a combates y entrenamientos. Todo el mundo concentraba su vista en la lucha entre dos guerreros que
lo daban todo para hacerse con la victoria. Enfrentamientos así se daban todos los días, ya fueran de exhibición o por simple entrenamiento, pero esta ocasión era bien distinta, puesto que uno de los contrincantes era un niño de tan sólo ocho años de edad, y ni más ni menos, que el heredero al trono saiyajin, nieto del Rey Vegeta. A lo largo de los siglos, y durante toda la historia de Vegetasei, cuando el heredero al trono saiyajin llegaba esa edad, se le dejaba ya de considerar un niño y sus auténticos deberes como príncipe comenzaban ya, puesto que su nivel de combate y su poder, heredados de su estirpe real, se consideraban ya lo suficientemente elevados como para medir sus fuerzas contra contrincantes adultos, con lo cual, su entrenamiento y su preparación, a partir de ahora, sería mucho más dura y profesional..
Precisamente, en este momento, el pequeño príncipe Vegeta Jr., se enfrentaba a un saiyajin que, probablemente le triplicara la edad, y el resultado del combate se estaba tornando favorablemente hacia el niño, el cual con un golpe magistral acababa de enviar a su rival varios metros atrás.
La ovación fue espectacular, y el pequeño, viva imagen de su padre, cruzó los brazos y elevó su rostro de forma orgullosa, del mismo modo que había visto en numerosas ocasiones hacer a su progenitor...el hombre más poderoso del universo: el príncipe Vegeta, el cual esbozó una leve sonrisa de satisfacción hacia su vástago, demostrándole con dicho acto lo profundamente orgulloso que se sentía de él.
El príncipe, no había dejado de observar con detenimiento ninguno de los movimientos de su hijo, buscando en ellos posibles fallos o errores, los cuales en sus entrenamientos posteriores analizarían e intentarían corregir, puesto que él mismo se había designado como entrenador personal de su hijo, sin dejar que nadie más interviniera en dicho asunto. De pronto, y mientras pensaba en esto último, un recuerdo sobrevino a su mente: el día en que tuvo que pedirle a Kakarotto que se encargara del entrenamiento de su otro hijo, Trunks, su primogénito, y del cual nadie más conocía su existencia, excepto Nappa, al que le relató todo lo sucedido el mismo día en que aterrizó en Vegetasei, a su regreso de la Tierra. Nuevamente, su mente se trasladó justamente a ese día...diez años atrás...
Flashback
La nave con el emblema real acababa de aterrizar, y junto a ella, lo hicieron otras más, las cuales transportaban a la primera tanda de saiyajins que, poco a poco, irían abandonando la Tierra y regresando a su planeta natal, tal como él ordenó.
El príncipe, nada más descender, se dirigió hacia donde estaba Nappa, y después de saludarse, salieron de la zona de aterrizaje y se dirigieron juntos hacia algún lugar donde pudieran charlar sin ser molestados.
Al cabo de un rato, Vegeta terminó de relatar a su compañero todo lo sucedido en la Tierra.
Nappa, quien no podía creer todavía que el príncipe hubiera tenido la idea de tratar de convertir en su esposa a la mujer terrícola y de proclamar como heredero a su hijo híbrido, se apresuró a decir:
- Debo advertirte que tu padre está muy enojado e incrédulo ante tu decisión de liberar la Tierra sin su consentimiento. ¿Has pensado ya que vas a decirle?. – Dijo esperando con ansia que Vegeta hubiera recapacitado y que tuviera una buena excusa para tratar de esclarecer su comportamiento ante su padre.
- Si. En cuanto me duche y coma algo, iré a reunirme con él. – Contestó de inmediato el príncipe. Pero la seguridad en su forma de responder, no convenció del todo a Nappa, que exclamó:
- Supongo que no irás a contarle el verdadero motivo que te impulsó a tomar esa decisión. – Repuso con seriedad.
- Por supuesto que no. El jamás lo entendería. Y no estoy dispuesto a poner en peligro la vida de mi hijo. – Concluyó Vegeta, haciendo ademán de comenzar a caminar y dando por finalizada la conversación, por el momento.
Pasado un rato, Vegeta se encontraba reunido con su padre. Nada más entrar en sus aposentos, pudo sentir la fría mirada de su progenitor clavada totalmente en él. No hubo ningún tipo de saludo por parte de ambos, tan sólo se dedicaron a observarse el uno al otro, como tratando de leer sus pensamientos. Pasados unos segundos, el Rey se decidió a hablar con una fingida tranquilidad que el príncipe pudo apreciar al instante:
- Bien. Supongo que tendrás algún tipo de explicación para todo esta locura que has montado...- Dijo con seriedad.
Vegeta, apoyado en la pared en su postura habitual, trataba de mostrarse tranquilo y sereno. Había tenido tiempo durante el viaje de regreso, de estudiar detenidamente cada frase y cada movimiento que debía realizar para no levantar sospechas en su padre.
- Escucha, padre... Se que he incumplido normas y he tomado decisiones que sólo te corresponden a ti como Rey de Vegetasei que eres, pero aún asi...- Se detuvo.
- Continúa...-Repuso el Rey.
- No me retracto de nada de lo que hice. Y de ninguna manera, voy a permitir que mi decisión se revoque.- Dijo Vegeta con total seguridad en sus palabras.
El Rey, completamente incrédulo ante las palabras de su hijo, le interrumpió alzando la voz:
- ¿Cómo te atreves, Vegeta?. ¿Por qué demonios me haces esto?. – Gritó.
Vegeta gruñó ante la forma de actuar de su padre, y con el mismo tono de voz empleado por él, exclamó:
- ¿Acaso crees que actúo así para perjudicarte?. Nada de lo que hice tiene que ver contigo. –
- ¿Entonces?...¿por qué?..Dame un motivo al menos que justifique tu falta de respeto hacia mí y hacia todo tu pueblo..- Replicó el Rey fuera de sí.
Vegeta respiró hondo tratando de calmar sus nervios, y haciendo un pequeño esfuerzo, comenzó a hablar de nuevo con algo más de tranquilidad:
- Déjame hablar y, no me interrumpas, padre...Solo te pido que me escuches durante unos segundos..nada más..- Después de decir esto, observó cómo el Rey fijaba la mirada en sus ojos y, al poco rato, notó como su ki comenzaba a relajarse, recuperando, poco a poco, su estado normal. El silencio se hizo, y Vegeta supo que el momento crucial de su conversación había llegado, asi que, se decidió a continuar...
- Bien. Escucha con atención, padre: Tomé la decisión de liberar la Tierra y a sus habitantes, y nada de lo que hagas o digas conseguirá modificar su condición actual, porque juro que utilizaré todo lo que esté en mi mano para evitarlo. Tampoco voy a justificar las razones que me llevaron a dar ese paso, ni ante ti, ni ante nadie. A cambio de tu aceptación y consentimiento, te prometo por mi honor de saiyajin, que jamás volveré a desobedecer un mandato tuyo. Haré todo lo que me pidas sin discusión alguna, y volverás a tenerme a tu lado como el heredero a la Corona que siempre deseaste que fuera. A partir de ahora, me tendrás completamente entregado a nuestro imperio, y no habrá nada que interfiera en mis obligaciones como príncipe. – Concluyó, manteniendo fijos sus ojos en los del Rey, el cual no había modificado su postura ni había gesticulado de ninguna manera. Este, simplemente estaba atónito ante lo que acababa de escuchar por boca del príncipe. Jamás pensó que una situación como ésta llegaría a ocurrir. Su propio hijo, su sangre, no sólo le había desobedecido ya en varias ocasiones, sino que encima, se atrevía a ponerle entre la espada y la pared.
Durante unos minutos, ninguno de los dos dijeron absolutamente nada más. El Rey, asimiló una a una las palabras de Vegeta, razonó debidamente cada una de sus frases, y llegó a la conclusión de que por mucho que insistiera, nada iba a hacer cambiar la actitud del príncipe. Al fin y al cabo, el pueblo podría ser informado de que la liberación de esa colonia, había sido una decisión tomada por su Rey, y nadie se atrevería a poner en duda ni discutir ninguna de las decisiones que él tomara. Tampoco era tan grave el asunto, y además, esa colonia llamada Tierra nunca tuvo un valor demasiado significativo para el imperio, y si con ello, conseguía que su hijo, a partir de ahora, dejara de actuar de forma rebelde y acatara todas y cada una de sus órdenes, no le quedaba más remedio que admitir que la situación no era tan desfavorable como creía al principio.
- Supongo que no me queda otra alternativa – Dijo después de meditarlo. - Está bien, Vegeta, tú ganas. A partir de este momento, esa maldita colonia llamada Tierra ha dejado de existir para mí. Ahora, cumple tu promesa y obedece mi primera orden: Comienza a preparar a tu escuadrón. En pocos días, te quiero fuera de aquí añadiendo nuevas conquistas a nuestro imperio. Y cuando regreses, se anunciará a todo el pueblo tu nueva boda. Te casarás con la mujer que yo elija para ti y concederás un digno heredero a la Corona en menos de un año. Eso es todo. ¿Tienes algo que añadir o que objetar?. – Terminó de decir manteniendo su semblante serio y frío.
Vegeta no se mostró sorprendido. Sabía muy bien que, tarde o temprano, su padre iba a exigirle reanudar de nuevo los pasos que encaminaban su destino como príncipe.
- No. He prometido cumplir tus órdenes, y lo haré. – Contestó duramente.
- En ese caso, no hay nada más que hablar. Puedes retirarte. – Repuso el Rey.
El príncipe, después de fijar una vez más su vista en su padre, se volvió y salió de la sala sin pronunciar ninguna palabra más.
Pasado el tiempo, Vegeta se dedicó durante varios meses en el espacio a agregar nuevas colonias al imperio combatiendo duramente por ellas, y a su regreso, y tan sólo unos días después, se celebró por todo lo alto su nuevo matrimonio con una mujer saiyajin que había sido escogida concienzudamente para desempeñar el papel de princesa y futura reina de Vegetasei. Su nombre era Suzann, hija de nobles saiyajins y diez años más joven que el príncipe. No era especialmente hermosa, pero su carácter sumiso, sus profundas convicciones y aceptación de todas y cada una de las leyes saiyajins, la habían convertido en la perfecta candidata para ser su esposa.
Vegeta, fiel a su promesa, claudicó con todos los deseos de su padre, y meses después de celebrarse su matrimonio, el imperio volvió de nuevo a vestirse de gala para festejar un nuevo acontecimiento: el nacimiento de un nuevo heredero a la Corona, su hijo Vegeta jr.
Fin del flashback
Una nueva ovación por parte del público, sacó a Vegeta de sus recuerdos. Se centró de nuevo en lo que ocurría en la batalla que mantenía su hijo, descubriendo, que con un golpe certero, acababa de dejar fuera de combate a su rival.
- Debes estar muy orgulloso, Vegeta. – Le indicó Suzann, la cual estaba sentada justo a su lado. – Nuestro hijo tiene un poder extraordinario. – Dijo sonriéndole con satisfacción.
Vegeta le devolvió la sonrisa, pero permaneció en silencio. Se quedó durante unos segundos observándola mientras ella volvía a dirigir su vista hacia el lugar donde el pequeño príncipe recibía numerosas felicitaciones y aplausos por parte del público asistente. Mientras la miraba, recordó fugazmente los nueve años que llevaban de matrimonio, los cuales se caracterizaban sobre todo por la ausencia de cualquier tipo de discusión o enfrentamientos verbales. Más que un matrimonio, parecía una auténtica relación profesional. Los dos cumplían con su cometido a la perfección, sin mezclar ninguna otra cosa en su vida marital que no fuera lo estrictamente necesario y beneficioso para el bienestar de su pueblo y la educación de su hijo. Las decisiones importantes las tomaba Vegeta, y ella las aceptaba con sumo honor y respeto, y jamás pidió explicaciones y ni tan siquiera parecían molestarle las continuas infidelidades de su marido, el cual ni siquiera se molestaba en ocultarlas. De vez en cuando, tenían relaciones sexuales, pero no eran muy frecuentes, ya que, el comportamiento sumiso de ella en la cama no conseguía estimular demasiado al príncipe, el cual nunca se preocupó de tratar de mejorar dicho aspecto, puesto que no lo consideraba importante, ya que sus necesidades sexuales eran cubiertas a la perfección por otras hembras, ya fueran de su
propio harén, prostitutas, o jóvenes saiyajins cercanas a la nobleza, que se morían por compartir una noche de pasión con su príncipe.
Suzann, como princesa, estaba demostrando ser una auténtica profesional. El pueblo la adoraba, y los esclavos se peleaban por obtener un puesto a su servicio, porque de todos era conocido su amable trato hacia ellos y su generosidad a la hora de reconocer un trabajo bien hecho.
Su papel de madre lo desempeñaba casi a la perfección. El trato que tenía con su hijo era impecable, mostrándole su cariño la mayor parte del tiempo, y volviéndose dura y autoritaria con él cuando la situación así lo requería.
En general, su padre había acertado en su elección. Era la princesa perfecta para el pueblo...pero no para él...
Su princesa, la que el eligió, rechazó tan honorable puesto y lo obligó a separarse de ella. A veces, aún se preguntaba qué habría sucedido si ella hubiera aceptado casarse con él...Durante estos diez años, siempre había un momento del día en el que pensaba en ella...en su hijo Trunks...en todos y cada uno de los momentos que compartieron juntos, en lo que sintieron, experimentaron y descubrieron el uno en el otro. Siempre supo que jamás podría olvidarla, y así había sido hasta ahora. Y en ocasiones, cuando se encontraba a solas y en silencio, mientras cerraba los ojos y veía en su mente dibujado su hermoso rostro, pronunciaba, en un susurro casi inaudible, una sóla palabra: - Bulma...-
-CONTINUARÁ-
Gracias si leíste éste capítulo, reitero, escrito por Dioxa quien merece todo reconocimiento por éste trabajo.
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