Disclaimer:Twilight ni sus personajes me pertenecen, solamente los utilizo para entretenerme. La historia es producto de mi imaginación, por lo que necesitan de mi autorización para su uso.
Summary: Un amor que espera por florecer. Una dolorosa revelación, que daría paso a la felicidad. "No sabía que era lo que sucedía realmente, pero una fuerte corazonada me decía que no abriera la puerta frente a mí." Todos Humanos. Edward/Bella.
La Tormenta
No sabía que era lo que sucedía realmente, pero una fuerte corazonada me decía que no abriera la puerta frente a mí. A medida que me acercaba a ella, una opresión aparecía en mi pecho. Ahora, apenas podía respirar.
Con mis manos temblando y alguna canción de heavy metal llenando mis oídos, abrí la puerta. La imagen frente a mis ojos era algo que nunca podría borrar.
Con lágrimas en mis ojos comencé a retroceder. Cubrí mi boca con mis dos manos, impidiendo que los sollozos salieran de ella.
No importaba lo que pudiera suceder ahora, nada lograría cambiar lo queocurría. Jacob y Lauren compartiendo mi cama, nuestracama, gimiendo al compás de alguna estúpida canción de Metallica.
Y retrocedí, retrocedí hasta chocar contra nuestra mesita de centro y botar el último jarrón que nos había regalado mi madre. Recién ahí los dos se percataron de mi presencia.
-Bella, no es lo que parece – balbuceaba Jacob mientras se enfundaba en un gastado par de jeans – déjame explicarlo.
No. Era exactamente lo que parecía. No había nada que explicar. No había excusa que lograra explicar la arrogante sonrisa que bailaba en los labios de Lauren, su mirada socarrona, que se burlaba de las lágrimas que manchaban mis mejillas.
No, no había absolutamentenada que explicar.
Negué frenéticamente con la cabeza y me eché a correr, con miedo a voltearme y verlo seguirme.
Logré salir de nuestro departamento, del edificio y llegar a mi auto, sin antes caer varias veces. Ni siquiera en una situación así la coordinación se ponía de mi lado.
Puse las llaves en el contacto, encendí el motor y comencé a manejar, sin rumbo fijo, casi sin poder ver más allá de un metro por la tormenta que se desataba y por el llanto que sacudía todo mi cuerpo.
No sabía que hacer ni a quien recurrir. Alice y Rosalie estaban con sus nuevas amigas/compradoras compulsivas, Paula y Connie, y ya suficiente tortura tenía con lo que había visto. Jasper y Emmett probablemente estarían frente a un plasma de demasiadas pulgadas para mi gusto, viendo el partido que habían esperado durante toda la semana. Además, si se enteraban de lo sucedido, correrían y destrozarían a Jacob, y no tenía intenciones de cargar con un homicidio en mi conciencia. Aún.
Entonces, aceleré hacia la casa de la única persona que estaría incondicionalmente para mí.
Estacioné y permanecí sentada varios minutos, intentando controlar los espasmos que mi cuerpo tenía, producidos por los sollozos que no dejaba salir de mi boca. Cuando me dí cuenta que no podría detenerlos por un buen rato, decidí salir.
La lluvia rápidamente empapó todo mi cuerpo, pero no me importó. Apenas lo noté. Simplemente me acerqué a la puerta y toqué el timbre. Una vez. Dos veces. Tres veces. Nada. Esperé un rato, mordiendo mi labio inferior y sin saber que más hacer. Una vez más, pero nadie respondió. Sin duda, tenía la peor suerte que alguien podía merecer.
Habiendo agotado todas mis posibilidades, me dejé caer en las escaleras de su pórtico. Escondí la cabeza entre mis rodillas y volví a llorar, dejando que la desesperación me dominara. La lluvia continuaba cayendo sobre mí y el frío calaba mis huesos, porque, para mi fortuna, ya estaba mojada hasta la hiel.
No sé cuanto tiempo pasé en esa posición, dejando que el destino se riera de mi triste situación. De pronto, el ruido de una puerta abriéndose llegó a mis oídos, seguida de una aterciopelada voz que mencionaba mi nombre.
-¿Bella? – unos cuantos pasos y alguien se sienta junto a mí – Bella, ¿Qué sucede?
No podía levantar la mirada. Mi coraje que anteriormente corría por mis venas se había transformado en la peor de las vergüenzas. Simplemente, enterré aún más mi cabeza entre mis rodillas, deseando desaparecer.
De pronto, unos tiernos dedos levantaron mi mentón y me ví sumergida en la profundidad de unos hermosos ojos verde. Me quedé sin aliento, como toda las veces que me quedaba contemplando sus ojos. Mi mente simplemente quedaba en blanco; todo pensamiento coherente escapaba rápidamente de mi cerebro. Suavemente acarició mi rostro, y todo lo que había sucedido las últimas horas volvió a mi mente, repitiéndose como una vieja película. Las lágrimas reaparecieron, acoplándose en mi rostro, mezclándose con la lluvia. Me arroje a sus brazos y escondí mi rostro en su pecho, deseando que todo estuviera bien. Él sólo me abrazó, estrechándome aún más contra él.
No sé cuanto tiempo estuvimos así, abrazados, mientras la lluvia caía sobre nosotros, pero de pronto deslizó un brazo bajo mis piernas y me levantó, ingresándome a su casa al más ridículo estilo de novia. Volvió a sentarse, esta vez en un sofá, conmigo en su regazo.
-¿Quieres contarme lo que ha sucedido? – preguntó acariciando mi cabello suavemente. Yo negué con la cabeza. – Por favor.
-Está bien – murmure tomando un profundo respiro. – Hoy salí unas horas antes de clases, pues uno de los profesores no pudo asistir. Decidí darle una sorpresaa Jacob y esperarlo en casa, pero al parecer, la sorprendida fui yo – terminé con un ácido tono de ironía.
-¿Qué pasó? – me pregunta suavemente, limpiando los restos de lágrimas de mi mejillas e ignorando mi sarcasmo.
-Lo encontré en la cama, en nuestra cama, con Lauren – digo luchando contra las lágrimas.
Agaché la mirada, sintiéndome prácticamenteculpable de lo que había sucedido. Contaba los segundos para escucharlo gritar, pero nada sucedió. Me asusté al levantar la mirada y encontrarlo completamente quieto, casi sin pestañar, pero era evidente toda la cólera que atravesaba sus ojos.
-¿Edward? – tenía miedo de moverme demasiado rápido, de hacerlo reaccionar de mala manera.
-Lo voy a matar – dijo sin siquiera mirarme – va a desear no haber nacido.
Rápidamente me sentó a su lado y se puso de pie, y yo me moví como un resorte, con miedo a lo que pudiera hacer. Tomé uno de sus brazos, impidiendo que siguiera caminando, y me abracé a él, envolviendo su cintura con mis brazos y enterrando mi cabeza en su pecho. Después de unos segundos, pareció reaccionar y me devolvió el abrazo.
-Por favor, no hagas nada, no vale la pena – balbuceé aún contra su pecho, dejando que su exquisito aroma, ahora mezclado con el de la lluvia, me llenara los pulmones.
-Claramente, nunca has tenido una clara noción de ti misma, Bella. Eres una mujer hermosa, inteligente y divertida, y definitivamente vales la pena – susurró casi para sí mismo, acariciando mi espalda mientras hablaba.
No podía moverme, ni mucho menos hablar, después de una declaración como esa. ¿Edward Cullen, el hombre más codiciado que conocía, mi mejor amigo desde que tenía discernimiento, un dios griego que caminaba entre simples mortales, había pronunciado aquellaspalabras? Debo estar soñando. Deben ser simples alucinaciones. El destino, el jodido destino, debe estar ensañado conmigo, porque esas características no eran cualidades esenciales de mi persona, y mucho menos enumeradas por alguien como él.
Mi corazón comenzó a latir frenéticamente, reviviendo sentimientos que hace mucho tiempo había enterrado.
Alrededor de los quince años, me dí cuenta que había comenzado a verlo de distinta manera. Al poco tiempo, descubrí que estaba enamorada de mi mejor amigo. Pero había dos grandes impedimentos; era mi mejor amigo, lo que significa que la amistad estaría por sobre todo, además de que alguien tan perfecto como él nunca se fijaría en alguien tan simplona como yo. Nada del otro mundo, simples reglas sociales. La gente perfecta debe estar con gente perfecta. Los demás simplemente nos conformamos con mirar y, si tenemos suerte, ser parte de sus vidas.
Con el paso de los años, terminé asumiéndolo, convenciéndome a mi misma de que sólo podría optar a ser su mejor amiga. Logré mantener mis sentimientos ocultos en un baúl, lanzando la llave al fondo de mi corazón. Logré sentir amor por alguien más, y cuando comenzaba a creer que podía enamorarme y encontrar la felicidad en otros brazos, el destino me demostraba lo contrario. Nada funcionaba mejor para demostrarte cual equivocada estás, que encontrar a tu novio teniendo sexo con aquella persona que se dedicaba a hacer un poquitomás difícil tu vida.
De pronto, me dí cuenta que había vuelto a llorar. Nada de estoparecía real. No le encontraba el verdadero sentido a las palabras deEdward, por que, después de todo, yo era sólo una amiga para él. Su mejor amiga.
-Cariño, por favor no llores – susurra Edward, acariciando mi cabello – alguien tan hermoso como tú no debería gastar sus lágrimas por alguien que no las merece.
-Detente, porfavor detente – me solté de su abrazo, le dí la espalda y comencé a limpiar las lágrimas que acoplaban en mis ojos. – Vine aquí a buscar del consuelo de un amigo, no su lástima – no lo entendía del todo, pero de repente empecé a sentirme molesta por sus palabras.
-Bella, nada de lo que he dicho ha sido producto de algún tipo de lástima. Solamente estoy diciendo la verdad. Tu mejor que nadie sabe que nunca en mi vida te he mentido – oí como daba unos cuantos pasos, hasta casi rozar con mi espalda. – Isabella, mírame y verás que no estoy mintiendo.
Yo simplemente negué con la cabeza, incapaz de mirarlo. Sabía que una vez que me internara en su brillante mirada esmeralda, nunca más podría salir. Mi corazón comenzaría a acelerarse hasta el frenesí y me haría caer en la falacia de pensar que él podría verme con un distinto tipo decariño. Una simple treta que a final de cuentas, acabaría rompiéndome el corazón.
Suavemente movió mi cuerpo, de manera que quedara frente a él. Rápidamente cerré los ojos y bajé la mirada, con miedo a darme falsas ilusiones. Sin decir nada, colocó un dedo bajo mi mentón y levantó mi rostro. Permanecí con los ojos cerrados, hasta que sentí unos tiernos labios sobre los míos. Abrí de golpe mis ojos, encontrándome con la flameante mirada deEdward sobre la mía. Sin cortar el beso, sin darme ninguna explicación, rodeó mi cintura con un brazo. Instintivamente mis brazos envolvieron su cuello, como si tuvieran vida propia y no necesitaran mis órdenes. Lentamente, muy lentamente, nuestras lenguas se conectaron y nada volvió a ser igual.
Cuando nuestros pulmones nos reclamaron por aire, nos separamos. Edward recargó su frente sobre la mía, mientras una gigantesca sonrisa, tan grande como probablemente se vería la mía, se posaba en sus labios. Sus ojos brillaban con una nueva luz. En ellos, había sentimientos que no lograba reconocer.
-Te quiero – soltó de la nada, rozando su nariz con la mía.
-Yo también te quiero – las palabras salieron rápidamente de mis labios. Lo quería, lo amaba, pero él me quería como la amiga que siempre había sido.
-No, no te quiero. Te amo – me responde mientras sus labios vuelven a posarse sobre los míos.
Mi mente no lograba dimensionar sus palabras. Mi corazón se limitaba a latir frenéticamente, hinchando mi pecho. Ni siquiera pude responder el beso, pues mi cuerpo entero se paralizó. Habían sido tantas las veces que había soñado y fantaseado con escuchar esas palabras de su boca, y finalmente lo hacía. La felicidad que sentía con sólo pensarlo ni siquiera podía compararse con lo que embriagaba mi cuerpo en ese momento.
-Entiendo que te sientas confundida – se alejó un poco de mí y comenzó a hablar nerviosamente – siempre hemos sido amigos y entiendo que no sientas nada más que eso por mí. No quiero perderte y sé que estás pasando por un mal momento, por lo que no voy a presionarte, quiero que…
No pudo seguir hablando. Con una gran sonrisa en mi rostro, coloqué dos dedos sobre sus labios para callarlo. Enseguida se quedó quieto y me miró interrogante. No tenía nada que pensar, a pesar de estar un poco confundida. Dentro de mi cabeza no cabía la posibilidad de que alguien tan perfecto como él se fijara en alguien como yo, pero por alguna extraña razón, había sucedido, y yo no era lo suficientemente estúpida como para desaprovechar esa oportunidad.
-Yo también te amo, tal vez más de lo que alguna vez pueda comprender. Nunca antes me atreví a mencionarlo, porque tenía miedo de perderte a ti y a tu amistad, pero creo que es algo de lo que no tengo que preocuparme ahora – sonreí, imitando la sonrisa que él me otorgaba.
Nuestros labios volvieron a juntarse, como si hubieran sido hechos para estar de esa manera. En sus brazos, todas las demás preocupaciones que rondaban mi cabeza parecían insignificantes, lo único importante era él.
De alguna forma, estaba agradecida de haber encontradoa Jacob en esa situación. De no haberlo hecho, tal vezEdward y yo nunca habríamos descubierto los sentimientos del otro, resignándonos a vivir en una amistad que estaba destinada a convertirse en algo más, en algo mucho mejor.
¡Hola!
Espero que les haya gustado este comienzo. Esta historia es algo que ha dado vuelta en mi cabeza las últimas semanas, pero no había tenido mucho tiempo para plasmarla en palabras. Muchos exámenes, actividades y viajes han consumido mi tiempo, pero ahora que me queda un poco más de un mes de clases, haré un tiempo para escribir.
Por favor, dejen sus opiniones. Que les gusto, que nos les gusto, y que creen que pasará.
~Merlina.
