Para la semana del AoMido en tumblr. Yay. *^* Extenderé la semana por dos días más, puesto que serán por lo menos cinco capítulos y estamos en el quinto día de la semana del AoMido... Espero que haya seguidores de esta pareja en mi idioma, por favor. ,_,
Apenas había logrado abordar el tranvía a tiempo. Era viernes por la noche y definitivamente no sería agradable tener que esperar el siguiente transporte disponible con el diluvio que comenzaba a crear charcos de agua por toda la ciudad, empapando sus gafas y su rostro. Al subir pudo divisar el interior, la humedad en sus gafas le impedía ver con claridad. Parecía que todos los asientos estaban ocupados, puesto que había un par de personas de pie, así que Midorima se sostuvo del pasamanos de seguridad con la mano derecha mientras su mano izquierda buscaba entre las bolsas de su abrigo y su bata blanca el paño de microfibra para limpiar sus gafas, pero era inútil, sabía que lo había olvidado en casa junto a su objeto de la suerte justo antes de salir por la mañana. A sus veinticinco años de edad, se encontraba en su primera semana de trabajo como médico cirujano en un afamado hospital de Tokio. En contraste con los días de la semana concluidos, parecía que su primer fin de semana sería catastrófico, totalmente desafortunado, tal y como estaba siendo el día en transcurso. Por si fuera poco, sus párpados se sentían pesados; estaba cansado y tenía hambre. Justo ahora todo se tornaba muy difícil e inalcanzable.
Midorima suspiró; tomó la manga de su camisa por debajo de su bata blanca y la estiró hasta poder sostenerla con los dedos de su mano, cubriendo el dorso de su pulgar para intentar secar sus gafas con éste. Aunque su visión había mejorado, la humedad dejó huellas y la calidez de su respiración estaba empañándolas ahora, haciéndolo gruñir de molestia.
"Hey" escuchó el simple llamado, enseguida vio ante sus ojos una mano cubierta con un guante de piel que le ofrecía un paño para asear sus gafas.
Midorima tomó el paño sin molestarse en voltear a ver a la persona y se quitó las gafas para poder limpiarlas correctamente. Pasó el paño sobre el vidrio un par de veces más para asegurarse antes de devolverlo. "Gracias" la persona parecía tener mayor estatura que él, lo cual le pareció extraño al ser consciente de su propia altura. Aún así evitó voltear a verlo.
"Oye, lo mojaste"
"¿Qué?" en cualquier otra circunstancia Midorima se hubiera molestado en refutar tal reclamo, pero la voz había sonado bastante familiar. "¡¿Aomine?!"
Aomine apreció el rostro contrario, volteando hacia abajo para verlo; extrañaba tanto esa sensación. Midorima parpadeó un par de veces, parecía ser que Aomine lo rebasaba ahora por dos centímetros, quizá...
"¿Vienes del trabajo?" inquirió Aomine.
"Sí"
"También yo"
Midorima parpadeó, bajando la vista. Aomine usaba pantalones y zapatos de vestir, una chaqueta y guantes de piel, todos estos en color negro. No era difícil adivinar su profesión, aquella gorra de plato lo delataba con facilidad y, si se daba un vistazo alrededor de su cintura, era por seguro que tenía un permiso para las armas que portaba.
"¿Eres policía?" preguntó aún ante la evidencia.
Aomine asintió. Las palabras entre ambos no surgían con fluidez, continuaban siendo tan tajantes como solían serlo. Aparentemente el lapso de los años no había cambiado nada entre ambos. Midorima lo miró al rostro un par de segundos, desviando después la mirada. "Soy médico cirujano"
"No se podría esperar menos de ti, ¿no es así?" Aomine exhaló una carcajada corta. El tranvía se detuvo. Al descender varios pasajeros un par de asientos quedaron libres, dándoles oportunidad para descansar las piernas. Midorima tomó asiento primero y Aomine lo siguió, viendo directo a su rostro una vez que reposaba a su lado.
"¿Sigues viviendo en el mismo lugar?" preguntó Aomine.
"Sí"
"Podemos comer algo juntos..."
"Lo siento. Lo único que quiero es descansar" Midorima lo observó cuidando los detalles.
"Oye, estoy seguro de que estás tan hambriento como yo. Podemos comprar algo y comerlo en tu casa si quieres"
Midorima cerró los ojos con un deje de molestia, asintiendo ante la insistencia de su acompañante. La sonrisa amable en el rostro de Aomine era algo imposible de ignorar. Mentiría si dijera que no lo había tomado por sorpresa, después de todo quién hubiera pensado que se encontraría justo con Aomine después de tanto tiempo. Quizá era obra del destino que se empeñaba en revivir el pasado cíclicamente. El exhaustivo recorrido fue increíblemente acortado por la inusual compañía. El momento de su descenso llegó pronto, ambos se dirigieron hacia la misma dirección.
"¿También continúas viviendo en casa de tus padres?" preguntó Midorima, acomodando sus gafas.
"Sí. Quisiera rentar un apartamento pronto..."
Midorima dio un vistazo al rostro de Aomine antes de bajar la mirada a los botones de su abrigo para cerrarlo. Aomine deslizó sus manos dentro de ambas bolsas de su pantalón, buscando su cartera. "Vamos ahí, a aquel local de comida"
Midorima levantó la mirada y sin decir una sola palabra siguió el recorrido. Al estar cerca del lugar la calidez y el olor de la comida les impregnó de inmediato, realmente era apetitoso. Ambos ordenaron comida para llevar, después de pagar Aomine terminó cargando con las bolsas de alimentos. El viento continuaba incesante, helado, pero al menos ya no había lluvia. Al llegar a la casa Aomine supo de inmediato que no había nadie dentro, puesto que desde lo que dejaban apreciar las ventanas todas las luces estaban apagadas. Vio a Midorima sacar las llaves de su bolso y con ellas abrió la puerta, sin esperar por nada para entrar y sentirse confortado en casa.
"¿Y tus padres?" preguntó Aomine al entrar antes de cerrar la puerta.
Midorima colgó su abrigo seguido de su bata blanca en el perchero. "Mi familia fue a acampar por el fin de semana" respondió mientras encendía la luz de la sala.
Midorima tomó las bolsas con los alimentos, Aomine permaneció en silencio para no continuar con el tema anterior, despojándose de su chaqueta y de su gorro de plato para colgarlos en el perchero. La camisa de mangas largas en color azul con emblemas se mostró; el cinturón de fornitura en donde portaba sus armas reposó sobre uno de los muebles en la casa. Después de remangarse la camisa ambos caminaron directo al comedor. Con la comida lista, los utensilios incluidos y habiendo comprado bebidas también, lo único que les quedaba era tomar asiento para saciar su hambre por toda la semana de trabajo verdadero concluida. A pesar de que cada uno había pedido su propia comida (por supuesto Aomine se había comprado poco más del doble de lo que debía consumir), terminaron compartiendo toda la comida por igual.
"¿Para qué usas un paño de microfibra?" habló Midorima.
"También uso gafas, pero éstas sí son lindas" Aomine tomó las gafas de aviador que guardaba en el bolso de su camisa y las colocó en su rostro, deslizándolas sobre su nariz.
Midorima no pudo evitar verlo, prestando atención a sus movimientos hasta que Aomine le sonrió. Midorima frunció el entrecejo, comenzando a recoger los recipientes vacíos de comida. Aomine levantó una ceja, dudoso. "No te enfades…"
"No lo estoy. Ayúdame a limpiar" gruñó.
Aomine guardó sus gafas. "¡Vamos Midorima, no lo decía en serio…!" habló antes de levantarse.
Más tarde, cuando subieron a la habitación, Midorima parecía estar aún molesto. Aomine reprimió las ganas de reír y, después de argumentar que ya era muy tarde para regresar a casa, simplemente se recostó sobre la cama, tomando la decisión de quedarse por sí mismo. Escuchó una reprimenda de parte del otro hombre, pero sin prestarle demasiada atención se acomodó sobre la suave superficie, apreciando la tétrica decoración llevada a cabo por los muchos objetos de la suerte que Midorima había acumulado con el pasar de los años. Todos ellos estaban relucientes, perfectamente distribuidos y ordenados sobre los muebles. Midorima buscaba en la habitación por su futón, pero era evidente que si algo no estaba en su lugar habitual era porque no se encontraba dentro de la habitación. Continuó buscando un futón (o en su defecto algo parecido) por la casa. Buscó incansable sin obtener resultados, por tanto tiempo que al regresar Aomine parecía estar dormido, ahora incluso cubierto con las frazadas de la cama. Midorima se acercó a él para asegurarse; lo observó con recelo, suspiró molesto y dio media vuelta para salir antes de ser sorprendido al sentir que una mano había tomado su antebrazo.
"Hay espacio" balbuceó Aomine, tirando del brazo.
"¿Qué demonios…?"
Midorima intentó forcejear, pero la fuerza de Aomine actuó primero, derribándolo sobre la cama. Se quejó severamente por ello, pero Aomine no permaneció más tiempo despierto. Midorima maldijo un par de veces más en susurros y aún así se acomodó bajo las frazadas, alejándose lo máximo posible del contrario. Realmente estaba exhausto.
Un capítulo diario. Gracias por leer. :)
