Esta historia está enmarcada después de la pelea que tuvieron Ranma y Akane en la historia pasada "Shampoo quiere tener un hijo". Como recordaran, Shampoo quiere tener un hijo de Ranma y este intenta consolarla- y evitar que esta cometa una locura-, pero después de la pelea con Akane Ranma sueña en cómo será su vida sin ella, terminando abriéndose el estómago. Akane llega y salva el día antes de Ranma se enliste en la legión extranjera francesa. Esta historia es una continuación. Y de paso, les advierto que no tendrá el final que sugiriera en la otra historia. Probablemente termine de manera muy diferente. Lean esto como una historia autónoma, pues eso es lo que es.
Akane y Ranma habían estado a punto de perderse el uno al otro, y el plan de Nodoka había sido exitoso por el más estrecho de los márgenes. Como fuera, ahora la tormenta había pasado….
—Pero todavía no podemos cantar victoria.
Ranma veía como su madre caminaba por su habitación, con la mirada fija en su hijo y las manos en la espalda. En medio de ellos estaba una mesa pequeña con una tetera encima y unas tazas. Ranma se hallaba sentado con una expresión cansada y aburrida, mientras golpeteaba la mesa con sus dedos.
—Voy a hacer de ti el esposo perfecto.
A Ranma le daba muina quedarse ahí sentado sin hacer nada.
—¿Puedo salir?
—No.
—Pero…
—La verdad es que no tengo idea de por dónde empezar— lo interrumpió Nodoka—Tu suegro te detesta, Nabiki sin duda meterá sus narices e incluso la tranquila Kasumi desconfía de ti.
Nodoka abrió la ventana y sacó la cabeza, haciendo que el viento entrara raudo a la habitación: La primavera estaba a tres semanas.
—¿A qué hora se levanta Akane?
—Por lo general se levanta a las cinco de la mañana—contestó Ranma sin vacilar.
—Vaya, pensé que no lo sabrías—comento una voz detrás de el— Siempre he sido yo quien te ha tenido que despertar para ir a la escuela…
Akane estaba debajo del umbral, vestida con un pijama y bostezando.
—¿Que pasa Akane? ¿No puedes dormir?
—No, tía.
Las emociones en la última semana habían sido demasiado fuertes.
—¿Quieres un té?
—Me encantaría.
Nodoka no se movería. En cambio, le haría un gesto bastante elocuente a su hijo, pero este no se dió por enterado hasta que Nodoka señaló la taza. El joven tomaría la tetera y le serviría un chorro abundante de agua caliente.
—Aquí tienes.
—Gracias.
La chica tomó la taza entre sus manos y preguntó:
—¿De que estaban hablando? – Akane daría un sorbo y se les quedaría viendo —¿Hablaban de mí?
Ranma miró al otro lado de la habitación.
—No estábamos hablando de ti, niña f…..
Nodoka le daría un zape en la cabeza.
—Fue tu falta de comunicación la que nos metió en este embrollo —lo reprendió su madre. Luego miraría a Akane con una sonrisa —Sólo estaba diciéndole lo que planeo hacer con él.
Akane se le quedó mirando, y el joven le contestaría con otra mirada aun más penetrante. Pero Nodoka lo obligaría a bajarla con otro golpe en la cabeza.
—¿Se puede saber ahora que hice? —preguntó Ranma, molesto —¿Y eso por qué fue?
-Estabas mirando a tu novia, no a un rufián que te esté tratando de asaltar en la calle—lo regañó su mama —Endulza esa mirada.
—¿Qué culpa tengo yo? Ella se me quedó mirando como si yo fuera….
—¿Un tonto? ¿Un imbécil? ¿Un soberbio egoísta? —lo ayudó Akane.
Ranma iba a responder algo, pero Nodoka había bajado una katana de la pared —la misma con la que había amenazado a Ranma con el Seppuku todo ese tiempo —y movió la cabeza de un lado a otro mientras se llevaba el índice a sus labios. Ranma entendió el mensaje y se calló. Mientras tanto, Akane se sentó en la cama de Ranma y acomodó sus manos sobre su regazo.
—Bueno, ahora sé que es lo primero que tengo que ensenarles a ambos. Akane, ¿recuerdas cuantas veces Ranma te ha insultado?
La pregunta de Nodoka tomó por sorpresa a los dos, hijo incluido. Los dos jóvenes se miraron el uno al otro y Akane contestó:
—Ni idea, pero la lista es larga.
—Y hay una forma de saberlo?
La chica se quedó pensando otra vez.
—Bueno, esta mi diario—contestó finalmente, como si eso dejara zanjada la cuestión.
—Puedes ir por él, por favor?
La chica se quedó azorada, pero la mirada amable de su suegra la desarmó, por lo que subió a su habitación y bajó con un cuaderno rojo con las palabras "Diario de Akane, no tocar" pegadas en Katakana en la portada.
—Necesito que busques en él cuantas veces Ranma te ha insultado o hecho sentir mal.
-Pero tía, yo ya lo perdoné hace tiempo…..
— ¿Ves, mamá? ¿Por qué mejor no nos vamos a dormir todos y lo dejamos para mañana?
Ranma ya se iba a meter entre las cobijas, pero su madre lo detuvo.
—No. Primera regla: si quieres una relación feliz, debes trabajar en ella. El futuro empieza hoy, no mañana.
Nodoka no le daría tiempo de contestar y dejaría la habitación para bajar a la cocina. Ranma y Akane se quedaron solos, todavía incomodos por los últimos eventos.
—Oye, Akane…
Ranma la miró a los ojos.
—Lamento no haber sido sincero contigo.
—Y yo lamento haberme portado así.
Se quedaron un minuto más en completo silencio. Akane rompería la tensión abriendo su diario y buscando lo que su suegra le había pedido.
—Oye, ¿No sabes que es lo que planea tu madre?
—No tengo idea.
Ranma se levantaría y buscaría entre su mochila una pluma y una libreta. Se los extendería a Akane, que no comprendería sus intenciones.
—Supongo que la lista es larga, así que….
Akane se encogería de hombros.
—No te preocupes, no la necesito.
Ranma soltaría un suspiro de alivio. Si Akane no necesitaba un papel para anotar la cantidad de veces que el la había insultado, no podía ser tan malo, o no?
Nodoka subiría con una bandeja repleta de bocadillos. Los dejaría sobre la mesa y se sentaría enfrente de ellos.
—¿Y bien?
—Según esto, me ha insultado 17487 veces.
— ¿QUÉEEE!? ¡No es posible!
—¿Me estás llamando mentirosa? —Akane levantó una ceja.
—No claro que no—contestó Ranma, tratando de darle el beneficio de la duda —Pero te pudiste haber equivocado….
—Imposible.
—Pues en ese caso, duérmete de una vez, pues hoy tendrás un día muy agitad0 —opinó Nodoka, inclinándose sobre su hijo y dándole un beso en la frente. —¿Tu no le vas a dar uno también, Akane?
La prometida de Ranma se puso roja como un tomate y negó con la cabeza. Ambas salieron y se llevaron con ellas los trastes de la habitación, bajaron a la cocina y como ya mero iba a amanecer, se quedaron a desayunar.
—¿Entonces Ranma no va a regresar a la escuela?
—No creo que sea conveniente—repuso Nodoka— Quizás lo inscriba en otra, pero mientras se quedara aquí.
Nodoka no quería decirlo, pero la escena en la escuela Furinkan había dañado la reputación de Ranma para siempre.
—Lo siento.
—No seas tonta Akane, tenía que pasar—Nodoka le había pasado el brazo por encima del hombro— A lo hecho pecho y a seguir adelante. Los hombres se llegan a portar como idiotas y una no es de piedra…
Akane se quedó callada. Entró al baño y se metió a la ducha. Ahora que vivía en casa de los Saotome, todo era extraño, empezando con el silencio de Ranma y la actitud extremadamente amable de Nodoka. Ayer mismo había regresado a su casa por sus cosas, entre la mirada escéptica de Nabiki y la mirada preocupada de Kasumi. Su padre se había opuesto, pero la dejó partir con la condición de que no intentaría nada hasta después de casarse. Ella había consentido y dormía en una habitación aparte, tanto por voluntad propia como por indicación de Nodoka. Le había parecido notar una mueca de decepción en Ranma, pero este no había dicho nada…
Se terminó de bañar y se vistió. Salió de la casa y empezó a caminar hacia la escuela, pensando en lo que le diría a sus compañeras y amigos. No quería soportar sus opiniones, así que se hizo la enojada y puso su cara más encabronada. Pero nadie hizo caso. A la primera oportunidad empezaron a acosarla con sus preguntas.
— ¡¿Qué?! ¿Volviste con él?
—No puede ser…'
— ¿Y por qué no vino contigo?
—¿Y a qué escuela ira ahora?
—¡NO SÉ! —gritó Akane, exasperada— ¡No es mi problema saber si volverá a la escuela o no!
—Está usted bien señorita Saotome? –preguntó la Maestra Hinako en su forma adulta.
—Tendo, por favor—puntualizó Akane.
—Tendo, entonces—concedió la maestra— Pero por muy buena alumna que sea una palabra más y estará castigada. ¿Quedó claro?
La clase pasaría sin mayores incidentes, pero la maestra Hinako hablaría con ella en privado, después de sacar del salón a todos los adolescentes calenturientos que solo vivían para verle el escote.
—O sea que todavía no se han casado.
—No—Akane negó con la cabeza.
—Pero viven juntos.
—Sí.
—¡No puede ser! —la maestra Hinako era extraordinariamente conservadora a pesar de su curvilínea figura —¡Eso está mal! ¿Quién se lo propuso?
—Mi futura suegra.
Al ver la cara que ponía la señorita Hinako, se apresuró a agregar;
—Pero ella insistió que durmiéramos en habitaciones separadas.
—Yo no me sentiría tan segura respecto a eso—repuso Ninomiya, no muy convencida— ¿Y ustedes no han hecho nada? ¿Nada de nada?
—¡Claro que no!
—Pues yo en tu lugar no perdería tiempo, Akane- se oyó una voz a sus espaldas—Ranma es sin duda el mejor partido que hay en esta escuela.
Akane volteó y pudo ver como Ukyo entraba al salón y se dirigía a la maestra con voz cansina.
—Maestra Hinako, otra vez ese pervertido de Happosai está provocando problemas en el vestidor de chicas.
—Maldición!
La maestra dejaría el salón de inmediato. Ukyo y Akane verían a través de la ventana como Happosai molestaba a las jugadoras del equipo de Volibol y como una furiosa Hinako Ninomiya iba tras de él persiguiéndolo. Convencidas de que no volvería, dejaron la habitación; aunque no sin antes cerciorarse que dejaban la puerta bien cerrada.
—Ukyo, por favor perdóname—Akane no podía ver a Ukyo a los ojos sin sentir un poco de culpa tras haberla golpeado aquella vez.
—No te preocupes, Akane, los ataques de furia nos pasan a todas. –contestó Ukyo, para luego susurrar: "Pero a ti te pasan con más frecuencia. "
—¡¿Que dijiste?!
—No, nada.
Se quedaron calladas por un momento y Ukyo le preguntó, mientras caminaban por la calle:
—¿Así que ustedes viven ahora juntos?
—Sí.
Akane no quería hablar más del tema, y Ukyo se calló. Pero al ver que Ukyo no la abandonaba se le quedó mirando.
—Es que yo también voy a ver a Ranchan.
De repente empezó a llover y apresuraron el paso. Y cuando llegaron a casa, se encontraron con un espectáculo extraño: Nodoka se hallaba sentada en la puerta, mirando como su hijo-ahora hija- clavaba una puerta con múltiples clavos. A su lado, había otras 10 puertas, apiladas una sobre otra, todas llenas de clavos en todo el espacio disponible.
—Señora Saotome, ¿Qué están haciendo?
—Oh nada, solo ensenándole a mi Ranma que las palabras duelen-contestó ufana mientras se echaba un bocadillo- ¿Quieren comer?
—¡Claro!-comentó Ranma.
—Tú no te mueves hasta que termines—le contestó Nodoka.
—¡Pero mamá, me faltan 7487 clavos!
—8000 clavos— lo corrigió la madre —513 más para estar seguros.
Ranma soltó un gruñido.
—¡Y no me contestes!
—No fui yo, fue mi estómago—protestó el aludido. Se resignó y siguió clavando las puertas, mientras Nodoka empezaba a platicar con ellas muy quitada de la pena. Pero las jóvenes no podían dejar de mirar como la pelirroja seguía clavando las puertas debajo de la lluvia, concentrada.
—Tía, ¿No crees que Ranma necesita comer algo?
—Tienes razón—coincidió Nodoka, contenta de que Akane se preocupara por su hijo—¿Porque no le das un bocadillo?
Akane quiso levantarse a darle un bollo de arroz, pero Ukyo fue más rápida que ella. Aunque de nada le valió, pues Nodoka negó con la cabeza.
—Akane debe ir.
Akane se levantó y se cubrió con un brazo la cabeza mientras bajaba al jardín y le daba el bocadillo a Ranma. Este la miraría agradecido y se lo comería entero de un bocado.
—¿No tienes idea de que es lo que planea tu madre?
—Quisiera saberlo, esto no tiene ningún sentido.
Akane se quedó ahí, pero Ranma le diría.
—Vete. Está lloviendo muy fuerte y podrías enfermarte.
Como confirmando sus palabras, se desató un diluvio, y una tormenta torrencial empezó a caer sobre Tokio. Akane se alejó y entró en la casa, mientras su novio se quedaba afuera clavando un montón de puertas sin propósito aparente. Ukyo los miró con lastima.
—¿Y su esposo, señora, Saotome?
—Trabajando en el zoológico.
No supieron si era una broma o hablaba en serio. Nodoka se despidió de ellas y subió a dormir. Se quedaron ahí las dos, platicando; llegado un momento Ukyo usaría el teléfono de la casa para llamarle a Konantsu para que cerrara Uchan's y subiera a dormir, pues con una tormenta así no habría clientes de todos modos y no tenía ningún sentido dejar el restaurante abierto. Después…
—¿Podrían dejar de mirarme, por favor?—repuso Ranma dirigiéndose a ellas con voz de fastidio— No saben lo molesto que es trabajar con alguien mirándote la espalda.
—Sabes, podríamos ayudarte a clavar esas puertas, Ranchan.
—Noooooooooo—Una Nodoka absolutamente tenebrosa apareció detrás de ella luciendo la cara de una demonio peligrosa— Él debe hacerlo solo, ¿Entendido?
Unos minutos y varios tranquilizantes después, Ukyo y Akane subían a la habitación que compartirían aquella noche y se quedaron platicando sobre la cama, hasta que Ukyo preguntó:
—Y que tal es dormir con Ranma? Todavía ronca? Me acuerdo que cuando éramos niños…
—Yo no duermo con él.
La cocinera la miró sorprendida.
—Pero dejaste tu casa para vivir con él.
—Sí, bueno…
—Y no has entrado nunca a su habitación?
—Bueno, una vez…
Ukyo se le quedó mirando.
—En verdad eres la chica más rara que he conocido nunca, incluida la maestra Hinako.
Akane se sintió ofendida, por lo que replicó:
—Lo que tu consideras rareza, yo lo llamo respeto.
-Pero vamos Akane, ¿no tienes curiosidad por saber que les pasó a esos tres después de regresar con el espejo griego?
Akane tenía que admitir que la curiosidad seguía viva; quería saber que les había pasado en el otro lado del espejo. Recordó como había sido aquella vez:
Ranma, Ryoga y Mouse habían llegado a casa de los Tendo, bien entrada la noche y con varios años encima. La sorpresa seria mayúscula cuando vieron que los tres venían sucios, flacos y con uniformes militares. Ryoga tenía una barba de varios días –una cortina-y los tres tenían los ojos hundidos. Cuando los vieron, no supieron en un principio quienes eran, por lo que se sorprendieron cuando Ryoga se abalanzó sobre Akari y la besó. Ranma se lanzaría a los pies de Akane y lloraría sobre ellos. Pero Mouse se mantendría apartado, y se limitaría a contemplar la escena desde lejos, con una sonrisa donde se mesclaba el desprecio…y por qué no decirlo, la envidia. .
Pero si eso era raro, su conducta después sería bizarra. Ranma gritaría dormido los primeros días, y no podría conciliar el sueño durante las noches; se quedaría parado afuera de su ventana, haciendo guardia, Akane no sabía para qué. Durante las comidas, Ranma comería parado y más rápidamente que de costumbre. También se quedarían sorprendidos cuando este se inclinaría ante Kasumi bajando la cabeza y su torso hasta la cintura antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo. También se quedaría mirando a Akane, quizá pensando que ella no daría cuenta. Gritaría en sueños el nombre Shirai! Shirai! Y despertaría sollozando. También le extrañaría que la tratara tan bien los primeros días, tan cortés y atento, aunque obviamente había vuelto a portarse como el patán que era antes, lo que desembocaría en la última pelea que habían tenido en la escuela…
Pero también había cosas que se mantendrían con el tiempo, y Akane, Kasumi y Ukyo serían testigos de las reuniones periódicas de esos tres. Algunas veces se reunirían en el Dojo Tendo- antes de que Ranma se granjeara el desprecio de Soún- , en el Nekohanten o en Uchan's, pero el ritual seria siempre el mismo: Se sentarían uno frente a los otros dos y brindarían con sake. A Akane le daba gusto que los antes enconados enemigos se llevaran tan bien, pero le extrañaba el vínculo que parecía existir entre ellos. Ryoga y Ranma se llevaban ahora de maravilla, e incluso Mouse…
Y Akane también recordó lo que les había contado Akari: En una ocasión Ryoga se había levantado en medio de la noche, agarrado su rifle y había disparado contra las paredes de la casa, mientras gritaba a unos compañeros invisibles que resistieran a toda costa. La cosa no terminó en tragedia porque la habitación de sus padres estaba en la planta alta, y los disparos fueron a terminar en el armario. Y lo más extraño de todo, Ryoga ya no se perdía…
De vuelta al presente, Akane y Ukyo subían las escaleras lo más sigilosamente posible, y entraban a escondidas en la habitación de Ranma. Esta parecía normal, demasiado normal.
—Ranma nunca ha sido demasiado ordenado que digamos- comentó Ukyo, como reforzando el punto— Esto no es normal. .
La habitación era sencilla, Del lado derecho una cama bien doblada y limpia; del lado izquierdo un armario, un espejo pequeño y una pequeña estufa eléctrica. Y enfrente de ellas había dos cómodas debajo de la ventana, más o menos grandes. Las chicas se acercaron a ellos, empezando a buscar en los cajones y entre sus cosas, pero no encontraron nada –al menos en un principio- sino múltiples fotos de Akane y una donde salía él y Ukyo saludando juntos a la cámara. Esta no se dio por vencida y detrás encontró unos pantalones caquis, unas vendas y una chaqueta, caquis también, dos cinturones, una cartera de documentos, un par de zapatos rotos, una cantimplora y una gorra de legionario, todo completamente limpio. También encontró dos rifles, de manufactura diferente, uno con caracteres chinos en la culata. Y detrás de una de las cómodas encontró una katana y una wakizashi, pero sin fundas. Mientras tanto, Akane había encontrado en el armario una pequeña cajita, escondida casi al ras del techo. La bajó con cuidado y la puso sobre la cama. Ukyo y ella la abrieron y pudieron ver en su interior una pequeña colección de medallas. En medio destacaba una medalla con un milano dorado arriba, con dos escudos samurái en esmalte azul detrás, dos sables y una espada en el centro, todo ello colgado de las garras del milano y sobre una estrella de ocho puntas en esmalte rojo.
Removieron la medalla, y encontraron una estrella de plata rodeada rubíes y unida por líneas rojas; y también una medalla circular con un crisantemo en el centro con dos espadas cruzadas sobre una estrella de 8 puntas. Akane la tomó y le dió vuelta. En el reverso leyó: Guerra del Gran Este Asiático.
—Y mira todas las demás….
Había otra medallas: Una cruz de estilo patonce, formada con cuatro escudos en rojo y entre los brazos cuatro puntas de lanza, con la cabeza de un anciano en medio del medallón. También había una que aparecía una cruz de plata y oro, formada por 8 escudos con una inscripción en el centro, que decía "Medalla de servicio distinguido, clase A".
—A Ranma le lastimaría ver que no respetan su privacidad.
Las dos saltaron del susto. En la puerta estaba Nodoka, con los brazos cruzados y mirándolas severamente.
—Salgan. Ahora.
Para ser una señora acostumbrada a ser toda amabilidad y sonrisas, era impresionante lo mucho que se podía parecer a un Pitbull rabioso.
—No pretendíamos….
—Sé que no tienen malas intenciones— les reconvino Nodoka—Pero, ¿Qué ocurriría si él leyera el diario de ustedes?
Se sonrojaron.
—Eso es diferente.
—¿Ah sí? ¿Y en qué? Akane, sé que él no debe tener secretos contigo, y que tú eres su mejor amiga, Ukyo, pero aclarar sus secretos es prerrogativa de él, no suya.
En ese momento entraba Ranma, mojado hasta los huesos.
—Ya terminé.
Con él traía el martillo y una cubeta con los clavos que le habían sobrado. Nodoka le puso las manos encima a Akane, preguntándole.
—¿Lo perdonas?
—Sí, claro-contestó Akane— Todo eso es cosa del pasado.
—Muy bien, Ranma—Nodoka se dirigió a su hijo con una sonrisa en sus labios— Ahora puedes quitarle los clavos a las puertas uno por uno.
Ranma soltó una blasfemia. Luego se dio media vuelta y comentó:
—Hubiera preferido que no me perdonara.
—¿Y terminar para siempre? -le contestó su madre con sorna—Ahora, no seas tan rezongón y sigue haciendo lo tuyo, de acuerdo?
—En verdad tía, no es necesario que…
Ranma se alejó de ellas y empezó a trabajar otra vez, haciendo que su prometida no tuviera tiempo de completar la frase.
—Es hora de que mi hijo aprenda buenos modales— Nodoka la sujetó del hombro—¿No lo crees así, Akane chan?
Akane asintió por cortesía, pero algo en su interior la hizo pensar que su tía le había lanzado una indirecta. Como fuera, sabiendo que sería peor si él se enteraba después, Akane se acercó a él y le dijo:
—Lamento haberme metido a tu habitación y haber visto tus medallas.
Ranma se volteó, y en su cara se mostraban el asombro y el enojo. Pasados unos instantes Ranma recuperó la expresión cansina de su rostro y volvió a dedicarse al trabajo.
—Supongo que te ibas a enterar tarde o temprano…Y ahora vete, me estás estorbando.
Akane le iba a contestar algo bastante desagradable, pero lo pensó mejor y regresó a la casa. Subió las escaleras, entró a su habitación y ambas amigas se quedaron viendo como el joven Saotome desclavaba las puertas un rato por su ventana. No sabían que se proponía su futura suegra, pero esperaban que funcionara.
"No se preocupen, esto no es nada" les había dicho Nodoka, tratándolas de tranquilizar, "él es muy fuerte."
Como la lluvia seguía cayendo a cantaros, Ukyo se había quedado a dormir. Akane le había hecho espacio en su cama, y se quedaron platicando un rato.
—¿Qué crees que intente hacer Nodoka san?—le preguntó Ukyo—¿Para qué querrá que Ranma desclave esas puertas en medio de una lluvia así?
—No tengo idea—repuso Akane—Pero espero que sepa lo que hace.
Por aquella vez compartirían juntas la cama. Akane se echó de su lado y se tapó con una de la cobijas, mientras musitaba con voz queda:
—Me pregunto qué significaran todas esas medallas.
—Yo conozco una— le contestó Ukyo desde su lado de la cama—La última, la cruz de plata…Esa es la medalla por servicios distinguidos de primera clase. Mi abuelo volvió con una de las Filipinas, mi padre me lo dijo.
—Bueno, ahora ya sabemos de qué época volvieron esos tres.
A la mañana siguiente, cuando bajaron las dos a desayunar, se toparon con un Ranma- ya varón- que las miraba fijamente desde su posición en la mesa y una Nodoka tranquila y sentada también. Pero cuando llegó Akane, ella los tomó de las manos y salieron juntos al Jardín. Se pararon enfrente de las puertas que estaban la una al lado de otra, y les dijo:
—Haz hecho un buen trabajo Ranma; pero mira como han quedado las puertas. Aunque puedan ser utilizadas, jamás serán iguales. Eso es más o menos lo que pasa cuando lanzas un insulto o un comentario hiriente. Aunque puedas sacar el clavo, aunque la persona te perdone, el hoyo siempre estará ahí, no se irá, y dolerá cada vez que lo mires. Por eso siempre debes ser cuidadoso con tus palabras, pues nunca son triviales.
Nodoka uniría las manos de los dos y regresaría a la casa. Estos se quedaron mirándose el uno al otro, apenados.
—Lamento muchísimo todos los insultos que te he dicho.
—Yo también.
Y bien, ¿que les pareció? No iba a continuar con esta historia hasta dentro de tres meses, pero mi mujer es una gran fan de Ranma y me amenazó que si no continuaba la historia no iba a haber sexo, así que…..
Y aunado a eso recibí varias amenazas para continuar con la historia, combinado todo con acusaciones de matar al personaje antes de tiempo y meter un final muy corto. Así que con esto intento redimirme de mis pecados.
Y pido disculpas por presentar a Nodoka un poco lejos de su carácter habitual, pero creo que ella puede decir cosas mas complejas que "¡Qué varonil es mi hijo!"
Y recuerden:
Nunca se vayan sin comentar, así sea para rayármela. Y cerezo sekal, tendré en cuenta tu comentario, tratando de hacer la historia lo más clara posible. Gracias!
