LOS PERSONAJES DE INUYASHA NO ME PERTENECEN, SON PROPIEDAD DE LA GRAN RUMIKO TAKAHASHI, SOLO LOS TOMO PARA HACER ESTA BREVE HISTORIA, SALIDA DE MI CABECITA... ESPERO LES GUSTE

UNA PARTE DE TU VIDA

En su auto, toda velocidad y con el corazón acelerado, llegaba Kagome a esa torre departamental donde esperaba encontrar todavía viviendo ahí al amor de su vida, sí, eso era, el amor de su vida; aunque hasta ahora al saberlo casi perdido recién lo descubría…

_ Se encuentra bien, señorita Higurashi?_ preguntó un anciano regordete, al ver llegar corriendo y casi caer, a esa hermosa joven de corto vestido negro y altas zapatillas.

_ Si, gracias… Mioga_ se notaba que hacia un gran esfuerzo por regularizar su respiración, mientras presionaba insistentemente el botón que haría bajar el elevador, pues dudaba poder llegar viva o peor aún a destiempo al décimo segundo piso dónde él vivía _ dime se encuentra él aún en el departamento_ preguntó rogando al cielo obtener una respuesta afirmativa.

_ Si, lo está, pero…._ ya no terminó de hablar pues la vio entrar como desesperada al elevador.

_ Gracias, Mioga_ le gritó, antes de cerrarse las puertas mecánicas, y tecleó el piso deseado.

Mientras tanto en el departamento C, del doceavo piso, a donde Kagome se dirigía, se levantaba un apuesto joven de 24 años desanimadamente de la cama, esa cama donde tantas veces le había hecho el amor a su Kagome, que tanto deseaba y amaba aún en las circunstancias en las que mantenían su relación.

_ Maldición Kagome_ suspiró _ no sabes lo que me duele dejarte, amándote como te amo, pero yo solo no puedo luchar por lo nuestro, si tú no tienes el valor de hacerlo, es porque quizás no me amaste como yo te amo a ti_ le dijo al viento, mientras apoyaba sus manos en el barandal del balcón de su habitación, ni siquiera la hermosa vista de la playa y el sol radiante que bañaba su rostro, hicieron mengua en el agudo dolor que se fijó en su pecho al ver en las páginas de sociales, de uno de los periódicos de circulación nacional, la foto del amor de su vida, con otro hombre del brazo, aparentemente felices, anunciando su compromiso y próxima boda, aunque en los ojos de ella pudo notar dejo tristeza, que bien podría pasar desapercibida para todos, menos para él… pues la conocía mejor que nadie, cada parte de su alma, como de su cuerpo. No había marcha atrás, tenía que irse, era lo mejor…

Para ese momento ya se encontraba Kagome parada justo frente a la puerta del ya mencionado departamento, pensó en tocar el timbre y así anunciar su llegada, pero decidió mejor utilizar las llaves que él mismo le había dado meses atrás, sonrió al recordar ese momento, justo el día después de su primera discusión, a causa de los celos que ella misma sentía, pues lo había encontrado riendo plácidamente con una linda joven, no podía negarlo era muy bonita, eso la hacía rabiar, puesto que él ahora era de ella, así él mismo se lo había dejado claro, se sentía hipócrita al sentir celos de esa manera por él, después de todo quién era ella para ponerse celosa, si ella misma, seguía de novia de Inuyasha Taisho, su novio desde ya hacía 5 años, puesto que cuando cumplió 17 lo había aceptado de novio, y en ese entonces pensó sería el gran amor de su vida, como olvidar que fue el mismo quien la hizo mujer, en un momento en que los dos se amaban mutuamente, y creían serían felices siempre, un error, el cual se lo harían ver claramente dos personas; Kikyo Takeda y él, el verdadero amor de su vida…

Abrió cuidadosamente la puerta, ni ella misma supo bien porque, pero trato de no hacer el más mínimo ruido que delatara su llegada, cerró con llave al momento de entrar, al llegar a la sala, sintió su sangre helarse con lo que sus ojos veían, un par de maletas y las cosas que antes decoraban el tan cálido departamento, ahora se encontraban en cajas, todo listo para ser trasladado a otro lugar, lejos, muy lejos de ella. Entonces era cierto, ella ya lo sabía, pero su corazón se negaba a aceptarlo, lo que hacía apenas media hora atrás, su mejor amiga y confidente Sango, le había dicho, una de las tres personas que sabía de su relación con él casi desde el inicio, las otras dos eran Mioga, por obvias razones y el hermano de él, por cuya indiscreción Sango se había enterado, puesto que eran grandes amigos, y no dudo en marcarle en ese mismo instante, pues no se perdonaría el hecho de que por callarse, su amiga fuera a ser infeliz de por vida al casarse con un hombre con el cual ella estaba segura no amaba, dichas esas palabras, "Kagome… él se marcha", la retiraron inmediatamente y sin decir una sola palabra del lado de su actual prometido, dejándolo desconcertado, pero sin importarle nada a ella, no podía ser cierto, pero ahora lo comprobaba…

A paso decidido se dirigió a la habitación, suponía que ahí lo encontraría, ya que no estaba ni en la cocina ni en el comedor, pues sentía que se merecía siquiera una explicación de por qué se pensaba marchar sin decir una sola palabra, aunque se lo podía imaginar claramente, ese anillo que ahora se posaba en su dedo anular izquierdo, era la muestra fehaciente que su relación ya no podía seguir, él así lo había entendido, pero ella se negaba a dejarlo partir, pues lo amaba, si no fuera por ese maldito anillo, y ese maldito compromiso que ahora la ataban con Inuyasha, ella podría seguir con él, amándolo como antes, pero las cosas cambiaron… Ella nunca tuvo el valor para desafiar a sus padres, y terminar definitivamente con su ahora prometido, pasando por alto infidelidades de su parte, una de ellas plenamente comprobada por sus ojos.

Abrió con cierto miedo la puerta de la alcoba, en un vistazo rápido, parecía que no había nadie, se aterró por un momento, luego sus ojos se posaron en la cama, seguía igual que tres días atrás, con el mismo edredón negro bajo el cual ellos dos habían dormido completamente desnudos, después de hacer el amor, aún tenía esas sensaciones en su piel, sus manos fuertes sujetándola, atrayéndola a su cuerpo, recorriendo cada parte de su piel expuesta ante él, su boca posesionándose de la suya, arrancándole gemidos y suspiros cada vez que sentía su aliento cálido sobre su cuello, su oído, o su nuca, se le erizaba la piel por solo recordar todo lo que ese hombre era capaz de hacerla sentir, pues bajo su cuerpo vibró infinidad de veces, su cuerpo entero convulsionó a causa de los orgasmos que él le regalaba, no podía simplemente olvidarlo, no, dejarlo ir, jamás, lo tenía claro, él, era sólo para ella, como ella solo para él. Su vista comenzó a empañarse a causa de las lágrimas que ya inundaban sus ojos, y amenazaban con salir, pues creyó que estaba solo en el departamento.

El sonido de la puerta corrediza del balcón la sacó de sus pensamientos y su soledad, por un momento se sintió feliz, pero cuando escuchó sus palabras, se sintió fatal.

_ Qué diablos haces aquí?_ le dijo, tratando de sonar lo más cruel que pudo, pues se había sorprendido de verla ahí, pues recordaba claramente haberle dicho que estaría fuera de la ciudad solamente por unos días, para evitar que se presentara en el departamento, pues no quería despedirse de ella, pues sabía que al tenerla cerca, sería doblemente difícil la despedida, después de todo era lo mejor para ella, para su Kagome.

_ Yo… yo… solo…_ tartamudeó, pues estaba muy nerviosa y dolida, y cómo no estarlo si tienes frente a ti a la persona que más amas en este mundo tratándote como si poco le importaras, cuando tantas veces antes te demostró todo lo contrario.

_ Tú, tú sólo qué? Kagome_ le dijo de manera sarcástica y con una sonrisa de medio lado, que ni él mismo sabía cómo podía mostrar sin que sus labios temblaran, pues de verdad deseaba abrazarla, y hacerla suya por última vez, ¡una maldita última vez!. La miraba fijamente pues quería convencerla de que a él no le dolía el hecho de dejarla, aunque le dolía y le dolía más incluso que a ella, porque era por el bien de ella, su Kagome, eso creía, aunque ahora no estaba seguro de nada. Pero no daría marcha atrás, estaba decidido, se iría, para siempre, pues qué caso tiene luchar él sólo, por un amor que quién sabe si es correspondido, porque él no lo sabía, sabía que Kagome lo quería, le gustaba estar con él, hacer el amor con él, pues muchas veces la sintió vibrar entre sus brazos, la sintió recibirlo en su interior, con el mismo placer que a él le provocaba estar entre sus piernas, pero no luchó nunca por ellos, no contra sus padres, a ellos nunca tendría el valor de enfrentar, eso lo tenía más que claro, y no planeaba convencerla de hacerlo, pues quizá más adelante ella se lo reclamaría y él no podría con ese peso.

_ Qué significa todo esto?, Te vas, sin decir una maldita palabra?_ Estaba furiosa, como se atrevía a hablarle así, y encima burlarse de ella, y verla con esa mirada que a ella nunca le había mostrado, esa mirada, fría, fija y sin sentimiento alguno, cuando sus hermosos ojos, esos ojos azul turquesa, siempre le demostraron amor, calidez, ternura, picardía y complicidad, según fuera el caso, ahora estaba parada frente a él sintiéndose pequeña y tonta, por exigirle una explicación, que no se merecía, por el hecho de ser una cobarde… pero como enfrentar a su corazón y explicarle lo que su cabeza ya entendió, que él tenía razón.

No le contestó, se limitó a observarla, quería grabarla para siempre en su memoria, en su corazón, no era la situación ideal, pues estaba molesta, indignada por el trato recibido, pero era lo único que él podía darle, si quería que esto terminara y terminara pronto. Aunque en el fondo de su ser, deseaba besarla, aprisionarla contra la pared, arrancarle ese vestido, y hacerla suya, por última vez, ¡Dios, cuanto pesaba ese pensamiento!.

_ No te importa dejarme sola?_ le preguntó ya con voz quebrada, a punto del llanto, a él nunca le gustó verla llorar.

_ Sola?_ preguntó sarcásticamente, dirigiendo su mirada a ese anillo de compromiso, que para él era solo una muestra de la debilidad de Kagome, era contrariamente opuesto a la imagen que él tenía de ella, pues siempre fue una chiquilla, valiente, testaruda, orgullosa y dispuesta a luchar por lo que quiere, pero no contra sus padres, contra ellos nunca, pues era la única familia que tenía, por eso se esmeraba tanto en agradarlos, y en que estuvieran orgullosos de ella.

Entendió de inmediato a lo que se refería, sin quitar su mirada de sus hermosos ojos turquesa, cubrió con su otra mano el anillo de compromiso, como si con eso pudiera desaparecer e significado que tenía para ella, para él, y para todos.

_N- No quiero… p- perderte!_ le dijo derramando gruesas lágimas, _ no quiero mi vida sin ti!_ le gritó dejándose caer de rodillas a la alfombra de la habitación.

Eso fue un golpe bajo para él, pues no toleraba verla llorar, menos así, sufriendo tanto, por algo que quizá tendría solución, si ella se armara de valor. Rápidamente se arrodilló al lado de ella, sujetándola de los hombros y jalándola protectoramente a su pecho, le dolía, le dolía tanto verla así.

_ No llores Kagome, no soporto verte llorar_ le susurró al oído

_N-no me dejes_ suplicó

_ Lo siento Kag, es lo mejor_ le dijo, apartándola un poco para ponerse de pie, comenzó a caminar en dirección a la puerta.

Kagome se levantó rápidamente, pues sabía que si cruzaba esa puerta todo estaría dicho, y lo perdería para siempre, no es que quisiera conservarlo como su amante, después de su boda con Inuyasha, pero no quería perderlo, debía tomar una decisión, pero ya.

Antes de cruzar la puerta sintió como la débil mano de Kagome lo sujetó firmemente del brazo, se detuvo, pero no volteó a verla.

_ Qué ocurre, ahora?_ preguntó con el mismo tono frío.

Para entonces la mente de Kagome trabajaba a mil por hora, recordando la situación que la tenía ahí, a ambos…

BUENO HASTA AQUI CON EL CAPITULO, SI LES GUSTÓ DEJEN REVIEW, MAS ADELANTE LES SUBO EL SEGUNDO Y ULTIMO CAPITULO, EXPLICANDO COMO NUESTRO PROTAGONISTA SE GANO EL AMOR DE KAGOME, Y SOBRE TODO DESCUBRIR SU IDENTIDAD :)