El fuerte viento de la tormenta producía extraños silbidos al rozar a los arboles del barrio.

Había estado lloviendo toda la tarde y el clima no parecía estar mejorando mucho, pero las gotas estaban disminuyendo.

Una espesa neblina dificultaba la visión en el exterior de la mansión de los Black, situada en el número 12 de Grimmauld Place.

Lupin se encontraba leyendo El Profeta en el living cuando escuchó el ruido de la cerradura de la puerta abriéndose.

Tonks entró en la casa sigilosamente para no despertar al cuadro de la madre de Sirius.

Limpió sus botas en una pequeña alfombra y dejó la escoba junto con su túnica impermeable en un amplio armario de madera cercano a la escalera.

Se asomó a la puerta del living y él escuchó los torpes pasos de ella a sus espaldas.

-Remus, ¿Sabes donde guardó Molly la esencia de díctamo?— preguntó Nymphadora fingiendo naturalidad.

-Hola. Creo que hay una botella en el mueble del baño, ¿por qué preguntas?— respondió él.

Cuando se dio vuelta pudo ver que la chica tenía un tajo en la frente que, aunque no era muy grande, sangraba mucho.

Se paró de inmediato y fue a su lado para poder ver bien la herida.

-¿Cómo te hiciste eso, Dora? Estás sangrando mucho. Siéntate y quédate quieta— dijo con dulzura y la tomó de la muñeca para ayudarla a tomar asiento.

Ella levantó una mano inconscientemente para tocar su frente, pero luego recordó el corte y solamente se acomodó el cabello.

-No te rías. — Pidió ella antes de contarle — Me golpeé contra la reja del parque aterrizando mi escoba, no veía nada con la tormenta.

El hombre lobo intentó reprimir una sonrisa para no ofenderla, pero igualmente añadió bromeando:

-Suena como algo que solo a ti te podría pasar. Ya vuelvo, no te muevas.

Fue a buscar el pequeño botiquín de primeros auxilios que guardaban para emergencias y volvió rápidamente.

Se sentó al lado de la bruja de cabello rosado y abrió la caja para tomar unas gasas.

Las humedeció con un líquido transparente y le limpió con mucha suavidad la sangre que brotaba de la herida.

Tonks cerró los ojos e hizo una mueca de dolor ya que le ardía, pero no se quejó. Cuando los volvió a abrir se dio cuenta de cómo los claros ojos color miel de Remus se fijaban en los de ella mientras la curaba.

De repente, comenzó a sentir un molesto pitido en los oídos y se le nubló la vista.

-Creo que me estoy mareando. — murmuró sin hacerle caso a su instinto, que constantemente le decía que no tenía que parecer débil.

Él pensó algún tema de conversación para distraerla y preguntó:

-¿Por qué viniste en escoba? Esta lloviendo, te podrías haber aparecido en la puerta.

-Volar me relaja cuando me siento frustrada, además no llovía tanto cuando despegué.

Lupin dejó las gasas usadas sobre la mesa de café del living que estaba a pocos centímetros de ellos y tomó el díctamo.

-¿Frustrada? ¿Qué es lo que te preocupa?- Preguntó con curiosidad y amabilidad.

Puso una mano debajo de la barbilla de la chica para que no moviera su rostro y aplicó algunas gotas de la poción de color marrón en su frente.

-Me molesta mucho no saber que hacer, Remus.

El corte dejó de sangrar y lentamente se fue cerrando hasta que se transformó en una delicada cicatriz que parecía haber sido producida hace varios días.

-¿Qué hacer con qué?- Dijo inclinando levemente la cabeza.

Tonks meditó un breve instante para elegir las palabras adecuadas mientras contemplaba como las gotas de lluvia rozaban el cristal de la ventana produciendo un sonido armonioso.

-No sé que hacer contigo.- Susurró, sin percatarse de como se reducía la distancia que los separaba, hasta que sus labios se juntaron y los unieron como si fueran una sola persona.