Cuando amas a alguien a veces puedes hacer locuras o estupideces. Cuando en realidad se ama al punto de dejarlo todo por esa persona, puedes hacer cosas que dijiste que nunca harías, dejar tu orgullo e incluso a veces enfrentar tu pasado. Cuando eres alguien inseguro y tímido. Enamorarte es lo más hermoso y vergonzoso que te puede pasar. Hay días en los que no te importa nada, solo estar con él o ella. O con tan solo verle, olvidas todas tus preocupaciones e inseguridades, como si tan solo sentir su presencia aliviara todo, tus penas, tus males, sin ni siquiera escuchar una palabra.
Este era el caso de Yamaguchi Tadashi. Desde siempre había estado enamorado de su mejor amigo, desde que lo vio en el parque. Lo atrajo su valentía, su arrogancia, su actitud, su descaro. Tsukishima Kei.
Él era todo lo contrario a eso, cuando lo miro solo quiso acercarse a él, conocerlo. Pero era un niñato sucio y cobarde llorando en el cesped de un parque por no poder defenderse. Ese día cuando lo dejaron tranquilo y regresaba a casa, solo podía pensar en aquel niño rubio y lo genial que era. Desde entonces no lo ha podido sacar de su cabeza…
Pasaron los años y se convirtió en el mejor amigo de ese niño. Al paso de esos años se dio cuenta que no solo sentía atracción por su amigo, lo amaba completamente. Pero claramente era un amor no correspondido.
— Apúrate, Yamaguchi.
— Sí, lo siento, Tsukki.
Aunque ya se encontraban en su último año, siempre le respondía con una cálida sonrisa al mayor. Yamaguchi estaba totalmente cegado ante el amor que sentía por el rubio. Cegado ante las burlas, humillaciones y engaños del mayor. Sabía que algunas veces o más bien la mayoría de las veces, era cruel, pero nunca decía nada, se quedaba callado intentado esbozar una sonrisa burlona como la de él. Porque si no lo hacía se sentía tan perdido y pequeño. A veces se sentada imaginando mil cosas que le gustaría decir y hacer. Pero en cada una de ellas estaba presente el rechazo…
Cuando se dio cuenta que Tsukishima había entablado algún tipo de amistad con Kuroo, se sintió solo, desamparado, vació. Como si poco a poco perdiera no solo a su amigo, sino una parte de su corazón.
Se encontraba en la casa de Tsukishima, era viernes y algo típico era quedarse hasta la tarde-noche después de la escuela. Siempre observada toda la habitación, le encantaba hacerlo. Pero algo no encajaba en la habitación, había estado demasiadas veces como para notarlo, finalmente se dio cuenta. Fijó su vista en una sudadera que estaba en la silla del escritorio, la sudadera era de Nekoma, se quedó observándola durante un tiempo hasta que el mayor se percató.
— Es de Kuroo, la puso en mi mochila por equivocación cuando fui a entrenar con ellos.
Yamaguchi se quedó un poco extrañado, no porque hubiera ido a entrenar, sino porque nunca le daba explicaciones. Pero el mayor sentía que tenía que hacerlo por alguna razón.
La madre del más alto lo llamaba desde la cocina, Tsukishima se quitó sus audífonos mientras se levantaba y salía de la habitación. Yamaguchi aprovecho para acercarse a la sudadera inspeccionándola, sintió algo en los bolsos, empezó a hurgar sacando una cajetilla de cigarros. Escuchaba unos pasos que provenían de las escaleras, se acomodó rápidamente en la cama del mayor guardando la cajetilla en su mochila y fingiendo que leía el libro de física que tenía cuando el mayor bajo.
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Eran la 7:00 pm. Tenía que volver a casa. Bueno, en realidad si no quería volver a casa podía hacerlo, pues su hermana mayor nunca estaba, su padre siempre estaba trabajando pero a veces iba a dormir, lo cual solo era como tres veces al mes y su madre murió hace años, siempre estaba solo.
Cuando llego a casa puso su mochila en la mesa, recordó la cajetilla de cigarros. Kuroo era mayor que ellos así que no se sorprendía que alguien de esa edad y menos si se trataba de alguien como Kuroo fumara.
Había probado alcohol, pero nunca un cigarro, estaba solo y curioso. Saco un encendedor de uno de los cajones de la cocina, colocó el cigarro lentamente en su boca, posteriormente encendiéndolo. Inhalo el humo del cigarro, lo hizo un poco rápido haciéndolo toser. Volvió a inhalarlo ahora más despacio, mantuvo el humo en su boca, sentía extraño, como si le oprimieran los pulmones, pero al momento de abrir la boca y soltar el humo era liberador. Solo eran tres los cigarros los que quedaban en la caja y decidio fumarlos en esa noche.
Inicio de semana nuevamente y aún recordaba el sabor amargo del cigarro. No tenía ganas de quedarse al entrenamiento de esa tarde, no le dijo a Tsukishima que no iría, las clases ya habían terminado y se dirigían al gimnasio, en cuanto el rubio se distrajo aprovecho para irse, no podía pensar en una excusa.
Al llegar a casa había una nota de su padre en el comedor. "Sigan esforzándose". Arrugo el papel y lo tiro a la basura, "Que hipocresía". Se dijo a si mismo mientras caminaba hasta la sala, notando que su hermana dormía con botellas de vodka y whisky a su alrededor, aún ni llegaba a donde estaba ella y ya sentía el olor a alcohol. Se dispuso a recoger todas las botellas vacías, mientras lo hacía vio un frasco pequeño con pastillas de varios colores que su hermana sostenía, le llamo mucho la atención y se lo quito. Después de haber limpiado todo el desorden de su hermana se encerró en su habitación, no tenía ganas de hacer tarea ni estudiar. Siempre lo había hecho para estar a la altura de su mejor amigo y estar cerca de él. Pero ahora quería mandar todo al carajo, nunca fue bueno en la escuela, se mataba estudiando solo para estar en la misma clase que Tsukishima y a veces el mayor parecía no darle importancia o ignorarlo, después de un tiempo cansa ser ignorado.
Se sentó en su cama y saco el frasco que le había quitado a su hermana, sabía que su hermana tomaba, fumaba y se drogaba. Pero nunca había sentido tanta curiosidad de probarlo, hasta ahora… Acotándose en la cama se metió tres de esas pastillas a la boca.
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— Oye, Tsukishima ¿Dónde está Yamaguchi? — Hinata no había notado la presencia del pecoso desde que inicio la práctica, creyó que probablemente se le había hecho tarde, aunque eso era extraño porque nunca había llegado tarde a ninguna; lo había mirado esta mañana en el descanso y Yamaguchi no parecía de los chicos que se saltaban las practicas, al contrario.
— No lo sé. — Sin embargo Tsukishima sonó indiferente, como siempre. Pero también se preguntaba dónde estaba, había estado con él hasta la última clase, luego comenzaron a caminar al gimnasio y lo perdió, pensó qué había ido al baño. Mañana le preguntaría.
Hinata miro al rubio con algo de decepción, no podía creer que no sintiera algo de preocupación, estaba seguro que Yamaguchi lo consideraba su mejor amigo, además ellos dos tenían años de conocerse y el más alto parecía no mostrar ningún tipo de preocupación. Hinata lo estaba, pero tal vez tuvo un problema familiar y tuvo que salir, no quería llamarlo y que pensara que lo obligaba a venir, era el capitán, pero no sentía la autoridad para hacer eso. Mañana le preguntaría con más calma. Le dirigió una última mirada a Tsukishima para después volver con el entrenamiento.
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Cuando Yamaguchi ingirió las pastillas se puso analizar cuáles eran, había hecho un proyecto acerca de eso y esperaba recordar algo. Ya había pasado algo de tiempo desde que las había ingerido y ya empezaba a hacer efecto, sus pensamientos se nublaban, no podía pensar en nada con claridad, sus pupilas se dilataban, se sintió eufórico, se levantó de la cama y puso algo de música, no la puso tan fuerte pero si lo suficiente para que se escuchara hasta la sala, empezó a brincar en su cama mientras reía como si no hubiera mañana.
Su hermana se despertó por el ruido, gruñendo y notando que no tenía el frasco, se dirigía al cuarto de Yamaguchi, pues de ese lugar provenía la música, ni siquiera se molestó en tocar la puerta. Entro y lo primero que vio fueron sus pastillas tiradas en el suelo y a su hermano riendo y brincando como loco en la cama.
— ¡Tadashi, idiota! ¡Tomaste mi éxtasis! — Habló furiosa mientras recogía el frasco del piso e intentaba que su hermano dejara de brincar como loco en la cama. Logro que dejara de brincar pero aún seguía riendo y con la miraba perdida. — Tadashi ¡Tadashi! —Lo zarandeaba tratando de llamar su atención, pero era en vano. El efecto apenas había empezado, perdió el control de su hermano y volvió a brincar y correr por toda la casa.
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Primero que nada. Haikyuu es propiedad de Haruichi Furudate. Si fuera mío todos serían homos y el TsukkiYama sería cannon.
Tal vez a muchas no les agrade la idea, pero decidí hacer al Yams un poco más atrevido, recibe mucho odio cuando lo enseñe en un grupo de rol. Pero ¡Hey! La vida es un riesgo. También la hermana de Yamaguchi no la describiré ni le pondré nombre, la dejo a su imaginación. Y por último, los bebés de primero están en su último año en esta historia.
Bueno, he estado muy ausente, casi un año. Si hay alguien de por aquí que seguía el fic "Sono tutte stronzo" (que lo dudo) quiero decirles que ese fic murió junto con mis ganas de vivir.
En fin, decidí volver a escribir después de casi un año, intente escribir algo nuevo, ya que de algún modo u otro siento que mis fics terminan siempre igual. Espero que el fic les haya llamado la atención.
¿Comentarios? ¿Críticas? ¿Arena? Ya saben.
