El Terror de las mujeres
¿Quién no tiene miedo?
Muchas de nosotras le tenemos terror a variedad de cosas. Desde que éramos pequeñas, siempre, se le ha temido a la oscuridad.
¿Quién no?
Niños y niñas le temen pero, ahora, sólo hablaré del genero femenino, haré de lado a los hombres por el momento, en otra oportunidad hablaré de ellos… y juro explayarme más.
En fin, como iba diciendo, aunque lo neguemos muchas veces, le hemos temido a la oscuridad, por el simple y sencillo motivo de que, tontamente, nos imaginamos a alguien o algo atrapándonos en las sombras de nuestros pasillos que justo daba camino a nuestras habitaciones.
Sí, por ejemplo está el famoso y legendario "kuko", aquel monstruo que nos lo pintaban con una apariencia meramente espantosa, que salía de la oscuridad de nuestros roperos o debajo de las camas y nos tomaba desprevenidos para "comernos" si nos negábamos a dormir, pero no era más que una triste y terrorífica adaptación distorsionada del "Lobo feroz". Antiguos cuentos chinos y que nuestros abuelos malvados le contaban a nuestros padres y se hacía una cadena.
También están las historias y relatos de apariciones y fantasmas en pena, como la popular historia de la llorona, aquella mujer que, "hasta ahora", vaga sollozando en las altas horas de la noche mientras grita con voz de ultratumba "¿Dónde están mis hijos?"
¡Dios! ¿A cuántos no se les escarapeló el cuerpo cuando escuchó esa historia?
¿Cuántas veces nos han asustado, verdad?
Cuando crecemos, nuestra niñez se desvanece y la pubertad destila vagamente.
Y a esta edad… ¿A qué le tememos?
Nosotras, particularmente, claro que no en todas, tememos ser rechazadas por el muchachito que nos gusta… ¿O no?
Luego, en la adolescencia, ¡Dios! ¡Que levante la mano la muchacha que no le temía a los pinches granos!
Esta etapa de nuestras vidas, se presentan los famosos cambios hormonales y por ende la acumulación de grasa en nuestros rostros.
¿Quién no temía levantarse de la cama, mirarse al espejo y verse reflejada con un "Enorme botón de color blanquecino" latiendo impaciente a punto de hacer erupción en su frente o barbilla?
¡Arg!
Pero…
¿Quién no le teme a las películas de terror?
¿Quién no le teme a la oscuridad?
¿Quién no les teme a los payasos?
¿Quién no le teme a la humillación pública?
¿Quién no le teme al desamor?
¿Quién no le teme al fracaso?
¿Quién no teme perder su virginidad?
¿Quién no teme envejecer?
¿Quién no teme perder a un ser querido?
¿Quién no teme a la muerte, a lo desconocido?
Y… ¿Por qué no?
¿Quién no le teme a que su brillo labial "permanente" en realidad no fuese permanente? XD
Bien, todos tenemos miedo.
¿Quién no?
Aquel que no le tenga miedo a nada, nada de lo que acontece en la vida, ni a la propia vida, puedo asegurar que, obviamente, está mintiendo o, lo más ilógico que se me puede imaginar, no es humano.
Pero, ahora, les contaré una historia que impactó a la sociedad femenina, en una ciudad de Japón, Hokkaido.
Una historia que, más que miedo, era fobia a un simple hombre, hombre que intimidó a más de una…
Hasta este entonces…
