Capitulo 1 DESPERTAR
¿Por qué nadie apaga el fuego?, ¡me quemo!, que alguien termine de matarme por favor, ¡MATENME, MATENME, MATENME! ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!...
Concéntrate en otra cosa. Me ordené
Intenté encontrar algo en que concentrarme, pero era casi imposible ignorar el fuego incandescente que recorría el interior de mi cuerpo, no sabía cuanto tiempo llevaba así, me estaba retorciendo de dolor pero no gritaba yo misma había apretado mi mandíbula con fuerza. Todo lo que estaba sintiendo era nuevo para mi cuerpo pero mi cerebro ya lo conocía, sabía que el fuego acabaría junto con los latidos de mi corazón y que cuando todo acabara, mi cuerpo no sería el mismo.
Encontré en que concentrarme, aunque mi cuerpo no dejaba de retorcerse, ese movimiento no estaba en mi cerebro, no eran recuerdos eran mas bien descripciones combinadas con mi imaginación, en mi cerebro la persona que describía esa tortura no se podía mover y no quería gritar, de ahí mi decisión de tampoco hacerlo.
El ardor fue desapareciendo de mis extremidades y por lo que sabía, pronto acabaría y despertaría a mi nueva vida. Mi corazón se aceleró, parecía que había corrido un maratón dos veces seguidas, y el fuego solo se había concentrado en mi pecho, de pronto desapareció al igual que los latidos de mi corazón.
Sentí algo tibio sosteniendo mi mano, no abrí los ojos, sabía que todo sería diferente, que todo sería confuso, que tenía que enfrentarme a muchas sensaciones nueva para mi cuerpo, mi cerebro tenía una perspectiva de cómo sería. No me moví por un largo rato y lo que sostenía mi mano se tensó, en mi interior sonreí, en la descripción alguien maravilloso sostenía una mano y me animé a abrir los ojos.
Como lo había esperado, todo se veía diferente, más brillante, mas detallado más hermoso, mucho mejor de lo que había imaginado. Giré mi cabeza ansiosa por ver el rostro de quien sostenía mi mano. Unos ojos rojos se encontraron con los míos, ese color no era el que esperaba, hice lo que la descripción me indicó; Al tiempo que pensé en alejarme, ya estaba del otro lado de la cama en la que estaba acostada, me acuclillé y mostré los dientes en signo de advertencia; miré al dueño de esos ojos rojos, en mi cerebro no había descripción de él, pero me parecía familiar.
Era un hombre de estatura promedio, cabello castaño, pómulos resaltos, ojos pequeños pero expresivos, unas cejas simétricas muy poco pobladas, justo lo necesario para no parecer afeminado, su rostro en general era muy masculino y aniñado, en realidad era guapo. Su piel blanca, su apariencia perfecta y sus ojos rojos era lo único que había en la descripción. Era un vampiro.
-Tranquila todo está bien- dijo él hombre con ternura.
Su voz me era muy familiar y me hizo sentir protegida, me erguí pero seguía tensa y a la defensiva, no me tranquilizaba no encontrar descripción en mi cerebro de él.
-Jade, soy yo tranquilízate- dijo y avanzó hacia mí. Alcé la palma de mi mano hacia él en señal de alto, se detuvo.
Miré mi mano, me tranquilizó que la descripción que tenía de cómo seria mi piel si había concordado, en realidad todas las nuevas sensaciones eran iguales a la descripción aunque se sentían mucho mejor. El hombre se volvió a mover y me volví a tensar, mi mano seguía extendida igual que la de él, miré al hombre con detenimiento, una imagen de él llegó a mi cerebro, una imagen no una descripción, en mi cerebro él se veía diferente, humano y su mirada hacia mi también lo era. El hombre que tenía parado frente a mi me miraba con ternura y preocupación, él de mi cerebro con lástima y rechazo.
El vampiro entrelazó sus dedos a los míos, la sensación fue placentera, muchas imágenes llegaron a mi cabeza, todas de él y yo: riéndonos, jugando, abrazados, platicando… ¿besándonos? Esas imágenes no estaban en mis descripciones.
El vampiro me abrazó, me sentí relajada.
-Arthur- dije en un suspiro
-¿Todo está mejor?- me susurró al oído
-Eres tibio- le dije recargando mi cabeza en su hombro. Él soltó una risita.
-Ahora tenemos la misma temperatura-
-Lo sé- dije y lo miré a los ojos.
El color me confundía, por una parte en mi descripción concordaba con los vampiros en los que no debería confiar, pero por otro lado, la sensación que tenía era diferente, esos ojos me expresaban protección, cariño, amor. Yo lo conocía y lo quería, en mis sentimientos no había confusión alguna esa solo era sobre los recuerdos
-Debes tener sed- me dijo
Me aparté de él un par de pasos, tenía razón sentía ardor en mi garganta pero la había ignorado tal como en la descripción.
-¡Vamos!- dijo tomándome de la mano –encontraremos algún humano solo.
-¡No!- solté su mano con brusquedad -¡humanos no!- Me miró con el ceño fruncido.
-Tienes que saciar tu sed- me dijo confundido.
El ardor era doloroso, pero cazar humanos no era correcto en mi descripción.
-Por favor, todavía no- supliqué
-Es peligroso que permanezcas con sed- me dijo tiernamente.
Una descripción me dio la solución para acabar con ese problema, por el momento.
-Consígueme sangre de un hospital, puedo beberla de una copa- dije con rapidez. Su ceño se frunció aun más.
-Por favor- lo piré de la forma en la que las imágenes me decían que yo conseguía que él hiciera lo que pedía, era mi mirada de cachorro. Él suspiro y asintió.
-Vuelvo enseguida-
-Sin matar- ordené. Asintió y se marchó.
Estando sola me pude poner a pensar, había varias cosas que me confundían, primero, ¿de dónde demonios había sacado esas descripciones? Eran exactas, por lo menos a lo que se refería sobre lo que sentiría durante y después de mi transformación, Arthur ni yo aparecíamos en ellas, todo era la descripción de alguien más. Segundo, los recuerdos que tenía de mi vida humana no los sentía completamente míos, para mi eran de otra persona aunque muy parecida a mi y tercero, muy en el fondo de mi cabeza había otras imágenes no muy claras, pero las sentía mas mías.
Intenté tranquilizarme, respiré profundo y logré hacerlo. Me di cuenta que estaba en una habitación, demasiado oscura, aunque para mis ojos eso no era problema, mi descripción me decía que le faltaba luz, colores claros y los recuerdos me indicaron que era de Arthur, recordé haber estado muchas veces ahí, ese vampiro era… ¿mi pareja? Aunque me pareció extraño, las descripciones me decían que solo había existido una pareja de una humana y un vampiro, y esos no éramos nosotros. Pero aun así los sentí correcto una parte de mi amaba a ese vampiro.
Caminé por la habitación tratando de resolver el misterio de mis descripciones y recuerdos. Pasé por el espejo y la imagen extraña me llamó la atención, me miré fijamente, me impresioné tal como la descripción me dijo que lo haría, mi cabello castaño oscuro rizado caía sobre mi espalda, me pareció precioso ni en los recuerdos ni en mis recuerdos borrosos lo había tenido tan hermosos, mis ojos eran color escarlata, terroríficos, mi cara me impresionó mas que la figura esbelta y fuerte que recordaba no haber tenido de humana, tenía busto grande y perfectamente firme, eso me hizo sentir orgullosa; mi rostro era perfectamente simétrico, pómulos abultados haciendo ver mi cara ovalada, mis labios eran pequeños aunque perfectos y carnosos, sonreí y pude ver algo familiar que me hizo sentir que era yo, tenía hoyuelos, casi imperceptibles, pero ahí estaban, mi descripción decía que eso no debía ser, los vampiros eran perfectos y los hoyuelos, aunque eran lindo, era una imperfección. En mi cabeza había tres imágenes de mi misma, la del espejo, la humana de los recuerdos que no sentía míos y había una no tan clara la cual sentía mas mía. Esa ultima se veía triste, desaliñada y siempre leyendo.
¡Leyendo!... eso es.
Con tanto espacio en mi cabeza podía razonar mejor, vinculé todas mis imágenes ignorando lo confuso del asunto. Las descripciones que había en mi cabeza no era algo que hubiera escuchado o visto, era algo que había leído no de forma científica, las descripciones eran mas sencillas. Me sentí mejor, aunque algo preocupada. Busqué en los recuerdos y no encontré nada que me dijera que leyera muy a menudo, eran difusos los recuerdos en los que no estaba presente Arthur pero aun así estaba segura que no había ninguno que me indicaradonde había leído esas descripciones que más bien eran narraciones.
Me esforcé por buscar en mis recuerdo, fue algo difícil, eran lejanos pero ellos me dejaron saber que esa yo leía mucho sobre una saga, una de romance entre un vampiro y una humana. Era totalmente estúpido lo que había deducido, no lo entendía por completo, pero era lo mejor que tenía. Había dos opciones o la historia de los libros era real o yo me había trasladado de alguna forma a un libro. Me incliné por la primera opción, la historia era real.
No me sorprendió cuando Arthur entró, ya lo había escuchado por lo que relajé la expresión de mi rostro y sonreí para mirarlo.
-Aquí está, chaparra- me dijo mostrándome unas bolsas con sangre. El olor hizo arder mi garganta aun más y se me hizo agua la boca. –Te la serviré en una copa- dijo y sacudió la cabeza, para él eso era algo extraño.
Mientras bebía esa deliciosa bebida me concentré en acomodar mis descripciones/narraciones, la primera en llegar a mi mente fue una en la que a la protagonista se le sirvió sangre en una copa para fortalecerla, por alguna razón no recordaba los nombres. Poco a poco toda la historia se armó en mi cabeza, la repasé una y otra vez, encantada con ella, había muchas emociones, sobre todo mucho amor. Un apellido llegó a mi cabeza
-Cullen- susurré
-¿Qué dijiste?- dijo Arthur sentándose junto a mí, pasando uno de sus brazos por mis hombros. Yo ya había terminado de beber, estaba satisfecha.
-Cullen- repetí mirándolo a los ojos.
-¿Quién es?- dijo en tono celoso, eso me gustó.
-Es una familia de vampiros- dije divertida
-¿Familia de vampiros?- eso me lo esperaba, entre vampiros no había familias, según la historia de la saga.
Para mí era algo normal ya que en mi cabeza yo conocía a cada miembro de la familia perfectamente, como deberían verse y comportarse, sus historias, sus relaciones, sus habilidades, todo, excepto sus nombres. Sabía donde encontrarlo y deseaba hacerlo. Pero no quería decidirlo todavía eso advertiría a una pequeña mujer miembro de esa familia.
-Sabes… estuve investigando- comencé a mentir, para eso necesitaba evitar sus ojos por lo que me puse a jugar con la copa vacía que seguía en mis manos.
-¿Sobre qué?- dijo con interés
-De lugares donde podríamos vivir-
-¿Vivir?... ¿quieres establecerte?- preguntó sorprendido
-Sí, no me gustaría ser nómada… hum… podríamos vivir en algún lugar donde el clima sea lluvioso la mayor parte del tiempo-
-Me parece que ya tienes una idea de donde hay un lugar así- dijo poniendo un dedo en mi barbilla y obligándome a mirarlo.
Asentí y le sonreí. Todavía no tenía decidido si buscaría a los Cullen pero me agradaba la idea de tener un hogar.
-¿Dónde es eso?-
-En Washington, en un pueblito llamado Forks- me emocioné cuando cambió su expresión de confusión a una calculadora.
En mis recuerdos reconocí esa expresión, a él también le gustaba la idea, aunque me haría sufrir un poquito. Y así lo hizo, se levantó del sofá y se quedó pensando un buen rato mientras miraba a través de la ventana.
-¿Arthur?- dije y lo abracé por la espalda él acaricio mis manos -¿Vamos a ir?- se giró en el circulo de mis brazos quedando frente a mi y me sonrió.
-Vamos a Forks- dijo. Me pegué a su pecho feliz, levantó mi barbilla y me besó tiernamente eso se sentía bien, muy bien.
Para ser la primera noche los dos como vampiros debió de haber pasado algo mas entre nosotros, pero no fue así, estaba confundida, me gustaba estar a su lado y que me besara pero a la vez sentía que no era yo, además de que él no hizo ningún intento imaginé que se debía a que por ser neonata, creyó que solo estaba concentrada en mi sed, pero no era así, mi concentración era en los Cullen.
No fue muy difícil organizar todo para irnos, como Arthur era nómada no tenía muchas cosas y yo no tenía ninguna, con excepción de una pequeña cuenta en el banco con una considerable herencia, eso no ayudó a conseguir un coche, Arthur fue el encargado de eso yo debía deshacerme de la improvisada habitación, "no hay que dejar rastro nunca" era su regla ahora mía. Las cosas que había en esa cueva, (en realidad era una cueva), las fui dejando en algunos lugares que sabía que los necesitarían, no me estaba comportando como un vampiro normal, mas bien estaba siguiendo la filosofía Cullen de manera inconsciente.
Viajamos en un Eclipse negro, debo admitir que iba fascinada con el auto pero no podía desechar mi costumbre humana de pensar en el derroche de dinero, cosa que hacia reír a Arthur, decía que como vampiros no necesitaríamos el dinero mas que para ropa y transporte. Si Arthur conociera a la pequeña mujer Cullen, no pensaría que necesitaríamos poco dinero para ropa.
Todo el camino de California a Forks me la pasé evitando decidir si conocer o no a la familia, por una parte para evitar las visiones de la pequeña y por otra no estaba segura si la saga era real, el principal propósito del viaje era descubrir si estaba loca o no.
Cuando llegamos al pueblo le anoté un punto a la saga, todo era tal y como lo describía, vi algunos chicos que encajaban con las descripciones de algunos humanos del libro. Todos miraban el coche, Arthur había decidido manejar a la velocidad marcada por la ley, no estaba segura con que fin pero se lo agradecí, pude observar y escuchar con mas claridad, Pasamos a lado de unos chicos que me parecieron muy familiares.
Uno de ellos silbó al ver el coche.
-Los Cullen tienen coche nuevo- dijo un rubio
-No sería nada extraño, con el dineral que tienen- dijo una chica con el pelo rizado
-Hum… los Cullen- dijo Arthur con mirada inquisidora
-Es una coincidencia- mentí. El no me creyó pero no dijo nada.
Comprobado, la historia era real, por lo menos en la parte en la que existía una familia Cullen en el pueblo de Forks y al parecer con mucho dinero, otro punto para la saga.
Continuamos el recorrido buscando un lugar adecuado para quedarnos mientras decidíamos establecernos. Arthur estuvo a punto de dirigirse a La Push, espantada giré el volante para evitar que se dirigiera hacia allá.
-¡¿Qué te pasa?!- me gritó.
-Licántropos- le dije y me mordí la lengua al tiempo que el frenaba de golpe.
-¡¿Qué?!- gritó mirándome, me encogí
-Ah ¿no te dije?- dije inocentemente aunque esperando la reacción
-No lo creo… lo hubiera recordado- me dijo entre dientes, muy molesto
-No es nada, solo no debemos entrar en La Push- le dije con tranquilidad.
Los Cullen ya no tenían problema con los licántropos pero nosotros no éramos parte de la familia, así que me pareció adecuado que mantuviéramos el tratado que aunque no era para nosotros mantendrían las cosas en paz.
-¿Cómo lo sabes?- dijo volviendo a la carretera y sin mirarme
-Lo investigué- mentí
No quedamos en silencio por un buen rato, Arthur se desvió a una camino de terracería y se detuvo ocultando el coche entre los arboles.
-No soy ningún idiota Jade- dijo entre dientes sin mirarme
-Nadie dijo que lo fueras- susurré
-Explícame que es todo esto… Cullen… hombres lobo… ¿Qué buscas aquí?- exigió
-No lo sé- me encogí de hombros –es que me gusta su forma de vida.
-¿Qué forma de vida es esa?- seguía serio.
-No se alimentan de sangre humana-
-Estás loca-
-No lo estoy… es verdad-
-¿Cómo lo sabes?- dijo cruzando los brazos en su pecho.
Esa era una pregunta que no podía contestar con sinceridad, que le diría, "fíjate que me parece que en otra vida leí una saga en la que describen a la familia Cullen y te he traído hasta acá para conocerlos" claro que no, no me iba a creer, ni yo misma lo creía, ese sería mi secreto.
-Lo investigué ya te lo dije-
-Y yo ya te dije que no soy un idiota… esa información solo un vampiro la sabría… y tu solo llevas algunos días como vampiro y jamás te has separado de mi-
-Lo supe cuando era humana- mentí.
Y siempre que mentía me descubría y me fulminó con la mirada. Suspiré y lo miré con ojos de perrito
-Confía en mi no te traería aquí si fuera peligroso… es que no me gusta la idea de matar humanos-
-Ese no había sido problema para ti antes- dijo confundido
-Pues no, yo no era la que mataba- dije algo sarcástico. Se quedó pensando con el cejo fruncido y después suspiro y me sonrió
-¿Qué vamos a hacer entonces?-
-Hum… de eso quiero hablarte- dije encogiéndome de hombros
-¿Otra cosa que me ocultas?- asentí apenada –suéltalo-
-No podemos hacer nada decididamente… bueno, nada que tenga que ver con los Cullen-
-No te entiendo- dijo sacudiendo la cabeza
-Uno de ellos tiene la habilidad de predecir el futuro, pero solo si alguien ha tomado una decisión y ella vigila todas las decisiones que tengan que ver con su familia-
-Hum… ¿y tu no quieres que sepan que te gustaría conocerlos?- pareció mas una afirmación que una pregunta. Negué con la cabeza.
-Necesito estar segura que son buenos… ¿me ayudaras?-
-Sabes que sí- me sonrió y se inclinó para besare. Su aliento en mi boca me volvía loca, pero me controlé, cosa rara en un neonato que no fuera miembro de la familia Cullen.
Sabía que él me seguiría a donde fuera aunque tuviera que cambiar su forma de vida, pero eso era lo bueno de Arthur, le gustaba experimentar, así que no se negó a intentar ser como los Cullen en caso de que comprobara que son buenos y de que ellos nos aceptaran.
