Los personajes de League Of Legends pertenecen exclusivamente a RIOT GAMES.


Una batalla más, daba comienzo en League of Legends, concretamente en el mapa de El abismo de los Lamentos.

El equipo morado se componía de campeones a meleé básicamente, excepto Karthus, quien trataba de llevar a su equipo a la victoria... O al menos eso intentaba, pues no podía hacer mucho si su Garen se lanzaba contra el equipo enemigo sin haber comprado un objeto siquiera.

—¿Está jugando mal a posta, verdad?— Preguntó Warwik, del equipo morado.

—Mi invocador es gilipollas, dice que ha perdido muchas por tontos y ahora os hará perder a vosotros.— Comentó Garen algo frustrado.

—Genial...— Karthus, suspiró con depresión, la partida anterior tampoco le fue muy bien, pues su invocador no tenía ni idea de manejarlo, y lo escogió para una clasificatoria, que por supuesto perdieron.

—¿Qué le está pasando al juego?— Comentó desde la lejanía Lux enemiga, mientras lanzaba una cárcel al Garen del equipo morado.

—No lo sé hermana, pero ojalá hagan que éste tipo de personas se vayan de la liga.— Dijo Garen antes de morir a manos de todo el equipo azul.

—Bueno, podemos hacer una cosa.— Comentó Karthus tomando a sus compañeros por los hombros, y aproximánolos a él. Excepto a Garen, quien aún no había reaparecido. —Mirad, Warwik y Leona suprimiréis uno a Lux y otro a Sivir, que son las que más daño harán, luego Riven y yo haremos el daño... Y cuando llegue a nivel seis ¡Todo será prefecto!— Exclamó entusiasmado la voz de la muerte.

Algunos minutos después, precedidos de bastantes muertes cortesía de Garen, al fin los dos equipos alcanzaron el nivel seis, una lucha intensa se produjo cuando éso ocurrió.

Warwik pilló a Lux desprevenida, el momento perfecto para lanzar en ella su habilidad definitiva. Por otro lado, Leona buscaba con desesperación a Sivir, quién había logrado evadir su Espada del Cénit (e) con ese dichoso y maldito escudo.

—Maldición.— Dijo en voz baja, pero su invocador le dio la orden de lanzar destello y con su Escudo del amanecer (q) logró llegar a ella.

La lucha había salido algo mal para el equipo de Karthus y sus compañeros, Garen había regalado otra muerte y ellos se las veían muy mal por ganar una lucha siendo sólo cuatro.

—¡Apartaos, iros de la lucha!— Karthus indicó a sus aliados que se retiraran, iba a lanzar su habilidad definitiva, el ansiado Réquiem estaba siendo casteado, tendría un asesinato triple como mínimo, pero... No lo lanzó.

Entre la maleza, los arbustos una silueta morada apareció como una luz, como una estrella fugaz que silenció a Karthus, impidiéndole así lanzar su Réquiem.

—¡Estúpida!— Con furia y ojos de rabia, trató de alejarse un poco, cerca de su torre alidada, y ahí lanzó su Réquiem y esperó la gloria... Esperó...—¿Qué mierda?— Decaído por nisiquiera haber tenido una sola muerte a su favor, la voz de la muerte se adelantó para ver qué había ocurrido. —Soraka...— Murmuraron Warwik y Karthus al unísono.

La hija de las estrellas rió, con esa risa tan dulce que sólo ella tiene... Lo cual hizo que Karthus se enfureciera aún más.

—Juro que serás la primera en morir a mis manos.— Le amenazó, pero ella simplemente, rió.

La partida había finalizado, Soraka mató en dos ocasiones a Karthus y en una ocasión a Warwik... Pero ella no murió ni una vez. Por supesto, victoria aplastante para el equipo azul.

Ya en la sala de descanso, todos los personajes regresaban a la sala de teleportación para ser dirigidos a sus hogares. Soraka esperaba su turno, cuando una gélida y huesuda mano hizo que diera la vuelta bruscamente.

—¡Auch!—Se quejó la peliblanca.

—Vaya, parece que por fin he logrado tocarte.— Comentó molesto Karthus alejándose un poco de ella. —Me has hecho la partida imposible, que lo sepas.— Sentenció furioso.

—¿No me digas?— Rió Soraka, le miró y se puso algo seria. —Por algo somos enemigos ¿No?— Le dijo.

—Sí, lo sé.— Comentó mirándola. —"Soraka está mucho más bonita desde el rework visual que le hicieron..."— Pensó para sus adentros.

Tratando de evadirse de lo que acababa de pasársele por la mente, continuó conversando con ella.

—Pero bueno, no soy tu único rival. Warwik también debe ser un digno oponente.— Comentó Karthus con algo de enfado.

—¿Tienes celos, muerte?— Rió la peliblanca tapándose la boca con una mano, mientras con la otra sostenía su cetro. Luego, le miró, y la mano que tapaba su buca, se posó sobre el gélido hombro de su contrincante. —Luchar contigo es mucho más entretenido.— Karthus miró cómo ella le había tocado... Poca gente lo hacía, y poca gente se acercaba a él, pues de pequeño jamás quiso contacto con nadie y ella estaba ahí, entablando conversación, no le rehuía...

Sumido en sus pensamientos, y embobado por los ojos de Soraka, no notó que ya había llegado la hora de que Soraka se fuera. —Bueno, ya es hora de irme, debo descansar.— Comentó la dríada sonriéndole.

Se dio la vuelta para entrar en la cabina de teletransportación, Karthus miró a su al rededor, no había nadie... Tomó la mano de Soraka, la atrajo hacia él y le dio un... abrazo.

Soraka, entre la sorpresa y el miedo se quedó paralizada, pero se obligó a volver en sí misma para corresponder.

Karthus estaba frío, gélido podría decirse pero... Se sentía bien, no olía a nada, aunque notaba sus manos recorrer su espalda hasta sus caderas, la separó un poco de sí, y la miró.

—Gracias por acercarte a mí.— La expresión de Karthus era... Bueno, no tenía expresión pero el ambiente era agradable para la dríada, no quería irse, estaba cómoda.

—N-no tienes porqué.— Comentó sonrojada Soraka, tocándose tímidamente la punta de su coleta, poniéndosela a un lado, reposándola en su hombro.

Karthus rozó suavemente la mejilla de su compañera y con algo de lentitud se acercó a ella.

—"¿Quiere besarme la mejilla?"— Se preguntó Soraka sorprendida. —So-somos rivales.— Comentó nerviosa.

Karthus se apartó de inmediato al escuchar esas palabras.

—Lo siento.— Esas disculpas que salieron de la boca de la muerte eran amargas y no sinceras, de verdad hubiera querido tener una amiga, alguien con quien compartir sus días, sus anécdotas en la Liga de las Leyendas, o contarle cosas como aquella vez que intentó emborracharse con Gragas y el vino le resvaló por las costillas... Luego tuvo que llevar la túnica a la tintorería, fue bastante embarazoso... Rió para sí mismo recordando la escena, luego miró a su compañera que aún le observaba... —"¿Está sonrojada?"— Se preguntó nervioso. Tragó saliva y volvió a tomar a Soraka de la mejilla, acercándola a él, ésta vez ella no opuso resistencia, no habló y no se quejó.

Los esqueléticos labios de Karthus rozaron la tierna mejilla de Soraka, haciendo que los dos personajes se separaran al instante de la vergüenza.

—Bu-bueno, entonces ya nos vemos.— Rígida como una estaca, Soraka se quiso dar la vuelta para irse a casa pero... No podía, sus ojos estaban clavados al suelo y sentía cómo la sangre daba una fiesta en sus mejillas, sonrojándolas como nunca.

Miró hacia arriba, Karthus la observaba extrañado.

—¿Qué te pa-...— Antes de acabar de hablar, la dríada dio un paso adelante, puso sus patas de puntillas, apoyó sus tiernas manos en los hombros de la muerte y... Juntó sus labios, con los de él. Las manos de la dríada apretaban fuertemente las solapas de la túnica de Karthus, él por otro lado no sabía... cómo reaccionar.

—"¿Qué es éste calor dentro de mí...?"— Era la pregunta que se hacía como mil veces por segundo... No sabía qué hacer, pero su cuero reaccionó sólo.

Las manos de Karthus fueron lentamente de la espalda de Soraka hasta su cintura, atrayéndola a él, con suavidad fue caminando hacia una pared cercana, acorralándo ahí a su dríada, la boca de la muerte recorrió el morado y jugoso cuello de Soraka, aspirando lo poco que podía aspirar de su dulce olor. Un jadeo surgió de la boca de la dríada, lo cual propició en el cerebro de Karthus una expecie de excitación, pero no tenía nada que ver a cuando se hacía un cuádruple o algo por el estilo... Era totalmente diferente. Ésto le gustaba más, y quería volver a escucharla hacer eso.

Volvió a besar el cuello de Soraka, ésta vez también lo mordisqueó con suavidad, y como así quiso, otro jadeo salió de la boca de Soraka.

—¿Qué es ese sonido? Haces que me vuelva loco.— Comentó furioso pero a la vez, se sentía extraño.

Soraka sonrojó ante su comentario, pero no pudo decir nada, pues Karthus volvió a besar su cuello, y ella jadeó.

—Hazlo más.— Ordenó Karthus.

—Pues bésame más.— Comentó Soraka en un susurro, casi sin poder hablar.

Acatando lo que su dríada le había dicho, besó a Soraka durante largos minutos y ella proporcionándole lo que él quería, oírla jadear...

—"Ésto sí que es música..."— Pensó Karthus para sí.

Pasó un largo rato y los dos personajes se sentían cansados... Sus respiraciones eran agitadas, Soraka se sostenía con la espalda apoyada en la pared, y Karthus tenía los brazos a cada lado de ella. Soraka estaba sonrojada, y si Karthus tuviera cara, también lo estaría...

—¿Qué estamos haciendo?— Preguntó Karthus volviendo a besar, ésta vez en los labios de la dríada. —Se supone que nos odiamos.— Deshizo el beso para hablar, y luego volvió a besarla.

—No sé, pero m... Me gusta.— Cortos pero intensos besos recorrían ahora la clavícula de Soraka, por parte de la voz de la muerte, lentamente bajó el tirante del vestido besando así su hombro. —Karthus... Alguien podría vernos...— Comentó sonrojada y entre jadeos.

—Es cierto...— El nombrado se apartó de ella con suavidad, y se miraron mutuamente.

Soraka se arregó un poco el vestido, poniendo el tirante en su sitio y volvió a mirar a su... ahora compañero.

—De-deberíamos irnos.— Soraka se alzó sobre sus patitas y besó de nuevo a Karthus, yéndose a la cabina de teleportación, despidiéndose de él con la mano, sonrojada.

La voz de la muerte se quedó sólo y pensando en lo que acababa de pasar con esa maldita dríada... Suspiró y se imaginó continuando esa escena en un sitio más tranquilo, más íntimo...

—Ojalá tuviera una máquina del tiempo para volver a ser humano y...— Paró y se quedó petrificado al ver un tierno viejecito pasar por delante de él, con un hernorme reloj a cuestas.

—¿Zilean?— Le llamó.

—¿Sí?— Preguntó el nombrado, dándose la vuelta.

—...¿Podemos hablar?— Preguntó algo avergonzado, acercándose al viejo, tomándole del hombro y llevándolo con él para tener una interesante conversación... Sobre el tiempo.


¡Hola! Hoy vengo con una pareja un poco... ¿Rara? Pero aún así tierna. ¿Del amor al odio un paso, no? xD Pues éstos dos son la más pura esencia de ese dicho.

¿Os ha gustado? Si es así hacérmelo saber en los comentarios, añadiéndolo a favoritos y demás. n_n

¿No os ha gustado? Podéis criticar diciéndome el porqué y trataré de mejorar.

Se supone que iba a hacer un capítulo, pero se alargó bastante por lo que veis, así que pondré dos.

¡Un saludo! Nos seguimos leyendo.