Titulo: Un vampiro en mi cama
Publicaciones: Mundo Sasusaku, Deviantart, Fanfiction.
Advertencias: Malas palabras, muerte de personajes (Y el terrible Ooc, créanme, trato de evitarlo)
Disclaimer: Ni Naruto ni sus personajes me pertenecen, son de Masashi Kishimoto, yo solo utilizo sus personajes, pero la trama y la historia son mías.
.-Un vampiro en mi cama-.
"La mejor manera de subirse el ánimo es con una buena taza de café", afirmaba mi padre. Miré la taza de café humeante entre mis delgados dedos y un suspiro escapó de mis labios.
Aquél sería sin duda un día en el que debía sentirme bien por lo que había optado por seguir al pié de la letra las palabras de mi padre, él siempre tendía a tener la razón.
Aquel momento era especial, recién terminaba de desempacar las cosas en mi casa. Quería independizarme, recién cumplía mis veinte años, estaba a punto de culminar mis estudios y a pesar de aquello ya tenía mi puesto asegurado en uno de los mejores despachos de abogados de la ciudad –todo gracias a los años de esfuerzo que había dedicado a mis estudios-.
Probé un sorbo del delicioso café, mis papilas gustativas agradecían el exquisito sabor.
Miré a mi alrededor, la casa se sentía vacía, demasiado, pero era normal que me sintiera así, provenía de una familia grande, vivía en casa junto con mis padres y mis cuatro hermanos, uno mayor y los demás más pequeños que yo…realmente les extrañaba.
Escuché una puerta azotarse y la fuerte brisa que entraba por la ventana de la cocina golpeó mi rostro mientras revolvía mis cabellos. Me levanté a cerrar la ventana, volví a buscar mi café.
Levanté la mirada hacia la puerta de la cocina -con la taza de café entre mis dedos- y pude observar una sombras pasar frente a la puerta, me estremecí. Yo no era una miedosa pero comúnmente estaba siempre rodeada de mi familia, me hacían sentir más segura.
— ¿Hay alguien ahí? —pregunté aterrorizada. "No seas tonta Sakura, si un ladrón entra a casa, obviamente no avisará que está allí", me dije a mi misma y luego dejé la taza de café sobre me mesón de la cocina, un poco molesta por la voz en mi cabeza.
Tomé lo primero que encontré, una sartén. Me imaginé dentro de una película de suspenso donde la chica aterrada toma lo primero que encuentra y va en busca del asesino. Debía verme realmente ridícula en aquél momento y la verdad me sentía bastante estúpida mientras mis manos temblaban y sudaban aferradas al mango de la sartén.
Comencé a caminar, mis manos temblaban y se aferraban cada vez más fuerte, tanto que comenzaba a doler. —Debo poner un sistema de seguridad —me dije, mirando hacia la puerta.
Continué observando a mi alrededor y a los pies de la escalera pude ver a un perro, un cachorro a decir verdad. El pequeño ser gimió de pavor –quizás-.
El can me miraba con sus oscuros orbes, temblando y gimoteando mientras su cola se movía frenéticamente.
Suspiré aliviada, dejando que mis manos se relajaran e intentando que mi corazón comenzara a latir con normalidad, un poco más de fuerza y habría dejado mis manos marcadas en el jodido mango de la sartén.
— ¡Me asustaste! —le acusé, el cachorro dio unos pasos atrás, parecía mirar detrás de mí. Me di la vuelta -sumida en el pánico- pero no había nada. —No me asustes —le pedí.
"Genial, ahora culpas a un animal", me repliqué mentalmente. Tomé al cachorro entre mis brazos, con cuidado de no molestarle con la sartén y volví a la cocina, dejé al cachorro en el suelo -mientras que pensaba seriamente lo del sistema de seguridad- Dejé la sartén en su lugar y miré por la ventana, llovía.
Era una lluvia de aquellas que solían caer cuando alguien moría, era curioso pero recordaba que, desde pequeña, cada vez que alguien moría caía un gran torrencial y solía pensar que el cielo lloraba con nosotros.
Cerré la ventana que había vuelto a abrirse misteriosamente y volví a coger el animal, verifiqué que la puerta principal se encontrara cerrada con seguro y luego subí las escaleras.
Miré al cachorro entre mis brazos, parecía cómodo, revisé su cuello pero no tenia collar.
—Si no eres de nadie, podrías quedarte aquí —le dije, entré a mi habitación, dejé al animal en el suelo y cerré la puerta. —Iré a bañarme, tú quédate ahí —le ordené. El can entendió a la perfección y se sentó mientras meneaba su cola para mí.
Busqué algo en mi armario, necesitaba ponerme algo abrigado si no quería morir de hipotermia. Entré en la próxima habitación, me di una ducha con agua tibia y luego me vestí.
Al salir del cuarto de baño busqué al cachorro, pero no le encontraba en ninguna parte. Intenté girar la manilla de la puerta pero por alguna razón esta no se movía en lo absoluto.
—No puedes salir —escuché detrás de mí. "Como si no fuese obvio", pensé, pero me di cuenta de que aquella otra voz no había venido precisamente de mi cabeza. Me di la vuelta –nuevamente aterrada-. Detrás de mi había un hombre joven de cabellera oscura, piel nívea -demasiado pálida a decir verdad - y poseedor de unas orbes de extraño color escarlata, una mirada demasiado penetrante que parecía mirar más allá de mi piel.
— ¿Q-qué hace u-u-usted aquí? —pregunté, intentando sonar valiente, pero se me notaba a leguas el pánico que me embargaba. Justo en aquél momento se me había dado por tartamudear.
El joven hombre retrocedió y se sentó en mi cama, aquello lo había hecho de una manera muy rápida, casi imperceptible.
—No te alteres rosadita, solo me quedaré un rato —respondió con tono juguetón, olisqueando las sabanas.
Miré al sujeto, completamente anonadada ¿Cómo que quedarse "un rato"? ¿Por qué olía mis sábanas? ¡Ni siquiera había respondido mi maldita pregunta!
— ¡Pues no puede!, ésta es una propiedad privada —dije, haciendo énfasis especialmente en la habitación y en la cama de donde el sujeto no se había ni siquiera dedicado a levantar. Con un rápido movimiento apareció frente a mí, casi parecía haberse simplemente materializado justo en frente. Sentí su tibia mano acariciar sutilmente mi cuello.
—Hmp, eso ya lo sé —espetó, ¿Pero que le pasaba?, él era el intruso, no yo, la que debería estar molesta debía ser yo. Sentí sus manos en mis hombros, un escalofrío recorrió mi columna.
De pronto se aferró fuertemente a mis hombros y me lanzó sobre la cama. Mi cuerpo tembló y luego se tensó –lleno de terror-, mis piernas se cerraron involuntariamente mientras las lágrimas se aglomeraban en mis ojos. "¡Me va a violar!", pensé aterrorizada, pero no se acercó a la cama, simplemente permaneció de pie frente a ella.
—Me quedaré aquí por un tiempo —me participó, dándose el permiso por sí solo. Miré como levantaba la chaqueta de su fino traje y pude apreciar la brillante arma contra su abdomen. Tomó lo que estaba a un lado, una libreta oscura.
— ¿Dónde está mi perro? —pregunté, mirando a mi alrededor. Por más que mirase definitivamente no estaba. El morocho me miró un instante –con algo notable de fastidio-
—Tenía hambre y…—comenzó a decir mientras hacía un gesto con la mano, restándole importancia. Le miré horrorizada.
— ¿Te comiste a mi perro? —pregunté al borde de un colapso nervioso, Retrocedí sobre el colchón y mi espalda terminó pegaba contra la pared.
— ¡Llevaba tres días sin beber ni una gota de sangre, moría de sed! —gruñó. Se veía ligeramente furioso. Me estremecí, ¿Beber sangre?, el tipo era un completo psicópata.
— ¿Bebes sangre?, entonces eres un…—intenté decirlo, pero era demasiado absurdo.
—Vampiro —espetó, completando mi frase como si lo que acababa de decir fuese completamente obvio y tuviese sentido, todo aquello sin dejar de mirar la libreta. — ¿Te asusta? —preguntó. Negué con la cabeza –estúpida de mi pues él ni siquiera me estaba mirando- lo que realmente me daba miedo era el saber que estaba encerrada en mi habitación con un lunático que había matado a mi perro y que encima se creía vampiro.
—Mataste a mi perro —la voz se me quebró. No conocía realmente al perro pero si algo estaba claro era que la siguiente en morir sería yo.
—No voy a matarte, acabo de alimentarme, para cuando tenga sed de nuevo ya no estaré aquí —aseguró. Me quedé helada entre las sabanas, ¿Cómo sabía lo que pensaba? —Tengo dos mil trescientos cuarenta y ocho años, con el tiempo lo aprendes, mientras más años de vida tengas, mas fuerte eres, y desarrollas mas habilidades —me contó, lo había dicho muy rápido y restándole importancia a mis comentarios mentales.
Tragué saliva, sentía la garganta seca, muy seca. El hombre dejó la libreta sobre mi peinadora y miró su reflejo en el espejo, parecía concentrado en algo.
Esperen, ¿Reflejo?, ¡Los vampiros no tienen reflejo!, mentía.
—Si tenemos —gruñó con enfado, volviendo a mirarme. —Te lo piensas demasiado, ¿Podrías callarte por un instante?, necesito pensar algunas cosas y tú no dejas de joder —reclamó con tono autoritario, fruncí el ceño.
—Yo no estoy hablando, eres tu quien me lee los pensamientos, ¿No puedes pararlo o qué? —pregunté, me sentía llena de curiosidad, porque por alguna razón, comenzaba creerle al sujeto.
—Sí, pero contigo no puedo, eres molesta —replicó, sentándose en el borde de la cama. Se llevó las manos a la cabeza y pude ver múltiples cortes en ellas.
— ¿Y eso? —pregunté, miró sus manos.
—Me lo hicieron los jodidos demonios —informó. Lamió las heridas y estas sanaron de inmediato. Le miré atontada, ¡Acababan de desaparecer!...y no solo eso… ¿Demonios? —Por eso me he quedado aquí, tu casa apesta a humano, no me encontraran si permanezco aquí, luego de unos días se hartaran de buscar y podré irme—dijo, me aferré a las sabanas.
— ¿Y si vienen para acá?, ¡No puedes traer demonios a mi casa! —le grité. Volvió a verme, sus orbes ahora era de un color azabache, tan oscuras como la noche.
—No van a venir y si vienen servirás de distracción, comerán tu alma y yo podré largarme para buscar lo que necesito —dijo, volví a pegarme de la pared, ¿Realmente me usaría de carnada?
—Y si eres tan fuerte, ¿Porqué no los matas y ya? —pregunté. El hombre de cabellera azabache se sentó sobre el colchón, muy cerca de mí, mirándome fijamente a los ojos. Lucía molesto y visiblemente cansado de darme explicaciones.
—Estoy en mi etapa más débil, se supone que debería alimentarme a diario de sangre humana pero esos malditos me han estado siguiendo, no he logrado buscar victimas por lo que me ha tocado beber de las presas más fáciles —explicó, "Claro, y por eso te comiste a mi perro". — ¡Exacto!, si estuviera bien alimentado podría con ellos, no tan fácil como con cualquier otro ser, ya que estos son demonios —asentí, mareada con tanta información.
— ¡Pero los vampiros no existen! —repliqué, su mano sujetó rápidamente mi mentón.
—Yo soy un vampiro y si puedes verme, existo —soltó, con una sonrisa burlona en el rostro, se burlaba del temor que sentía.
Miré los brillantes colmillos en el interior de su boca, se veían reales, demasiado. Le observé acercarse peligrosamente a mi rostro, ¡¿Me besaría?!
—No, prefiero a los de mi especie —aclaró. Fruncí el seño, me sentía demasiado débil ante sus ojos, él podía leer cada uno de mis estúpidos e incoherentes pensamientos mientras que yo seguía sin saber mucho de él -mas allá de que era un vampiro de belleza extraordinaria y atemorizante, que estaba armado y que para colmo se había cenado a mi perro-.
— ¿Cómo te llamas? —pregunté.
—Sasuke —dijo, escueto. —No necesito que me digas el tuyo, sé que te llamas Sakura —dijo en tono frívolo.
— ¿Cómo puedes saber eso? —pregunté, mirando sus profundas orbes negras, parecían atraparme por momentos.
—Lo leí en los papeles de la casa, están debajo de tu cama —contó, le miré con el ceño fruncido. —Hay lugares más seguros y menos clichés que ese, humana.
— ¡Bájate de mi cama! —le grité, Sasuke dudó en hacerlo, pero luego se bajó de la cama. —Pongamos las cosas claras, tú no puedes revisar mis cosas, te estoy haciendo un favor al dejarte quedar en mi casa y si te vas a quedar… ¡dormirás en el suelo! —grité, podría sentir como el flujo de sangre aumentaba y cierta vena en mi frente se inflamaba. —O en tu ataúd… ¡O como sea!... ¡Pero en mi cama no! —aclaré, intentando sonar lo más autoritaria posible…pero él me miraba como si acabase de contar un chiste.
—Ves demasiadas películas, los vampiros no dormimos en ataúdes —explicó. —Y tampoco de cabeza… —gruñó al escuchar mis pensamientos. —En ese punto somos bastante humanos, tenemos la misma rutina de sueño que ustedes, en este mismo momento tengo sueño —continuó explicándome.
— ¿Duermes de noche?, pero según lo que tengo entendido los vampiros no salen a la luz del sol.
Sasuke caminó hacia la peinadora, tomó la libreta de antes y la guardó en el bolsillo interior de su chaqueta.
—Odiamos el sol, podemos salir a la luz del día, pero es muy molesto, por eso normalmente no lo hacemos —explicó, se cruzó de brazos y me observó debatirme mentalmente en si creer en sus palabras o no. — ¿En verdad me dejaras dormir en el suelo? —preguntó. Miré atontada la forma en la que sus labios se movían mientras pronunciaba aquella palabras, me sentí liviana y de pronto unos enormes deseos de tocarlos me llenaron desde lo más profundo de mi ser y...Espera…¡Me estaba manipulando!
Me levanté de la cama, giré la manilla de la puerta, descubriendo que aun no me dejaba salir. — ¿Puedes? —pregunté, volví a intentar y esta vez sí giró. Salí de la habitación dando largos pasos y siendo seguida por él.
Comencé a buscar en el armario del pasillo unas cuantas mantas, las dejé en sus manos y volví a la habitación. Él se paró a un lado, tomé una por una las mantas, acomodándolas en el suelo.
—Es todo lo que puedo hacer por ti —dije, mirando la "cama" que había hecho con las mantas. —Y no intentes manipularme.
—Hmp—soltó. Desabotonó su chaqueta y le miré dejar el arma junto con la misma justo a un lado suyo. Metió las manos en sus bolsillos y poco a poco los artículos se fueron apilando sobre su ía otra pistola en su espalda, dejó alrededor de seis estuches con municiones, una cajeta de cigarrillos, un encendedor dorado, una billetera, un pasaporte y unas cuantas monedas sueltas.
—Si tocas algo de esto, te jodes —amenazó.
—Apaga la luz, por favor —pedí, me tumbé entre las sabanas, y en cuestión de segundos la luz estaba apagada, la habitación se encontraba relativamente a oscuras, ya que mi visión nocturna me permitía ver ligeramente mi entorno. Me sentía insegura, ¿Realmente estaba en todos mis sentidos? Estaba dejando a un vampiro quedarse en mi casa, MI CUARTO.
Me acurruqué dentro de las sabanas, sentía mucho frío. La lluvia seguía golpeando la ventana y la brisa aullaba en mis oídos.
Miré hacia un lado de la cama –hacia el rostro de Sasuke-, sabía que aun no estaba dormido y sabía también que escuchaba mis tontos pensamientos, sobre todo aquellos llenos de inseguridad con respecto a su estancia en mi morada.
— ¿Quieres que duerma contigo? —preguntó.
—No —respondí rápidamente, podía sentir un escalofrió recorrer mi espalda, ¿Dormir con un vampiro?, eso jamás…aunque debía admitir que era un vampiro hermoso…uno que escuchaba todo lo que pensaba, ¡Demonios!
Sentí como el calor se me subía al rostro y casi pude adivinar que mi rostro ahora competía con el color de mi cabello.
En aquel momento podría estar durmiendo en mi nueva casa, acompañada del perro de antes… ¡Pero él había aparecido para arruinarlo todo! Podía jurarlo, si él no fuese vampiro, si no tuviese todas las posibilidades de aniquilarme, no le hubiese dejado quedarse.
Escuché una risa burlona, sabía que había escuchado mis pensamientos. Me tapé la cabeza con la sabana y cerré fuertemente los ojos.
"Duérmete Sakura, duérmete", me dije mentalmente. Relajé mis músculos, me dejé envolver en el débil calor que lograba capturar en las sabanas.
"Mañana será un buen día", dijo mi voz interna, dejándome caer en manos de Morfeo. Mis sueños se arremolinaron dentro de mi cabeza, el oscuro ambiente me envolvía, el olor a húmedo rozaba mi nariz, podía sentir unos fríos dedos tocar mi rostro. Un escalofrío embargó mi cuerpo y temblé bajo el contacto de aquella áspera piel.
Abrí los ojos horrorizada, no era un sueño, frente a mi había un hombre de piel rojiza.
Sus enormes ojos negros penetraron los míos con tan solo una mirada.
N.A: EDITADO 14/01/2015
Hace mucho que comencé este fanfic y viendo lo escrito me doy cuenta de como he evolucionado. Aún conserva errores y me gustaría editarlo un poco más pero creo que por ahora está bien. Seguiré editando poco a poco los siguientes capítulos sin cambiar la escencia del fanfic como tal. Este es el primer capítulo de esta historia, espero que le den una oportunidad y que la disfruten tanto al leerla como yo he disfrutado al escribirla.
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