¡Hola! Aquí regreso de nuevo con está historia que había abandonado, disculpen la tardanza pero no sabía como continuarla ahora planeó escribirla por completo.
La historia es una adaptación de mi libro Cristal de luna que lo pueden encontrar en wattpad.
Los personajes de GA no me pertenecen todo lo demás es mío.
Ellos eran los guardianes…
Durante años las familias reales honraron y respetaron el vínculo especial que su linaje formaba con los elementales de su reino. No obstante no todos comprendían la importancia y profundidad de este y se dejaban cegar por el poder que otorgaba.
Ella era la reina elegida…
Mikan Yukihara había sido escogida por la luna para gobernar su pueblo, sin tener idea de cómo hacerlo. Traicionada y dejada a un lado observaba como su reino era oprimido.
Los años pasaron y el delicado balance había sido alterado en los siete reinos, causando caos, confusión y guerras.
Y una misión tenía que ser cumplida…
Con el propósito de restaurar el orden en su reino Natsume Hyuuga debía encontrar a la joven de sus profecías. Sin embargo el tiempo se agotaba y un antiguo y oscuro mal asechaba toda la tierra.
Sus caminos estaban destinados a cruzarse y sus misiones a volverse una sola. No obstante en este viaje donde miles de vidas dependen de su éxito no había lugar para sentimientos tan complicados como el amor.
La magia mermaba.
Las tinieblas aumentaban.
Y una sola luz debía traer esperanza a todos los pueblos.
¿Podrían estos dos príncipes restaurar el orden de su mundo?
Prólogo
Lunarstrom
3 de abril.
El crujido de las hojas al ser pisadas resonó por todo el bosque asustando a las aves que graznaron fuertemente. Molesto por el ruido una figura encapuchada miro de nuevo su reloj y maldijo entre dientes. No debería haber contratado a esos hombres, tenía sus dudas sobre ellos cuando estaba en una de las sedes del gremio de mercenarios, había visto a un par de hombres y todo en ellos decía que no conocían el significado de discreción, por supuesto también había notado el hielo en sus ojos y estaba seguro que no les importaba a quien mataban siempre y cuando les pagaran, pero necesitaba sigilo y astucia para este trabajo y ellos ciertamente no eran adecuados, aun así el anciano mercenario le había asegurado que eran los mejores en su trabajo y exactamente la clase de personas que él necesitaba para completar esa misión,
Bufó. Serían perfectos si lo que deseaba era despertar a todo el palacio.
Irritado miro de nuevo el reloj y espero con impaciencia que aquellos hombres llegaran al claro en el que se encontraba. Finalmente luego de diez minutos tres hombres vestidos de negro aparecieron de entre los árboles.
—¿Qué les tomó tanto tiempo? —gruñó Kounji golpeteando el suelo con el pie—. El acuerdo era a la medianoche, y son las doce y diez minutos, ¿saben lo valioso que es el tiempo?
—Lamentamos la tardanza, excelencia —dijo el más alto de los tres haciendo una reverencia—. En orden de cumplir con su solicitud tuvimos que revisar el perímetro, son meros protocolos. Además este bosque es muy confuso, nos tomó un tiempo encontrar el camino.
Kounji apretó la mandíbula y contuvo las ganas de cortarle la cabeza al hombre con su espada. Le había dicho al anciano que los protocolos de revisión y escaneo del lugar eran innecesarios y se aseguró de que entendiera bien que prefería que los mercenarios se aprendieran de memoria los planos del castillo y del bosque antes de la hora acordada, algo que obviamente no hicieron. Se aseguraría de matar personalmente a estos tres junto con el viejo si las cosas no salían como deseaba.
—Tendrán que usar los túneles para acceder a la parte interna del castillo, ya que por su inaceptable tardanza perdieron el debilitamiento de la barrera —Kounji miró severamente a cada uno de los hombres.
—Por supuesto, excelencia —dijo el más bajo de los tres negándose a demostrarle al duque lo mucho que le molestaba la mirada.
Lee no era de los que dejaban que otros le dijeran que hacer y cómo hacerlo, y continuamente estaba en problemas por desafiar a hombres arrogantes como Kounji. Pero este trabajo aportaba la misma cantidad de dinero que ganaba durante todo el año, sin mencionar que no tendría que repartirlo entre Jules y Flin ya que el duque les pagaría individualmente.
—Una vez adentro, asegúrense de no dejar a nadie vivo. Ni siquiera el más humilde de los criados debe sobrevivir ¿entendieron?
—Sí, excelencia —Corearon los tres mercenarios. Luego de hacer una amplia reverencia se internaron nuevamente en el bosque.
Sonriendo cruelmente Kounji miró las imponentes murallas blanquecinas; en unas horas la familia real estaría muerta y él obtendría los poderes que el elemental del reino otorgaba a los reyes declarándolo como el sucesor del trono. Como dije la justicia no siempre vence, querido hermanito.
Con una última mirada el Archiduque le dio la espalda al palacio y se dirigió a la salida del bosque, dispuesto a subirse en su carruaje. Después de todo se supone que él debía estar en Strombolt —una ciudad a miles de kilómetros de allí— comandando la revisión de la mercancía portuaria.
Mientras tanto el palacio comenzaba a sumirse en un oscuro y devastador caos. La guardia real habiendo sido sorprendida intentaba combatir en vano las feroces sombras animales que estaban aniquilando a los miembros de menor rango en la corte. Lee miraba con cierto aburrimiento como sus sombras mágicas arrasaban todo a su paso, rodando los ojos ante la estupidez de los guardias al intentar destruirlas con sus armas, no había que ser muy inteligente para saber que la única manera de aniquilarlas era con un poco de luz mágica, pero de nuevo el miedo y la situaciones sorpresa podían tener un efecto devastador en las personas.
No muy lejos de allí Jules también usaba su magia para quemar todas las habitaciones de los criados y doncellas, negándoles cualquier escapatoria de sus inclementes llamas. No pasó mucho tiempo antes de que la mayoría del Ninomaru hubiera caído y Flin hubiera logrado derribar la muralla protectora del Honmaru. Ninguno de los tres se preocupó demasiado en destruir las caballerizas y almacenes de la parte más exterior del castillo —el Sannomaru—, después de todo esa zona no tenía habitaciones y nadie debía estar allí dadas las altas horas de la noche. Sin embargo si hubieran mirado detenidamente la destrozada muralla interna, habrían notado las dos figuras que emergían de una trampilla cerca de ésta.
El anciano consejero ayudó a la niña a subir los últimos escalones antes de coger la mano del pequeño príncipe de ocho años y conducirlos a través de los escombros hacia uno de los almacenes de comida. Cada cierto tiempo revisaba los alrededores buscando algún peligro, pero tal y como había prometido la reina, la barrera alrededor de ellos evitó que las sombras detectaran sus presencias. Justo cuando las llamas se extendieron por todo el Honmaru destruyendo cada habitación y jardín del lugar, los dos príncipes junto al fiel consejero lograron esconderse de los horrores del palacio.
—¿Y mis padres y hermano? —preguntó la princesa agarrando la camisa del anciano—. Dijeron que estarían aquí cuando llegáramos.
Mirándola con ternura el consejero se permitió romper las leyes del protocolo y abrazar a la niña. Darién había visto crecer a los tres príncipes, pero era aquella niña la que había ganado completamente su corazón con su vitalidad y alegría, y le dolía pensar que aquella expresión alegre que siempre llevaba en el rostro fuera a cambiar debido a los acontecimientos de esa noche.
—Lo siento, alteza —dijo mirando sus profundos ojos ambar—, pero ellos no vendrán.
El joven príncipe negó con la cabeza convencido de que Darién se equivocaba.
—Ellos vendrán más tarde —dijo agarrando la mano de su hermana—, nadie puede vencer a Rei con la espada y mamá tiene la barrera más fuerte de todo el reino.
Mikan asintió con la cabeza.
—Además la magia de papá es muy fuerte.
Darién busco una forma de decirles la verdad. Había transcurrido más de una hora desde que el ataque comenzó, el rey no podría soportar más tiempo y el hecho de que no estuvieran allí con ellos significaba que no habían podido encontrar un escape seguro; la reina estaba débil debido a su avanzado estado de embarazo y el príncipe Nathan había fallecido cuando la primera explosión golpeó la muralla, uno de los guardias lo había llevado al interior del palacio pero era demasiado tarde.
Una gran explosión se escuchó por todo el lugar y los ojos de Mikan se llenaron de lágrimas, mientras Youichi apretó el agarre de su mano. Darién abrazó a los dos niños y se preguntó qué pasaría con el reino. Lo más probable era que el hermano del rey Kounji fuera elegido por el elemental para ser el próximo gobernante ya que la princesa era demasiado joven para gobernar, solo esperaba que él no fuera tan duro con los príncipes como lo había sido hasta ese momento.
No había pasado mucho tiempo luego de la explosión cuando el palacio quedo sumido en una aterradora calma. Las llamas aun consumían todo a su paso y Lee, Jules y Flin recorrían cada pasillo de la zona privada del rey buscando algún sobreviviente, momentos después al no encontrar ninguno los tres hombres se reunieron en el destrozado salón del trono donde yacían los cuerpos de los reyes y el príncipe. Satisfecho de haber completado su encargo Jules sacó un pequeño espejo de marco plateado y lo sacudió fuertemente mientras decía el nombre del duque que los contrato, el rostro de Kounji no tardó en aparecer y sin perder tiempo le informaron de la situación.
—Los reyes han muerto milord —dijo Jules inexpresivamente. Detrás de él sus compañeros observaban la reacción del duque.
No obstante Kounji supo mantener su rostro sereno y no delatar la inquietud que estaba sintiendo.
—¿Hace cuánto están muertos? —preguntó.
—Cerca de quince minutos, excelencia.
La mandíbula de Kounji se apretó al escuchar la respuesta. Algo había salido mal, a estas alturas el elemental debía estarle otorgando los poderes y eso no parecía que iba a suceder. Conteniendo la rabia que bullía en su interior miró a los tres hombres avaros durante un largo momento.
—¿Están seguros que los mataron? —preguntó calmadamente.
—Por supuesto, milord —dijo Flin orgulloso—, aquí están los cadáveres.
Jules dirigió el espejo a los tres cuerpos del suelo, mientras Lee los giraba para que Kounji pudiera ver bien los rostros.
—¿Y los niños? —preguntó el duque apretando los dientes.
Los tres se miraron dudosos, pero fue Flin quien se atrevió a hacer la pregunta.
—¿Qué niños?
—¡Los príncipes, idiotas!
Lee frunció el ceño tratando de recordar algún niño con ropa de seda y notorio aspecto real, sin embargo los pocos niños que vio allí eran los hijos de unas pocas criadas. Consternado miró a Jules con la esperanza de que el supiera de quien hablaba, pero este negó con la cabeza y Flin se encogió de hombros.
—Aquí no había ningún niño, milord—informó Lee.
Kounji se frotó las sienes y respiró profundo varias veces, pensando en lo inútiles que eran aquellos mercenarios. No le sorprendía que no pudieran hacer bien todo el trabajo, pero necesitaba a esos niños muertos y esa era la única oportunidad que tenía.
—¡Encuéntrelos! —ordenó entre dientes antes de cortar la comunicación.
Sin perder tiempo Lee creó sus sombras y las mandó a buscar por todo el palacio; un aterrador aullido provino del bosque cercano y el sonido retumbo por las ruinas del castillo. Era como si el animal supiera lo que acababa de suceder y clamara venganza por la muerte de sus reyes.
Youichi apretó la mano de Darién sobresaltado por el repentino aullido y escondió la cara en el hombro de su hermana. Su pequeño cuerpo temblaba con los constantes hipidos, producto de su incesante llanto. Mientras que Mikan apretaba su camisa fuertemente con su mano libre mientras silenciosas lágrimas rodaban por sus blancas mejillas.
—¿Quién gobernara ahora si nuestros padres no están? —preguntó la princesa mirando los grises ojos de Darién.
El consejero abrió la boca para responderle, pero una voz femenina contestó primero.
—Tú.
Sobresaltado Darién se colocó frente a los pequeños buscando al intruso pero no había nadie. Unos segundos más tarde una luz apareció frente a ellos y poco a poco fue tomando forma. Una joven dama de cabello largo y plateado, ojos negros y piel pálida apareció frente a ellos, llevaba un hermoso vestido blanco con adornos negros que cerca de la rodilla se iba desvaneciendo hasta desaparecer por completo.
Reconociéndola Darién inclino levemente la cabeza hacia ella y se apartó para que pudiera ver a los príncipes. La joven flotó por encima del suelo rodeando a Mikan antes de detenerse nuevamente frente a ella, y extendiendo la mano cogió suavemente la de la princesa que asustada intento apartarse de ella.
—No tienes por qué temer majestad —dijo Darién sonriendo suavemente—. Ella es Tsukiko, la elemental del reino.
La joven asintió levemente y miró fijamente a Mikan analizándola. La pequeña era muy joven e inocente para poder cargar con el peso del reino, pero también era amable, responsable y amaba a su pueblo. Tomando una decisión Tsukiko sonrió y reverenció a la joven princesa, antes de entonar un suave cántico en una lengua antigua, a medida que su voz se elevaba una cálida luz plateada comenzaba a envolverlas y poco a poco el símbolo de una media luna aparecía en la frente de Mikan.
Asombrado Darién retrocedió un poco jalando a Youichi para que estuviera junto a él, y ambos observaron con cierto temor como ambas damas desaparecían dentro de la luz. El joven príncipe luchó por acercarse a su hermana. Ya había perdido a sus padres y temía no volverla a ver, pero pese a sus constantes intentos el agarre del consejero en su mano no aflojó. La hipnótica voz de la elemental llegó a las notas más altas de la canción y la princesa observó admirada como el cabello de Tsukiko ondeaba a su alrededor a pesar de no haber viento, estaba tan absorta observando la etérea figura que casi no notó que entendía la canción.
En un mundo multicolor
Sin mirar atrás
Bato mis alas de ejemplar destino
Un compañero he de elegir
Y gran poder otorgar
Aquel que de corazón la corona obtendrá
Con sabiduría y justicia ha de gobernar
Queriendo la vida entregar
A la tierra de gran necesidad
Delicado equilibrio ha de haber
Entre la magia y el deber
Un vínculo formaremos y el reino mantendremos
Para la paz obtener.
La burbuja de luz explotó iluminando todo el lugar durante unos segundos, revelando las múltiples cajas llenas de alimentos antes de volver a dejar el almacén iluminado solamente por una pequeña bombilla. Una persistente comezón hizo que la princesa se rascara la frente, justo donde una imperceptible media luna había aparecido de forma permanente; sonriendo levemente Tsukiko pasó suavemente sus dedos por la marca haciendo que la molesta sensación desapareciera.
—Gracias, umm... —dijo Mikan sin saber cómo referirse a ella.
—Puede llamarme por mi nombre, alteza.
La pequeña asintió e inclinó la cabeza respetuosamente mientras el sonido de pasos corriendo se escuchó por todo el lugar recordándoles lo precaria que era su situación.
—No queda mucho tiempo —dijo la elemental en un susurro apresurado—. Me temo que no puedo explicarte lo necesario, alteza, sin embargo estoy segura que alguien podrá decirte lo básico. No obstante te puedo dar un consejo: nunca subestimes los sueños, en ellos siempre hay un mensaje que puede cambiar el curso del destino.
Mikan frunció el ceño sin entender a qué se refería, pero Tsukiko cortó cualquier intento de pregunta tocando la marca en su frente y diciendo varias palabras antiguas que ella no alcanzó a descifrar. Luego con una rápida explicación desapareció en el aire.
