Claim: Dinamarca/Francia, en el último algo de Dinamarca/Noruega
Palabras: 100
Advertencias: Crack, cortos, menciones de sexo y Francia. Y Dinamarca también, ya que estamos.
Notas: Necesitaba escribir algo de ellos dos. No, no me los imagino en plan romántico, sino más carnal (?). Son cortos, cortísimos (100 palabras cada uno), pero espero que les gusten. Me estoy viciando con ellos, mucho. MUCHO.
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Sólo eso
Una sonrisa.
Ladeada, insinuante. Lasciva. Una sonrisa que grita "Francia" por los cuatro vientos.
Un guiño.
Descarado, galante. Coqueto. Un guiño que sólo Dinamarca puede hacer.
Un asentimiento y una excusa.
Sólo eso necesitan para quedarse solos en la habitación del francés. Sólo eso necesitan para que sus cuerpos se encuentren, entre sonrisas ladeadas y palabras morbosas. Sólo eso necesitan, porque es para lo único que les da tiempo.
¿Amor? ¿Sentimientos? No están para esas cosas. Lo único que importa es el placer que sienten sus cuerpos con cada caricia, con cada estocada.
Son aliados en una guerra, sólo eso.
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Crisis de Conciencia
Movió su brazo por la cama, buscando algo que no encontró. Abrió los ojos, extrañado, y se encontró con que Dinamarca estaba en el balcón, con una toalla blanca alrededor de la cintura y observando la hermosa noche que se extendía sobre París.
Se acercó a él y lo abrazó por la espalda. El danés sonrió sin desviar la vista.
—¿Te has enamorado alguna vez? —preguntó de pronto, sin voltear. Francis sonrió con mofa y comenzó a besarle el cuello.
—¿Qué, crisis se conciencia? —murmuró.
—No, en realidad no —contestó Dinamarca, antes de llevarlo de nuevo hacia la amplia cama.
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Grito
Francia estaba sentado en la orilla de la cama, fumando un cigarrillo. Esta vez estaban en casa del danés, puesto que no había nadie que los molestara.
Dinamarca miraba al techo, apenas cubierto por la sábana. También miraba de soslayo al francés, tratando de averiguar si estaba molesto.
—Francis... —el aludido volteó, con la misma mirada de siempre en los ojos.
—¿Sí? —Preguntó, con una sonrisa.
—No estás molesto, ¿verdad? —preguntó, sin confiar en sus gestos.
Francia rió y le besó suavemente.
—No, mon ami, tú puedes gritar lo que se te antoje cuando te corres.
Incluso si es "Norge".
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