Pareja: Un triángulo amoroso, you know~ ¡Reborn, Lambo y Colonello!

Advertencias: ¡LIME YAOI, PALABRAS MALSONANTES y tal vez SPOOOILERSGRGR(?)!

Disclaimer: El mundo y los personajes de Reborn no me pertenecen D: La verdad es que sino Dino y Kyôya realmente serían pareja y no lo llevarían en secreto como en la serie original...(?) ¡Todo Reborn le pertenece a Akira Amano!

PD: Esto es lo que se diría un remake (?) He corregido el capítulo en su totalidad y hay bastantes cambios en los que er... me explayo más (?) Aun así, la trama no cambiará n_n Es puro esteticismo.

Disfrutad~


Estaba decidido. Después de más de diez años intentando seducir a Reborn, Lambo se daba por vencido. Ahora que era -tal vez- un poco más maduro, sabía que probablemente no tenía nada que hacer contra la generosa cantidad de amantes que el tutor tenía, entre ellas Bianchi. Sus días como vaca revoltosa y enamorada iban a quedar atrás.

"Las penas se van con el alcohol" escuchó un día Lambo.

Desde ese día decidió probar aquella radical solución basada en ingerir cantidades escandalosas de alcohol noche tras noche.

La primera noche estuvo llena de nuevas sensación para el chico vaca, como la extraña percepción de las cosas cuando uno está ebrio. También tuvo relaciones sexuales con gente desconocida, algo peligroso pero no nuevo para el Bovino.

A pesar de que aquel estilo de vida parecía destrozarle físicamente, Lambo se daba cuenta de que acostándose con gente al azar y bebiendo en grandes cantidades había momentos en los que conseguía olvidarse de la mirada afilada y azabache de Reborn.

Siguió saliendo todas las noches, ignorando las preocupadas advertencias de Tsuna, el jefe de la familia, hasta cierto día.

Fue a la vuelta de su duodécima salida nocturna. Lambo volvió a la mansión Vongola a las siete de la mañana y apenas podía sostenerse en pie. Su camisa había dejado de ser blanca y estaba abierta, mostrando varios hematomas con marcas de dientes. Además, uno de sus cuernos estaba del revés, señalando con la punta hacia abajo.

Reborn, siempre madrugador, decidió observar el lamentable espectáculo que ofrecía la ebria vaca. El espiado, a pesar de estar sometido a los efectos del alcohol, pudo sentir la presencia del asesino, justo en la cima de las escaleras del segundo piso.

En realidad, Lambo sabía que siempre le espiaba, pero nunca le dijo nada por temor y vergüenza. Aunque el Bovino intentaba autoconvencerse de que en realidad le ignoraba para conseguir olvidarse de él por completo. Pero la realidad era obvia: se avergonzaba de sus salidas nocturnas y del estado en el que volvía cada mañana y, por supuesto, temía una reprimenda de Reborn, aunque sabía que éste no haría nada.

Pero aquella noche mientras bebía se dedicó al completo a reunir el valor necesario para hablar al silencioso espía mañanero.

¿Podrías dejar de espiarme todas las mañanas, Reborn? —Lambo se apoyó en la pared en cuanto entró en el vestíbulo de la mansión y alzó la mirada. Allí, en lo alto de las majestuosas escaleras que llevaban al piso superior estaba Reborn, con su traje negro cincelado de destellos naranjas.

... Vaca estúpida. —El asesino se cruzó de brazos y ladeó la cabeza mientras recorría el pecho marcado de la vaca con su oscura mirada. Las comisuras de sus labios se alzaron y dejaron ver una leve sonrisa burlona, llena de descaro.— ¿Haciendo cosas sucias con gente desconocida?

A-a ti eso no te incumbe.

A pesar de haberse armado de valor durante toda la noche con el único objetivo de plantarle cara a Reborn, aquella armadura de resolución se derrumbó como un castillo de arena ante las olas a cada escalón que el Bovino subía, acercándose más al tutor.

Al pasar junto a él, sintió el aroma suave de Reborn. Un sutil perfume a mandarinas que le daba una dulzura infantil inexistente ya en aquel cruel asesino. De hecho, ¿alguna vez habría tenido algo como inocencia aquel hombre oscuro de rasgos afilados?

Aun con todo, Lambo deseo que en ese pequeño instante en el que se cruzó con él, le cogiera en brazos, lo llevase a su habitación y desatara su pasión con él igual que hacía con sus amantes.

Hoy viene Colonello. —Soltó repentinamente Reborn, como si fuese un dato muy importante que interesase mucho a Lambo.— Tal vez él también quiera follarte.

El chico vaca se giró con pocas ganas para mirarlo con el ceño fruncido y toda la rabia que su cansancio le permitia. Ese idiota... Esperaba encontrarse con una sonrisa burlona y dañina, pero tan sólo se topó con una expresión severa del tutor.

No entendió aquella expresión que adoptó más gravedad aún cuando Reborn metió las manos en los bolsillos y agachó ligeramente la cabeza, ensombreciéndose el rostro. Antes apartar la mirada del Arcobaleno, Lambo sintió una especie de suspiro que ni se le ocurrió asociar a Reborn. Era una estupidez pensar que ese cruel hombre se preocupara por él.

Así que aceleró el paso cuanto pudo hasta que llegó a su habitación y se estiró en la cama. Nada le permitió Morfeo, pues Lambo cayó en sus brazos casi en el instante en el que cerró los ojos.