Disclaimer: los personajes no me pertenecen, pero la trama si.
Lo que está escrito "entre comillas" son los pensamientos de la gente.
Lo que está escrito en cursiva son conversaciones en la distancia o por teléfono.
En ésta historia, los protagonistas son humanos.
La historia está escrita desde en tercera persona.
-...-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-.…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-
Gracias a los geniales Lincoln y Child por escribir sus maravillosos libros e inspirarme a escribir de ésta forma una historia sobre los maravillosos personajes de Stephenie Meyer.
-...-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-.…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-
Como otra día más, Isabella salió de su pequeña casita y fue en busca de su coche, que estaba a una manzana de distancia. Y, como otro día más, un gran atasco le hizo llegar media hora al trabajo.
- Llegas tarde. – dijo uno de sus compañeros de trabajo en cuando Isabella entró en el ascensor. – has pillado el atasco?
- Si. Llevan una semana haciendo obras cerca de mi casa.
- Y porque no sales antes de casa?
- Cada día salgo un poco antes, pero sigo llegando tarde.
- Creo que tu padre te estaba buscando.
Las puertas del ascensor se abrieron, pero ninguno de los dos salió de él. Isabella trabajaba en el piso siete pero, si su padre la estaba buscando, tendría que subir al piso diez.
- Te ha dicho lo que quería?
- Solo he oído que decía 'si no llega antes de las nueve me va a dar un infarto.' - dijo riendo, imitando la voz de su jefe.
- Agente McCarty. No es de buen policía imitar a su capitán. – dijo Isabella, disimulando su sonrisa.
Las puertas del ascensor volvieron a abrirse y los dos salieron de él. El piso diez solía ser muy tranquilo y silencioso, ya que era donde trabajaban los altos cargos, pero ese día el ambiente era muy distinto. Todos iban de un lado al otro, corriendo y dando voces, con papeles o móviles en la mano. Al fondo, saliendo del despacho, apareció el capitán.
- Swan. McCarty. Aquí ahora mismo! – gritó por encima de todo el jaleo.
McCarty puso su mano sobre la espalda de su compañera y e indicó que fuera por delante. El capitán les indicó que entraran al despacho y, en cuanto los tres estuvieron dentro, cerró la puerta y se sentó detrás de su escritorio.
- Donde estabas? – dijo mirando directamente a su hija.
- Había un atasco. Lo siento.
- Os necesito a los dos para un caso. Uno importante. – dijo un poco más relajado. – ya tengo un par de agentes en camino, pero vosotros sois los mejores en vuestro trabajo.
- El caso es la razón por la que todo el mundo está tan nervioso, jefe Swan? – dijo McCarty.
- Si, en parte. El hijo del gran doctor Cullen y su esposa la heredera ha desaparecido. La oficina es un caos porque la noticia se ha filtrado y la gente no deja de llamar dando pistas falsas y preguntando si hay alguna recompensa.
- Eso me suena al caso del año pasado. – dijo la agente Swan. – cuando ofrecieron aquella suculenta recompensa.
- Cullen va a ofrecer un millón por la pista definitiva. – dijo el capitán, como si el pensar en ello le repugnara. – la gente se ha enterado y se ha vuelto loca.
- Que podemos hacer?
- McCarty. Tú y Swan os encargaréis de encontrarle. Hablad con la familia, con los amigos, novias, compañeros de trabajo… ya sabéis. – dijo el capitán poniéndose en pie. – avisadme en cuanto haya alguna novedad.
- De acuerdo.
Swan y McCarty salieron del despacho y fueron a la cafetería que había en el segundo piso. Cogieron un café y un bollo cada uno y se sentaron en el lugar más alejado.
- No entiendo porque se ha armado tanto revuelo.
- No lo sabes? – dijo Swan con incredulidad. – Si tú o yo hubiéramos desaparecido, te aseguro que no se habría armado tanto jaleo.
- Que sean ricos no significa que merezcan menos que nosotros. – dijo Emmett, bebiendo un sorbo de café.
- Y tampoco más.
- Cierto.
- Bueno, agente McCarty. Empezamos por los padres?
- Como mande, sargento Swan.
- Odio que me llames así. – murmuró, dando vueltas a su café.
- Bella, que te pasa? – dijo Emmett, estirando su brazo por encima de la mesa, cogiendo la mano de su compañera y amiga. – Antes te gustaba este trabajo. Luchaste mucho por llegar a ser sargento.
- Tengo una corazonada.
- Respecto al caso?
- Si.
- Y puedo saber cual es?
- Primero vayamos a ver a los padres. Dijo poniéndose en pie. Volvió el bollo en una servilleta de papel y se lo guardó en el bolsillo. – También quiero ir al apartamento del desaparecido.
- Vamos en mi coche. – bebió lo que quedaba de su café, se metió el bollo en la boca y salió junto a su compañera de la cafetería.
Fueron hacia el parquing del edificio y se montaron en el coche de McCarty, un BMW negro, se abrocharon los cinturones y se pusieron en marcha. Swan se puso las gafas de sol y llamó a uno de los agentes de la sección, de desaparecidos, le pidió la dirección de la familia Cullen y anotó los datos en el cuaderno que siempre llevaba encima. Marcó las coordenadas en el GPS y cerró los ojos, intentando pensar con claridad. "No se porque, pero creo que esto no es más que una simple chiquillada de niño rico."
- Estás despierta? – dijo McCarty, aparcando el coche frente a la mansión de los Cullen.
- Solo estaba pensando. – dijo abriendo la puerta del coche.
Ambos salieron del coche, se colocaron bien las chaquetas, para que no se vieran las armas, se colocaron las placas colgadas del cuello y fueron hacia la puerta de la casa, donde ya había dos agentes esperándoles.
- Sargento. – dijeron ambos agentes al verlos llegar.
- Buenos días. – Swan llamó a la puerta y esperó. Abrió una puerta una mujer de unos cuarenta y cinco años, de cabello castaño claro y ojos verde pardo. – Es usted la señora Cullen?
- Si. Quienes son ustedes? – dijo sollozando. Había estado llorando.
- Soy la sargento Swan. Estos son los agentes McCarty, Newton y Sutherland. – dijo señalándoles conforme les nombraba. – dirijo la búsqueda de su hijo.
- Al fin han venido. Pasen, pasen.
La señora cullen les llevó al salón de la casa, donde estaba el doctor Cullen al teléfono. En cuanto les vio entrar, se despidió de una tal Rosalie y se puso en pie.
- Al fin. El capitán Swan dijo que vendrías, pero de eso hace más de tres horas.
- Lo sentimos. Empezaremos con todo ahora mismo. – dijo la sargento antes de volverse hacia los agentes. – Emmett, habla con la señora Cullen y que te de nombres, direcciones y números de teléfono de ex novias y de la novia actual. Luego le pasas las novias a Victoria.
- Bien.
- Mike, encárgate de pinchar los teléfonos.
- Si, sargento.
- Victoria, empieza registrando la casa.
- Enseguida, sargento.
- Yo hablaré con el señor Cullen. Y recordad, sin prisa pero sin pausa.
- Si, sargento. – dijeron los tres al mismo tiempo, y se marcharon a realizar las tareas que la sargento les había encomendado.
Swan se dio la vuelta y le indicó al señor Cullen, que había estado escuchando en todo momento, que se sentara y ella hizo lo mismo en la butaca que había frente a él.
- Señor Cullen, necesito que me lo cuente todo. Cuando supo de la falta de su hijo? Vive con ustedes?
- Edward tiene un apartamento en el centro, pero hace tres días que vive con nosotros por que están pintando. Nadie lo sabía, salvo nosotros y su novia.
- Como sabe que no se ha ido por voluntad propia?
- No se ha llevado nada. Y nos hubiera avisado. – Cullen cada vez estaba más nervioso, y ello se le notaba en la voz. – O a Rosalie, pero ella tampoco sabe nada. Está destrozada, pensando en lo peor.
- Tiene alguna prueba de que haya podido ser secuestrado?
- Secuestro? Quien iba a querer secuestrarlo? Y porque razón?
- No se lo imagina? – dijo Swan, enarcando una ceja.
- Dinero?
Justo en ese momento el teléfono, que había junto a ellos, empezó a sonar. Newton se puso los auriculares y le hizo una señal a la sargento, que se puso en pie y fue hacia él, hacia el teléfono que tenía al lado. Swan miró a Cullen y, tras contar hasta tres, Cullen y ella cogieron los teléfonos al mismo tiempo.
- Diga? – contestó Cullen, sin que le temblara apenas la voz.
- El doctor Cullen, supongo. – dijo una voz. Era obvio que estaban usando un aparato para distorsionarla.
- Quien es?
- Eso no importa. Lo único que debería importarle es lo siguiente. Uno: escuche bien.
- Suéltame, gilipollas! – exclamó una voz de fondo.
- Ese es Edward! Suéltenle! – exclamó Cullen, empezando a perder los nervios.
- Dos: Quiero cincuenta millones.
- Eso es una barbaridad! – exclamó. – no tenemos tanto dinero!
- Tres. Tiene cuatro días.
- Pero…
- Repito. Tenemos a su hijo y, como no pague cincuenta millones en cuatro días, mataré a su Eddie. – dijo en tono burlón.
- Pero…
- Volveré a llamarle en cuatro días para decirle cuando y donde se realizará el pago. Adiós, doctorcito.
- Espere!
Pero ya era demasiado tarde. Habían colgado. A Cullen se le cayó el auricular de la mano y empezó a llorar.
- Ve tú con él. – dijo Swan, poniendo se mano sobre el hombro del agente Newton. – Yo volveré a escuchar la cinta.
- Si, sargento.
Swan se sentó frente al aparato de escucha y grabación, pero no pudo escuchar nada, ya que la señora Cullen y Sutherland bajaron al salón en ese momento y, cuando la señora Cullen vio a su marido llorar, se desmayó a los pies de la escalera.
-...-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-.…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-…-
Bueno, he aquí otra historia nueva.
Ya lo se. Tengo muchas. Pero intentaré controlarme y no colgar ninguna nueva hasta que no termine las que tengo ahora. Solo Shots.
Jejeje
Gracias a las que me leéis. Es mucho pedir un revew? Solo si creeos que el capítulo lo merece.
Ya sabeos como comunicaros conmigo.
Besitos.
