No está mal. Es algo perfectamente natural.

Todos sus hermanos lo hacen. Fred y George. Bill y Charlie. Percy y… bueno, Percy es un caso especial y único.

Así que es lo natural. Lo normal. Él y Ginny. Sí. Es lo predecible.

Pero si es tan natural y normal y predecible y no reprobable ni reprochable, no entiende porque se esconden en el baño para besarse hasta que les duelen los labios y se quedan de un color aún más rojo que el pelo, no entiende porque esperan a que llegue la noche para ir uno a la habitación del otro y acariciarse bajo la ropa como si el mundo fuera a acabarse al día siguiente, no entiende porque ahogan gemidos y esconden jadeos contra la piel.

En el fondo saben que no está bien.

Lo saben por la mirada que les rehúye su madre al día siguiente, por la forma en que Fred les aparta la mirada cuando no le han dejado entrar al baño, por la forma en que Arthur intenta que no se queden solos.

Es un secreto a voces.

Pero no pueden evitarlo. Está en la sangre.

Como las pecas y el pelo rojo al que no se pueden resistir.

Y no será que no lo hayan intentado, que Merlín sabe que lo han hecho. Pero es más fuerte que ellos.

Quizás es por la adolescencia, quizás por el calor, las hormonas, el verano, la sangre, los genes.

No lo saben.

(Y la mayoría de veces ni siquiera les importa).

Es sólo una piel que besar. Una piel que se parece a la propia. Pálida y llena de pecas que lamer.

Es sólo un pelo en el que meter los dedos mientras muerdes el cuello. Un pelo con el color del mismo tono y textura.

Es sólo unos ojos que mirar mientras chupas y jadeas y ruegas por más.

A veces es como mirarse al espejo.

Sólo que el espejo no hace esas cosas con la lengua y con los dedos. No está caliente y suave contra la piel, no te lame la yugular mientras te roza el costado con el pulgar, no te muerde el hombro mientras te masturba con una mano, no te folla contra la cama mientras te chupa la barbilla, no se corre mientras jadea tu nombre y no te besa después poco a poco y suave, como si estuvieras bailando un vals después de bailar un rock and roll. Con el sudor aún contra la piel y el ritmo aún bajo ella.

(Es un poco así. La batería aún resonando en tus oídos y de repente un violín que se cuela bajo tus labios).

Es un poco así. Como la calma tras la tempestad y un beso después de follar.

Es eso exactamente. Labios contra labios y la sangre (la misma sangre) bombeando un poco más fuerte de lo normal mientras el tiempo parece latir un poco más lento.

Después ya vendrá la culpa y el somos hermanos, luego ya vendrá el esto no está bien y el es la última vez que pasa, pero en ese momento todo será como debe ser.

(Y al día siguiente, cuando se vean por la mañana, volverán a pensar que es algo perfectamente normal y natural, algo Weasley).