A estas alturas de mi vida como escritora y siguen sin darme bien los títulos. Pero en fin:Escobas rotasllega sacada cada de mi mente para su disfrute. Advertencia: ésta historia está in media res, así que en el segundo capítulo vuelve al principio de todo.
Los personajes, lugares, técnicas, y encantamientos identificados son de Rowling.
Argumento: Lleva cuatro meses activando sus perdidos reflejos y su mala puntería. Para conocer el secreto de James tiene que ganar a Quidditch a su mejor amiga, pero Lily no tiene ni idea de cómo jugar. ¿Ironía que sea el mismo James quien le enseñe?
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Enero de 1978.
Se nos va la vida en el juego.
Quidditch, capítulo X, apartado 2: Usos y utilidades.
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Lily Evans sujeta bien fuerte el palo de su escoba. La mantiene recta e intenta dar una patada en el suelo para que se eleve. El problema es que está cubierto de una nieve tan espesa que se le han hundido los pies. ¿Cómo golpear la nieve cuando estás cubierta por ella?
Cuatro meses lleva jugando a Quidditch (o haciendo el gilipotter encima de una escoba) y no sabe ni cómo resolver la cuestión.
Manda rayos fulminadores a través de sus ojos, a ver si son capaces de derretir la nieve. No aparta la mirada durante un tiempo. La nieve no se derrite y ahora además se ha mareado.
Al final decide sacar su varita del bolsillo interior de su sudadera. Pero para llegar hasta ella tiene que desabrocharse el chaquetón, bajarse la cremallera del fular, desabotonarse la chaqueta y apartar la bufanda de flecos. El trabajo casi le ha quemado doscientas calorías. Saca la varita y con un simple movimiento de varita aparta de su lado la nieve acumulada.
- ¡Lily!
Y después de todo el trabajo el señor Potter se acerca derritiendo toda la nieve del campo para poder avanzar mejor. Podía haberse presentado segundos antes, piensa Lily, porque ese día no está para casos existenciales sobre cómo golpear la nieve.
- Dime.
Sería bonito decir que lo ha dicho con su voz dulce y encantadora de siempre, pero James tiene unas estupendas cualidades para enervarla en el momento más oportuno.
- Tranquilita ¿eh? Voy a llamarte Gruñidos como sigas con la costumbre…
Y es que desde el momento en que le pidió que la enseñara a jugar a Quidditch, James Potter la pone nerviosa, desquiciada y algo histérica, de modo que Lily le responde gruñendo. Quizás sea que no le gusta el deporte, o que su profesor tiene un don para esas cosas.
- Bueno, está bien, vamos a empezar –continúa como si nada. Entonces se la queda mirando evaluadoramente, con el ceño fruncido - ¿Y bien?
- ¿Y bien que? –salta Lily. ¿Ven que es para desquiciarse? La pregunta ni le va ni le viene, a veces desea que se explique mejor.
- ¿Piensas volar pesando quinientos quilos?
- ¿Me estás llamando gorda? Que sepas que todos los chocolates que me comí en Navidad no tenían grasa y los pasteles eran bajos en azúcar.
James voltea los ojos. Como siempre en esos casos en los que Lily ralla en la histeria es mejor echarle paciencia y esperar.
- Lo digo por las capas extra de piel que llevas encima…
- Sólo llevo siete mangas.
El tiempo había bajado ese fin de semana al menos otros diez grados más y Lily casi puede jurar que se encuentran a más de cinco grados bajo cero en el exterior.
- Pues te quiero ver como mucho con una.
James se quita la chaqueta que trae y se pone en manga corta. Lily, si no se ha desmayado al oírlo escuchar que solo puede llevar una camiseta, siente congelarse nada más de verlo.
- Como tú digas.
Lily habla como dándole la razón, pero no piensa hacerle caso, mucho menos si está en peligro su salud, su vida y su piel (que siempre se le agrieta con el frío). El chico se acerca más y empieza a desabrocharle el chaquetón. Lily se queda paralizada y durante un momento no reacciona.
- ¿Qué haces, pervertido?
- Cuando decida ser un pervertido, lo sabrás
James sonríe pícaramente, pero sigue con lo suyo. Lily entrecierra los ojos.
- Avísame antes.
- ¿Para que ponerte pervertida tú también?
- Para alejarme treinta metros.
James se echa a reír. Lo ha dicho con la voz dulce y tranquila que la caracteriza (pero que pocas veces utiliza con él) con fuego en los ojos. Lily también ríe. Han llegado a un grado de complicidad y confianza en que saben que pueden hablar de lo que quieran.
Quizás el Quidditch si sirva para algo más que para volver a la gente violenta, sirve para unirla. Después de todo el deporte sí tiene alguna utilidad, piensa Lily.
James termina de quitarle todas las capas extras hasta que sólo la deja con la camiseta de interior y la de encima.
- Venga pelirroja, a darle veinte vueltas al campo para entrar en calor.
Lily suspira y agarra más fuerte la escoba. Viendo el poco entusiasmo de ella, James decide proponerle otra cosa.
- También puedo hacerte entrar en calor yo, si lo prefieres.
Lily no sabe si quedarse en tierra para comprobar sus palabras, o huir lo más rápido que pueda. Gran dilema…
…
El entrenamiento siempre la deja reventada, pero ese día ha sido especialmente duro porque el partido contra su amiga Gwenog Brand se acerca peligrosamente, de modo que la última vez que miró el calendario, sólo faltaban diez días.
Está cansada física y mentalmente, y nada más entrar en la Sala Común se deja caer en el sofá más cercano.
La Sala Común de Gryffindor está tan abarrotada como siempre, y Lily lo comprende, porque ella y James son los únicos locos que se atreven a salir al exterior con el frío que hace. El resto de sus compañeros se arrebuja en sus sábanas calentitas o se echan delante de la chimenea, mientras ella tiene que soportar a un profesor tirano que no la deja ni a sol ni a sombra.
Lily suspira.
Con gran dolor en el cuello, gira la cabeza y la posa sobre el calendario, colgado en el tablón. El 30 de Enero está próximo. Sólo quedan nueve días y medio. También quedan nueve días y medio para su cumpleaños, de modo que espera que su amiga le haga el mejor regalo de todos dejándola ganar.
Porque se ha convencido a sí misma que tiene que ganar. Para eso lleva esforzándose cuatro meses, desde que acordaron el pacto. Meses intentando aprender las reglas, las tácticas y todo lo maldito relacionado con el Quidditch; meses haciendo deberes de Encantamientos de más; meses intentando no echarse para atrás y dejarse vencer por primera vez en la vida.
Como tantas otras veces, Lily se pregunta si el premio valdrá el precio que está pagando. Ha reconocido en su fuero interno que es una tontería el motivo de todo ese esfuerzo. Ya ves tú, enterarse de uno de los secretos de James Potter. Ni siquiera es uno de los secretos importantes y oscuros que sabe que tiene tanto él como su grupo merodeador.
Tal y como están las cosas con él ahora, podría perfectamente ir y preguntárselo, pero a veces la vergüenza gana a su curiosidad y le entra la timidez.
La llegada de Gwen Brand le interrumpe los pensamientos.
- No te quedes dormida que luego tengo que andar yo llevándote al dormitorio, y pesas como una mula.
Genial, es la segunda vez en el día que le dicen que anda sobrada de peso. Como sigan así va a cogerse complejo.
- ¿Qué son estas horas de llegar?
Gwen acaba de entrar con la mochila cargada al hombro y una sonrisa de oreja a oreja. Siempre la trae después de pasar una tarde dónde ella sabe y con quien ya sabe.
- Estaba ocupada…
- Y dime, ¿para cuando la boda?
- Sólo somos amigos –se defiende como tantas otras veces Gwen, sentándose junto a ella –No te he visto en la cena.
- No me creo ni con fuerzas para tragar.
Gwen suelta una risilla. Ella forma parte del equipo de Quidditch de Gryffindor y sabe perfectamente como se siente, la cabeza que da vueltas, el cuerpo sin fuerzas y hasta la voluntad por los suelos después de un duro entrenamiento con James Potter.
Claro que Gwen sabe que esas mismas palabras pueden referirse también a las reacciones que James despierta en su amiga, aunque Lily misma no lo sepa.
- Esperemos que encuentres las fuerzas para el partido, que si no será más fácil ganarte de lo que pensé.
Lily ya no la escucha, ha cerrado los ojos, si no para intentar dormir un poco, al menos para evitar que ella siga molestándola. Pero con los ojos cerrados el ruido de la Sala Común parece que se ha intensificado, y los oídos le pitan.
Gwen saca de su mochila Quidditch a través de los tiempos y se aparta de todo lo demás.
- Bola de fuego chino.
La Dama Gorda deja pasar en ese momento a un grupo de gente que irrumpen en la sala, bromeando y riendo.
- No me siento las manos, pero valió la pena verlos cubiertos de mocos de Fang por todas partes –se ríe Potter.
- McGonagall se ha pasado tres pueblos, tío –se queja Sirius Black –No tenía pruebas y aun así nos mandó limpiar toda la porquería.
- ¿Llamas "no tenía pruebas" a quitarle el bote con mocos a Peter? –razona Remus Lupin, mientras a su lado Peter Pettegrew intenta hacerse un poquito más pequeño ahora que han recordado que la culpa ha sido suya.
- Apesto a lejía.
- Sube a lavarte o sino las chicas no se te acercarán a menos de diez metros –se burla James.
- Las chicas se me acercan aunque huela a huevos podridos.
- ¿Hacemos la prueba, Canuto?
- Cuando Evans se te acerque por voluntad propia –murmura Sirius, subiendo las escaleras para quitarse el olor.
- Te tomo la palabra.
James se dirige hacia el sillón dónde Remus se ha apalancado para charlar con Gwen Brand, y se tumba en la alfombra junto a Peter. Ve a una personita pelirroja echada en el sofá.
- ¡Ey, Lily!
Y Lily se hace la dormida con tal de no tener que aguantar al muchacho. En otro momento le hubiera encantado charlar con él, porque ha descubierto que sus conversaciones pueden ser interesantes, pero ese día no. La tiene lisiada con tanto Quidditch
Gwen le da una colleja.
- Déjala dormir, hombre –luego sigue a lo suyo con Remus- ¿Has leído el Profeta últimamente? Han atacado una calle en Bath –comenta.
- ¿Mortifagos?
- No lo dicen, pero ya sabes que el Ministerio nos quiere hacer creer que el mundo es rosa.
- Pues cómo no nos hagan un conjuro que nos afecte el color de la visión –se burla Remus.
Gwen asiente y luego, con pesar, se levanta.
–Será mejor que suba a esta dormilona o mañana tendré que hacerle masajes para que sienta el cuerpo.
- Aquí el culpable soy yo, así que yo le haré los masajes…
- Ya te gustaría, Potter - Gwen le saca la lengua y luego apunta con su varita a su amiga- ¡Mobilicorpus!
El cuerpo de Lily se eleva y se traslada hasta la habitación de las chicas. El pelo rojo cae hacia delante y le cubre la cara, lo que Lily agradece enormemente porque ha escuchado todo y la última proposición le ha dejado las mejillas coloradas como tomates.
A principio de ese año le hubiera gritado sus buenos insultos a Potter, pero ahora quizás acepte la propuesta de James…
…
Lily intenta reprimir un bostezo. Son apenas las seis de la mañana, el sol está saliendo ahora y ella ya lleva media hora encima de un palo de escoba lanzando y recogiendo pelotas una y otra vez.
- ¡Ahí va!
James le vuelve a lanzar la quaffle en un extraño pase con efecto, de modo que la pelota roja gira a la derecha y Lily tiene que extender ambos brazos para poder atraparla.
Da una voltereta aún agarrada de la escoba con las piernas. Logra mantener el equilibrio y se lanza hacia delante.
Todas las instrucciones que James le ha dado a lo largo de esas semanas resuenan en su cabeza e intenta concentrarse para llevarlas a cabo. Agachar la cabeza si quiere ir más rápido, zigzaguear para evadir las bludgers, mantener el codo a la altura de la cabeza para darle más impulso a la quaffle.
- ¡Más rápido!
James vuela detrás de ella, haciendo del equipo contrario e intentado robarle la quaffle. La sorprende por la derecha, alarga el brazo, da un giro de ciento ochenta grados, intenta quitarle de nuevo la pelota.
Lily está a tan solo unos metros de los aros. James se coloca de guardián y la muchacha se prepara para lanzar. Entrecierra los ojos, toma impulso y envía fuerte la pelota hacia el aro derecho. Es difícil realizar jugadas cuando es uno contra uno, pero Lily sabe qué hacer. Se ha aprendido de memoria cada palabra que el chico le ha dicho.
Aumenta su velocidad y antes de que James atrape la quaffle vuelve a cogerla, esquiva a su profesor elevándose dos metros y luego lanza la pelota hacia el aro del centro.
Lily se quita el sudor de la frente con la manga. Otro punto más.
- Muy bien, vamos, una última vez.
James recoge la quaffle y se la lanza de nuevo. Las bludgers se lanzan hacia ellos y ambos voltean a un lado para evitarlas. Lily repite el proceso una vez más.
- ¡Ésta vez no me marcarás!
Lily intenta tranquilizarse. Gira, avanza, esquiva. Agarra, retrocede, lanza. Va y viene en continuo movimiento. El sueño se le ha ido hace mucho y lo único que capta ahora son los aros por los que tiene que colar la quaffle.
Mentira. Lo único que es capaz de captar es la sonrisa retadora de James, dispuesto a no dejarla pasar. El muchacho es lo que más la distrae aunque ella no quiera reconocerlo.
Está segura de que el día del partido es capaz de dar lo mejor de sí, pero ahora sólo siente el cuerpo tembloroso y el corazón con un ritmo acelerado que no puede ser bueno para mantener ni la respiración ni la concentración.
Quiere acabar el entrenamiento cuanto antes. Alejarse de él y estabilizar su pulso. Hace días que teme y desea a la vez esos encuentros.
Lanza la quaffle sin apuntar. Porque si hubiera apuntado de seguro que la diana no hubiera sido la nariz de James Potter.
- ¡Oohh!
- ¡Joder, Lily!
James se lleva una mano a la nariz, que ha empezado a sangrar. Hace un pequeño gesto de dolor y se aparta la sangre con la mano.
- ¡Ay, lo siento! ¡Lo siento!
Lily se acerca para quitarle la sangre con el pañuelo que ha conjurado.
- No pasa nada, tranquila… ¡auch! ¡Quieta las manos!
- ¡Perdona!- se disculpa de nuevo Lily - ¡Lo siento, debe dolerte mucho! ¿Te he roto la nariz?
James levanta la ceja.
- Con esa fuerza que tienes no romperías ni una ramita seca del suelo –se burla, aunque todavía hace aspavientos de dolor al tocarse la nariz.
- Con esos reflejos que tanto te jactas de tener ya te podías haber apartado –le gruñe Lily.
- No, si la culpa será mía… - James rebusca en su bolsillo la varita y se apunta a la nariz - ¡Episkeyo!
- Pues sí, por ponerte delante –lo incrimina Lily cruzándose de brazos. James suspira y vuelve a guardar la varita, su nariz ya curada.
- Mejor lo dejamos por hoy antes de más atentados contra mi vida –inconscientemente se lleva la mano a la cabeza, donde hay un pequeño chichón por el golpe que Lily le dio con el palo de la escoba.
- Eres un llorón quejica. Así nunca podrías ser un buen jugador de creaothceann.
Ser jugador de ese deporte en el que existen pocas probabilidades de salir con vida debido a los cantos rodados que se avecinan contra tu cabeza, es el mayor sueño que James quiere cumplir alguna vez en su vida.
- Yo no era la que lloraba como bebé porque un ratón se te ha cruzado en el camino.
- No estaba llorando. Sólo tenía acumulación de líquido en la retina.
- Claro.
James coge las escobas de ambos y las deja en su correspondiente armario. Recogen sus mochilas que han dejado en los vestuarios y después mira su reloj.
- Todavía quedan diez minutos para que comiencen las clases.
Se encaminan hacia el patio interior del castillo, que queda próximo a los invernaderos, y allí se dejan caer encima del primer banco que encuentran.
Lily se sienta sintiendo calambres por todo el cuerpo y suspira. Ya ha terminado todo. Ése es el último día. Al día siguiente competiría contra su amiga y luego, nada de quidditch hasta que sus huesos se desintegren.
Contempla los árboles sin hojas, pálidos, delgaduchos, retorcidos y aún cubiertos de nieve de los días anteriores. Se recoge las piernas hasta pegarlas al cuerpo para darse calor. Le llega un aroma dulzón a madreselva a pesar de que hay pocas plantas en el lugar, apenas hojarasca.
El primero en interrumpir el silencio es James.
- Hoy tienes toda la tarde para descansar. Por eso quería entrenar hoy temprano, así mañana no estás tan agotada.
- Que considerado de tu parte –ironiza Lily, aunque sonríe dulcemente, sin abrir los ojos.
James la observa tranquilamente, bebiendo todo rasgo de ella y sin atreverse a hablar de nuevo. Todo está en paz, aunque por dentro se siente algo triste. Después del partido ya no habrá más entrenamientos y sabe que los echará de menos, a pesar de los dolores de cabeza que le han causado.
El Quidditch le ha proporcionado risas, momentos felices de los que uno nunca quiere que acaben; le ha hecho descubrir cosas que nunca hubiera imaginado descubrir, sentimientos no definidos; le ha hecho sentirse a gusto consigo mismo y disfrutar de la compañía de Lily.
Una compañía que no quiere perder.
- Lily, mañana, después del partido… ¿me esperarás aquí sobre las siete?
Lily abre los ojos y se gira hacia él. Comienza a sonreír, pero de pronto arruga la nariz y ladea la cabeza.
- No será para entrenar más Quidditch, ¿verdad?
James se echa a reír ante el disgusto con que lo ha dicho ella. Puede ser obstinada, curiosa y un poco cabeza loca pero siente que son cosas con las que perfectamente podría convivir si nunca deja atrás su sentido del humor.
- Para comentarlo - se burla él. –Es broma. Solo quería decirte una cosa.
- Sí, claro.
El corazón de James rebota de alegría. La simple vista de Lily le alegra el día, cada vez que hablan es como si conectaran el uno con el otro, cada vez que ríen juntos siente se mezclan y se unen en uno solo.
De pronto el timbre del comienzo de las clases les llega desde el pasillo, y con él el murmullo de los chicos de séptimo curso que tienen Herbología, como ellos.
- ¡Ey, pareja!
Los amigos de James, Remus Lupin, Sirius Black y Peter Petegrew, se acercan a ellos y los acompañan hasta los invernaderos. Remus viene intentando tranquilizar a Peter de que la planta que toca ese día no es para nada peligrosa. Sirius trae una carta en sus manos.
- Para ti, llegó con el correo de la mañana. Creo que es de tu familia, tiene el sello de los Potter.
- Después la veré. –James la guarda en su mochila - ¿Ha ocurrido algo interesante?
- Ojalá –suspira Sirius- . Moni- caca del water nos aburrió con sus refranes, como siempre.
- No la llames así –la defiende Lily. Sirius se encoge de hombros y se vuelve hacia su amigo.
- ¿Te conté que Juliette Gardner me pidió de nuevo que saliera con ella?
- Sí, Sirius, al menos cinco veces.
- Qué muermazo, tíos. Esta noche tenemos que salir de juerga si no queréis que el aburrimiento me atrape para siempre –suspira y se gira hacia Remus- . Y todavía falta una semana para…
- Le haremos una visita a los slytherin, de seguro echan de menos nuestra compañía –interrumpe James.
- ¡Ay, cierto, tengo abandonadas a mis queridas mascotas! –se exalta Sirius, imitando a una madre preocupada por sus pequeños bebés.
Lily se ríe, imaginando a Sirius con bata de andar por casa, redecilla en el pelo y mascarilla para las arrugas, igual que una solterona entrada en años.
- Toma Lily, pensé que tendrías hambre… - Remus le pasa un par de tostadas que ha cogido de la mesa de Gryffindor.
- Gracias, Remus.
Remus siempre le ha parecido a Lily el más considerado de los cuatro y es con el que se ha llevado mejor desde siempre, pues comparten aficiones y son capaces de sumergirse en una conversación acerca de la política de los Trols durante horas.
- ¡Eh! ¿Y mis tostadas qué? –se queja James, que acaba de sentir el ruido en su tripa.
- Para ti no hay, por dejarme sin desayuno.
Lily muerde sus tostadas con gusto sin hacer caso de la carita de desconsuelo de él, pero al final se apiada y acaba dejándole que de un mordisquito.
Viendo a James intentando engatusarla para conseguir más tostadas y a Lily comiéndose las tostadas más deprisa para no tener que darle ninguna, los demás chicos se miran entre ellos.
- ¿Debo decirles que tengo tostadas para James? –pregunta Remus, señalando el otro paquete en la mano.
- Para nada –dicen a la vez Sirius y Peter, riendo. El último, glotón hasta la médula, añade:
- Mejor dámelas a mí, que tengo con un agujero en el estómago desde la última vez que comí.
Sirius y Remus prefieren omitir el hecho de que ha comido hace media hora, al igual que prefieren omitir a la pareja (y más especialmente a Lily) que las clases han empezado hace cinco minutos.
- Que tonteen un poco más –se encoge de hombros Sirius. En su cara ha aparecido unos lindos hoyuelos por la sonrisa - Será divertido ver la cara de Lily cuando sepa que hoy no puede ser puntual.
…
Por primera vez en su vida, las clases le parecen a Lily un muermo, así que aprovecha que está al final del aula de Historia de la Magia para echar una cabezadita mientras deja que su pluma vuelapluma tome apuntes acerca de la quinta Revolución de los Gnomos.
Lily ha entrenado tanto en las últimas cuarenta y ocho horas que siente que le duele cada uno de los músculos y los huesos que componen su cuerpo. Tiene la cabeza llena de consejos de James, tácticas de ataque, de defensa, movimientos que debe retener en la mente para no olvidarlos y meter la pata.
La muchacha siente que se le cierran los ojos… y en su sueño la acosan las escobas, las snitches y quaffles, y los morenos de gafas y sonrisa picarona. Da tanto de sí en el deporte, que el deporte se le mete en el subconsciente. No es la primera vez que sueña eso.
- Lily, Lily, tu pluma vuelapluma ha empezado a hacer garabatos…
Mónica Winters le sacude el hombro intentando despertarla. Por suerte Lily tiene el sueño ligero y a la primera abre de nuevo los ojos, los cuales siente que le irritan incluso más que antes, y los posa sobre la chica.
- ¿Qué?
- Límpiate la baba que te cae –Lily se pasa la mano por la boca casi inconscientemente, aún dormida.
- ¿Ya? –las palabras le salen como si estuviera drogada.
- Era broma, mujer –le sonrió Mónica- . Por lo visto James es un entrenador bastante exigente…
- La palabra bastante se queda corta –Lily ahoga un bostezo y alarga la mano para desconectar la pluma vuelapluma, que ha estado tachando una y otra vez las últimas palabras escritas –Genial, ahora tendré que pedirle los apuntes a alguien…
Arruga el pergamino, vuelve a poner los brazos como almohada y se echa encima.
- Me ha hecho levantarme a las cinco de la mañana para entrenar –se queja Lily –porque dice que prefiere que tenga la tarde entera para descansar.
- Bueno, Lily, ya sabes: Al que madruga Dios le ayuda.
- Es muy temprano para empezar con los refranes.
- Lily, estamos en la última clase del día y son las dos de la tarde –la corrige Mónica.
- Muy temprano –sigue insistiendo Lily. Su compañera se encoge de hombros.
- Como quieras. Pero oye, antes de acostarte termina los deberes, que sino se te acumulan y se te hacen una montaña un día de estos. Recuerda lo que dicen, no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Te ayudaría con los deberes, pero una tiene que ser independiente siempre que pueda y no esperar que los demás hagan lo que puedes hacer tú si te esfuerzas…
Lily no ha escuchado nada, ha vuelto a entregarse a los brazos de Morfeo ni bien oír la primera palabra del monólogo independentista de la chica.
Mónica suspira y sigue tomando apuntes. Su amiga se ve tan relajada que le pesa despertarla incluso cuando toca el timbre.
Gwen, que ha estado sentada con Mary MacDonald, con la que comparte pasión por el Quidditch (de modo que de Historia de la Magia se han enterado poco) se les acerca.
- Anda vamos.
Lily se restriega los ojos una vez más, coge su mochila y las sigue hasta la sala común. Al salir del aula, puede ver como James y los otros están con las cabezas agachadas y juntas, seguramente tramando algo.
Como si hubiera sentido que ella lo miraba, James levanta la cabeza y le guiña el ojo antes de volver a agacharla.
Lily siente que le da un vuelco el corazón. Sonríe para sí. Es la manera en la que está pendiente de él, de sus gestos y de cada cosa que dice o hace, que se siente distinta, nerviosa y acalorada más tiempo del que debería.
Algo está cambiando. O ha cambiado ya y ella no lo sabe. Quizá el Quidditch tenga la culpa, porque le ha abierto los ojos en cuanto a James Potter se refiere, y ha llegado a conocerlo bien. No le parece bien averiguar de ese modo el secreto de James. Tiene la sensación de estar traicionándolo. Es algo suyo y ella no tiene porqué enterarse sí o sí.
Lily suspira. Duda, y duda, y duda. Le salen las interrogaciones por las orejas. No está segura de querer ganar.
Si leen su historia quizá entiendan el dilema que la corroe por dentro.
…
A los que han llegado hasta aquí, gracias por leer. Contadme que tal en un review.
Las descripciones de los personajes están en el capítulo siguiente, fue el primero que escribí y no quise cambiarlo para ponerlas aquí, cuando se suponen que a mitad de la historia los personajes ya son conocidos. .
En principio la historia tendrá pocos capítulos pero serán bastante largos.
Adelanto del siguiente capítulo:
- Seguro que Mónica está embarazada y James no quiere hacerse cargo del niño…
- Yo no soy el que parece Binns con uno de sus estúpidos monólogos de tácticas y defensas.
- Bueno, te daré una oportunidad. Te lo diré el día que te lleves bien con tu hermana.
- Tú que eres tan musculoso, tan deportista, tan amable y considerado con los que tienen problemas…
EN CUANTO A "DETRÁS DE..." RECIÉN DESCUBRÍ QUE EL FINAL DE LA HISTORIA (escrito hace ya) YA NO LO TENGO, seguramente perdido por la última vez que formateé el ordenador, Y LA IDEA QUE TENÍA PARA SEGUIR YA NI ME PARECE TAN BUENA COMO AL PRINCIPIO, ASÍ QUE HE DECIDIDO NO SEGUIR HASTA QUE TENGA ALGO REALMENTE BUENO PARA PUBLICAR, PORQUE NO ME GUSTARÍA ECHAR A PERDER LA HISTORIA AHORA CON ALGO SOSO.
MIENTRAS TANTO MIS CUALIDADES CREATIVAS E IMAGINATIVAS SE CENTRARÁN EN ESCOBAS ROTAS, QUE ESPERO QUE OS GUSTE.
Besos, Mimig2
