Pareja: Francia/Canadá
Escribo sin fin de lucro
Disclaimer : Hetalia Axis Power y todos sus personajes - entiéndase ambos chicos de habla francesa y los dos de habla inglesa - pertenecen a Hidekaz Himaruya.
La Nación más Grande, el Carácter más Tímido
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Mirando a su enemigo eterno tirado en el suelo bajo la lluvia, llorando y con el corazón destrozado, lo invadió una felicidad salvaje.
¿Había llorado así él? ¿Era la misma situación? No, aquella no fue una traición.
Mantuvo la compostura. Se acercó a su ahijado y le sugirió retirarse. El muchacho miraba a su padre, sin poder moverse. Francia lo empujó suavemente y lo llevó consigo a la fuerza mientras el castaño salía de aquel trance.
Las 13 Colonias Libres de Norteamérica entró a su campamento y allí se desplomó. Francia caminó hacia el suyo, a través de rutas oscuras de los bosques del nuevo mundo. Allí, tomados por soldados canadienses, sus guardias lo miraban desde entre los rifles que le apuntaban.
El francés vio a ese chico, su propio protegido que tuvo que entregar a Inglaterra. El obstáculo de su hermano había desaparecido, sólo restaba separarlo del inglés.
Canadá no recordaba haber sido territorio francés. Sus recuerdos más antiguos de Francia eran de cuando Gran Bretaña permitió a éste visitarlo, para tristeza del mayor. El joven crecido estaba parado frente a él, con su rulo mojado y pegado a su cara, debatiéndose entre atacarlo o no.
- Alfred se independizó.-
Canadá bajó su arma, su rostro se entristeció. Ordenó la retirada de su escuadrón. El se quedó con Francia.
Entraron a su carpa y el mayor se sentó. Le hizo señas al menor de los gemelos para que se acercara, quien obedeció no sin cierta reticencia.
Cuando lo tuvo a su alcance, el francés lo rodeó con sus brazos.
- Tu hermano ya abrazó la liberté. ¿Quieres que te ayude a ti también?-
- No quiero traicionar a Kirkland.-
-Matthew, ¿cuánto tiempo más me tendrás esperando?-
Abrazando a Canadá con fuerza, besó su estómago. Su ropa estaba mojada y de quererlo habría bebido del agua impregnada en la tela.
Canadá lo abrazó a su vez, resignado.
- Pardón.-
- ¿Cuánto tiempo más me tendrás esperando?-
- No sé.-
- Mon amour, s'il vous plaît.-
- No puedo, él es como mi padre.-
El calor del canadiense entibiaba la camisa empapada. Francia aguantó un suspiro de cansancio.
La nación más grande de América temía oponerse a su padre. Temía ser libre.
En su egoísmo y por más que amase ese carácter tímido, la duda del americano no hacía más que intranquilizarlo. Paciencia era lo que el castaño le pedía.
Décadas más tarde, cuando la colonia inglesa fuese independiente, podrían quererse libremente
