Disclaimer: Todo es propiedad de J.K.Rowling; no hago esto con fines de lucro.


Quinto curso. Todos los alumnos de Gryffindor estaban reunidos en la Sala Común estudiando con los libros apilados hasta el cuello en el objetivo de pasar los TIMOs. Algunos se encontraban sentados en los mullidos sillones cubiertos de terciopelo escarlata; otros delante de la chimenea tirados boca abajo leyendo apresuradamente las páginas de los libros de Transformaciones, Herbología, Encantamientos, Defensa Contra las Artes Oscuras, Pociones, etcétera, etcétera… Otros, que ya habían estudiado y se sabían los tomos de memoria, estaban simplemente jugando al ajedrez mágico, charlando con sus compañeros, escribiendo, o haciendo lo que estuvieran haciendo.

Hermione Granger no era una de esas personas, aunque debería serlo porque, si alguien sabía todo sobre todo tema existente, esa era Hermione. Sin embargo, ella se encontraba estudiando fervorosamente los tipos de hongos venenosos para Herbología en el sillón principal, un gran sillón de tres plazas color rojo fuego delante de la chimenea. Lo que sí, no podía mover mucho lo pies porque había como cuatro chicos acostados en la alfombra y, si se movía, los golpearía.

Bufó molesta cuando uno de ellos se acomodó corriéndose a otro lado y le dejó menos espacio. "Será mejor que me vaya" pensó levantándose como pudo, esquivando los cuerpos de los otros chicos.

Revisó el lugar rápidamente con la mirada y vio que no había ningún espacio disponible, todos estaban ocupados por sus compañeros de casa. Salió por el cuadro de la Dama Gorda camino a los terrenos con los ojos puestos en as amarillentas páginas de su libro, sin prestar atención a quien iba delante. Varios de los alumnos tuvieron que esquivara antes de que provocara una colisión contra ellos.

Hermione sintió un golpe de aire fresco en su cara y se dio cuenta de que por fin había llegado a las afueras de Hogwarts. Sin quitar la mirada de su lectura, buscó una piedra o algún sitio para sentarse y seguir estudiando, hasta que se topó con otro cuerpo en el medio de su camino, haciendo que se cayera y tirara el libro por los aires. Oyó otra caída en el pasto y pensó que la otra persona se había caído igual que ella, pero cuando vio quien era…

-¡Maldición, Granger, fíjese por dónde va!- graznó Snape desde el suelo. Se incorporó rápidamente, se acomodó la túnica y la miró despectivamente, como siempre lo hacía el jefe de los Slytherins.- Diez puntos menos para Gryffindor por no prestar atención y golpear a un docente, aprenda a mirar hacia adelante la próxima vez que camine.

-Sí, profesor, lo siento.- estiró una mano hacia la derecha para alcanzar el libro caído. El oscuro hombre se retiró del lugar a grandes zancadas, haciendo hondear su gran capa negra, la cual casi le da en la cara a Hermione al pasar. La chica bufó mientras se levantaba del suelo; la suerte que ese día tenía era impresionante. Sólo faltaban…

-¡VENGAN, PASEN Y HAGAN SUS APUESTAS!- gritaba a todo pulmón George a lo lejos.

-¡DESAFÍA A LA SUERTE!- ahora Fred.

-¡PRUEBA TU INGENIO!- ahora George.

-¡¡HAZ CUALQUIER COSA POR GANAR CON LAS APUESTAS WEASLEY!!- gritaron los dos a la vez. Hermione se acercó a ver qué era lo que pasaba y pudo ver a Fred y George Weasley sentados en una mesa de madera oscura algo dañada; encima, había una gran fuente de vidrio con pequeños papeles y en frente de ellos unos cuantos estudiantes de todos los cursos y casas. Pudo ver cómo cada uno de los chicos tomaba un papel de la fuente y se iba más que pálido al leer lo que en él decía. ¿Qué estaría pasando?

-Fred, George, ¿qué están haciendo?- preguntó la castaña poniéndose en frente de los gemelos, recargándose en la mesa de madera.

-Ah, no, Hermione. A la fila o no podrás jugar.- le dijo George… o Fred… alguno de los dos. Hermione miró la cantidad de personas reunidas allí y casi se le cae la mandíbula: la fila recorría metros y metros de terreno y llegaba más lejos colina abajo, donde algunos luchaban por mantener el equilibrio.

-¿Jugar? ¿Qué hacen ahora?

-Bien, te lo diré sólo porque eres tú. La cosa es así…- comenzó uno de los pelirrojos. Pongámosle… Fred.

-Tú te anotas.- siguió George.

-Te proponemos una apuesta acorde a tu bolsillo o cámara en Gringotts.

-Tú sacas un pergamino de esta fuente.- señaló la fuente.

-Lees lo que te tocó y te damos un plazo en el que debes realizar tu objetivo.

-Si lo haces, ganarás una dotación de sortilegios Weasley suficiente para un año.

-Pero si no, pagas.

-¿Quieres probar?- terminó George. Ay, me mareé…

-Te dejaremos adelantarte en la fila sólo porque eres tú.

-Vaya, parece que tengo mucha importancia.- dijo ella con ironía.- ¿Y qué objetivos proponen?

-Para saber, debes jugar.

-Pero piénsalo. Una vez que te anotas, ya no puedes volver atrás…- advirtió Fred en tono sombrío. George le dio un fuerte codazo en las costillas.- ¡Auch!

-No le digas, tonto, luego no querrá jugar.

-Quizá no se atreva, George.

-¿Quién dijo que no me atrevo?- desafió la castaña. Los otros dos la miraron sorprendidos.

-¿Te atreves?- preguntaron los dos, atónitos, pero con una cruel sonrisa en los labios.

-¿Dónde me anoto?- dijo como toda una Gryffindor. Lástima por ella.

-Firma aquí.- dijeron los gemelos al unísono señalando un papel amarillento con las orillas cafés. La chica firmó con un garabato estilizado y fino. Luego, procedió a sortear uno de los cometidos escritos en los papeles. Sus ojos se abrieron al máximo de su capacidad cuando vio que tenía que…

-¡¿SEDUCIR A SNAPE?! ¿USTEDES ESTÁN LOCOS?

-Oye, nosotros no nos hacemos cargo de lo que sacas.

-Sí lo dice aquí, en todo lo que no leíste del contrato.- dijo George señalando las letras del pergamino.- Al final, no es tan inteligente como parece.- remató por lo bajo a su hermano, quien rió ante el comentario.

Hermione suspiró resignada.

-¿Y cuánto tiempo tengo?

-Un mes.- dijeron los dos.

-¡¿UN MES?! ¡¡ESE TIPO NO CAERÍA NI AUNQUE TUVIERA TODA LA VIDA!!

-Lo hubieras pensado antes.

-¿Y la apuesta?

-Diez galeons.- Hermione se quedó con la boca seca. ¡¿Diez galeons?! ¡Con eso hubiera podido comprarse todos los libros de Flourish y Blotts!

-Bien, acepto. Ya verán lo que haré, par de locos hijos de… su madre.- tuvo que decir por no graznar otra cosa. Se fue dando grandes pasos, aparentemente furiosa. Cuando se hubo ido, los dos gemelos chocaron las palmas de las manos en señal de triunfo, para después seguir condenando a los estudiantes formados.


Hermione llegó frente al retrato de la Dama Gorda y prácticamente le gritó en la cara la contraseña: Mimbulus Mimbletonia. Pasó y vio la Sala Común totalmente vacía. Confusa, miró su reloj y vio que la hora de partido de Quidditch se acercaba; debía ser por eso o ya se sabían todo lo estudiado de memoria.

Aprovechando su soledad, cayó pesadamente en el sillón principal y hundió la cara entre sus manos, angustiada.

"Maldición, ¿en qué me metí?"