•Título: Sangre por Amor
•Advertencias: Ruptura
•Disclaimer: Los Personajes no me pertenecen.
Sangre por Amor
Capitulo I: Corazón Roto
Inglaterra caminaba de un lado a otro en su sala de estar. Eran las tres y cincuenta y cinco minutos, a las cuatro en punto pasaba América a buscarlo para su cita de la semana. Ya había hecho todo, solo quedaba revisar que esa misión estaba cumplida: preparo una comida riquísima (le ayudo Francia después de amenazarlo con que tiraría su Torre Eiffel si no cooperaba), limpio absolutamente TODA la casa, cambio las sabanas de su cuarto, reemplazándolas por unas que realmente acondicionaban el ambiente privado de una pareja (léase: sabanitas blancas con una colcha roja, realmente imaginativo). Tenia guardadas las velas que pensaba usar para esa noche en la cena, y… ¿Qué le faltaba? ¡Ah, si! Compro café para Alfred, listo, estaba todo hecho.
Arthur volvió a mirar el reloj, ¡Mierda! Ya eran las cuatro y… ¿Alfred no venia? Eso estaba mal… muy mal. Bueno, respiro y se relajo, hace solo un minuto dio las cuatro no era como que mágicamente su novio apareciera de la nada a tocar el dichoso timbre de su dichosa casa.
Espero dos minutos, ya eran 16:02, ¿Dónde estaba ese yankee? Preocupado saco su teléfono del bolsillo de su pantalón. No había mensajes ni llamados. Busco en número de Alfred en el aparato, que suerte que era uno de los primeros por orden alfabético.
Pero cuando iba a llamar oyó el timbre. Suspiro, nuevamente de alivio y fue a la puerta. Ya frente a esta, dio un último respiro, preparándose mentalmente para lo siguiente, sonreír, debía sonreír y estar alegre. Después de todo hoy era su aniversario. Finalmente la abrió y lo que primero distinguió fue las pilchas de su pareja: una sudadera naranja, con una camiseta blanca debajo, el típico colgante estadounidense* y unos jeans azules, mas unas zapatillas deportivas blancas y rojas. ¿Qué demonios hacia vestido así?
-Hola… -saluda Arthur, aun en su confusión ante la ''elegancia'' del norteamericano.-
-¡Iggy! –Alfred se le tira encima, aventando su maleta dentro de la casa, abrazando al más pequeño por la cadera.- ¡Te extrañe! –dice, con esa alegría tan típica de él.-
-Pues, si, yo también te extrañe pero… ¿Qué haces vestido así, Alfred? –le pregunta directamente, soltándose un poco del abrazo para señalarlo con el dedo.-
-Eso es de mala educación. –Infla los cachetes como un niño pequeño.- El problema es que me vine en clase turista porque mi jefe dijo que había que ahorrar. -¿De donde saco eso que no venia al tema?- ¿Me prestas tu baño para cambiarme? Y… ¿Adonde era que íbamos a salir? –
Eso era el colmo, se lo había dicho casi cien veces por celular. Alfred pasa y va al baño de la planta baja, como si estuviera en su propia casa.
-Iremos a la Opera, Alfred. –dijo, cerrando la puerta y sintió como un ''crack'' se escuchaba de parte del otro.-
América se encerró en el baño, con su maleta dispuesto a cambiarse. Arthur, mientras, se sentó en el sofá y prendió la tele, que suerte que las entradas eran de las cinco para las siete de la noche, y entre lo que tardaban en volver ya serian las ocho de la noche. La hora perfecta para el romance.
Arthur sonríe, dejándose llevar por las escenas que pasaban por su cabeza: primero, llegarían tomados de la mano y juntos prepararían la mesa como un digno matrimonio, luego comerían los dos uno en frente del otro a la luz de las velas, para después degustar un postre hermoso que había hecho con ayuda del francés del vino, en realidad lo había hecho Francis, pero él le indico que cosas usar para hacer el postre, encima le dijo que agregara algo como ''Feliz Aniversario'', y quizá para ser mas tierno ''Mi amor'' al final de la ultima oración. Sonaba cursi, pero a Arthur le gustaba, le gustaba creer que eran un hermoso matrimonio sin hijos. Que eran felices (porque lo eran) desde que salían no habían tenido muchos problemas, solo indecisiones para con algunas cosas como la comida y la diferencia de horario.
Eran una pareja feliz, joven (hace solamente seis meses que estaban juntos) y Arthur tenia la esperanza de que seria, esta vez, para siempre. De sus relaciones anteriores solo podía rescatar a Portugal, que fue el único país en el que realmente confió. Después, Francia había sido un desastre (pese a haber estado juntos durante tres años o mas), España… era un caso especial, pero igual no era rescatable la ''relación'' que tuvo con Antonio, después, ¿Quién mas estaba? Creo que nadie mas, en fin.
Alfred salió del baño, con una corbata en la mano, estaba muy elegante, según Arthur, no era sexy, pero si como para un evento formal. Saco y pantalones negros y una camisa blanca, la corbata pretendía ser azul con rayas negras, también elegante. A decir verdad parecía un recto hombre de negocios, Arthur no pudo evitar sentirse orgulloso del que fue su hermano menor.
Se acerco con paso lento hacia él, tomando la corbata para atársela sobre el cuello. Alfred se acerco un poco mas al cuerpo ajeno, apoyando ambas manos en los laterales de las caderas del mayor. Arthur termino de atar la corbata y se inclino para besarlo en los labios, de una manera pura, sin necesidad de pasar a más.
Se separaron después de que el aire ya no hizo acto de presencia. Se miraron, Arthur estaba un poco rojo, al igual que Alfred.
-Ehm, ¿Vamos yendo? –inquiere el mayor, a lo cual el otro afirma.-
-Si, vamos. –Alfred va primero, tomando las llaves del auto de Arthur para irse a la Opera.-
Ya en el gran teatro, la pareja fue hacia su lugar, que resulto ser uno de los palcos para la gente importante. Alfred jamás había ido a uno de esos, no era admirador del dramatismo, eso Arthur lo sabía bien.
-¿Oye, porque la Opera? –Pregunta el americano, caminando unos pasos detrás del otro rubio.-
-Porque fuimos al cine la semana pasada. Y hoy es un día especial, tonto. –Contesta, en un susurro que solo escucho su acompañante.-
-Haber, y cuéntame que tiene de malo salir dos veces al cine en dos semanas. –
-La película que me llevaste a ver era horrible, eso. Dime, Alfred, si en la cita con tu pareja llevas a esta a ver una película de acción, disparos y del Viejo Oeste, ¿Cómo crees que reaccione tu pareja? –Ahora lo mira con sus ojos verdes y una expresión de fastidio, cruzado de brazos.-
-Pues… ¡Debería estar orgulloso de que lo pudiera llevar a ver semejante obra de arte cinematográfico! –Exclama, alzando los brazos.-
Arthur solo suspira y se adentra en el palco que había reservado especialmente para esa noche. Alfred entra entre quejas y bufidos, seguido por el otro rubio que cierra la puerta del pequeño estrado.
Las luces eran pálidas, casi te daban ganas de dormir. Alfred se sentó del lado de la derecha, Arthur en la silla de la izquierda. Había reservado todo el palco para ellos dos solos, aunque el inglés prefería ir a un concierto de punk que ver la Opera, esta era especial, era una de Romeo y Julieta, que escribió su antiguo amigo Shakespeare. Ante el recuerdo del viejo dramaturgo Arthur sonríe.
Luego de un rato, las luces se apagan totalmente. Dejando el lugar a oscuras, mientras que el escenario era iluminado por los grandes reflectores.
Ya iba mas o menos la mitad de la obra, y era cuando Romeo se hacia pasar por muerto. Arthur sentía que estaban en demasiado silencio, por lo que decide hablar. A decir verdad, su novio había estado distante toda la velada, incluso desde que llego hoy, siempre solía regañarlo por sus inoportunas llegadas pero hoy era diferente. Alfred que solía besarlo como desesperado cuando se reunían en su casa, esta vez solo lo abrazo como si nada, como si fuera un viejo amigo suyo.
-¿Al? –Lo llama.-
-¿Mmm? –Alfred se despereza un poco, como si hubiese estado durmiendo un rato.-
-Oye, se que no fue el mejor lugar para venir pero, en serio quería que fuese algo especial. –Dice, un poco inseguro de mostrarse tan abierto con el americano.-
-No te preocupes, se que esta obra significa mucho para ti porque fue de uno de tus escritores. –Estados Unidos sonríe, ladeando un poco la cabeza.-
-Thank you… -susurra, apoyando su cabeza en el hombro del otro.-
Alfred solía acariciarle la cabeza, cuando hacia eso, pero hoy no. Eso lo extraño un poco, pero no se preocupo. De seguro estaba concentrado en la obra (cosa rara en el americano que solo miraba películas).
Bueno, pues, el final era obvio, los dos personajes se terminan muriendo y se presenta el elenco, hacen la típica reverencia y adiós, ¡Se cierra el telón!
Arthur iba conduciendo, mientras que Alfred estaba en el asiento del copiloto en absoluto silencio. ¿Qué diablos le pasaba al norteamericano? Estados Unidos no era así, no estaba callado más de dos minutos porque decía que se le secaba la lengua. Entonces, ¿Qué hacia no aplicando esa conducta? Inglaterra lo mira de reojo, estaba apoyado con su codo sobre el espacio entre la ventanilla y la puerta, mirando la lluvia, el transito, las personas que iban de un lado a otro, todo, excepto a él.
¿No era hoy su jodido aniversario? ¿Por qué no le prestaba atención? Mierda…
-¿América? –le llama, desviando su vista desde el camino hacia el otro rubio.-
Alfred solo ladea la cabeza, para mirarle interrogantemente. Arthur aleja sus ojos del más joven, para centrarse en el camino. La mirada usualmente alegre de Alfred, hoy estaba realmente apagada, sus ojos azules estaban grises, como tristes.
-¿Pasa algo que no me hayas dicho? Desde que viniste estas raro. –
-No creo que me pase nada. Solo que… -Alfred aprovecho el momento para tomar el volante y desviarlos del camino hacia la casa del inglés en un movimiento muy apresurado y riesgoso.-
-¡¿Qué mierda…? –No reacciono a tiempo, ya estaba por atropellarlos un coche, pero dio vuelta todo el volante, evitando así una tragedia.-
Siguió unas calles todo agitado, hasta finalmente frenar en una esquina, muy lejos de donde se había producido el ''casi accidente''.
-¿Estas loco, Alfred? ¡Casi nos matas! –grita, exasperado.-
-No creo que nos hubiésemos muerto. –Su voz era fría, pero conservaba su tono agudo, aunque mas apagado.-
-¿Puedes decirme que rayos te pasa? –inquiere, otra vez. Algo en su interior le estaba diciendo que ya basta, que no preguntara más, pero su curiosidad nata era más fuerte que él.-
-¿En serio quieres saber? –Inglaterra asiente, medio inseguro. América suspira.- Quiero terminar.
Listo, si algo le faltaba al postre era eso.
¿Había dicho terminar? ¿Terminar que para empezar? ¿Las salidas raras a la Opera? ¿La comida para nada comestible de Arthur? ¿El vivir lejos el uno del otro? O se estaba refiriendo a… ¿Su relación? ¡No, imposible! Era imposible que hablase de eso, ¿No?...
-Me refiero a la relación. –Y como si de un mapa se tratase, adivino sus dudas.- Esto no funciona, aunque lo intente no puedo negar que es imposible estar juntos. –
-¿D-d-de qu-que ra-yos hab-blas? –Siempre era lo mismo, cuando había una situación de esas las lagrimas hacían acto de presencia y… se sentía confundido.-
-Ya sabes a lo que me refiero Arthur. –Suspira, dejándose llevar, su mirada era seria, y hasta fría.- Pongámosle punto final a algo que jamás tuvo que haber empezado. –
No sabía si era la seriedad con la que lo decía su ahora ex amante o si era el que no podía creer lo que decía.
Hace solo días Alfred le había dicho por teléfono que lo amaba mas que a su vida, que era capaz de matar a todo el mundo solo por él (claro, esto ultimo era mas o menos una exageración de su parte) y ahora venia con que quería dejarlo como si nada. Sabia que algo andaba mal desde que llego, no lo había besado, encima el único beso que se dieron en todo el día era por iniciativa suya, mientras que todos los demás habían sido iniciativa del más joven. Ni siquiera se quejo cuando se entero de que irían a la Opera, no quiso conducir devuelta a casa. Había cosas muy raras, y Arthur lo sabia, pero no se imaginaba que seria eso, de entre todas las cosas, no se imaginaba que seria justamente eso.
-No digas estupideces, suenas muy serio. –Arthur rio ante su desgracia, sin creer la realidad. Lo estaban dejando.- Buen acto, Alfred, mira que encima venir a decirme eso en nuestro aniversario, jaja, buen chiste, pero ya deja el acto y vamos a casa de una vez. –
Al ver la iniciativa de prender de nuevo el auto, el americano le quita las llaves y se las guarda en un bolsillo. No podía creer que Arthur no creyera sus palabras, pero no dejaría atrás la mascara de la frialdad, no importaba que… debía hacer que le creyera.
-Inglaterra, lo digo en serio. –'' ¿Inglaterra?'' ¿Desde cuando le decía así? Desde que salían siempre lo había llamado por su nombre humano.-
-Al… -Ahora su rostro estaba deformado, cuando lo llamo por su nombre de nación, entendió que iba en serio.- ¡No puedes hacerme esto! So-solo salimos hace seis meses y ya me sales con estas cosas. ¿Por qué? ¿Qué hice? –La amargura ya lo estaba llevando a un lugar que no quería.-
El estadounidense desvió la cabeza, sin mirar como las lagrimas comenzaban a asomar por las cuencas del mayor. Odiaba verlo así, desde niño, pero… era inevitable, debía soportarlo aunque sea solo un poco… un poco más.
-Por-porque ya-ya no va, por-r eso. –Muerde su labio inferior, tratando de no dejarse llevar el mismo, sentía ganas de abrazar y consolar a su amor pero… no, no debía.-
Arthur suelta un sollozo, que hace temblar al de ojos azules, que intenta abrir la puerta del automóvil, todo seria en un rápido movimiento, abriría la puerta, le daría sus llaves a Arthur y eso jamás paso. Pero como siempre debe estar el factor sorpresa: Inglaterra lo tomo del saco, haciendo que su huida se complicara.
-Iggy… -murmura, con medio cuerpo fuera de la carrocería.-
-¡No! Alfred, por favor, otra vez no… -
''Otra vez'' esas palabras resonaron duras en la mente de Alfred, como si fuesen una maldición. Los recuerdos de la Independencia se asomaban por la mente del rubio mas oscuro, también recordó el día que se le había confesado a Inglaterra, al principio este estaba con toda la inseguridad del mundo, hasta nervioso pero se fue superando hasta terminar siendo la solida pareja que ''fueron''.
-Alfred… -vuelve a llamarlo el de ojos verdes.-
Este solo tironea de su saco, sacando la mano del británico al instante de sus ropas. No quería ver lo inevitable, no quería ver las lágrimas de su amor a flor de piel en su rostro, odiaba la facilidad que tenia Arthur para llorar. Lo odiaba de verdad. Salió corriendo del lugar, sin antes aventarle las llaves del auto a Reino Unido, para que saliera de ese callejón donde estaban.
Arthur se quedo en el coche, sin querer creer lo que acababa de pasar. ¿Otra vez debería decirle adiós al amor de su vida? ¿Por qué? Se desplomo sobre el volante, llorando amargamente, en el fondo, solo era una descarga, todavía no entraba en conciencia de que en verdad lo habían abandonado el día de su Aniversario.
Colgante estadounidense: se refiere a las dos placas que usan los soldados del ejército. No tengo idea como se llaman, asi que les digo placas o colgante yankee x3
Hello~ Esta historia es algo asd asd asd melodramatica xD que tengo terminada desde hace... ehm... ¿Un año? Nah, mentira, haran como... seis meses quiza, o menos, no se! El punto es que no habra problema con esta story xq la tengo ya completa. Todos los caps tendran una advertencia, advierto (?) Y es mi tematica favorita: Hacer sufrir a Inglaterra como el mejor (?)
Ya saben, si les gusto dejen review x favor n.n Bye~
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