Tan pequeño, tan insignificante, tan diminuto, no se por qué no te mate cuando tuve la oportunidad. Hubiera sido una vista gloriosa como tu pequeño y frágil cuerpo era calcinado por las flamas del infierno y oír tus gritos de dolor pidiendo ayuda hubiera sido tan excitante, pero él hubiera no existe ¿Cierto? Me hubiera ahorrado tantos problemas al matarte, aunque como si tu y tu ridícula organización dirigida por una mocosa pudiera hacer algo en mi contra. ¡Ja! Que diminutos…No sabes como odio a la gente que no sabe donde es su lugar; a donde pertenece y no conoce sus limites. Tu eres una de esas personas Lyserg Diethel… ¿Por qué insiste en eliminarme? ¿En matarme? Si sabes que no lo vas a lograr ¿Por haber matado a tus padres? ¿Por eso quieres eliminarme? Si, es un motivo valido pero… ¿Y que? ¿Eso te los devolverá? No. En lo absoluto y lo sabes. ¿Sabes? No me arrepiento en lo mas mínimo en haberlos asesinado, eran seres diminutos, con mentes cerradas, que no entendían mi ideología. Seres insignificantes para ante mis ojos, también por que…Así pude conocerte. Lo recuerdo perfectamente. El recuerdo más perfecto que he tenido en mil años de vida. Todo cubierto por las vivases llamaradas, yo delante de esos cuerpos inertes regocijándome ante la vista tan gloriosa de fuego y sangre ante mis pies, pero tu superaste esa visión. Recuerdo como entrabas a la habitación feliz gritando algo, antes que vieras la escena de la cual yo era responsable y como tu cara feliz cambiaba drásticamente a una triste y alterada. Me dolió. Me dolió ver tu hermoso y pálido rostro entristecerse, como tus ojos verdes esmeralda contraerse, mientras tratabas de no liberar algunas lagrimas, tu suave y sedoso cabello verde como se mecía violentamente a causa de la flamas, que parecían sacadas del mismísimo infierno y como tu pequeño y frágil cuerpo temblaba levemente al tratar de atacarme. Entonces reaccione, volviendo a ser el mismo ser sanguinario que ahora soy. Dando un ataque que debería haberte matado, pero…No puede… ¡No pude matarte! ¡Por primera vez en todas mis vidas dude en matar a alguien! Y ahora estoy pagando las "consecuencias" por así decirlo, tu estas con vida tratando de matarme que crees que podrá acabar conmigo; los soldados X. Tú provocaste en mi algo que ningún otro ser a podido causar, y me pregunto ¿Qué será? ¿Lastima? No, ya la he sentido por todos los humanos que no entienden mi sueño ¿Pena? Tampoco, esa es la que siento por el tonto de Yoh, por no poder volverse más fuerte. Siempre me he cuestionada eso todas las noches, desde esa vez que nos vimos, cuando teníamos 8 años, preguntándome que fue lo que despertó ese niño ingles en mi ser, en mi corazón. Negándome a creer que es a lo que mas temo; amor, esa es la razón por la que no he podido hacer nada en tu contra. Porque te amo…Te amo, Lyserg Diethel como no he amado a alguien en mil años de vida. Te amo.
-Señor Hao-Dijo la pequeña Opacho, mientras jalaba de la capa de su amo, al ver que estaba distraído, mientras observaban a su otra mitad entrar al portal que había abierto Anna, para poder aprender los secretos de la bitácora mágica.
-¿Eh?... ¿Que pasa, Opacho?-Dijo Hao despertando de su trance. La pequeña solo apunto a un lado que provoco que el shaman de fuego sonriera.-Ah, no pasa nada, Opacho, ellos solo vinieron a ver el espectáculo igual que nosotros, no nos harán nada-Dijo despreocupado Hao, viendo a Marco y a Lyserg observando igual a Yoh y vigilándolo a él. Ante esto Hao le sonrió dulcemente a el peli verde que volteo el rostro sonrojado. Ante esto su sonrisa se ensancho y agrando.
