Capítulo I: Terremoto

11 de marzo, primavera. Así marcaba el calendario cuando partió de la época antigua y esa fecha era hoy… hace 2 años.

Salió de la casa con la amenaza de lluvia por parte del cielo. Hoy iría de nuevo al templo donde era resguardado el pozo, como el 11 de marzo del año pasado, para rememorar sus recuerdos en aquella época de guerras civiles.

Bajó las escaleras y al sentir el áspero tacto de la madera antigua contra su palma, una lágrima caía por su mejilla…

"Esa mañana no había mucho calor, más bien los rayos del sol apenas tocaban sus mejillas llenas de lágrimas secas por la noche anterior mientras dormía, eran cálidos y placenteros, tanto que consolaban su destruido corazón. Con mochila en mano caminaba a paso seguro hacia el pozo, hacia su hogar. Tras de ella se encontraban el monje Miroku, Sango, Shippou, Kirara… e Inuyasha… junto a su querida Kikyou…

Habían logrado destruir a Naraku, la perla desapareció en el momento justo en que pidieron la resurrección de la sacerdotisa Kikyou y, a pesar de seguir amando al Hanyou este no dudo en pedir aquel deseo de su corazón. Por un momento pensó que la elegiría a ella, que serían felices ¡Que tonta fue! Inuyasha nunca la elegiría por encima de la Sacerdotisa, ellos dos tenían una historia inconclusa y no quería seguir siendo parte del mal tercio que se estaba formado.

Gracias por todo, monje Miroku

No, es todo lo contrario, Señorita Kagome— Dije el monje— ahora soy libre de mi maldición, mi gratitud hacia usted será eterna

¡Kagome!— Sango corrió a abrazarla con efusividad— Gracias amiga. Mi hermano ahora está a salvo… siempre serás mi hermana

Tú también, Sango— dice con una hermosa sonrisa, que hipócrita, solo quería llorar pero se lo había jurado a ella misma. Si ella caía, sus amigos también —Siempre serás una hermana para mí.

¡Kagome! ¡No te vayas!— gimoteaba Shippou pegado a su pierna— ¡No me dejes solo!

Kagome se agacha para estar a su nivel— Shippou, no llores… —con sus dedos acomoda el flequillo del zorro y continua— Siempre estarás dentro de mi corazón, nunca lo olvides, y quien sabe, a lo mejor vives por mucho tiempo y nos volvemos a encontrar en mi época— le planteó de ultimo

Entonces, de ahora en adelante me haré muy fuerte ¡Y te volveré a ver dentro de 500 años!— declara esperanzado

Eso es lo que espero

Estuvo a punto de tocar el pozo cuando una voz pronunciando su nombre la detuvo. Era ronca y melancólica, era la voz del hombre que nunca olvidaría y que siempre amará.

Dime

Este se acerca junto a Kikyou, ambos unidos de la mano.

Gracias por todo, Kagome— dice solemne Kikyou— nunca podremos pagártelo— La sacerdotisa se acerca a ella y le brinda una sonrisa, Kagome se la devuelve sin remordimientos ni hipocresías.

Inuyasha, que se encontraba tras Kikyou, tenía una sonrisa de oreja a oreja, pero sus ojos mostraban su verdadero interior. Cristalinos, ella sabía perfectamente que él nunca permitiría que lo vieran llorar, se acerca y la abraza con fuerza, como nunca lo había hecho.

Perdóname, Juro… de verdad quise enamorarme de ti—decía con culpa. La joven sabía que el sentía algo por ella y a la vez se sentía culpable por no poder amarla como tenía que ser, porque su verdadero amor era la sacerdotisa que estaba a su lado. Por eso no quería obligarlo… tal vez, algún día, se encuentre con su reencarnación y ambos tendrían la felicidad que tanto anhelaban.

No importa, Inuyasha. Mientras tú seas feliz, con eso me basta

te voy a extrañar "perdóname, Kagome"

Yo también… — musita con la voz a punto de quebrarse, se encarama en el borde del pozo y voltea a ver por última vez al que fue su hogar por mucho tiempo— Adiós… Gracias por todo, Chicos.

Él siempre le estaría en eterna gratitud… porque lo liberó de la flecha que lo mantuvo varado en el tiempo por 50 años, encerrado en el rencor y ahora era libre… libre para amar."

Se retiró de la época antigua con dignidad, sin lágrimas en los ojos.

Inuyasha y Kikyou… su amor era de leyenda y era conocido en todo Japón, ella no tenía cabida en aquel lugar. Era una buena perdedora, su felicidad sería completa solo porque el sería feliz.

Se despido de todos con su mejor cara, mostrando la alegría que la caracterizaba. Pero de eso ya habían transcurrido 2 años, quizás era momento de dejar el pasado en el pasado y seguir adelante.

Mientras seguía sumida en sus pensamientos, de la nada una pequeña vibración movía los huesos que se encontraban al fondo del pozo… que extraño, decidió no darle importancia, luego el movimiento de tierra se hizo más intenso provocando que cayera del techo partículas de tierra y de tejas. Por instinto intentó correr hacia la entrada del templo pero esta se bloqueó y cuando estaba decidida sacar los escombros para desbloquear el portón, una sensación de dolor recorrió su cabeza, su visión era cada vez más borrosa y su cuerpo se hacía pesado, acto seguido cerró los parpados y no supo nada más.


"El pasado 11 de Marzo del 2011, se reportó un terremoto de grado 8.2 Richter en la costa del pacífico de la región te Tohoku en Japón, seguido de un Tsunami poco después del terremoto que ocurrió en Chile. El terremoto ocurrió a las 14:46:23 hora local (05:46:23 UTC) del viernes 11 de marzo de 2011. El epicentro del terremoto se ubicó en el mar, frente a la costa de Honshu, 130 km al este de Sendai, en la prefectura de Miyagi, Japón. Tras el terremoto se generó una alerta de tsunami para la costa pacífica de Japón y otros países…"

Eso era lo que habían dicho las noticias, pero lo que nadie sabía era que una nueva era se estaba aproximando, una era en que la hambruna, las muertes. Dándoles a los Youkais y demás espiritus malignos retomarían el poder. Ya nada era seguro, pero no importa ellos lo solucionarían de cualquier forma. Ya de eso habían pasado 3 años…


¡Abran pasó! Gritaba alguien por el galpón, sacándola de sus pensamientos. Ahora ya nada era lo mismo, siguió con sus entrenamientos espirituales y se volvieron una de las mejores sacerdotisas del país, y con los pocos conocimientos que tenía de hierbas y de los monstruos, ayudaba a las víctimas de las guerras en aquel galpón abandonado de la mano de los dioses.

Se enteró que muchos de sus amigos del Sengoku seguían vivos, hasta Inuyasha, pero nunca quiso verlo. Kouga comandaba una brigada con sus manadas, protegiendo humanos en el norte; Sesshomaru tenía un grupo de monstruos (aunque con él solo era suficiente) a cargo de una misión, destruir la raíz de todas estas batallas y regresar a Japón a la era que fue hace unos años; Totosai fabricaba armas todos los días, como cuando ella era adolescente y Jinenji aún tenía su campo de hierbas medicinales. Todos los meses le hacía un pedido para los heridos en el galpón oculto de los enemigos.

¡Abran paso! ¡Heridos de guerra! Se volvía a escuchar, volteo para ver quién era y no pudo evitar sonreír. Era la reencarnación de Miroku, Mijatsu Taro, era soldado en la reserva donde ella trabajaba. A penas intercambiaban palabras, pero por su forma de ser, se nota la personalidad sabia y cándida de aquel monje. Él estaba convencido de que existían Youkais buenos y malos.

— ¿No ves imbécil que no solo hay heridos de guerra en tu camilla, sino en todo el condenado galpón?— Decía el cadete Hibiki enfrentándolo— además, son demonios ¡ya hasta crees que los vamos a salvar!

— ¡Son nuestros camaradas!

— ¿Y? Son monstruos, no merecen misericordia alguna— recriminaba con prepotencia ¿Quién se creía este tipo? ¿El emperador?

— ¿Qué has dicho?

El Soldado irritado por las palabras de Hibiki se prepara para atacarlo y enseñarle quien manda.

— ¡Basta!— el grito de Kagome se escuchó por todo el lugar. Su voz era suave y calmada pero a la ver firme e imponente.

Ambos hombres voltearon a verla y se reverenciaron en el acto, en señal de respeto. Kagome les respondió de igual forma.

—Señorita Kagome, tenemos nuevos heridos— dice el soldado— fueron envenenados

El cadete horrorizado por como ella se acercaba a las deplorables creaturas no se inmuto— Sacerdotisa ¿Acaso piensa ayudarlos? ¡Son "uno de ellos"! ¡Asquerosos, repulsivos! ¡No merecen piedad!

— ¡Silencio!— interrumpe la mujer— voy a examinarlos, te guste o no. Aquí el único que no merece piedad y debe ser considerado repulsivo es usted, Cadete. Por su falta de humanidad— reprende y continua— estos "monstruos" como usted los llama, están así por defender a su país y a la raza "limpia y superior" que usted considera pertenecer.

Kagome se acerca a la creatura, o más bien creaturas. El primer soldado, agitado y sudoroso por la fiebre, respirando con mucha dificultad. El otro reprimía sus gemidos de dolor, con sus brazos haciendo presión en su abdomen.

Aparta las manos del monstruo y logra encontrar un dardo, un dardo con veneno.

— ¡doctor! — Grita la azabache — venga rápido

A su lado se coloca un anciano de bata blanca. El doctor, de la misma saca un tubo de ensayo y unos guantes de latex, se los colocan y extrae sin problemas el dispositivo de la herida.

Aunque no era necesario saber qué tipo de veneno era, el color purpura casi negro lo confirmaba. Veneno de abejas infernales.

Se levanta— Denle agua, a los dos—ordena— regreso en seguida, voy por el antídoto.

— ¡Yo iré con usted!— se ofrece Taro

Kagome ladea la cabeza — no, quédate aquí y cuídalos— dijo mientras miraba por encima de su hombro con desconfianza al cadete.

Enciende el motor de su auto y sale disparada hacia el campo de Jinenji.


No recordaba cuando fue la última vez que vio a alguien envenenado por una abeja del infierno, no desde Naraku. Alguien sabía de la existencia de esas creaturas entre el bando contrario y es muy poco probable que sea humano.

Su auto se detuvo en una casa deshabilitada, protegida por una reja oxidada, llena de enredaderas y los muros que la rodeaban parecían más bien escombros. Perfecto, había llegado.

Se baja del vehículo y en un pilar casi destruido había una vasija en iguales condiciones, se pone de puntillas mete el brazo por la boquilla del recipiente y saca de allí un pequeño amuleto.

Eleva la vista y el ambiente se vuelve blanco y lleno de niebla, el oxígeno en la atmosfera a penas se soportaba pero ya estaba acostumbrada, para compensar el cambio de presión tomaba bocanadas pequeñas de aire y exhalaba con menos frecuencia hasta que el ambiente volviera a cambiar.

Ya no estaba en una casona sino en un campo, tal como lo recordaba. El suelo estaba arado bien cultivado, repleto de una abundante vegetación medicinal. Al final, una cabaña modesta y junto a ella un hombre de más de dos metros con piel trigueña, ojos azules como zafiros y quijada de equino.

— ¡Kagome!— gritaba Jinenji a lo lejos, el gigante comenzó a correr dando zancadas hasta ella— No esperaba verte sino hasta la semana que viene

—Jinenji, tengo que pedirte un favor— dice la chica— ¿Conoces la planta milenaria?— la expresión de Jinenji se tensó

— Kagome, lo siento pero no puedo ayudarte

— ¿Por qué?

— No tengo esa planta— se limita a decir— la milenaria crece en un solo lugar… y tú sabes donde es…

No captó el mensaje de inmediato, sino hasta que sus ojos se desorbitaron.

— ¡No! ¡Me niego!

— ¡Por favor, Kagome! Entra en razón — suplicaba el hanyou

—No voy a entrar a ese lugar, para ver el mismo espectáculo— su voz era opaca y quebradiza

Kikyou murió de anciana, como cualquier humano y cuando eso sucedió, el hanyou le pidió a su hija que lo volviera a sellar.

Después que se enteró que Inuyasha volvió a entrar en otro sello para cuidar de la nueva tumba de Kikyou, su corazón se fragmento más aún. Pero esta vez la curiosidad no sería más que ella, observarlo en la misma circunstancia en que lo conoció. El solo pensarlo le daban ganas de llorar.

—Es la única forma

¿Qué podía hacer? Si iba, tendría que toparse obligatoriamente por la cripta, pero sino iba, aquellos soldados morirán por su culpa. De la impotencia apretó su puño hasta que sus nudillos se blanquecieron.

No había más remedio.

—Iré.

Continuará…

Hola ¿cómo están?

Aquí les mando una nueva historia, con capítulos más cortos (¡advertidos ya!) pero eso no quiere decir que sea menos substanciosos, en realidad la había hecho un one-shot pero lo pensé mejor y decidí hacerla fanfic.

Oigan ¿ya vieron the holy Pearl? Es un drama chino basado en Inuyasha, pero créanme son muy pocas cosas que se asemejan y cuesta verlo un poco porque está con subtítulos en inglés pero está buena la historia, la recomiendo.

Bueno me despido

Bye