¡Buenas!
Espero que los disfrutéis.
¡Nos leemos abajo!
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I de Inmadurez.
Boomer era inmaduro como no te puedes imaginar.
Hacía pucheros.
Rabietas.
Escenitas.
Lágrimas de cocodrilo.
En fin, para qué vamos a hablar.
La cuestión de este asunto es que (no se sabe cómo) pero siempre consigue su cometido:
Llamar la atención de Bubbles.
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Cuando hace pucheros ella sonríe y le besa la barbilla, un poco más arriba y después sobre los labios, le acaricia la frente y le pide que sonría.
- Sonríe cariño, eres sexi cuando lo haces.
Boomer la atrapa por la cintura y se pierde en sus labios.
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Cuando Boomer tiene una rabieta, Bubbles se cuela en sus brazos y le acaricia el cuello con sus labios.
Boomer siempre se relaja y deja escapar unas risitas traviesas que le ponen los pelos de punta a Bubbles.
Simplemente, ella sabe lo que viene después.
Boomer baja la cabeza.
Le besa el pelo.
Se dirige al cuello.
Al día siguiente Bubbles tiene un chupetón en el cuello.
No se lo tapa.
Está orgullosa de él.
Nunca nadie ha conseguido estar tanto tiempo (dos años y mucho) con Boomer.
- ¿Qué te has hecho en el cuello, mi amor? –le susurrará Boomer cuando la atrape en sus brazos- Me gusta mucho, no te lo quites.
Pero claro, Boomer también tiene un chupetón (y sí, se ve más que el de Bubbles).
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Cuando Boomer hacía una escenita (que por cierto, siempre son de celos), Bubbles se siente victoriosa.
Se pavonea un poco más con su vestido azul.
Una vuelta.
Una reverencia.
Un parpadeo.
Al pasillo.
Y allí, hay besos.
De todos colores.
Violetas (dejan moretones).
Rosas (en los labios cuando los muerden).
Amarillos (en el pelo, con cuidado).
Azules (cerrando los párpados).
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Por último, las lágrimas de cocodrilo.
Esas son las peores ¿Sabes por qué? Porque los ojos de Boomer están brillando como dos malditos zafiros y a Bubbles se le atora el aliento en la garganta y se queda paralizada.
Boomer va hacia ella.
- ¿Por qué lo haces?
- ¿El qué?
La única respuesta que obtiene es labios estrellándose entre ellos con fuerza.
Fiereza.
Deseo.
Todo cubierto por una capa de amor y cariño.
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Hay veces en las que las lágrimas son de verdad.
- ¿Por qué lo haces?
- ¿El qué?
- Enamorarme, ¿por qué lo haces?
- Porque quiero que me quieras ¿Eso es malo?
- No, pero nunca de dejes ir.
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Lucero Gómez al teclado:
¿Cómo están? Yo por aquí un poco aburrida.
Llueve a rabiar.
¡Gracias por todo!
Atentamente:
Lucero Gómez
