CAPÍTULO I

Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre humano soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa humana, preferiblemente.

Sin embargo, poco se sabe de los sentimientos u opiniones de un hombre humano de tales condiciones cuando entra a formar parte de un vecindario donde reside una familia de vampiros. Esta verdad está tan arraigada en las mentes de esta familia que lo rodea, que se le considera de su legítima propiedad, el de su entretenimiento y el de sus hijas.

––Mi querido Señor Bennet ––le dijo un día su esposa––, ¿sabías que, por fin, se ha alquilado Netherfield Park?

El señor Bennet respondió que no.

––Pues así es ––insistió ella––; la señora Long ha estado aquí hace un momento y me lo ha contado todo, significa que habrá algunos criados nuevos, ademas – agrego con una sonrisa picara, pasando la lengua por los labios

El señor Bennet no hizo ademán de contestar, bailo por la comisura de sus labios una pequeña sonrisa.

–– ¿No quieres saber quién lo ha alquilado? ––se impacientó su esposa.

––Eres tú la que quieres contármelo, y yo no tengo inconveniente en oírlo.

Esta sugerencia le fue suficiente.

––Pues sabrás, querido, que la señora Long dice que Netherfield ha sido alquilado por un joven muy rico del norte de Inglaterra; que vino el lunes en un landó de cuatro caballos para ver el lugar; y que se quedó tan encantado con él que inmediatamente llegó a un acuerdo con el señor Morris; que antes de San Miguel vendrá a ocuparlo; y que algunos de sus criados estarán en la casa a finales de la semana que viene.

–– ¡Oh! ¿Y quién es el pobre desgraciado que vino a parar en estos lares? ¿Cómo se llama? – le contesto lánguidamente.

–– Bingley, ¿no estás feliz? ¡Hace tiempo que no nos damos el lujo de un bocadillo ocasional!

–– Baja la voz, algún criado te va a oír – comento el Señor Bennet airadamente – Ahora, ¿Está casado o soltero?

Su esposa se apresuro a contarle, que los criados no se encontraban en estos momentos, burlándose del gran uso que le daba su esposo a la agudeza de oído con el que "se suponía" contaba dada su condición y que tal vez los años si le estaban pasando factura. Como el Señor Bennet ya no quería seguir siendo el blanco de las burlas de su esposa, volvió a reiterar su pregunta anterior.

Si, querida. Escucho cinco corazones que amenazan con detenerse, a la menor alarma. Ahora, el Señor Bingley ¿Está casado o soltero?

–– ¡Oh!, soltero, querido, por supuesto. Un hombre soltero y de gran fortuna; cuatro o cinco mil libras al año. ¡Qué buen partido para nuestras hijas!

–– ¿Y qué? ¿En qué puede afectarles?

––Mi querido Señor Bennet –– contestó su esposa ––, ¿cómo puedes ser tan ingenuo? Debes saber que estoy pensando en casarlo con una de ellas – comento medio enserio medio en broma.

–– ¿Es ese el motivo que le ha traído? – insistió el Señor Bennet sonriendo.

–– ¡Motivo! Tonterías, ¿cómo puedes decir eso? Es muy posible que se enamore de una de ellas, pero bien sabes que las niñas no les prestan a los humanos su interés, sería un milagro si alguna de ellas lo hiciera, aparte Jane y Lizzy están cambiando, dentro de 100 años tendrán más de vampiras que de humanas, si no se enamoran y se casan pronto la descendencia de nuestra gran familia se verá arruinada – comento un poco afectada la Señora Bennet

– Menos mal nuestras esperanzas recaen en la coqueta de nuestra hija Lydia, y de Catherine, por supuesto, dado que sigue a su hermana en cada una de sus travesuras.

La señora Bennet sonrió ante lo dicho por su esposo, no podía tapar lo que era más que evidente.

Entonces ¿Por qué tanto apuro? – volvió a insistir el Señor Bennet, dando como resultado, que su esposa revoloteara en el salón más que ansiosa.

¡La tonta dieta que nos hemos impuesto por más de cinco siglos!, el alimentarnos de sangre de animales, he de reconocer, que nos ha hecho más fuertes dándonos el don del Glamur, que nos permite caminar bajo el sol, sin resplandecer, tomar la apariencia de dos ancianos, mezclarnos entre la gente y eso. – dijo con una mueca de disgusto y agrego exasperada - Pero bien sabes, que si Cayo Vulturi te viera ahora, pegaría un grito al cielo… por lo que un bocadillo ocasional, no nos haría perder nuestro don, algún nuevo criado jugoso del Señor Bingley no nos caería mal y por eso debes ir a visitarlo tan pronto como llegue, para que veas a su nuevo personal.

–– El tío Marcus está más que de acuerdo con nuestro modo de vida, y las niñas lo han llevado desde siempre. No veo la razón para tener que visitar a nuestro nuevo vecino cuando se instale, si podemos entrar en la noche misma que lleguen los criados y deleitarnos con uno o dos.

No, querido. Si algo así pasa antes que llegue el señor Bingley, el lo entenderá como un mal augurio y tal vez no llegue a instalarse nunca – le contradijo su esposa y agrego – nuestras hijas necesitan un poco de diversión y he de decir que yo también, tal vez ellas se nieguen a convertir a algún humano en nuestra condición, si se diera el caso, pero mi Lydia, no es tan apegada a esta postura por lo que le he escuchado, por eso y más es necesario que vayas a visitar al humano tan pronto llegue.

Puedes ir tú con las muchachas o mandarlas a ellas solas, que tal vez sea mejor; como tú eres tan guapa como cualquiera de ellas, a lo mejor el señor Bingley te prefiere a ti.

–– Querido, me adulas, sé que no estoy nada mal pero en este cuerpo que he adoptado para la sociedad de Meryton ahora no puedo pretender ser nada fuera de lo común. Cuando una "mujer humana" tiene cinco hijas creciditas, debe dejar de pensar en su propia belleza.

–– En tales casos, a la mayoría de las mujeres humanas no les queda mucha belleza en qué pensar – este comentario hizo que la señora Bennet sonriera levemente.

–– Bueno, querido, de verdad, tienes que ir a visitar al señor Bingley en cuanto se instale en el vecindario.

–– No te lo garantizo.

–– Pero piensa en la diversión de tus hijas. Date cuenta del partido que sería para una de ellas, si es que alguna se muestra interesada, sabes que un vampiro completo no puede tener hijos, no imagino tanto esfuerzo para que me quede sin nietos. Sir William y lady Lucas están decididos a ir, y sólo con ese propósito. Ya sabes que normalmente no visitan a los nuevos vecinos. De veras, debes ir, porque para nosotras será imposible visitarlo si tú no lo haces.

–– Sir William y lady Lucas son humanos van contra el tiempo; tus hijas, sin embargo tienen toda una eternidad y son ellas las que deben elegir a su compañero, si es vampiro o humano, si sigue nuestra dieta o no, no es nuestro problema, si este les llega después de que hayan cambiado, es cosa del destino, la culpa no será tuya ni mía. – comento el señor Bennet desinteresadamente.

Pero como su madre, si está en mi mano tratar de apresurar aunque sea un poco ese destino, no se me podrá culpar de no haber tratado nunca de ayudar a nuestras hijas – manifestó la Señora Bennet, con solemnidad.

Eres demasiado comedida – El señor Bennet miro a su esposa con ternura y agrego burlonamente – Estoy seguro de que el señor Bingley se alegrará mucho de veros; y tú le llevarás unas líneas de mi parte para asegurarle que cuenta con mi más sincero consentimiento para que contraiga matrimonio con una de ellas – y agrego maliciosamente – aunque pondré alguna palabra en favor de mi pequeña Lizzy.

––Me niego a que hagas tal cosa. Lizzy no estaría feliz si hicieses de esa manera, lo más seguro es que rechazara al humano, sabes también como yo, que tiene unos tontos prejuicios por los de nuestra condición, ni hablar de su impertinencia al hablar cuando algo no es de su agrado, en vez de alguna palabra a favor pon una de advertencia, en fin, no es nada mejor que las otras, no tiene ni la mitad de gracia que Jane y no es ni la mitad de alegre que Lydia. Pero tú siempre la prefieres a ella.

––Ninguna de las tres es muy recomendable ––le respondió––. Son tan tontas e ignorantes como las demás muchachas; pero Lizzy tiene algo más de agudeza que sus hermanas. Aunque Mary…

–– ¡Señor Bennet! ¿Cómo puedes hablar así de tus hijas? Te encanta disgustarme. No tienes compasión de mis pobres nervios.

––Te equivocas, querida. Les tengo mucho respeto a tus nervios. Son viejos amigos míos. Hace por lo menos trescientos treinta y tres años que te oigo mencionarlos con mucha consideración.

–– ¡No sabes cuánto sufro!

––Pero te pondrás bien y vivirás para ver venir a este lugar a muchos jóvenes de esos de cuatro mil libras al año.

––No serviría de nada si viniesen esos veinte jóvenes y no fueras a visitarlos. A todo esto. ¡Lo que yo mas añoro es un pequeño bocadillo!

––Si depende de eso, querida, en cuanto estén aquí los veinte, los visitaré a todos.

Ambos se sonrieron, la señora Bennet salió casi satisfecha del estudio, por lo menos su pequeño bocadillo estaba casi asegurado.

El señor Bennet en sus 23 años eternos era un ser hermoso de cortos cabellos rizados negros como el ébano, tez blanca como el de rasgos hermosos, de ojos dorados debido a su dieta, cuerpo fuerte y musculoso, pero no tan exagerado, todo esto acentuado por su belleza vampírica, además el era una mezcla tan rara entre ocurrente, sarcástico, reservado y caprichoso, que la experiencia de trescientos treinta y tres años no había sido suficiente para que su esposa entendiese su carácter totalmente, el don del Glamour adquirido solamente gracias a una dieta de sangre de animal por 200 años, El Señor Bennet había tomado una apariencia de un hombre de 60 años, de cabello blanco y apariencia cansada, todo un filosofo. Sin embargo, su esposa de belleza tradicional a sus 21 años eternos era hermosa de cabellos lacios y rubios, de ojos dorados y tez blanca, que con su don del Glamour había tomado la forma de una señora un poco regordeta, nerviosa y agotada , una mujer un poco chismosa y sin remedio de poca inteligencia, más bien inculta, con muchas ganas de casar a sus cinco hijas, su carácter era menos difícil de describir cuando no fingía entre sus criados y vecinos era divertida, de gran inteligencia, muy ansiosa, de vez en cuando se escapaba de su dieta y se daba un bocadillo ocasional, nada que comprometiera su don a largo plazo, solo algún criado perezoso del cual alguna de sus vecinas se quejaba, le encantaba ser el centro de atención en la pequeña sociedad de Meryton, con mucha ganas que sus hijas encuentren su compañero para la eternidad.

Los Señores Bennet se amaban aunque ante la sociedad de Meryton eran más que un matrimonio disconforme, donde el Señor Bennet era un huraño irremediable que vivía encerrado en su biblioteca y la Señora Bennet una mujer inculta antes de que se transformen en vampiros completos, dado que al llegar a ese punto ellas ya no podrían tener hijos y la honrosa descendencia que iba desde los tres grandes Vulturi hasta su familia se vería truncada.