Me quedé en silencio, observándote a lo lejos.
Reías. Tanto que creía que iba a acabar yo riendo contigo. No parabas de sonreír, y ni tan siquiera te inmutaste que estaba allí, presenciando tu sonrisa. Y tampoco quise descubrirme. Quizás porque me gustaba verte así, feliz, aunque la causa siempre fuese él.
A veces creía que me quedaría sin aliento con tan solo presenciarte, y sin embargo, lo único que sucedía era que mi corazón se reprimía, y más si te abrazabas a su cuerpo. Y le besabas en los labios.
Y yo, de nuevo, me quedaba en silencio, escuchando el crujido de lo que era mi corazón roto. Y lo demás ya no importaba.
Solamente quería verte. Quería mirarte a lo lejos sin ser descubierta. Pero últimamente, Santana parecía percatarse de todo. De la realidad.
Yo era Quinn Fabray, y tú eras Rachel Berry. Y acababa de ser descubierta.
