¡Hola!

Sí, una vez más vengo con una traducción, esta vez sobre Minerva McGonagall, mi heroína personal. Es un personaje que me gustó desde el principio y con el tiempo se volvió de mis favoritos. Así pues, no pude resistirme cuando encontré este fic y decidí traducirlo. Considero que es muy bueno porque nos muestra la otra parte de lo que pasó durante el séptimo libro, esa que Rowling no contó.

El fic no es muy largo y los capítulos son cortos, como este, pero merecen la pena. Como tengo muchas cosas empezadas no podré ir al ritmo que me gustaría con este fic (lo sé, es mi culpa completamente) así que las actualizaciones serán todos los martes. Ya tengo tres capítulos incluyendo este así que considero que en dos semanas tengo tiempo para adelantar con la traducción perfectamente y también dedicarle tiempo al resto de mis fics.

Y creo que eso es todo :) Enjoy!


Disclamer: todo lo que podáis reconocer no me pertenece, es propiedad de J. K. Rowling y el fic es original de FlashFiction, yo sólo lo traduzco. El link al fic original es el siguiente: s/7335046/1/Waiting-for-the-Storm


Capítulo 1: El Principio del Fin.

Un cielo gris anunciaba lluvia. El aire era frío, cortante y un tanto siniestro. Grandes colinas oscurecían el horizonte, la mortecina luz de la tarde creaba sombras en todas partes. Minerva McGonagall temblaba, ajustando su capa de viaje más cerca de su cuerpo delgado y anguloso. Su pelo negro canoso recogido en un moño, daba especial énfasis a la estructura angulosa de sus pómulos. Sus ojos eran azules, oscuros y serios, implacables para aquellos que no estaban acostumbrados a ellos. Su rostro aún era atractivo pero había resistido muchos temporales, cada línea contaba una historia diferente. Era alta, más alta que la mayoría de las mujeres de su edad aunque la edad nunca había sido un rasgo definitorio. Ella había vivido con la energía de una persona de cuarenta años los últimos veinticinco pero este año era diferente.

Minerva nunca había sentido su edad hasta ese momento. Siempre había estado demasiado ocupada para pensar en dolores y molestias que aparecen con el tiempo. Siempre había cosas que hacer y Minerva generalmente era la primera en presentarse voluntaria, descansando únicamente cuando sus amigos lograban colocarla, literalmente, en un asiento. Pero una ola de cansancio se había elevado sobre ella y aún no retrocedía. Se sentía lenta, sin motivación, como un coche con el motor estropeado.

Caminó con la maleta en la mano por un largo camino bordeado de setos. Cojeaba levemente mientras se movía, producto de una lesión producida dos años atrás. Arrastraba los pies, no porque estuviese cansada, sino porque había estado evitando hacer ese viaje desde hacía meses. Su vuelta había sido decidida y pospuesta por lo menos cinco veces, alegando que tenía cosas que hacer que realmente carecían de importancia. Pero la única persona a la que estaba tratando de engañar era a sí misma y Minerva era una purista de la honestidad hasta el punto de no poder mentir ni a su propia mente.

Así que continuó caminando, preguntándose por qué demonios estaba allí y con ganas de volver a cada segundo. Llegó a una gran puerta oxidada con adornos de plata. Se elevaba por lo menos cuatro metros en el aire, un escudo de armas dominaba la mayor parte del metal forjado. Extendió la mano pero la puerta se abrió antes de que sus dedos llegaran a ella. Minerva casi sonrió. Había recorrido ese camino cada año durante los últimos cuarenta y uno, la puerta reconocía a un viejo amigo después de tanto tiempo. Minerva se deslizó a través del hueco que había y la cerró detrás de ella.

Cuando levantó los ojos para mirar hacia arriba, el aliento se quedó atrapado en su garganta. El castillo de Hogwarts de pie ante ella. Era el castillo, sólo el castillo, en el que había estado muchas veces antes y sin embargo la hacía sentir extraña, enfadada, triste y confundida. Hogwarts había sido siempre algo bueno, un faro de luz, su hogar lejos de casa. Le daba esperanza y una sensación de calor en su interior. Eso había cambiado. El castillo parecía una cáscara vacía, las ventanas revelaban sólo vacío. Donde una vez hubo calor, ahora había un frío implacable. Donde todo había sido luz, ahora sólo había oscuridad.

Era porque Albus se había ido. Albus Dumbledore, su mentor, héroe y amigo. Era su presencia, que la había tranquilizado en esos momentos en los que creía que todo iba mal. Había sido bajo su dirección cuando se había convertido en la amante de la transformación que era. Era él, en suma, el que hacía de Hogwarts, Hogwarts. Y se había ido, asesinado por el hombre en el que había confiado más que en ninguna otra persona. Asesinado por el mismo hombre que ahora tomaría su lugar.

La idea de Severus Snape sentado en el lugar que por derecho era de Albus Dumbledore hizo que a Minerva se le revolvieran las tripas. Quería aplastar a la víbora de Snape, hacerle sentir el dolor que ella y todo el mundo había sentido. Pero no podía. Snape era el director y ella seguía siendo una profesora. Ella iba a quedarse. Tenía que hacerlo. Se lo había prometido a Molly Weasley, quien había enviado una lechuza pidiendo protección para su hija menor. Molly no sería el único padre que se sentía de esa manera. Muchos otros seguramente conocían los peligros de que sus hijos estuvieran cerca de Snape, conectado con El-que-no-debe-ser-nombrado. Minerva se estremeció de nuevo. Todos estaban en peligro hoy día. Pero alguien tenía que ser fuerte y hacer que todo funcionase con normalidad. Ella sería una de esas personas. Era, ante todo, una profesora y era su trabajo, su vocación, mantener los estándares de Hogwarts. Lo haría por Albus.

Un crujido detrás de ella indicaba que alguien había entrado por la puerta. Se volvió a ver a su amiga y Jefa de Quidditch de Hogwarts, Rolanda Hooch. Rolanda tenía el pelo gris acero y ojos de halcón amarillo brillante. Llevaba ropas de viaje grises y una maleta en una mano. Arrastraba su escoba, carente de su vigor habitual. Fue un shock ver a Rolanda. Su presencia era, por supuesto, esperada en esa época del año pero Minerva estaba tan acostumbrada a su zigzagueo a través de la puerta y el vuelo alrededor del castillo en su escoba que verla caminar hacia ella con aire abatido era bastante inquietante.

—Rolanda—dijo Minerva.

—Minerva—Rolanda suspiró, dándole a su amiga un abrazo rápido.

—¿Cómo te fue el verano?—preguntó Minerva, torpemente.

—Muy bien—Rolanda se encogió de hombros—. ¿El tuyo?

—Bien—Minerva asintió.

Ambas mujeres sabían que eso estaba lejos de la verdad. Era miembros activos de la Orden del Fénix, una organización dedicada a la lucha contra Aquel-que-no-debe-ser-nombrado. Durante todo el verano escucharon los informes sobre familias de muggles atacadas y asesinadas. Habían pasado por la muerte de algunos amigos como la de Ojoloco Moody que había sido especialmente dolorosa. Sólo recientemente se habían enterado de que el Ministerio había caído. El Ministro de Magia había sido asesinado y su lugar ocupado por una persona bajo el control de El-que-no-debe-ser-nombrado. La situación estaba alcanzando niveles de crisis y ambas, Minerva y Rolanda, lo sabían.

Las dos brujas se volvieron hacia el castillo. Minerva suspiró, algo que no pasó desapercibido.

—Me sorprende ver que llegas tan tarde—dijo Rolanda—. Por lo general cuando yo llego tú has estado aquí durante al menos una semana.

—He estado posponiendo el viaje—admitió Minerva.

Rolanda asintió.

—Al igual que yo. No pienso pasar más tiempo con Snape del necesario—bajó los ojos—. Consideré seriamente no volver este año.

Ese dato era algo muy grande. Rolanda amaba Hogwarts, era un hecho reconocido. Había, como Minerva, pasado la mayor parte de su vida trabajando en la escuela y la decisión de no volver habría sido muy difícil de tomar.

—Me alegro de que hayas venido—dijo Minerva en voz baja—. Necesitamos a alguien que esté de nuestra parte.

Rolanda sonrió.

—Sí, creo que este es uno de esos momentos en el que mi talento natural para las bromas nos viene muy bien.

Su sonrisa se desvaneció tan pronto como había llegado. Incluso alguien tan alegre como Rolanda se daba cuenta de que habría cambios drásticos ese año. Minerva la tomó del brazo y comenzó el camino hacia el castillo. Las dos mujeres cogieron un determinado paso y fueron en silencio hacia la incertidumbre de este nuevo curso escolar.


Eso es todo por ahora, ¿reviews?

Cualquier tipo de crítica, duda, consejo...me lo dejáis en un review o un PM, siempre hago caso de lo que me dicen si considero que es útil o me va a venir bien así que no dudéis en contarme truquillos para traducir mejor o cosas así :) Y, por supuesto, darme vuestra opinión jaja

¡Besos y hasta el martes!

17/09/13 a las 11:40 p.m.