La penumbra invadía la habitación y obstaculizaba el uso de mis, de por si, torpes sentidos

Hola!

Mi prmier fic sobre la materia xD Recien hace tres días que descubrí esta magnifica saga, y ya me leí los dos primeros libros, Crepúsculo y Luna Nueva dos veces cada uno. Aun no quiero leerme Eclipse, de otro modo me agotare muy rapido la lectura, asi k mientras se me ocurrió hacer este pequeño fic de cómo Bella convenció a Edward de k la transformara, y aun más para ser suya antes de ello.

Este es solo el primer capi, para entrar en materia, pero realmente no tendra mucho más, dos o tres como mucho, todo depende de lo k me pidan sutedes...

Asi k no les entretengo más, ojala les guste!


Eternamente Tuya

La penumbra invadía la habitación y obstaculizaba el uso de mis, de por si, torpes sentidos. A pesar de mi cuidado y mis vigilados movimientos, mis pies no tardaron en tropezar contra algún objeto desconocido y contundente, haciéndome, rápidamente, perder el equilibrio y encararme contra el duro suelo.

Sin embargo, nuevamente, él estaba allí para salvarme de la irremediable caída. Sus manos se enredaron en mi cintura con un rápido y cuidado movimiento, y sentí como me alzaba del suelo, cual pluma tratará, para depositarme en algo que, basándome en la elasticidad, parecía una cama.

No obstante no fui capaz de percatarme de esto hasta mucho después, ya que en esos momentos, con sus inquebrantables brazos estrechando mi cuerpo, mi mente era incapaz de pensar, y el acelerado pulso de mi corazón me impedía encontrar cualquier sentido de coherencia a esa situación.

No era la primera vez que sentía su piel sobre la mía, ni sus labios rozando mi pelo, ni su calmada respiración, si es que así podía llamarse, caldear el ambiente. Tampoco era la primera vez que me salvaba, incluso de algo más temible que una simple caída.

No; esa no era la primera vez que sentía el aliento de Edward Cullem tan terrible y encantadoramente cerca de mi, sin embargo, mi corazón seguía latiendo con la misma intensidad que el primer día, respondiendo así de ese alocado modo, a toda la cantidad de sentimientos que yo albergaba en mi interior respecto a él.

No solo era amor, y estaba claro que de eso había mucho, pero era algo más, algo mucho más importante.

Edward era mi vida. Así, llanamente simple. Él lo era todo para mi, lejos de él, tan solo residía el vació.

Ya en una ocasión había tenido que probar mis fuerzas al límite, alejada de él durante varios meses, cargando con la terrible mentira, que el mismo había forjado con intención de protegerme, absurda intención si pienso en ello, de que no me amaba.

Vivir lejos de él fue para mi un suicidio, la pero de todas las situaciones a las que he tenido y tendré que enfrentarme, sin ninguna duda. Vivir pensando que jamás volvería a sentir sus preciosos ojos, tan semejantes al oro liquido en algunas ocasiones, semejantes al más profundo y tenebroso abismo en otras, posados sobre la simpleza de los míos, me provocaban un dolor en el pecho que, al mismo tiempo que me obligaba a respirar, me lastimaba con cada aliento de vida.

Sin embargo eso ya había pasado, y tan fuerte como fue el dolor en esa época, tal es la felicidad que me embarga ahora, mientras trato de localizar su perfecto rostro en la oscuridad, visualizando su sedoso cabello tan cerca del mío, sintiendo su piel acariciando la mía, aspirando su aroma, incapaz de ser alcanzado en belleza ni por el más caro de los perfumes.

Si, soy feliz. Más feliz de lo que jamás pude soñar en la corta y miserable vida que sufrí antes de conocerle, antes de probar sus labios, de compartir la noche a su lado, y se que nada podrá estropear esa felicidad, pues a diferencia de antes, ahora conozco un secreto que antes ignoraba, o al menos, no llegaba a comprender en todo su significado.

Él me amaba. Me amaba tanto como yo a él.

De pronto siento como su cuerpo se aleja del mío, provocando un vacío, y maldigo el hecho de mi corazón retorne a su tranquila paz si eso supone no estar a su lado.

- Estas fría – me susurra su cálida y perfecta voz, solo que esta vez esta manchada por un dejo de preocupación – y yo solo sirvo para empeorar eso más – una sombra cruza mi rostro sin poder evitarlo y contrae mi corazón al percibir la amargura, e incluso culpabilidad, que ocultan sus palabras. Se culpa a si mismo, y eso es lo que me da miedo.

- Todo lo ocurrido y tan solo se te ocurre preocuparte por eso – no puedo contener el reproche que acompaña a mi voz - Todavía me duele recordar a donde lograron conducirle esos dejes de culpabilidad en ocasiones anteriores, comenzando por dejar de hablarme un mes, hasta desaparecer varios de ellos.

Su mirada ofendida con una pizca de duro sarcasmo son la única respuesta que recibo.

Suspiro. Se cuanto sufre con su estúpida creencia de que es él quien me pone en peligro, sin embargo es eso mismo lo que me enfurece, saber que soy yo misma la causante de su sufrimiento, cuando el a mi, tan solo me aporta felicidad.

Pensar que todo tendría una solución tan fácil si él no fuese tan cabezota.

- No te preocupes – mis palabras ya no son nada ofensivas mientras trato de acomodarme entre esas mantas que me son desconocidas. Al fin y al cabo es demasiado perfecto para enfadarme con él – Ves, ya no ocurre nada.

El resplandor de sus ojos vuelve a atravesar la penumbrosa habitación hasta llegar a mi lado. Me alivia comprobar que ya no parece alarmado, al contrario, su mirada tan solo es capaz de reflejar todo el amor que me tiene.

Extiendo los brazos e inmediatamente el se encuentra entre ellos, y de nuevo mi corazón late con fuerza, provocando que un tono rosado inunde mis mejillas. ¿Acaso nunca lograré acostumbrarme?

Siento de nuevo su mirada fija sobre la mía, una pizca de malicia y burla brilla ahora sobre ella, y estoy completamente segura de que su rostro se encuentra enmarcado por esa perfecta sonrisa de "chico malo" que yo tanto adoro.

Me acurruco aun más sobre él, y sin poder evitarlo mis ojos se cierran a causa del cansancio y las emociones vividas durante el día, a sabiendas de que ahora estoy a salvo, cubierta por esos duros y fríos músculos alrededor de mi cuerpo.

- Duerme pequeña – el sonido de su voz deleita mi oído al mismo tiempo que su cercano aliento me estremece, un leve escalofrío recorre mi cuerpo y eso es lo último que soy capaz de recordar antes de que mis cuerpo caiga inevitablemente, en el más profundo vació.

No recordaba haber sentido nunca pesadillas mientras sus brazos rodeaban mi cuerpo, sin embargo, aquella noche fue la excepción.

Me encontraba en medio de una gran plaza desierta, con un parecido algo chocante con aquélla que Edward había decidido utilizar como medio para suicidarse, la plaza del Volterra. Solo que en esta ocasión tan solo yo me encontraba en el medio de ella, girando mi rostro en todas direcciones por un tiempo que me pareció una eternidad, buscando, buscándolo a él.

Finalmente lo vi venir hacia mi, olvidando el echo de su apariencia normal a pesar del profundo sol que nos envolvía a ambos, sin embargo concentre todas mis energías en dirigirme hacía. Lentamente, con un tranquilidad solo propia de un sueño nuestras manos lograron juntarse, por desgracia, en ese mismo instante cientos de figuras atemorizantes se irguieron a nuestro alrededor atrapándonos en un circulo de muerte.

Lograba reconocer algunas de ellas, Aro, Alec, Jane,Felix, Demetri, no obstante sabía que todas ellas representaban al mismo comando, los Volturi.

- Lo prometiste – mi estomago se contrajo al contacto con las frías palabras de uno de ellos. – Faltaste a tu palabra – el tono lento era incluso más amenazador que el echo de que sus dientes estuvieran preparados y brillando con el resplandor del sol.

- Ahora has de pagar por ello – fue otra quien habló esta vez, pero ni tan siquiera tuve tiempo de concentrarme en localizarlo, pues en ese preciso instante todos y cada uno de los vampiros que había a mi alrededor saltaron dispuestos a devorarme.

Mi cuerpo quedo paralizado a causa del miedo, yo misma era incapaz de pensar con coherencia, sin embargo tras varios segundo en silencio pude darme cuanta de que los vampiros habían desaparecido. Feliz y desahogada giré mi rostro para sonreír a Edward, cuya presencia misteriosamente había olvidado.

La sonrisa desapareció de mi rostro.

Él se halla allí, arrodillado sobre el suelo, con miles de heridas surcando su inmaculado cuerpo, con sus cálidos ojos ocre fijos en mi..., y sonriendo.

A pesar de la muerte alzándose sobre sonreía, me sonreía a mi, sonreía por mi.

Los latidos de mi corazón se aceleraron profundamente, sentía a este huir de pecho y deseaba seguirle, pero era completamente incapaz de apartar la mirada de el hombre que simbolizaba mi vida, que lo era todo en mi existencia.

- Adiós Bella – su voz sonó tan perfecta y musical como siempre, a pesar del ligero temblor que la surcaba – Cuídate mucho.

Sus ojos seguían fijos en mi, una pequeña sonrisa surcaba sus labios al contemplarme, y de pronto un brillante resplandor cubría su cuerpo, semejante a aquel que el Sol solía producirle, pero significativamente distinto.

Era el resplandor del adiós. La fuerte llamarada de la vela antes de apagarse por completo, e instantes después su cuerpo desapareció ante mis ojos, sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo.

La realidad, el supremo dolor de o que había ocurrido me embargo por completo, por primera vez sentí lo que verdaderamente era estar muerta, sin él todo había acabado.

- Noooooooo! – el grito desgarrador se apropio de mi garganta, el dolor me impedía respirar, mi corazón latía violentamente, y tan pronto como había empezado todo acabo.

- Bella! – sus palabras lograron cerrar el profundo escape de mi mente, sus brazos me estrecharon con fuerza devolviéndome la vida, y tan solo sentí las lagrimar correr por mi rostro cuando el recogió una de ellas y me acaricio con ella suavemente – Solo fue una pesadilla – De nuevo el perfecto y equilibrado sonido de su voz logró calmar todos mis ansias.

Una pesadilla solo eso. Una pesadilla.

Me estreche a él con fuerza, en busca de toda la protección y el amor que esos duros y fríos músculos podían proporcionarme.

Si, solo había sido una pesadilla, pero ¿quién me aseguraba que no llegaba a realizarse?

Después me había visto obligada a huir de casa, dejando a Alice y el ersto de los Culem como protección para Charlie, por supuesto, debido a la profunda negativa de Edward en convertirme y a la furia en la que esta decisión sumió a los Volturi.

Si, solo había sido una pesadilla, pero podría convertirse en realidad.

No. Negué con la cabeza. No permitiría que eso sucediera y tan solo había un medio infalible para lograrlo.


Hola!

Espero k os haya gustado este cap, como ven no es muy largo, tan solo el principio pero esperaré a vuestros reviews para saber si merece la pena seguirlo.

A todo slos k lean mis otras historias, no las he abandonado, solo se me fue la inspiración y el tiempo, a manos de estods estupendo libros, k han pasado a ser mis favoritos, con la pareja de Edward/Bella a la cabeza!!

Besos para todo y recuerden dejarme sus comentarios, si? De ese modo me animare mucho a continuar, BY