Un mundo desolado

Por Fushigi-kun

Capítulo 1: ¡Abuelo!

Estamos en un tiempo muy adelantado en el futuro. Debido a las múltiples guerras y armas biológicas usadas, casi toda la gente y Pokémon han muerto, además, los Pokémon que quedan ahora sólo son mutaciones; ya no hay Pokémon normales…

Ahora nos encontramos en una pequeña casita al lado de un río, con dos de los pocos habitantes de la Tierra…

Abuelo: (a su nieta) Recuerdo cuando tenía tu edad, Deborah, yo era un entrenador Pokémon, pero no fui tan afortunado como mi abuelo. Él me decía que cuando tenía tu edad y era entrenador, aún se podían ver unos pocos Pokémon normales dando vueltas por ahí… yo, en cambio, siempre tuve de estos que les llaman mutantes…

Deborah: ¿Y cómo eran los Pokémon normales?

Abuelo: Mi abuelo siempre me contaba… eran del mismo tamaño que los de ahora, pero eran… distintos, no sabría describirlos. (Saca un dibujo de su bolsillo) ¿Ves éste? Se llama Bulbasaur. Tu abuelo decía que si lo entrenabas mucho, evolucionaba en Venusaur, como ese pequeño que tienes tú…

Deborah: ¿Éste? (Saca una Pokéball de vidrio, se ve una luz verde que sale de su interior. La abre y sale un pequeño Venusaur, del porte de un Bulbasaur)

Venusaur: ¡Venusaur! ¡Venusaur! (Salta encima de Deborah)

Abuelo: Sí, como ese, pero mucho más grande, como el de tu padre.

Deborah: Ya veo… ese Bulbasaur se ve muy tierno nn

Venusaur: ¡Saur! ò.ó

Deborah: No seas celosa, Laura, tú eres muy tierna y bonita.

Laura: Saur… nn

Deborah era una niña de quince años, de pelo negro y ojos café. Ella es una entrenadora, quien recibió su primer Pokémon, Laura, hace muy poco. En esta época en el futuro los Pokémon han desaparecido, sólo quedan mutaciones que son iguales a las formas finales de los Pokémon antes conocidos, sólo que en tamaño pequeño

Abuelo: Deborah, te quiero mostrar algo. Es un regalo que me dio mi abuelo, me dijo que lo cuidara muy bien, y que nunca, por ningún motivo que no fuera el correcto, lo diera a conocer. Pero el momento ha llegado. Ten.

Deborah: oo ¿Qué es abuelo?

(El abuelo de Deborah se para y va a un cajón, del cual saca un pequeño cofre. Luego, saca una llave de su bolsillo y lo abre. De adentro extrae una extraña caja negra, con algunas luces rojas, y una insignia que Deborah creía conocer, pero que no logró identificar bien.)

Abuelo: Esta caja es de mucho valor. Ni imaginas cuánto. Dentro de ella puedes colocar cualquier objeto, y el tiempo no pasará para él… Pero lo que hay dentro de esta caja es aún mejor.

(El abuelo de Deborah abre la caja con gran facilidad, y saca una Pokébola de color azul.)

Abuelo: Dentro de esta Pokébola, que es igualita a las antiguas, hay un huevo de Pokémon original. Mientras estén en una Pokébola no pueden abrirse. Este tiene más de cien años, pero la caja lo mantiene como nuevo.

Deborah: Pero abuelo… ¿Por qué me la das?

Abuelo: Es sólo que… no creo que ya pueda seguir ocultando el secreto, además, estoy muy viejo… (Tose) cof cof cof… y bueno, en cualquier momento podría irme de este mundo, y quiero que ese pequeño quede en buenas manos es todo.

Deborah: Abuelo, no me asustes. No quiero que te mueras aún. Además, mamá está muy lejos y papá trabaja todo el día. Eres el único que puede cuidarme.

Abuelo: Es verdad, Deborah, pero también es verdad que estoy muy viejo y en cualquier momento mi vida puede llegar a su fin…

(Deborah notó que había un aire de tristeza en la cara de su abuelo, lo que era raro, pues su abuelo siempre había sido una persona muy alegre.)

Abuelo: ¡Bah! ¡Pero a quién le importan esos disparates! ¡Aún sigo vivo! je, je,je ... ¡Ah sí! Antes de que me olvide, quiero que cuides muy bien ese huevo, hasta que nazca el Pokémon que hay adentro, y lo entrenes muy bien. Estoy seguro de que será un muy buen compañero.

Deborah: Yo también lo creo así, abuelo.

Abuelo: Bueno… creo que ya debes irte a la ciudad. Es el día libre de tu padre y te invitó a cenar, no le gustará si llegas atrasada. Salúdalo de mi parte.

Deborah: ¡Es cierto! ¡Ya debo irme! Adiós abuelo, cuídate. (Se despide del abuelo)

Abuelo: Adiós Deborah.

(Deborah salió de la casa, tomó una especie de 'motocicleta flotante', llamada 'Speeder' y se fue por un desierto interminable. El paisaje es un montón de dunas, con ruinas de ciudades en el fondo…

Después de un largo viaje, Deborah llegó, en la tarde, a una ciudad, no muy grande y muy iluminada. La mayoría de la ciudad eran ruinas, de las cuales, la más destacable era una inmensa torre de radio, que parecía estar oxidada y haber sido olvidada con los años.

Deborah paró frente a un edificio muy grande, dejó la motocicleta afuera y entró. Subió al ascensor hasta el último piso y llegó a lo que parece ser un laboratorio, lleno de científicos con batas blancas.)

¿??: ¡Deborah! ¡al fin llegaste! Me tenías preocupado ¿Cómo está el abuelo?

Deborah: Muy bien, papi. Me dio esto (muestra la Pokébola azul)

Papá de Deborah: ¡Oh! ¡Es esa Pokébola! Tu abuelo siempre me hablaba de ella, pero nunca me la dio. Yo también la busqué y desarmé la casa un montón de veces por su causa. ¿Dónde estaba?

Deborah: La sacó de una caja que estaba dentro de su cofre.

Papá de Deborah: Ah… esa caja… Nunca supe cómo se abría…… ¡Ah! Ya debemos irnos. Te estará esperando una gran sorpresa .

(El padre de Deborah se sacó su bata blanca y la dejó en un casillero. Luego salieron del edificio y cada uno tomó un Speeder para dirigirse a su destino…)

Padre: Es una pena todo lo que se ha perdido a causa de las últimas guerras… Mi abuelo me contaba un montón de historias de las generaciones anteriores. Antiguamente podías utilizar un computador y tenías acceso a un montón de información mediante la Internet… Podías averiguar sobre lo que querías… ¡con una sola computadora! Ahora si quieres averiguar algo debes investigarlo solo o ser parte de la mafia. ¡Es una pena!

(Aunque Deborah no entendía exactamente lo que decía su padre, ni nunca tuvo gran pasión por las computadoras, sí sabía que su padre trabajaba para recuperar gran parte de la información que se había perdido, mediante su trabajo en el laboratorio. Esto realmente la enojaba, pues el trabajo siempre la alejaba de su padre…)

Padre: Aquí es.

(Ambos se detuvieron frente a un pequeño restaurante de aspecto serio, estacionaron los Speeders a un lado y entraron. Adentro se veía mucha gente conversando alegremente. Tenía luces tenues y algunos cuadros viejos que le daban todo su aspecto de seriedad, sin embargo, el aire era de simpatía y amistad, además del olor de los deliciosos platos que ahí servían.)

Deborah: Por cierto, papi ¿Cuál es la sorpresa?

Padre: ¡Oh! Eso ya lo descubrirás… Ven, nuestros asientos están por aquí.

(Se desviaron por un pequeño pasillo, y Deborah inmediatamente descubrió su sorpresa.)

Deborah: ¡Mamá!

Madre de Deborah: ¡Deborah, hija! Me alegro de que estés bien. (Se abrazan.)

Deborah: Yo también, mamá. ¿Te has tomado un día libre?

Madre: Pues sí, especialmente para venir a verlos. El trabajo en Ciudad Iris es realmente agotador, ya sabes, un montón de investigaciones, al igual que tu padre acá en Ciudad Trigal. Todo sea por el bien de la ciencia, y para recobrar la información perdida.

(Deborah lo pasó muy bien esa tarde con su madre. Ella es científica, al igual que su padre, pero trabaja en Ciudad Iris.)

Madre: (al padre de Deborah) ¿Qué miras tanto Francis?

Francis: ¿Recuerdas cuando nos conocimos, Melanie?

Deborah: ¡Ya! ¡No empiecen con eso! Siempre los tengo que escuchar… Creo que mejor me iré a hacerle compañía al abuelo.

Melanie: ¡Ya Deb! ¡No seas malhumorada! Estamos aquí para tener una agradable cena familiar.

Deborah: Bueno, pero no empiecen con sus romanticismos de nuevo…

(Después de haber cenado y pasado una agradable tarde, la familia se preparaba para despedirse, y separarse otra vez).

Deborah: Me alegro mucho de verte mamá. Te extrañaré, te amo. Adiós .

Melanie: Tal vez pase mucho tiempo, Deb, pero nos volveremos a ver. Si puedes, ve a visitarme al laboratorio de Ciudad Iris.

Deborah: Lo haré. (Mira su reloj de mano) ¡Oh, ya es tarde! ¡El abuelo debe estar esperándome! (Besa a sus padres y sale apresuradamente del local.)

Francis: Mira cómo va de apresurada. Igual a una niña que conocí hace tiempo…

Melanie: (Con un ligero tono de sarcasmo) Me pregunto quién habrá sido esa afortunada chica.

(Afuera del local, Deborah tomó el Speeder y se fue muy rápido camino a su casa. Ya era de noche, había una brillante luna blanca que lo iluminaba todo levemente, y también dejaba ver las ciudades destruídas, de un color grisáceo, por detrás. Cuando finalmente llegó a la casa…)

Deborah: (Abriendo la puerta) ¡Abuelo! ¡Ya llegué!

(Pero de pronto, Deborah quedó petrificada. Lo que vio hizo que se le helara la sangre y casi se paralizara su corazón. La sala de estar era un desastre: los muebles estaban tirados por todos lados, destrozados, junto con los trozos de vidrios de las ventanas que estaban regados por la habitación. Además había montones de papeles y libros que parecían haber sido lanzados sin consideración desde sus estantes y cajones.

Pero lo peor de todo era que todo estaba regado de gotas de sangre roja, y junto a todo el desastre, estaba el cuerpo helado y sin vida del abuelo de Deborah. Su mirada estaba fija y en su pecho había una gran herida, de la cual parecía haber emanado violentamente el líquido rojo.)

Deborah: ¡NO PUEDE SER! ¡ABUELOOO!!

(Deborah cayó desconsolada frente al cadáver de su abuelo, y lloró, lloró descontroladamente hasta que sus lágrimas se acabaron y el sueño se apoderó de ella. En la mañana, despertó con los primeros rayos de sol. La sangre se había secado y todo se veía aún mas claro y devastador que al día anterior, pero ahora Deborah no pensaba en su gran pérdida. Esta vez por las venas de Deborah corría una sed incontrolable de venganza. Ella no descansará hasta averiguar quién fue el asesino, y cobrar venganza…)