Hola, minna-san~ hoy me levanté con ganas de escribir. Y sinceramente, aunque no he visto InuYasha hace mucho tiempo esta idea rondaba en mi cabeza hace unos días. Espero que puedan disfrutarla tanto como yo disfuté imaginarla. *tono triste* ahora viene la parte mas difícil para u a escritora vaga, escribirla *se alegra de vuelta* pero en fin, disfruten leerla, disculpen mi horrores de ortografía. Si hay algo mal respecto a la historia, onmitanlo. Hace mucho no veo y no recuerdo bien.
InuYasha no me pertenece sino el se hubiera quedado de una con Kikyo
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-FlashBack-
El demonio al que se enfrentaba InuYasha era muy fuerte, además, debía lidiar con esos estúpidos soldados. Menos mal que estaba Kagome a su lado, si no, se volvería loco. Ese demonio, acababa de aprisionar a InuYasha, sin dejarle salida. Parecía su fin, una picadura de esa cosa y su vida acabaría en 3 segundos. Lo intentó, con todas sus fuerzas, pero le era imposible librarse de su agarre. Kagome pareció percatarse, porque pronto lanzo una flecha certera al demonio, y este por el impacto liberó a InuYasha. ¿Cómo una flecha de Kagome ha sido mas útil que sus garras? Esa chica se estaba volviendo muy fuerte. La miró por un instante, uno fugaz, pero lleno de respeto y admiración. En estos momentos recordaba porque la amaba. Ella estaba peleando con los soldados, usaba hábilmente sua flechas y poderes de sacerdotiza.
Luego de una dura lucha, el mitad demonio, al fin pudo derrotar a su oponente. Con una sonrisa de lado observó al demonio que se encontraba descuartizado. Esta sería una gran anecdota.
-Kagome, vamonos. Terminamos aquí- pero no oyó respuesta. Se fijo a su alrededor, ella no estaba ¿Que había pasado? A lo lejos se escuchaba un constante llamado y gemidos de dolor. No puede ser, esa era la voz de Kagome.
InuYasha se apresuró a seguir su rastro. Mientras más se acercaba, más gritos oía ¿Acaso la estaban torturando? Esos humanos estupidos... El joven peli-blanco no descansaría hasta matarlos. Pero... había algo... al olfatear el rastro sintió el olor de Kagome... p-pero... no eran humanos los que la tenían.
-¡InuYasha!- su grito desgarrador calaban los hueso del híbrido. Llegó lo mas rápido que pudo, pero nunca imaginó lo que pasaba frente a sus ojos.
Kagome, el amor de su vida y la dueña de su corazón, desfallecía en sus brazos. Cada vez mas débil, cada vez mas fría y pálida, cada vez mas cerca de la muerte.
-K-kagome...p-por favor... n-no...- lágrimas y más lagrimas rodaban por sus mejillas. Sentía que cada parte de su ser le dolía, pero nada se comparaba al dolor del alma. Kagome lo miro a los ojos, con una ternura y admiración inexplicable. Con las últimas fuerzas que le quedaban logró decir -I-inuYasha... a-aishiteru...-
Así, la vida de Kagome se perdía junto con la lágrima que rodaba por su mejilla. En su rostro tenía una sonrisa. La sangre no paraba de brotar de su vientre, tenía una herida muy profunda que había llegado a desgarrar sus órganos. Era un milagro que haya estado viva para decir sus últimas palabras.
InuYasha depositó suave y delicadamente a Kagome en el suelo. Dirijio su mirada, que rebosaba de frialdad, al ser que se encontraba frente de él. Un ser odioso y detestable. Alguien poderoso, muy poderoso. Naraku.
-InuYasha... nos volvemos a encontrar- interrumpe su discurso con una leve risa.-lástima, que ya cumplí mi objetivo. Debo irme- con la mismo misterio con el que apareció volvió a desaparecer. Sus insectos voladores se lo habían llevado.
-¡COBARDE!- su grito le habría roto las cuerdas vocales a cualquiera, pero no a InuYasha. Él era fuerte, pero en esos momentos sentía como si su cuerpo se estuviera desarmando y no supiera como juntar lo que quedaba de el. Simplemente, se quedó observando al cuerpo inerte de Kagome. Su expresión era de calma y tranquilidad. Si no fuera por la obviedad de la muerte se la podría confundir con una joven durmiendo.
-Fin del FlashBack-
Ya habían pasado 5 años desde ese día, pero no había ningún día en que InuYasha no recordase lo que había pasado. El cuerpo de Kagome, la herida, Naraku... todo era tan confuso. No había vuelto a ver a ese asesino ¿Lo habría imaginado? No, estaba seguro. Era él.
-InuYasha, ya olvídalo. Deja de torturarte así, tú no has tenido la culpa.- la voz de Sango sonaba dulce y a la vez consoladora. Cuidaba de sus hijos, los trillizos. Ya tenían 6 años y eran niños hermosos.
-L-lo sé... pero no puedo evitarlo... recuerdo todo con tanta facilidad...- Sango no pudo evitar pensar que InuYasha había cambiado mucho desde la muerte de Kagome. Se había vuelto mas frío y hosco. Ya no tenía los mismo valores y no la importaba matar a gente inocente. Es como si hubiera dejado de creer en el mundo, en el amor.
-Entiendo... a mi me pasa lo mismo...- una lagrima comenzó a rodar por la mejilla de Sango. Recordó, como siempre lo hacía, el momento en el que Kohaku había asesinado a su padre. Ella sabía perfectamente que la culpa fue de Naraku, nunca culparía a Kohaku. El había sido usado como una marioneta.
-Gomenen, Sango. No quise...- se sentía un bruto ¿Cómo se podía olvidar de todo lo que pasó Sango? Ella negó con la cabeza restandole importancia. Pronto, au cara se iluminó con una sonrisa. Una que irradiaba esperanza.
-Todo mejorará, recúerdalo- 《Ojalá tengas razón, Sango, ojalá tengas razon》 pensó InuYasha con desgana.
Luego de unas horas sin saber que hacer, se decidió ayudar a la anciana Kaede. Con ella encontraba la paz y la tranquilidad que siempre parecía faltarle. Cuando llegó junto a ella, se encontraba recolectando yerbas medicinales. Al verlo, sonrió.
-¿Vienes a ayudarme, InuYasha?-
-Por supuesto, una anciana como tú no podría hacer estas cosas sola...- la insolencia de InuYasha molestaba a Kaede pero con el tiempo lo fue aceptando hasta a acostumbrarse.
-Ojála todos pudieramos lucir tan jóvenes como tú. Pero el tiempo nos pasa de manera distinta a las personas- respondió Kaede con serenidad. Luego de un suspiro casi inaudible preguntó -¿Cómo te encuentras?-
-Como siempre. Destruido, abatido y como si un pedazo de alma se me hubiera sido arrancado.-
-Sango me contó que asesinaste a una familia inocente...- comenzó a decir la anciana con un tono de reproche. Él la miró molesto, pero no con ella, sino consigo mismo. Odiaba no poder controlar sus instintos de bestia.
-Valla, los chismerios corren rápido- fue la única respuesta por parte del híbrido.
Se dispusieron a trabajar en silencio, era un silencio para nada incómodo. Cada uno estaba sumergido en sus propios pensamientos, en sus propios fantasmas. A veces, las palabras sobraban.
Mientras trabajaban, unas jovenes se acercaron a ellos. Eran muy bonitas y muy parecidas, 《Seguramente son hermanas》 pensó InuYasha. Una, supuso que la mayor, tenía un cabello negro azabache, le llegaba por la cintura. Sus ojos eran de un violeta intenso. Tenía una expresión seria y rígida, parecía toda una ía un corte en la cara, en su ceja izquierda. No era muy profundo, pero InuYasha pensó que realzaba su belleza. Su intuición decía que se lo había hecho en batalla,y eso lo hacía admirarla. Aparentaba tener alrededor de 17 años. Su mirada recorrió a InuYasha evaluandolo, esto lo incomodó ligeramente.
La más joven, sin embargo, tenía el pelo castaño claro y lacio. Este estaba atado en dos coletas. Sus ojos, al igual que los de su compañera, eran de un violeta intenso. Sus rasgos eran iguales a los de la otra, solo que los suyos eran dulces e infantiles. Tenía una sonrisa que irradiaba felicidad pura. Pero, pareciera como si quisiera ocultar algo, algo que la hacia inmensamente infeliz. Ella aparentaba tener 15 años.
Ambas llevaban atuendos de sacerdotizas. Kaede pareció reconocerlas, porque inmediatamente hizo una reverencia a modo de saludo. Las miró con aprecio. Y luego, recordando la prescencia del joven, los presentó.
-InuYasha, ella es Hitori- señalo a la azabache de cabellos rebeldes. Ella se limitó a entrecerrar los ojos con una expresión cortante - Y ella es Riko- dijo, esta vez señalando a la castaña, esta le sonrió amablemente y un leve sonrojo se abrió paso en sus mejillas.
-Niñas, este es InuYasha- dijo nuevamente la anciana, esta vez señalando a InuYasha. Kaede comenzó a explicar que ambas eran hermanas, y que ambas eran sacerdotizas pincipiantes. Basicamente, venían a ayudar a la aldea.
-¿Para qué mas sacerdotizas? Con la vieja Kaede es suficiente- Riko lo mira curiosa a los ojos, pareciera que quería ver a travez de él. El contacto visual que mantenían era intenso, tanto es así que el propio InuYasha quizo retroceder y romperlo pero ella, de alguna forma, se lo prohibía. Luego de unos segundos su expresión cambio a una de trsiteza, como si no le gustase lo que acababa de ver. Lo miró, esta vez sin ninguna intención de examinarlo, sus ojos reflejaban empatía, y con una sonrisa triste dijo -¿Perdiste a alguien muy importante para ti, verdad?-
InuYasha se quedó paralizado ante la pregunta de la chica, no entendía como lo supo ¿Acaso era tan obvio? No, había algo más, pero ni InuYasha ni Kaede se imaginaban que era ese algo.
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Primerp que nada, gracias por darme una oportunidad y leer hasta el final. Con respecto a la historia, yo quería hacer un InuYashaxKikyo pero me puse a pensar... y pensar... y me decidí con hacer esto, porque sé que aunque muchas fans quieran a Kikyo hay algunas que las odían, por eso decidí que el fanfic con Kikyo no. Pero tampoco quería hacer uno con Kagome, porque a mi en lo personal no me cae demasiado bien. Y bueno, me pregunté que pasaría si Kagome muriera... y pensando llegué a escribir esto, quería escribir mas pero estoy vaga. Así que depende de cuantos hermosos reviews me dejen la vagancia se me irá mas rápido xD les contaría mas de mi descición por escribir esto pero les daría spoiler y no quiero.
