Summary: La guerra terminó. Todo comienza a ponerse en su lugar. Las vidas del trío más conocido por el mundo mágico comienzan a enderezarse; a excepción de uno: Hermione Granger. ¿Qué pasará cuando la persona menos imaginada se cruce en su destino? ¿Acaso ella decidirá ayudar a esa persona o dejar todo como está? Dramione. R: M.

Disclaimer: No. no. Y no. Nada me pertenece. Ni siquiera HP. XC


Parte I: Encuentro inesperado.

Hermione respiró profundo cuando la brisa fresca del viento de otoño sopló, alborotándole sus tan indomables rizos, mientras ella metía las manos en los bolsillos de su chaqueta y continuaba con la dirección de su caminar. Todo a su alrededor le resultaba acogedoramente familiar; el vecindario por el que caminaba, las casas que iba dejando atrás a medida que avanzaba, los jardines amplios de cada una de esas casas, repletos de flores y adornos.

Una sonrisa se le escapó cuando observó a una madre regañar a su pequeño por arrancar una flor del jardín sin permiso. Era típico del pequeño Michael, siempre causando líos… Si no eran las flores, era alguna otra travesura. Y la pobre señora Simmons siempre tenía que regañarlo. Hermione suspiró observando con melancolía a sus vecinos mientras continuaba caminando. Pero sus pies se detuvieron casi por voluntad propia cuando llegó a esa casa. Una casa que siempre quedaría en su memoria; una casa en la que vivían las dos personas que más amaba en su vida. Pero también, donde vivían las dos personas que jamás la recordarían otra vez.

Hermione sabía de la magnitud del sacrifico que tuvo que hacer para mantener a salvo a su familia durante la guerra con Voldemort. El borrar las memorias e implantar nuevas no era algo sencillo, tanto de realizar como hasta de intentar deshacer. Ella tuvo que hacer su corazón de piedra para poder hacerlo con sus padres, repitiendo en su cabeza una y otra vez cuánto los amaba, y que lo hacia por ellos, para protegerlos, a pesar de no saber si iba a poder tenerlos devuelta. Y eso era lo que más dolía. El recordarlos, pero que ellos ni se inmutaran por su presencia.

Ella ya lo había intentado todo. Aún recordaba cuando dos meses luego de la caída de Lord Voldemort, Hermione emprendió su viaje en búsqueda de sus padres junto a Harry y Ron, luego de que ambos se ofrecieran alegremente en acompañarla. Recordaba la inmensa alegría de haberlos encontrado. Recordaba el anhelo de tirarse a los brazos de sus dos personas más queridas y extrañadas. Recordaba haber pronunciado el hechizo contrarrestante en dirección a ellos. Recordaba la ansiedad a medida que se acercaba a ellos. Su propia voz titubeante pronunciando un silencioso 'hola' en dirección a ellos. Pero también recordaba la tristeza y desilusión que sintió cuando ellos la observaron sorprendidos, respondieron a su saludo, pero luego continuaron con su camino. Y allí fue cuando Hermione lo entendió. Mientras observaba como las dos personas que amaría por siempre se alejaban de ella, entendió lo que el sacrificio significaba.

Y por más dolor que sintiera, Hermione no se arrepentía de haberlo hecho.

La castaña estaba tan metida en sus pensamientos que no se percató cuando la señora Simmons se acercó a ella al verla parada en frente de la casa de sus vecinos, observándola extrañamente.

¿Quién era esta chica? La señora Simmons nunca la había visto antes; claro que eso era lo que ella creía. Hermione era tan buena para esa clase de hechizos y tan astuta, que había borrado el recuerdo de todas aquellas personas muggles que la hubieran conocido o siquiera visto.

"¿Te puedo ayudar en algo, querida?" Hermione se sobresaltó un poco al oír la voz de la señora Simmons y notar lo cerca que se encontraba de ella.

La observó durante unos momentos antes de contestarle. "No, estoy bien."

"¿Eres acaso pariente de la señora Wilkins? Eres bastante…"

Hermione sintió una ligera presión en el pecho al oír el apellido que había inventado para sus padres. Sin embargo, tragó en seco conteniendo sus emociones y contestó impidiendo continuar a la señora Simmons. Ella comprendía lo que su vecina estaba por decir…

"No. No, solo pasaba por aquí y me pareció una casa muy linda."

La señora Simmons sonrió girándose a observar la casa también. "Lo es, ¿no es cierto? Mónica Wilkins, la dueña, cuida muy bien de su jardín. Según tengo entendido, ella y su esposo, Wendell, no tienen hijos, así que no sufren lo que yo con mi pequeño Michael…" Hermione soltó una pequeña risa.

"Me imagino." La castaña suspiró. "Bien, creo que seguiré con mi camino. Lamento haberla perturbado o molestado."

"Claro que no, niña." La señora Simmons le sonrió con sinceridad. "Ve con cuidado; estamos en tiempos difíciles…"

Dígamelo a mí, es lo que Hermione le hubiera gustado contestar; sin embargo, se despidió con un: "No se preocupe. Que tenga un buen día."

Ella siguió su camino, dejando a su ex vecina atrás, al igual que a la casa de sus padres, y a ellos en ella. Hermione recordó todo por lo que había pasado, y por lo que estaba pasando.

Lastimosamente, con la muerte de Voldemort, la paz aún no había llegado en el mundo mágico. Aún existían mortífagos que no se habían entregado al Ministerio de Magia a pesar de que su 'amo' ya había muerto en manos de Harry Potter, y seguían dando lucha.

Según información que le había sido proporcionada al trío por el mismo Ministro, los Malfoy habían sido los primeros en entregarse. Lucius Malfoy era el que más años en la prisión de Azkaban recibió, por haber servido de una forma más directa a Lord Voldemort. Sin embargo, cuando llegó el turno de juzgar a Narcissa, el mismo Harry Potter alegó a su favor afirmando que ella lo había ayudado mintiéndole a Voldemort al 'confirmarle' que estaba muerto en el bosque.

Pero esa fue toda la información que se les permitió conocer a Hermione, Harry y Ron. Ni siquiera Harry supo cuál fue el veredicto final de Narcisa Malfoy. Y mucho menos el de Draco Malfoy.

Aún luego de casi un año y seis meses de la caída de Lord Voldemort, Hermione no podía olvidarse de ese día en la mansión Malfoy. Ese día en el que Bellatrix la había torturado para sacarle información. Y tampoco podía olvidar la forma en la que Draco Malfoy la había observado. Mientras su tía la torturaba, Draco mantenía una expresión neutra en su rostro. Más bien, él mantenía una inexpresión absoluta; pero sus ojos eran otra cuestión. Hermione recordaba la tristeza, desesperación, y hasta impotencia, con la que los ojos de Draco Malfoy la observaron en todo momento. No es que sintiera algo por él, pero esa mirada de empatía que él le dirigió nunca podría quitársela de su memoria.

Hermione fue traída de sus pensamientos a la realidad cuando oyó la voz de Harry gritar su nombre. Ella se giró hacia él sonriéndole.

"¿Hacia dónde ibas, Mione?" Ella rió ante el seudónimo por el cual su mejor amigo había recientemente acostumbrado a llamarla. Fue allí cuando ella se dio cuenta de que se había pasado del bar donde habían quedado junto con Ron en encontrarse.

"No lo sé. Iba distraída, creo…" Contestó ella abrazando a su mejor amigo.

"Eso es nuevo. Hermione Granger, distraída… Creo que el fin se acerca." Bromeó Harry, a lo que ella reaccionó golpeándolo ligeramente en el brazo sonriendo. "Anda, vamos. Ron está adentro." Harry pasó su brazo por sobre los hombros de su mejor amiga y juntos se dirigieron hacia su destino.

Cuando entraron al bar, Ron se encontraba en una de las mesas junto al ventanal que daba hacia la calle. Hermione rió al ver el rostro de Ron que expresaba una total incomodidad al observar cómo un hombre, muggle claro está, devoraba su almuerzo mientras leía el periódico en la mesa de al lado. Harry siguió la atención de su amiga y rió también.

"¿Por qué tanto miedo, Ron?" Preguntó Hermione divertida cuando llegaron a su otro mejor amigo. El susodicho se levantó de su asiento y abrazó a Hermione antes de que los tres amigos se sentaran en la mesa.

"No es miedo…" El pelirrojo se detuvo a pensar por una fracción de segundo antes de continuar. "¿Así me veía yo cuando comía en Hogwarts?" Preguntó por lo bajo, acercándose a su amiga, que estaba en frente, y a Harry, que estaba a su lado. Tanto Hermione como Harry no pudieron contener la risa. "No es divertido… Preguntaba en serio." Se atajó Ron, volviendo a sentarse derecho en su lugar, ignorando las carcajadas de sus dos mejores amigos. Pero no duró mucho, ya que una sonrisa se expandió en su rostro al verlos reír tan animadamente.

Una vez que lograron calmarse, fue Harry quien habló. "No te preocupes, Ron. Iré a pedir por nosotros. Solo procura controlarte ahora, ¿si?" Dijo poniéndose en pie para dirigirse al mostrador donde pediría la orden de comida para ellos y dejando a una Hermione completamente incapaz de contener su risa.

Harry amaba escuchar la risa de Hermione. Era tan contagiosa y sincera, que con unos segundos de escucharla, iluminaba el día de cualquier persona que se encontrara junto a ella. Había pasado un año y unos cuántos meses ya desde que todas las pesadillas del trío habían terminado. Al menos, casi todas.

En los últimos meses, algunos mortífagos continuaban dando lucha. Según el último informe hacia la Orden del Fénix -que por cierto, nunca la cerraron a pesar de las pérdidas de miembros y de que Voldemort ya hubiera muerto-, los mortífagos habían jurado la muerte a todos los que pelearon en la batalla, pero especialmente al 'Trío invencible'. Y Harry tenía que advertir a Hermione.

Después de todo lo que había pasado, Harry se había mudado a la reconstruida Madriguera con los Weasley. Él había sido exclusivamente invitado a quedarse por Molly Weasley, al igual que Hermione. Sin embargo, esta última decidió volver a Londres por un tiempo, lo que siempre preocupó mucho a Harry. No es que dudara de la capacidad de su mejor amiga para cuidarse sola, sino que como amigos que eran y por haber vivido tantas cosas juntos, no podía evitar sentirse preocupado por su 'hermana del corazón'. Y aún más luego de todo lo ocurrido con sus padres; nadie la entendería más que él.

Harry estaba tan metido en sus pensamientos, que no se percató cuando desde el otro lado del mostrador, atendiendo a las personas con profesionalidad y amabilidad, un chico rubio se le acercó para tomar su orden. Harry levantó la vista y sintió como si su cuerpo se petrificara al ver a la persona que tenía en frente.

"Disculpe, ¿se encuentra bien?" El rubio preguntó un tanto incómodo de que aquel pelinegro lo mirara como si hubiera visto un fantasma. "¿Puedo ayudarte en algo?"

Harry lo observaba atónito, y no pudo evitar que las palabras salieran de su boca, "Draco Malfoy". ¿Qué hacía él trabajando en lugar como ese?

El rubio, vestido con el uniforme del bar donde trabajaba, lo miró con sorpresa y confusión al mismo tiempo. "¿Cómo sabes mi nombre? Aunque Malfoy no es mi apellido… ¿Nos conocemos de algún lado?"

Harry se quedó sin habla esta vez. ¿Acaso Draco Malfoy no lo reconocía? Su mente evaluó la imagen del rubio que tenía en frente, y llevaba una camiseta sin mangas. Su mirada inevitablemente se dirigió a su brazo izquierdo, donde se suponía que debía estar su marca. Sin embargo, allí, sobre su piel, no había nada. Ni siquiera algún indicio de que tal marca estuvo allí. Harry no sabía qué pensar, o qué decir. Tenía demasiadas preguntas en su cabeza… ¿Acaso estaba mintiendo, fingiendo el haber perdido la memoria? Si fuera así, ¿qué le había pasado a su marca? ¿Era acaso también posible de que alguien le hubiera borrado sus memorias? ¿Qué había pasado con él desde que sus padres se entregaron y fueron encerrados en Azkaban? ¿Acaso huía? Harry no tenía certeza de nada, salvo el hecho de que quien tenía en frente –por más desaparición de marca tenebrosa o no- era sin duda Draco Malfoy.

El rubio bufó un poco irritado por la expresión de casi-susto que le dirigía el pelinegro. "Mira, necesito que ordenes algo. Ya hay mucha gente esperando en la cola a que tú reacciones. Ordenas o te largas, vamos." Harry se abofeteó mentalmente y pidió su orden del menú para él y sus amigos. "Okey, en unos momento le serviremos lo que ordenó." Draco repitió su tan estudiada y usada línea de agradecimiento por elegir el bar para el que trabajaba antes de darse vuelta para alcanzar la orden a la cocina en el fondo, mientras Harry aún lo miraba atónito. Hasta que oyó las protestas de las personas detrás de él, por lo que se fue hacia su mesa a paso tortuga, perdido en su mente.

Ron y Hermione tenían una agradable y tranquila conversación sobre cómo Ron había interceptado la última Quaffle que definiría el partido de Quidditch y que gracias a eso, ellos habían ganado. Aunque a Hermione no le parecía un juego del todo seguro –y que realmente intentara lo que más pudiera alejarse de las escobas-, disfrutaba verlo de vez en cuando. Y más disfrutaba del entusiasmo con el que Ron relataba la historia. Al final, la 'relación' que se había formado entre ellos, no había funcionado. Así que ambos lo tomaron como algo eventual y obvio, dado a los tantos años de amistad, así que volvieron a tratarse como los mejores amigos que siempre fueron.

Cuando Hermione levantó la vista, vio a un pálido Harry que llegaba y se sentaba en completo silencio y seriedad. Ella y Ron se miraron sorprendidos sin entender qué le había pasado, o qué pudo haber puesto a Harry Potter en ese estado. Fue entonces cuando a lo lejos vio a un rubio muy familiar para su gusto acercarse a la mesa donde estaban sentados, con una bandeja en sus manos con lo que al parecer Harry había ordenado para ellos.

"Buenas tardes", el rubio sonrió comenzando a dejar los platos sobre la mesa. "Aquí les dejo su orden." Tanto Ron como Hermione reaccionaron de la misma forma en que Harry lo había hecho minutos atrás. Ambos se quedaron perplejos al observar a su visitante.

Cuando el rubio se agachó un poco para dejar el plato cerca de Hermione, ella se animó a reaccionar. "¿Qué haces aquí, Malfoy?" Susurró para que únicamente los integrantes de la mesa y el nombrado chico oyeran. Claro que con todo el bullicio del bar, ella dudaba de que alguien más que no fueran ellos cuatro prestaran atención a lo que ocurría allí.

Draco la miró directo a los ojos, un tanto sorprendido. Pero cuando sus ojos grises se encontraron con los marrones de ella, algo lo golpeó. La conocía de algún lado, pero no sabía de dónde. Estaba seguro que en algún lado la había visto antes.

Y allí estaba ese apellido otra vez. ¿Quién era ese tal Malfoy que al parecer ponía a estos dos chicos y a esta señorita tan alerta, como si de algún criminal se tratara? Se sentía curioso por saberlo, pero aún más curiosidad sentía por la belleza a la que no podía apartarle la mirada.

Hermione se percató de la cercanía en la que Malfoy se encontraba y bajó la mirada alejándose un poco, sin poder evitar que sus mejillas se tiñeran de un ligero rosa. Draco sonrió.

"Trabajo aquí, pequeña." Hermione levantó la mirada otra vez, aturdida por el seudónimo y el tono de su voz. ¿Acaso estaba… coqueteándole? En ese momento, su mirada lo inspeccionó mientras él continuaba con su labor, y en el proceso no pudo evitar darse cuenta de su inexistente marca.

"Pero mi apellido no es Malfoy, ya le dije a tu amigo." Draco no estaba seguro de si alguno de ellos era pareja de la castaña, pero por como ninguno reaccionó de mala forma a como él la llamó, supuso que todos eran amigos. ¿Acaso ese tal Malfoy también era amigo, o era enemigo? Apostaba por lo segundo.

Él volvió a sonreírle a Hermione. "Te conozco de algún lado, pero no logro recordar bien."

No era una pregunta, era una afirmación, lo que alarmó a Harry. ¿Por qué Malfoy no lo había reconocido, ni siquiera a Ron, pero sí a Hermione? ¿Qué quería decir eso?

Hermione frunció el ceño confundida. ¿Qué diablos estaba pasando?


Aló, people. :B

I'm baaaaaaaaaaaaaack! :)

¿Qué les pareció este nuevo fic? :D Estoy taaaan ansiosa! Hace mucho que quería escribir algo de HP, y de la nada, 'baaaaaaaaam'! Salió esto (?) XD

Por favor, cuéntenme que les pareció, qué les gustaría que este fic tuviera, en quién quieren que me centre más... ;D You know what I mean.

Love ya' all.

Peace. Out.

Ally C-B.