Disclaimer: Evidentemente ni Harry Potter ni ninguno de sus personajes me pertenece, todo es de JK.

Dedicatoria: Especialmente dedicado a mi amiga Nimue Tarrazo que cumple años mañana. Aqui está la primera historia que te prometí, un pequeño drabble de Hermione y Draco.

No le gustaba, por supuesto que no

Hermione le conocía desde los 11 años, y ni siquiera ella podía negar que Draco Malfoy era hermoso, lo había sido en Hogwarts y lo seguía siendo muchos años después. Tendría que haber sido ciega para pensar lo contrario.

Por supuesto, el hecho de que ella pensara que era hermoso no significaba que él le gustara. Que lo viera a menudo era simple casualidad, ella trabajaba en el ministerio y él iba todas las semanas a resolver asuntos de negocios… que ella estuviera en la segunda planta los días que él aparecía no tenia nada de extraño… aunque su oficina no estuviera en aquella planta y ella no tuviera asuntos que atender allí.

Ella nunca le miraba más de lo normal, así que nunca se había fijado en lo suave y sedoso que parecía su rubio cabello, ni en que el gris de sus ojos se asemejaba a la plata fundida, no había reparado en esas tres pecas casi imperceptibles que había sobre su nariz, ni se había deleitado en la forma de sus delgados labios, no, no lo había hecho… porque nunca se paraba a observarle… como tampoco se detenía a admirar su escultural cuerpo ni se entretenía observando las ligeras marcas de expresión que con los años empezaban a aparecer en su rostro.

Nada de eso sucedía, así que el día en que su hija Rose se presentó en casa con un guapísimo Scorpius Malfoy y lo presentó como su novio ella no sintió ni un poco de envidia ni deseó poder estar en su lugar. El chico tenía el pelo rubio y sedoso, los labios delgados y los ojos grises como la plata… pero ni una sola peca sobre su nariz. Rose sonreía feliz junto a su perfecto novio… o casi perfecto, pensó Hermione, si solo hubiera tenido tres pecas sobre su nariz… entonces si hubiera sido realmente hermoso.

Perdida en sus pensamientos no pareció importarle demasiado que su marido se desmayara con la noticia… Ron siempre había sido un poco exagerado.