Prólogo: El lugar que le corresponde.
Como era de esperarse tras la batalla de Hogwarts el mundo mágico inglés había caído en caos, la mayoría de los lideres se encontraban apresados por colaboración indirecta o directa con Voldemort, sin ellos no había orden y sin orden dominaba la completa anarquía además de sumárseles el increíble dolor que padecía dicha comunidad debido a las bajas que la presente guerra había dejado y el miedo de que tal como la ultima vez este sólo fuera un periodo de calma finito con fecha de expiración. Pero dicen que del caos y la confusión nacen los mejores líderes al igual que los peores. La desesperación de aquellos días tras la fatídica fecha apenas y fue apaciguada por los miembros de la Orden de Fénix restantes quienes rápidamente apresaron a los mortífagos y sospechosos que permanecían con vida con la promesa de un pronto juicio, sin embargo, carecían del carisma y seguridad necesarias para ejercer el puesto de líder y los ciudadanos empezaban a notarlo, con el pasar de las semanas el inconformismo de éstos magos y brujas se hizo evidente y alguien, no lo suficiente brillante para analizar la situación, dijo entre voces que no había mejor líder que les proveyera de tal seguridad como lo haría Harry Potter quien desde un principio se había mantenido firme ante las adversidades acabando con el mago más oscuro y poderoso que se había erigido en el Reino Unido.
Los ciudadanos cegados por la necesidad de ser dirigidos secundaron la noción sin pensarlo dos veces y días después frente al ministerio se encontraba una turba furiosa clamando por el héroe mágico. Kingsley Shackebolt actual ministro provisional en ese entonces con afán de calmar los ánimos lanzó un comunicado donde se estipulaba que Harry Potter era demasiado joven e inexperto para asumir el puesto y que el mismo no deseaba dicha responsabilidad, pero no midió las consecuencias de ese boletín basado en suposiciones de lo que el joven héroe deseaba.
Para la gran sorpresa de Shackebolt al día siguiente El Profeta afirmaba tener una entrevista exclusiva con Potter quien aseguraba que jamás se le había propuesto tomar dicho lugar por lo tanto la información era falsa y una sucia artimaña para desestimar sus deseos. En dicha entrevista se encontraban aseveraciones como que el Ministerio y el Wizengamot debían ser limpiados a fondo pues entre ellos aun se encontraban traidores y corruptos que impedirían el avance de la sociedad mágica y otras donde aseguraba que, siempre fue inexperto y joven para lograr detener al-que-no-debe-ser-nombrado pero a nadie pareció importarle cuando salvo sus pellejos. Dicho artículo fue suficiente para derrumbar los esfuerzos de Kingsley por encontrar el orden y para forzarlo a eliminar gran cantidad de reglas y condiciones que debía cumplir un mago para llegar a la posición de Ministro y además preparara unas votaciones y campañas políticas que carecían de sentido cuando era tan claro el ganador.
Mientras todos esos sucesos tenían lugar las celdas de Azkaban se llenaban cada día más con mortífagos en espera de juicio, en vista de que las pequeñas celdas del Ministerio no daban abasto, cada uno de los sospechosos fue trasladado a la prisión de alta seguridad tan pronto fueron capturados, entre ellos se encontraban hombres de alto renombre como lo es Lucius Malfoy, quien compartía celda con su hijo y su esposa, ya que fueron capturados juntos en una redada cuando intentaron escapar a la Malfoy Manor en Francia, si bien sus apariencias habían sufrido con el paso de los días mantenían su porte aristocrático como si no tuvieran nada que temer, restándole importancia a los hematomas y laceraciones causados por el tratamiento brusco de los Aurores. Ya habían pasado más de treinta días encerrados esperando los tan famosos juicios a los que serían sometidos, cuando Severus Snape hizo su aparición frente a su celda.
Lucius fue el primero en notarlo levándose del camastro en el que se encontraba sentado haciendo ondear su sucia túnica tal como lo hacia el ex profesor de pociones.
– Severus. – Dijo arqueando una ceja.
Ambos hombres se miraron retándose, tras el descubrimiento de la doble vida que llevaba el profesor de pociones, no pudo evitarse que estos se distanciaran, ya que mientras Lucius era condenado una y otra vez a los castigos del Lord, Severus recibía halagos y ovaciones por la información que era capaz de conseguir aún cuando estas resultaban ser solo una pequeña parte que realmente no llevaría a la Orden al fracaso, porque sus lealtades estaban en Dumblendore y las de Lucius estuvieron en algún momento en Voldemort, más cabe destacar que a pesar de conocer todo esto el rubio nunca pensó en delatar a su amigo, pero eso no evito que creciera el resentimiento entre ellos.
– Lucius – Hizo una pausa. –Traigo noticias.
Con esas palabras captó la atención de todos en la celda, Narcissa y su hijo voltearon a verlo con interés reflejado en sus caras.
– Los juicios han sido retrasados debido a los problemas existentes – Continuó en profesor. – Al final resultó ser que tenias razón, Potter quiere el poder y demás está decir que lo obtendrá y en bandeja de plata.
– Así que la mascota de Dumblendore dejó salir su avaricia finalmente. –Dijo con sorna.
Lucius a diferencia de muchos había previsto el cambio de actitud en el niño de oro de Dumblendore, desde aquel día en que lo había desprovisto de su elfo, porque el notó más de lo que las acciones demostraban, ese brillo de triunfo y malicia le hizo saber a Lucius que no fue por compasión, fue por demostrar un punto, fue por venganza, pequeña pero en significado muy grande.
–Supongo que debo decirte que tenías razón, incluso en los argumentos que utilizaría a su favor.
–Te lo dije Snape, ese pequeño mocoso es un enfermo manipulador, ¿Crees que todo lo que sufrió en casa de sus tíos no dejaría huella en su comportamiento? Bueno y bondadoso a pesar de su triste pasado, sin hablar de todos los acontecimientos siguientes. –Hizo una pausa y miró hacia su hijo, quién rápidamente apartó la mirada. – Son terribles cicatrices dejadas en su psique, todo su comportamiento no ha sido más que una burla, un vil engaño –Dijo con desdén.
–Eso ya no importa –Dijo Severus. –No hay nada que se pueda hacer al respecto, Kingsley ha cedido ante la presión y ha eliminado toda impedimenta que pueda tener Potter para asumir el poder.
–Pues, ahora sólo nos queda rezar, Severus, porque si el ascenso del señor tenebroso parecía aterrador el de Harry Potter será la perdición de todo lo bueno y razonable, mientras es disfrazado de felicidad y lealtad, nadie se enterará de estar en una dictadura excepto aquellos que quieran detenerla. –Miró a su hijo nuevamente. –Y tú, será mejor que te prepares porque el vendrá por ti.
3 de Agosto de de 1998
Harry Potter es nombrado el más joven Ministro de Magia
En las votaciones efectuadas por los magos ingleses y bajo la jurisdicción del Wizengamot la pasada noche fue dado a conocer Harry Potter como el nuevo Ministro de Magia Inglés, el más joven e inexperto en el área que alguna vez haya aspirado a dicha posición, más sin embargo el poseedor de una Orden de Merlín Primera Clase y el título de Salvador del Mundo Mágico. Su ascensión fue celebrada por todos los magos del país, quienes aseguran, según encuestas realizadas, sentirse más seguros bajo el mando de su salvador.
-Segmento de Wizard Daily
A tan solo tres meses de la batalla de Hogwarts Harry Potter ya poseía la posición de mayor poder en Inglaterra como Ministro de Magia, su primer día era celebrado por muchos, pero no por todos y es que incluso en una sociedad mágica tan frágil como es la de Inglaterra habían más de un ser pensante que lograba ver lo ilógico del asunto. Entre ellos se encontraba una de las brujas más razonables de la historia mágica, Hermione Granger, quien a su vez era la mejor amiga de el-niño-que-vivió. Cansada de expresar su malestar y ser fuertemente debatida por su pareja Ron Weasley, decidió hablar con la raíz de sus problemas y dudas, con el nuevo Ministro.
Al dirigirse al Ministerio notó el creciente alboroto que en éste había. Por sus puertas cientos de personas salían, desde respetables magos sangrepuras pertenecientes al Wizengamot hasta simples squibs con túnicas que indicaban que eran pertenecientes al cuerpo de mantenimiento del edificio, todos ellos con sus pertenencias en cajas como si de un despido masivo se tratara y eso no estaba muy lejos de la realidad. Con su afán de purgar el Ministerio de traidores Harry Potter había despedido a todos y cada uno de los empleados del lugar con la promesa de ser contratados nuevamente cuando se comprobara su total inocencia de los hechos ocurridos durante la pasada guerra, lo cual le dejaba a su mando el poder enteramente del mundo mágico inglés, al menos mientras se realizaban las investigaciones pertinentes.
Con prisa recorrió los pasillos del Ministerio para llegar a la oficina ahora perteneciente a su amigo. Entró sin tocar, pero se detuvo rápidamente al ver a Harry sumamente concentrado en los papeles en su escritorio, mantenía el ceño ligeramente fruncido como indicación de que no lograba entender del todo lo que había en ellos, y la poca ira que Hermione había empezado a sentir se desvaneció, quizás no sería necesario un gran sermón para convencerlo de que lo que hacía no era correcto. Se acerco y tomo asiento frente al escritorio esperando que terminara para lograr entablar una conversación con él.
–Buen día, Hermione. –Dijo eliminando el ceño fruncido de su rostro –Una suerte que llegaras no entiendo en lo más mínimo la mitad de lo que ponen estos documentos que se supone debo firmar.
–Eso es porque no estás preparado para esto Harry, aún no entiendo porque tanto interés en esta posición cuando siempre diste a entender que después de la guerra harías lo necesario para salir del ojo público. – Dijo contrariada.
–Y es lo que quiero, pero no sin antes asegurarme de que estamos seguros, justo ahora somos demasiado vulnerables, cualquier loco seguidor de Voldemort podría llegar y tomar el poder desechando todos nuestros esfuerzos por salvar al mundo mágico – Se inclinó para lograr acercarse más a Hermione. – ¿Es que no lo entiendes? Dimos mucho a cambio de esta forzada paz como para que nos la arrebaten.
–Pero Harry…–Fue interrumpida
–Hermione, créeme cuando te digo que sólo lo hago por un bien mayor – Hizo una pausa para luego mirarla con la sonrisa más encantadora que fue capaz de colocar en su cara – Además no estoy sólo, Ron y tú me ayudaran en conjunto con los miembros restantes de la Orden.
Hermione quiso creerle, pero su extraño comportamiento contradecía todo lo que ella creía conocer de Harry Potter, sus sonrisas y ese pequeño deje manipulador no era propio de su amigo, sumados a la frase de Dumblendore que él solía odiar no hacían más que darle un mal presentimiento. Pero antes de habérselo planteado completamente había aceptado entrar en los planes del nuevo Ministro. Para ayudarlo renunciaría a volver a Hogwarts para completar sus estudios, en cambio comenzaría inmediatamente en la Escuela de Derecho Mágico Inglés manteniendo pequeñas obligaciones con el Ministerio y preparándose para asumir importantes roles en él.
Desde el momento en el que había entrado a esa celda no había dicho palabra, se limitaba a observar a su madre y padre, ambos se comportaban de una manera ansiosa muy poco digna de sus estatus, más sin embargo él conservaba la calma resignado, nada le parecía importante puesto que su futuro antes prometedor y lleno de posibilidades se había esfumado y eso en cierto modo lo reconfortaba, había odiado al Señor Tenebroso más que a cualquier otro, sus constantes amenazas y humillaciones hacia su familia lo habían hartado hasta el punto que de no haber terminado Harry Potter con él, el lo habría hecho. Prefirió gustoso pasar su vida encerrado antes de servirle a un sucio mestizo con complejo de superioridad, o ser condenado a seguir los pasos de su padre por el resto de su vida, con suerte al menos los dejarían en celdas distintas. Más poco tiempo tuvo para celebrar su victoria puesto que ya muy entrada la noche de ese día un rostro muy conocido se asomo por las rejas de su celda, rodeado de Aurores se encontraba Harry Potter con la mirada clavada en él.
