Como ya mencioné antes (si han leído mi perfil) le tengo mucho cariño a esta historia ya que con ella descubrí la dulce sensación que provoca la escritura porque aunque no lo crean con ella me volví escritora y si no la había publicado hasta hoy era porque quería que quede lo mejor posible, todo para una de mis mejores historias, publicadas.
No lo entretengo más y pónganse a leer.
"La dulce realidad de un sueño de amor"Recuerdos
En una calle algo transitada iba un auto, nada fuera de lo común, en él, iba una pequeña, pero singular familia.
El trayecto se había alargado sobremanera debido a una confusión en el maletero del aeropuerto, problema del que hubieran salido rápidamente de no haber sido por los berrinches y quejas del "jefe" (como él se denominaba) de la familia, razón por la que ahora los integrantes de dicha familia soportaba un largo y tedioso sermón sobre lo que debe hacer uno con los inútiles de los aeropuertos. Este singular hombre era Bob Pataki mejor conocido como "Big Bob"; su discurso era algo así como:
− ¡No puedo creer que dejen trabajar a esos idiotas! ¡Si ellos fueran mis empleados hace tiempo que los hubiera corrido, en mi emporio de radio-localizadores no se admite gente como esa no SEÑOR! ¡No puedo creerlo! ¿Verdad Miriam? ¿Miriam? ¡¿Miriam?!
− ¿Qué, qué? ¿Qué sucede?
La mujer a la cual se dirigía el hombre miró a su izquierda donde se encontraba Bob, su esposo, que la miraba anhelante por una respuesta decente o alguna razón de su distracción, se acomodó mejor las gafas, se incorporó lenta, pero decididamente en su asiento, volteó la vista, empezó a mirar a su alrededor como buscando la respuesta que su esposo deseaba, cuando de repente fijó su vista en una pequeña y hermosa fotografía de su muy talentosa hija mayor Olga, se alegró un poco y contestó:
− Si Bob, claro que sí… − su esposo iba a contestar cuando…− …nuestra hija Olga es muy bella y talentosa supongo que salió a su madre.
Bob la miró con una mueca en la cara, no sabía si reírse, molestarse o quejarse por la respuesta de su esposa; al final se resignó pues ya estaba acostumbrado a los desatinos de Miriam Pataki, pero decidió seguirle la corriente, después de todo le encantaba hablar de ella (Olga) era todo lo que siempre quiso en un hijo, salió mujer, pero igual estaba orgulloso de ella.
− Si, Olga es muy bella y talentosa, después de todo es mi hija, y hablando de eso, no puedo creer que hayamos regresado, nos hubiéramos quedado en Suiza, yo podía manejar mi emporio de radio-localizadores desde allí. Helga repíteme nuevamente porqué volvimos ¡Aún no creo que hayamos tenido que volver por tu culpa! Y más te vale que sea una respuesta convincente porque sino, nos devolvemos ahora mismo aunque tenga que soportar a esos idiotas del aeropuerto. − dijo todo eso mirando hacia el asiento trasero de su auto (aprovechando el semáforo) donde se encontraba su hija menor, Helga.
Helga lo miró con fastidio le hartaba tener que repetir el mismo discurso, sino se equivocaba, y no se equivocaba, lo había dicho al menos 15 veces desde que se habían subido al avión porque Bob no aguantaba estar lejos de su "princesita", pero si quería volver y quedarse debía repetirlo cuantas veces sean necesarias, así que puso su mejor cara de hija buena y dijo: − Papá ya te dije, volvimos porque quería estar con mis amigos, porque quiero estudiar la preparatoria aquí, aquí donde crecí y estudié la primaria.
− Pero pudiste seguir la preparatoria allá en Suiza donde se encuentra viviendo tu hermana, donde trabaja ella o me vas a decir que ella no es la mejor profesora que puedes tener, imagínate ella fue convocada por la mejor secundaria de Suiza para ser Ayudante de Cátedra, no es increíble, sin embargo tú no has aprovechado esa excelente oportunidad has preferido volver aquí.
Helga, sólo escuchaba tratando de mantener la misma cara que había utilizado para dirigirse a su padre así que aguantó las ganas de decirle todo lo que quería, porque si decía realmente lo que deseaba era seguro que Bob cumpliera su promesa y él era un hombre de una sola palabra y muy decidido.
− Ya lo sé papá estoy segura que Olga hubiera sido una excelente maestra después de todo es mi linda hermana mayor, pero yo quería hacer y terminar la preparatoria aquí como ella lo hizo o es que no quieres que siga su ejemplo después de todo, su éxito se debe al lugar donde pasó su tan hermosa adolescencia y yo quiero ser como ella ¿tú no quieres eso papá? Porque sino podemos volver y yo ya no sería como la hija que tú tanto quieres − dijo esto último sabiendo lo peligroso de la idea que le acababa de meter en la cabeza y con el mayor tono meloso que encontró, aunque le repugnara hablar de ese modo tenía que hacerlo por el bien de su salud mental, porque si seguía en casa de su fastidiosa hermana mayor por un día más se volvería completamente loca. Afortunadamente eso pareció calmarlo porque sólo la miró un instante más (un instante que pareció eterno) y luego se giró para seguir en el camino, aunque también agradecía al semáforo porque cambió al rojo en el preciso instante en el que iba a contestar, siguió conduciendo y murmuró un breve "Está bien", un está bien que calmó su mente, ella estaba feliz, ahora sí Bob no volvería a discutir más sobre el tema del regreso. Minutos después ellos siguieron con el tema de Olga por lo que decidió volver a colocarse los audífonos de su aparato de música y alejar su mente de la conversación de sus padres.
Helga Pataki observó a sus padres, Bob y Miriam (como ella los llamaba, no era muy cariñosa con ellos y a su opinión tampoco eran merecedores de él), Bob era un hombre corpulento, muy grande y de mal carácter, carácter que ella había heredado, dueño de una gran empresa de localizadores, cosa que no se cansaba de recordar a todo al que veía y Miriam era una mujer menuda, bonita pero con una actitud siempre decaída por lo que siempre parecía ausente, como si no tuviera idea del mundo en que vivía, además de que era algo torpe; Helga no podía creer que ellos fueran sus padres, ella era tan diferente de ellos, a veces se cuestionaba seriamente sino había sido adoptada pero para su desgracia había cosas que delataban la respuesta obvia: Helga si era una Pataki, pero eso daba igual, lo que realmente le importaba era que estaba de vuelta, estaba en el mismo sitio donde había crecido y del cual la habían alejado. Cualquiera que hubiera conocido a Helga Pataki de niña no creería lo cambiada que estaba. En primer lugar nunca, nunca ni en un millón de años hubieran creído que Helga pudiera hablarle así a sus padres de una manera tan calmada (la más calmada que encontró), porque ella era ruda, agresiva, le tenían miedo, su personalidad era tan arisca que de todos sus amigos, sólo Phoebe, su mejor amiga, mantuvo el contacto con ella, eso ya no le importaba, pero si había algo raro, Helga ya no era tan agresiva, lo era pero no demasiado, se podía hablar con ella calmadamente y la gente ya no la trataba con reservas sino que mantenían una conversación animada con ella por el simple placer de conocerla, incluso se reía más, ella lo había notado pero se lo atribuía a la edad, después de todo ya no era la inocente niña de 9 años, había cambiado y mucho; tanto física como emocionalmente, se había convertido a primera vista en una agradable chica de 15 años, había dejado el enorme moño rosa en la cabeza, ya no tenía una sola ceja, la había reemplazado por dos lindas y bien delineadas cejas y el típico conjunto rosa lo había cambiado por conjuntos de ropa más juveniles y bonitos le había dado un lindo toque a su guardarropa, ella debía reconocer que se había vuelto un tanto vanidosa con el tiempo, no demasiado pero si lo normal como para una chica de su edad y sobretodo muy bonita, los chicos se detenían a observarla pero eso a ella le daba igual, porque en el fondo seguía siendo solitaria, adoraba la soledad, porque después de todo le habían arrebatado lo que más quería, le habían arrebatado al amor de su vida: Arnold. Y si Arnold no estaba, no le importaba mucho lo que pasara a su alrededor (al menos eso fue al principio), se había adaptado a no tenerlo (verlo más que tenerlo porque nunca le declaró sus sentimientos), a no estar cerca de él.
Jamás olvidaría el día que se fue…
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Helga había llegado de la escuela (estaba en 6to grado, pronto comenzaría la secundaria, en unos pocos días acabaría la primaria) estaba muy calmada, ese día era su cumpleaños número 12 aunque no le importaba, aborrecía los cumpleaños, la única que lo había recordado era Phoebe y apenas se lo mencionó le dijo que cerrara la boca, así que confiaba en que ella sea la única persona que lo supiera o recordara; pero al llegar a su casa se llevó la sorpresa de su vida, cuando abrió la puerta Bob y Miriam estaban allí al pie de ella con gorros y serpentinas ¡se habían acordado, cómo era posible! Gritando y festejando su cumpleaños, Bob le deseó felicidades y ambos la guiaron a la sala, ella estaba anonadada y justo en el momento en que iba a preguntar sobre lo que ocurría, el como se habían enterado o si Phoebe les había dicho algo, ella apareció en frente: la hermosa, talentosa y simpática Olga, como la detestaba, la odiaba; pero enseguida encontró la respuesta a todas sus preguntas, si Bob y Miriam la habían esperado y festejado su "tan ansiado cumpleaños" era porque Olga se los había pedido y a ella le encantaba hacerla sufrir, así que cuando la vio simplemente se quedó parada, se cruzó de brazos y la fulminó con la mirada, gesto que no notó (como siempre no le importaba lo que ella deseaba) porque se abalanzó sobre ella y casi la asfixió con su abrazo y dijo:
− Helga, hermanita bebé ¿Cómo has estado cielo? Aunque déjame decirte que ya no eres tan bebé − le guiñó un ojo a lo que ella respondió con un gruñido − ya tienes 12 añitos y como dentro de pocos días vas a terminar la primaria, papá, mamá y yo hemos decidido que ya estás en la edad de ir al extranjero y estudiar fuera, yo lo hice a los 15 y considero que fue muy tarde porque desaproveché muchas oportunidades, aunque no quiere decir que yo... − Helga que hasta ese momento no había prestado atención a la perorata de su hermana se quedó como hielo al escuchar la parte del extranjero, no en la que mencionaba lo que su hermana había hecho allá sino la de que iba a estudiar fuera y esa idea no le agradaba nada, cuando la escuchó su cara que hasta ese momento permanecía volteada giró bruscamente hacia el lado donde se encontraba Olga, lo hizo tan bruscamente, que Olga por fin pareció reparar en el hecho de que no le estaba prestando la suficiente atención porque Helga junto con el giro gritó:
− ¡¿Qué estás loca o es que el lugar donde vives ya te dañó el cerebro?! ¡No pienso irme, no señor! ¡Ni loca y esa es mi última palabra!
Todos se quedaron de piedra al escuchar semejantes gritos de la pequeña rubia que se encontraba en frente, el primero que pareció reaccionar fue Bob quien respondió con gritos semejantes − ¡No le hables así a tu hermana Olga, es la mejor hermana que tienes, ella es muy inteligente y sólo piensa y hace lo mejor para ti!
− ¡En primer lugar Bob, ella − señaló a Olga − es la única hermana que tengo!
− ¡Con mayor razón debes respetar y obedecer lo que ella dice!− dijo su padre
− ¡Déjame terminar!− Respondió una alterada Helga − la hermana más inteligente que tengo como tú le dices no es más que una, una…− todos se alteraron ante la siguiente palabra que amenazaba con salir de su boca, Bob, Miriam y hasta la misma Olga iban a responder, Helga al notar el cambio en la actitud callada (bueno a excepción de Bob) de su familia pareció recapacitar la idea de la siguiente palabra que deseaba decir, la modificó y sólo completó con el carácter más calmado posible − e-go-ís-ta− siseó arrastrando cada sílaba.
− ¿Pero por qué? − Interrogó Olga
− ¿Por qué? – Respondió Helga simplemente, apretó los puños. Olga no tenía ni idea del esfuerzo que hacía para no lanzársele encima y golpearla y no lo hacía sólo porque ella, si era inteligente y sabía controlarse. Así que sólo respondió: − A ver, vamos a ver "querida Olga" ¿por qué eres egoísta, no? Eso es lo que preguntas y yo te voy a responder, y lo voy a hacer con otra pregunta ¿Te has tomado la molestia de preguntarme si yo deseo irme, si deseo estudiar en el extranjero? ¿No verdad? ¿Y sabes por qué? Porque tú sólo piensas en ti misma, sólo quieres hacer lo que según tú crees que es lo mejor para mí, pero no te detienes a pensar en lo que yo quiero porque si fuera así sabrías perfectamente que irme al extranjero para estudiar y vivir allá ¡NO ES LO QUE QUIERO! − Finalizó gritando a todo pulmón y bufando igual a como lo hace un toro a punto de enfrentarse al torero.
Este hecho no pareció alterar a su padre el simplemente lucía molesto, de hecho más molesto de lo normal, su madre sólo se mostraba estupefacta ante los gritos de su pequeña Helga y Olga se notaba que estaba a punto de llorar.
− Oh hermanita no es eso, es sólo que…− pero Olga no completó lo que era porque Bob apartó a su hija de un tirón leve, pero tirón, todos en la sala se mostraron confusos ante este hecho porque Bob nunca había tratado así a su hija mayor, y mayor fue la sorpresa cuando Olga llamó a su padre y este pareció ignorarla por breves momentos, madre e hija se vieron estupefactas, Bob pareció reparar en ello así que volvió a prestarle la atención que siempre le brindaba a su hija mayor − Papi… Helga sólo está un tanto alarmada ya sabes que irse así nada más es duro, ella entenderá.
− Nada de eso, yo no me pienso ir a ningún sitio, si quieren irse váyanse ustedes, pero yo no me pienso ir de aquí. − puntualizó Helga muy decidida.
− ¡Helga, eso es completamente ridículo! Eres una niña no te puedes quedar aquí.− Intervino Miriam que hasta ese momento había permanecido callada.
− Helga, mamá tiene razón eres sólo una niña es imposible que te quedes sola aquí, no es bueno ni justo.
Helga sólo rió amargamente − No me hables de justicia, si a ti te enviaron sola a un colegio en Suiza no veo porque yo me puedo quedar aquí sin ustedes y además yo he sobrevivido sola conmigo misma desde que tengo recuerdos así que no necesito de la compañía de nadie.
− Pero Helga…
− Ya basta, Olga − fue la simple, dura y fuerte respuesta de su padre, ella se había quedado sorprendida por la forma en que este le había hablado.
− Pero pa…pa - papi es que…
− Es que nada.
− Pero Bob − intervino Miriam, él sólo alzo un brazo en señal de censura.
− Olga escúchame…
− Es Helga papá− corrigió Helga con hastío, ni siquiera en esa situación era capaz de recordar su nombre − Como sea − dijo él.
− Entiende esto ahora porque sólo lo voy a repetir una sola vez, nos iremos a Suiza en una semana.
− ¡¿Una semana?! − Respondió Helga alarmada − pero papá en una semana es mi graduación no podemos, no puedes o... o lo que sea, el punto es que en una semana es imposible.
− Lo sé perfectamente…
− Pero lo sabes y…
− No me interrumpas − exigió Bob en forma fuerte, pero clara − en una semana nos iremos, el mismo día de tu graduación, sólo que después de ella, termina la ceremonia recibes tu gorro y nos fuimos.
− ¿Y la casa? ¿Qué va a pasar con la casa? ¿La dejarás abandonada acaso, o sólo la dejarás aquí a ver que pasa? – Preguntó intentando encontrarle una salida a su situación porque cuanto más transcurría el tiempo y las cosas a su alrededor ella se daba cuenta de que su problema no tenía solución, estaba acorralada y no podía hacer nada para evitarlo. Pareció quedar sumida en sus pensamientos por lo que su padre tuvo que zarandearla para llamar su atención.
− Helga… ¡Helga! ¿Me escuchas?
− ¿Qué, qué? Sí, si escucho
− Te decía que de la casa nos encargaremos tu madre y yo eso no es problema, así que ahora sube a tu habitación empieza a recoger tus cosas, con tiempo, no quiero tener que regresar desde el aeropuerto porque se te quedó algo, y será mejor que aproveches esta semana para despedirte de tus amigos porque no quiero escenas emotivas ni nada que retrase nuestro viaje, te gradúas, recibes tu diploma, te despides, subes al auto, nos vamos al aeropuerto y nos vamos. ¿Entendiste?... – no obtuvo respuesta – ¿Pregunté si entendiste? ¡Responde Helga!
− Ya para qué − su padre frunció el ceño, pero no dijo nada sólo se limitó a observarla, cuando Helga se dio cuenta de esto entendió que no había salida así que respondió con un pesado − Sí entendí papá − lo dijo al borde del llanto, ella quería llorar pero no quería hacerlo, no debía, no deseaba mostrarse débil ante él, no en esa situación porque sin saberlo le estaba arruinando la poca, simple e importante vida que llevaba porque después de todo era suya, era su vida, y ahora la perdería para siempre en nada más ni nada menos que en una semana tendría que empezar de nuevo pero ya nada sería igual.
Inmediatamente después de hablar con su padre Helga se volteó y salió huyendo, quería llegar a su habitación y llorar como nunca lo había hecho; cuando iba a la mitad de la escalera su hermana la alcanzó.
− Helga espera, yo sólo…− la había tomado del brazo causando que ella se detuviera, pero Helga no la dejó terminar simplemente dijo:
− Déjame, no me vuelvas a tocar en tu vida, sigue viviendo tu vida perfecta y a mí déjame vivir la mía, aguarda… – repuso sarcástica – ¡qué tonta! por tu culpa ya no tengo, así que si ya cumpliste suéltame y regresa por donde viniste − Olga sólo atinó a sacar su mano y dejó de interrumpirle el paso ella sólo deseaba lo mejor para Helga pero por lo que veía la había herido muy en el fondo y ella no sabía como repararlo porque la decisión ya había sido tomada y aunque fuera la preferida de su padre como ella bien sabía sería imposible hacerlo recapacitar sobre esa idea, sólo por sus estúpidos caprichos; en el fondo Helga tenía razón le habían arruinado la vida, todo lo que quería y conocía y fue por culpa de ella.
Arriba, en el dormitorio, Helga había tirado todo, había roto muchas cosas y cuando se cansó lloró, lloró y lloró hasta quedarse dormida; al día siguiente tenía escuela y deseaba con todas sus fuerzas que lo que se había dicho en la sala no fuera real.
La semana transcurrió lo más normal posible, pero no para ella, ella sufría por dentro pero no podía hacer nada, Phoebe la acompañaba a todas partes, ella era la única que sabía sobre lo que le deparaba en una semana y le mostraba todo su apoyo, conforme pasaron los días ella fue dejando el béisbol, ya no molestaba a Harold, a Rhonda, a Stinqui o a Arnold, él le dolía más, quería confesarle sus sentimientos pero no podía, no se sentía en la capacidad de hacerlo y tampoco le veía el caso porque sabía la respuesta de él si ella se lo decía y no quería sufrir más de la cuenta, Phoebe la instaba a hacerlo (ella le contó su obsesión por el chico con cabeza de balón) pero hace tiempo que Helga se había resignado.
Así fueron pasando los días. El día de la partida se acercaba cada vez más rápido y Helga no podía hacer nada, ni sus poemas la distraían porque su musa estaba a punto de irse o mejor dicho ella se estaba alejando. Los Pataki partirían el lunes por la tarde, Helga había decidido contarle a sus amigos que se iría, el domingo luego del juego, quería jugar por última vez con toda la pandilla reunida y esperaba que nada alterara sus planes.
Cuando llegó el sábado toda la pandilla dirigidos por Arnold fueron a hacer la práctica de rigor para el juego del día siguiente, en el campo "Gerald" cuando llegaron se llevaron una gran sorpresa porque Helga no estaba ahí y generalmente ella siempre llegaba antes que el resto del equipo y al verlos llegar les soltaba un enorme sermón de esos que decían: − ¡Son una pandilla de inútiles y así esperan ganar el juego de mañana, no hay tiempo que perder a jugar ya! ¡Muévanse!
Al ver esto los chicos se miraron confusos hasta que Sid dijo muy entusiasmado:
− Chicos, tal vez se le olvidó el juego, y hoy no hay práctica.
− Yo digo que todos vayamos a casa − propuso Stinqui.
− ¡SÍ! - Gritó a coro la mayoría, ellos se disponían a retirase cuando Arnold los detuvo.
− Chicos esperen, ¿No se dan cuenta?
− ¿De qué? − Cuestionó Rhonda.
− ¿De qué? ¿Cómo que de qué? Del comportamiento de Helga obviamente, o van a decirme que ninguno se ha dado cuenta de la forma que nos ha tratado últimamente o mejor dicho de la forma como no nos ha tratado últimamente.
− ¿Qué quieres decir exactamente? Y será mejor que lo expliques rápido tengo que tomar el té con mis padres en tres horas y debo buscar mi vestuario. − pidió Rhonda tratando de apurar al chico.
− A ver Harold, ¿esta semana Helga te ha llamado tonto, idiota o bola de grasa?
− Pues… no la verdad.
− Stinqui, Sid, díganme ¿Helga los ha tratado de entrometidos, inútiles o peor han oído que esta semana Helga me llame: cabeza de balón, estúpido zopenco, Arnoldo... y eso sin mencionar el resto?
− Creo que...
− No verdad, lo único que sé es que aquí ocurre algo raro y tenemos que averiguarlo.
− Cuesta admitirlo pero aquí nuestro amigo tiene razón y demasiada.− apoyó Gerald.
− Bueno la verdad es que sí tienes razón, Helga ha estado muy rara últimamente ¿Verdad Nadín? − preguntó Rhonda interrogando a su mejor amiga con la mirada.
− Oye sí, tienes razón, el otro día Geogin y yo la vimos pasar muy decaída ni siquiera nos saludó, insultó ni mencionó el juego de mañana o la graduación y eso que faltan pocos días.
− Nadín tiene razón chicos − mencionó Geogin.
− ¿Qué le pasará la verdad es que si es algo preocupante no?
− Ah no se preocupen a lo mejor no le pasa nada mejor vámonos ya tengo hambre − dijo un hambriento Harold.
− ¡SÍ! Gritaron los que querían irse.
− No chicos, por favor, hay que concentrarnos, hay que averiguar que le pasa a…
− Miren quien va ahí, es Phoebe tal vez ella sepa lo que le pasa a Helga que tal si la seguimos. − gritó Sid.
− Sí, vamos chicos.
Así estuvieron durante unos minutos hasta que llegaron a casa de Helga, cuando llegaron se miraron confundidos ya que había un camión de mudanza y se llevaba algunos muebles que estaban distribuidos por todo el jardín. Vieron a Phoebe tocar la puerta y ser recibida por una nada entusiasta Helga.
− ¿Qué creen que esté sucediendo?
− ¿Por qué no vamos a averiguarlo? − Intervino Stinqui.
Arnold se decidió a tocar y segundos después se oyó gritar furiosa a Helga.
− Ya voy y dejen de tocar ya les dije que los muebles van allá y dejen de fasti… - Helga se quedó a media palabra porque al abrir la puerta se encontró a todos sus amigos parados en frente de su puerta. Phoebe al oír los gritos inacabados de su amiga fue a ver que ocurría y se encontró con lo mismo que ella.
Cuando Helga la vio le preguntó − ¿Tú se lo dijiste?
− No claro que no − respondió ella.
− ¿Decirnos qué, Helga? − Preguntaron ellos.
− Que…
− Mejor no le des más largas al asunto, cuéntales, de todas formas un día menos no te hará daño.
− Está bien…
− A ver escuchen, siéntense y no me interrumpan. La razón por la que no fui al entrenamiento hoy es porque... porque... porque me mudo y ya.
− Ah… era eso − Harold, no sabía en el problema que se metía al decir eso − Lo ven chicos no había de que preocuparse. Le dimos demasiada importancia al asunto, si me hubieran hecho caso ya estaríamos cada uno en nuestra casa comiendo un bocadillo.
− ¡Era eso! ¡Eso es lo único que se te ocurre decir pedazo de inútil bola de grasa! − Helga dijo todo esto avanzando peligrosamente hacia Harold que estaba por huir asustado.
− Helga estoy seguro que Harold quiso decir que sólo te vasta darnos la dirección de tu nueva casa para irte a visitar, ¿no? − Dijo un tranquilizador Arnold preguntándole a Helga y a sus amigos a lo que estos respondieron con asentimientos de cabeza.
− No Arnold, no basta con una dirección, ojala fuera así de simple − respondió Helga quien se había tranquilizado y sentado con la cabeza hundida en medio de sus rodillas.
− ¿Pero por qué es difícil, te vas a cambiar de casa no de país? – Arnold lo mencionó tratando de tranquilizar a Helga pero no lo consiguió porque cuando lo hizo ella hundió más la cabeza en las rodillas.
Phoebe al ver que Helga no respondía les contó todo lo que le había dicho Helga, la discusión que había tenido con su padre, con Olga y que se iba a Suiza el lunes y que no volvería nunca.
Cuando sus amigos se enteraron de eso intentaron consolarla pero ninguno de ellos sabía que decir, prometieron escribir, hablar aunque sea por teléfono pero a ella nada la consolaba. Phoebe y el resto de los chicos se fueron a su casa porque empezaba a hacerse tarde, todos se fueron excepto Arnold.
− Ya no puedes hacer nada cabeza de balón, es inútil que sigas aquí, nada cambiará.
− Lo sé, sólo te quería decir que todo saldrá bien y aunque siempre me hayas tratado mal y me pusieras apodos todo el tiempo quiero que sepas que estaré contigo cuando lo necesites y que puedes contar conmigo siempre.
− Si gracias, te lo agradezco Arnold.
Luego de esto Arnold se fue corriendo a su casa, las palabras de él le hicieron bien a Helga y la tranquilizaron mucho a pesar de todo, sabía que Arnold la apoyaba y eso era lo mejor. Ella entró a su casa, se hacía tarde y aunque no quisiera mañana sería su gran viaje, su gran y horrible viaje.
Por fin llegó el lunes, el día que Helga tanto repugnaba, sabiendo lo que le deparaba, decidió resignarse y hacer su rutina diaria como si fuera cualquier otro día de la semana; así que se levantó, fue al baño, se vistió, bajó, saludó a sus padres, desayunó y fue directo al auto, no quería tener que encontrarse a Olga, quien para felicidad de sus padres decidió quedarse el resto de la semana para poder viajar "toda la familia junta, feliz y contenta"; no quería darle la oportunidad de preguntarle con su estúpida voz de niña tonta:
− ¿Ay Helga hoy no es un día hermoso? ¿Cómo te sientes? Dentro de unas horas ya habrás terminado oficialmente la primaria y estaremos todos volando directamente a Suiza ¿No te emociona? Oh... ¿Por qué esa cara larga hermanita? ¿Es por el viaje? Ay no te preocupes allá también harás buenos amigos, después de todo yo los hice y estoy perfectamente.
Cómo la odiaba, la aborrecía completamente pero tendría que soportarla y lo peor era que de ahora en adelante tendría que hacerlo todos los malditos días de su vida. Pensando en su futuro y Olga al mismo tiempo le entraron unas ganas enormes de decirle a sus padres que la metan a un internado ni bien llegara a Suiza, cualquier cosa para no verle la cara (claro ellos no sabrían ese detalle).
Después de unos minutos todos estaban dentro del auto camino a la Primaria 118, para su sorpresa Olga no le hizo ninguna de sus estúpidas preguntas, al contrario permaneció completamente callada como si supiera cuan triste estaba Helga, pero a Helga no le importó en lo más mínimo su arrepentimiento, sabía perfectamente que si permanecía callada era por respeto a ella y que cuando estuvieran en el avión o allá en el lugar donde vivirían de ahora en adelante no se aguantaría las ganas y empezaría a gritar como loca por toda la casa festejando su triunfo.
La ceremonia no fue larga de hecho hubiera querido que se tarde más tiempo para así poder perder el avión; pero Bob aunque falte media ceremonia se llevaría a su hija de allí como sea. Llegó el turno de Helga, ella recibió las respectivas felicitaciones y se bajó de la tarima no fue a sentarse como el resto de sus compañeros hacía los asientos del público sino que siguió las órdenes de Bob al pie de la letra, apenas le pusieron su gorro, caminó directo al auto como toda hija buena, sus padres habían hecho lo mismo, no habían esperado para hablar con el maestro que la dirigió por tantos años como hacían el resto de los padres; porque ellos no eran como cualquiera de los padres, ellos eran SUS padres y nunca en su vida les había preocupado algo que no tenga que ver con su querida Olga así que no esperaba mayor cambio ahora que ya se iba; se despidió de Phoebe con la mano y se subió al auto en el asiento trasero junto a Olga. Cuando estaban a punto de partir todos los chicos de su pandilla salieron inmediatamente del auditorio y se detuvieron en frente del auto, Bob furioso dijo algo como:
− No te había dicho que te despidieras de ellos la semana pasada, te lo dije precisamente porque quería evitar esto, eres una desobe… − Helga no lo dejó terminar porque salió del auto enseguida y fue a ver que querían sus amigos.
Los chicos al ver ese gesto se juntaron más alrededor de ella, intentaron hablar todos a la vez, pero no se les entendía nada por lo que Helga tuvo que callarlos.
− ¡Alto! No todos a la vez porque así no entiendo nada − ordenó muy decidida y tajante con lo que volvió a mostrar su carácter con ellos, cosa que les alegró bastante. Al final Arnold se atrevió a hablar y en nombre de todos dijo:
− Helga sabemos que hoy te vas…
− ¡Qué novedad!
−…y queríamos darte algo para que nos recuerdes a todos: A mí, Gerald, Stinqui, Sid, Harold, Geogin, Rhonda, Nadín, Phoebe, Corlee y hasta Lila. Bueno el caso es que sabemos que te gusta escribir...
- … ¿Arnold sabe que escribo? ¿Sabrá que escribo sobre él? ¿Qué hago? – Instintivamente giró su cabeza hacia Phoebe quien negó disimuladamente con la cabeza, tranquilizándome de inmediato.
− Por lo que te hemos traído este cuaderno, aquí en cada página hemos incluido fotografías de cada uno de nosotros y cosas que queríamos decirte las cuales no pudimos por motivos de tiempo y bueno porque la noticia nos cogió de sorpresa, queríamos dártelo y si lo observas te darás cuenta que el resto de las hojas permanecen en blanco, eso es para que escribas tu vivencias o las cosas que quieras...¡ah! también pusimos nuestros correos electrónicos para que podamos charlar a diario si quieres, bueno eso, eso es todo.
− Chicos...− Dijo Helga tomando el cuaderno de manos de Arnold.
− No digas nada Helga, no es necesario todos te queremos ¿verdad chicos? − Preguntó Arnold mirando a todos en busca de una respuesta.
− Sí, a pesar de que eres una mandona − Dijo Harold.
− Mandona y mala − corroboraron a coro Sid y Stinqui.
− Y con un pésimo sentido de la moda diría yo − soltó una presumida Ronda.
− ¡Hey! no quería decir nada, pero no es para que aprovechen y me insulten − dijo Helga furiosa que se había recuperado de la emoción del principio y la había reemplazado por su eterno mal carácter.
Todos repararon en este hecho, iban a seguir hablando de no haber sido por la bocina de un inquieto Bob.
− ¡Hey Helga, que no tengo todo el día! ¡Date prisa!
− Ya voy papá... Bueno supongo que eso es todo, en serio chicos jamás los olvidaré, siento todo esto en verdad, fue una sorpresa tanto para ustedes como para mí y yo tampoco supe como reaccionar, pero la diferencia es que ustedes pueden hacer algo y yo no.
− No te preocupes pequeña Helga estoy seguro que todos los chicos te extrañarán y seguirán siendo amigos tuyos a pesar de la distancia. − Intervino el Sr. Simons quien se había reunido con ellos al ver el alboroto y que había sido debidamente informado por Arnold.
− Buenos chicos, será mejor que todos nos despidamos de Helga, no creo que su padre aguante más... − Todos voltearon la vista y en serio, Bob Pataki estaba a punto de un ataque de ira debido a la demora de su hija.
Poco a poco todos se fueron despidiendo, unos de la mano, otros dándole palabras de aliento y los más cariñosos con un abrazo y un "Buena suerte", entre ellos estaba Arnold, Helga se había quedado embobada y tuvo que esforzarse para volver a la realidad; luego de esto se subió al auto donde la esperaba su familia, Bob quiso reclamarle la tardanza pero fue detenido por Olga y Miriam. El auto avanzó su camino y ella se giró para ver por el ventanal trasero y vio que sus amigos corrían para seguir el auto, no pudiendo reprimir ni las lágrimas, ni la energía bajo la ventana de su puerta, sacó la cabeza y empezó a gritar cosas incomprensibles, agitando la mano para despedirse de ellos, cosa que los chicos repitieron entusiasmados, los que recorrieron más camino fueron Arnold, Gerald, Geogin (quien cayó antes de cruzar la otra acera), Nadín, Phoebe y Rhonda; al último que vio fue a Arnold y nunca podría olvidar su cara, había demostrado que si la quería como una buena amiga, no como ella quisiera, pero era algo y a pesar de lo mal que lo trató durante años, ahí estaba corriendo a un lado del auto mostrándole todo su apoyo, nunca olvidaría a Arnold y quizá un día volverían a verse después de todo nadie sabe lo que el destino le depara a uno.
Sólo metió la cabeza cuando Arnold se cansó de correr y ya no avanzó más, sin importarle que estuviera en el auto con su familia de testigo, sacó su relicario en forma de corazón con la fotografía de su chico con cabeza de balón y juró que volvería algún día, no sabía cómo, cuándo, pero lo haría, eso estaba decidido.
Y no sabía que tan en lo cierto estaba.
-----------------------------------------Fin de Remembranza---------------------------------------
Sí, definitivamente aquella fue una semana inolvidable y no pudo evitar reírse cuando recordó que había cumplido su cometido, después de todo ella era Helga G. Pataki (como solía llamarse) y lograba todo lo que se proponía, aunque le costó tres años pero volvió, lo primero que haría sería llamar a Phoebe por teléfono, se habían vuelto muy unidas desde su partida, algo que a ella le resultaba irónico pues cuando vivían cerca no lo eran demasiado, pero Phoebe se volvió su salvación, su guía, su ángel de la guarda, su única escapatoria al tormento de su familia, decidió que debía comprarle algo lindo cuando estuviera bien instalada (dos días máximo), lo bueno era que faltaban al menos dos semanas para que inicie el nuevo periodo escolar así que tendría tiempo de divertirse antes de empezar con las clases.
Con este pensamiento en la cabeza se quedó dormida, el camino del aeropuerto a casa era de al menos hora y media y ella llevaba en él media hora así que tenía tiempo de sobra, para hacer eso y mucho más.
Continuará…
Notas de la autora:
¿Qué opinan? ¿Les gustó? Espero, realmente, que sí.
Vamos a hablar sobre el capítulo: Helga… Deseo que hayan podido imaginarse a Helga como me la imagino yo, sólo les digo que se ha convertido en una chica muy bonita, ya saben los cambios de la adolescencia jejeje. Este fue un capítulo de recuerdos (como bien lo dice el título) bien necesarios para entender parte de la historia, no toda, pero sí la gran mayoría.
Esta historia va dedicada a mi mejor amiga, ella sabe de lo que hablo, espero que te guste amiga jajaja, ya hace tiempo que tenía que publicarla, pero buena ahí va ojalá te agrade aunque ya te he contado los detalles muchas veces. Se que dirás por fin y yo te digo aquí la tienes…
Amigos lectores, ¡¡¡¡déjenme reviews!!!! Jajaja
Ahora sí adiós, los quiere
Clyo
