Una cálida brisa de verano lo sacó de sus pensamientos.
Todo este tiempo se mantuvo viendo al frente, al profesor, pero realmente no podría estar más aburrido; la voz de ese hombre relajaba mucho por lo lenta y gruesa que era, era una suerte no haber caído dormido como los demás alumnos.
Suspiró pesadamente. Si, había ido a esa universidad porque amaba la fotografía y quería seguirla estudiando, ¡aprender ciertos trucos para que las fotografías se vieran bien! O aprender cuales eran las mejores marcas de cámaras, así como cuales modelos, y sin embargo tuvo que esperarse que la primera clase del primer día sería algo aburrido por todo eso de la introducción.
"... Y, antes de que se me olvide, realizarán una tarea para el final del semestre. Será simple y no necesitaran usar programas de computadora. No, no." El hombre rio suavemente. "Será buscar una musa y fotografiarla. El mínimo de las fotos serán cincuenta y el máximo será de cien, si es que se sienten inspirados, claro. No quiero desnudos, ya una vez me metí en problemas por eso." Vio que él hombre hizo una suave mueca disgusto, muchos alumnos rieron pero se silenciaron a los pocos segundos. "También tendrán que escribir por qué la eligieron. Los sentimientos que tienen por esa persona, el por qué es tan especial para ustedes... todo eso tendrá que estar escrito en Word, quiero que todo sea en tamaño de fuente once con la letra que ustedes quieran. Quiero sólo dos páginas. Mañana les daré una tarea para toda la semana."
La campana sonó para el cambio de clases. Se veía que los alumnos que se habían quedado dormidos casi sufren un paro cardiaco por el sonido tan repentino y agudo, Sigurd rio para sus adentros. Guardó todo lo que definitivamente no necesitó en clase, excepto su cuaderno donde apuntó la tarea para el primer semestre. Quería leerla de nuevo porque...
No tenía idea de a quien elegir.
Es decir, tenía a su hermano menor, que estaba en preparatoria y al cual se le haría más fácil fotografiar, pero ya lo hizo una vez cuando tenía su misma edad. No quería fotografiar tampoco a su hermano mayor, capaz de que se le rompe la cámara de lo feo que es. Mucho menos podría fotografiar a sus mejores amigos, ellos vivían lejos. Y cuando dice lejos, se refiere a que viven cruzando el maldito océano.
Salió de su salón para dirigirse esta vez a 'Ciencias Sociales'. En medio camino y por las escaleras, notó a un chico de baja estatura (le calculó un metro con sesenta y cinco) murmurando cosas como que iba a llegar tarde. Se alarmó muy ligeramente cuando vio que el pobre castaño casi se cae.
Bueno, tampoco tenía tiempo para eso, él igual iba retrasado y no quería tener que lidiar con su profesora. Según escuchó más temprano y por los alumnos que llevaban más tiempo ahí, la profesora de Ciencias llegaba a ser bastante estricta, así como la de inglés.
Los tonos rojos, naranjas y suaves morados teñían el cielo y las nubes. A comparación de hace varias horas, se sentía más el calor fuerte del verano estando en el sol pero lo gracioso era cuando en la sombra se sentía un frio algo incómodo. Sigurd por fin había terminado todas sus clases del primer día y, a comparación de la primera hora, fueron más productivas. Sólo tenía que leer ciertos libros de la biblioteca y hacer algunas cosas que sus maestros les mandaron por correo. Fácil.
Pero antes de ir directamente a la biblioteca de la universidad, quería explorar un poco. La universidad no era muy grande, no tenía dormitorios ni nada que fuera de 'elites', era muy normal a decir verdad. Todas las paredes, mirara por donde mirara, tenían pinturas hermosas y con sentimientos variados. Como por ejemplo, el de la entrada. Eran dos manos sosteniendo una bola esponjosa amarilla. También detrás de los salones había uno que le llamó la atención: una mujer abrazando sus rodillas mientras lloraba, en sus orejas tenía unos cascos azules y como detalles, habían notas de música a su alrededor.
Agradecía internamente estar solo. Podía tomar cuantas fotos quisiera con su cámara y nadie le estaba mirando, aparte de que esa zona estaba completamente vacía.
Cuando tomó la última foto ya estaba listo para irse, pero otra cosa- no, una persona le llamó su atención.
Era el mismo chico apurado de las escaleras.
Sólo que en esta ocasión estaba dibujando los árboles que poco a poco se marchitaban por lo cerca que se encontraba el otoño. Tenía una leve sonrisa en su rostro y, si sus ojos no le engañaban, los de aquel chico castaño eran de un extraño azul que tiraba un poco más para gris. También se fijó en la piel de este muchacho que si bien se miraba suave, era morena (esto le daba a pensar que era latino o que había estado mucho tiempo en la playa) y lamentablemente, podía ver unas pocas cicatrices en sus brazos y manos. No parecían cortadas pequeñas, eran largas y gruesas.
Y aun así, sentía que debía fotografiarlo, como si presintiera que esa escena nunca se volvería a repetir. Preparó su cámara, incluso le quitó el flash pues el sol pegaba directamente al rostro del joven, el viento hizo mover las hojas secas de los árboles cercanos, haciéndolas volar. Todo, absolutamente todo fue perfecto para la foto.
Excepto el hecho de que poco después de tomarla, el pobre hombre se dio cuenta de su presencia.
Sigurd ni se inmutó, prefirió no decir nada ni expresar que muy, muy internamente estaba nervioso. Acabó de recordar que hacer ese tipo de cosas sin el consentimiento de la persona era ilegal. Pero tampoco quería borrarla. Era un mar de contradicciones su cabeza, ¿de acuerdo?
El joven cuyo rizo estaba arrugado y con rostro colorado, no hizo más que huir, dejando por los nervios su cuaderno y lápiz que previamente estaban siendo usados. Lo único que escuchó de ese hombresillo fue un: "¡Quiero que borres esa foto!" a la distancia.
Oh, bueno, algún día se iba a disculpar por eso.
Por el momento, sólo recogió las cosas tiradas. Se fijó de igual forma en el cuaderno, si es que tenía el nombre del dueño para entregárselo al director y así diera el anuncio.
Bien, no sólo tenía su nombre –Que era Lovinare Giovanni, miró bien y se dio cuenta que a su lado habían rayones, como si quisiera borrar lo que escribió-, sino que tenía pegado en la pasta su horario de clases, junto con unos dibujos muy adorables de gatos cuando le tocaba la clase de 'Historia del Arte'-.
Esperen.
Sacó su horario de su bolsillo del pantalón y lo comparó con el de Lovinare por unos segundos. Vio que sólo un día su clase de Historia del Arte coincidía. Era divertido. En serio, lo era tanto que quería dejar de lado su fachada de chico sin sentimientos para reírse pues era el día siguiente y justo a la primera hora. Sería sumamente incómodo, se lo podía imaginar perfectamente.
