¡Snape ha enloquecido!
Disclaimer: Harry Potter y sus personajes no me pertenecen. Son propiedad de J.K Rowling y yo sólo utilizo su mundo para divertirme, no para lucrar.
Resumen: Dumbledore era consciente que Snape era un recipiente altamente volátil en el que estaba depositando demasiadas responsabilidades. Y acorde a los rumores en los corredores pensaba que el profesor llegaría a un punto de estrés máximo. Lo que jamás imaginó fue el modo en el Severus Snape perdería completamente la razón.
Advertencias: Snape. Snape. Severus Snape.
El Niño Que Vivió estaba seguro de que si llegaba tarde a Pociones, Voldemort vería frustrados sus planes de matarlo con su propia varita porque no había forma de que Snape lo dejara salir vivo tras casi veinte minutos de retraso.
Snape no creería que él era una víctima de las circunstancias. Simplemente lo odiaba. De hecho, Harry no dudaba que sí se le presentara la oportunidad al maestro de Pociones, él mismo lo expulsaría por el simple hecho de respirar su mismo aire durante clase, o durante el almuerzo. Afortunadamente aquel desagradable hombre aún no tenía el poder de hacer aquello.
Eso no era todo. Si llegaba tarde y con el uniforme de Quidditch debajo de su túnica escolar era simple culpa de Draco Malfoy. Harry había aprovechado para practicar con su que la mayoría se encontraba con horas libres antes del almuerzo. Y todo iba bien hasta que pudo ver a Draco acercarse a las gradas, justo cuando el resto del equipo se dirigía al castillo para cambiar sus túnicas.
Malfoy lo había entretenido el tiempo suficiente con una discusión para que Harry perdiera el almuerzo y la oportunidad para cambiar su atuendo. Simplemente pudo llegar a su habitación para guardar su Saeta de Fuego y tomar una túnica negra que lograba disimular el uniforme de Quidditch sí se despojaba de las protecciones en las muñecas y no hacía movimientos demasiado bruscos.
Esperaba que Malfoy hubiera llegado tarde, pero aún así no recibiría castigo. Y Snape no creería a Harry cuando acusara a Malfoy de haberlo distraído.
Finalmente y sin aliento, Harry llegó al aula de Pociones. No perdió tiempo intentando respirar, simplemente llamó a la puerta y esperó hasta que escuchó a Snape indicándole pasar.
Cuando Harry obedeció, preparándose mentalmente para recibir gritos de aquel hombre, se sorprendió al ser bienvenido con nada más que un silencio digno de un funeral. Probablemente el suyo.
—Llega tarde, señor Potter. Dos puntos menos para Gryffindor. —Dijo Snape, sin despegar la mirada del caldero de Neville que se encogió al escuchar la voz del profesor aunque no se estuviera dirigiendo a él. —Pase y póngase a trabajar con el señor Malfoy como castigo por haber llegado tarde también.
Harry se detuvo a mitad del camino. Corroboró que Ron estaba trabajando con Pansy Parkinson y Malfoy estaba solo, con una expresión tan confundida como la suya.
A regañadientes tuvo que obedecer, recibiendo miradas extrañas por parte de Ron y Hermione. La lección fue la más incómoda hasta ahora, cosa que era demasiado raro desde la perspectiva de Harry que siempre tenía que lidiar con los insultos de Snape.
—Espero que esto no te haga sentir más importante de lo que eres —escupió Malfoy sin mirarlo, y Harry se sorprendió de que el rubio se limitara a arrebatarle ingredientes de más. —Consideralo tu día de suerte, cara-rajada.
—No sé si me agrada tener este tipo de días de suerte. —Se quejó Harry, aún sin entender nada.
Al finalizar la clase, su poción era de color azul y no esmeralda como indicaba la pizarra al frente del salón, pero suponía que se debía al corto tiempo que pasó elaborándola. Y Snape no había dicho nada al respecto cuando pasó frente a su escritorio, así que se sentía altamente aliviado. Pero Harry nunca podía fiarse de su suerte, y mucho menos cuando conllevaba a alguien con el carácter de un dragón.
Entregó una muestra de su poción con su nombre y se quedó mirando fijamente al profesor esperando algo. Una queja, un gruñido o incluso una mirada de odio le dirían a Harry que todo estaba bien y el mundo seguía girando en la dirección correcta.
—Nada mal, señor Potter. Sí hubiera llegado temprano probablemente habría quedado perfecta, —dijo Snape al mirar la poción para después regresar su atención a un libro en su escritorio. Se detuvo unos segundos antes de levantar nuevamente la mirada, observando a Harry con las cejas arqueadas. ¡Ni siquiera fruncía el ceño, Merlín! —¿Necesita algo?
No le gustaba la idea de parecer un idiota frente a Snape. O frente a los Slytherins de su mismo curso con Draco Malfoy entre ellos. Pero supo que se había quedado con cara de idiota ante la pregunta del profesor, que seguía observándolo hasta que se formó un ambiente asfixiante entre ambos que sólo afectó a Harry.
—¿No me va a castigar? —Inquirió, con el estómago encogido.
Snape bajó la vista al cuello de su túnica.
—¿Castigarlo por vestir el uniforme de Quidditch debajo de la túnica escolar cómo el mismísimo James Potter hubiera hecho en sus días de gloria? —Preguntó, y Harry estuvo tentado a responder con una afirmación ansiosa. —No. No me parece una falta grave, señor Potter.
El Niño Que Vivió sintió que la sangre se helaba en su cuerpo. Y ahora entendía por qué toda la clase había estado completamente incómoda.
Hermione se acercó a dejar su poción junto con Neville. Harry seguía estático, y Ron comenzó a zarandearlo para obtener alguna reacción de él.
—Veo que ha mejorado, señor Longbottom. Imagino que la señorita Granger tiene algo que ver en ello, —Comentó el profesor con voz sedosa, mirando ambos frascos.
Era un mal pensamiento, pero Harry esperaba que Snape se quejara de lo sabelotodo que era Hermione o de lo poco adiestrado que era Neville en Pociones. Pero nuevamente, eso no sucedió.
—Poción perfecta. Granger. Creo que eso amerita cinco puntos para Gryffindor.
Fue demasiado. Harry Potter se desmayó ahí mismo.
I'm back! ¿Les ha gustado?
Este fic será cómico, así que espero que les haya gustado. Y sí fue así háganmelo saber con un rw.
¡Saludos a todos!
