Hacía un cálido y soleado día en el distrito 4. Las gaviotas sobrevolaban la costa y el mar permanecía en una calma sólo rota por alguna que otra ola solitaria. Hace un día espléndido, pensó Annie entrelazando sus dedos con los de Finnick mientras caminaban, un día perfecto para ir a nadar.

- ¿Podemos ir a nadar, Finnick?- preguntó mirándole con ojos suplicantes- ¿Podemos?

- Podremos- dijo Finnick con una cálida sonrisa- En cuanto volvamos de la plaza.

- ¿La plaza?- Annie ladeó la cabeza.

- Hoy es el Vasallaje, ¿recuerdas?- respondió él con cautela- Lo hemos estado hablando.

- Vasallaje...- aquella palabra no le decía nada a Annie. Finnick lo había comentado durante el desayuno pero no lograba acordarse de su significado. Al ver que dudaba, Finnick suspiró y dejó de caminar.

- Hoy es el aniversario de los primeros Juegos- Annie se estremeció- Y para celebrarlo vamos a ir a una Cosecha especial donde se elegirán dos tributos de entre todos los vencedores- Cosecha. Annie empezó a retroceder. No, la Cosecha no. La Cosecha era mala. La Cosecha llevaba a los Juegos. La Cosecha le había quitado a Finnick una vez.

- No quiero- las lágrimas inundaron sus ojos. Intentó volver a su casa pero Finnick tenía cogida su mano- No quiero, Finnick, no quiero- empezó a dar tirones intentando librarse del agarre. La gente que pasaba se les quedaba mirando pero ninguno se atrevía a acercarse- ¡No quiero!- Annie comenzó a gritar cada vez más golpeando a Finnick para que la soltara pero éste permanecía inmóvil. Después de mucho debatir, la joven se cansó de luchar y dejó que Finnick la atrajera hacia él y la abrazara con fuerza- No quiero...- siguió diciendo entre sollozos cada vez más débiles- No quiero...

- No va a pasarte nada, Annie- Finnick comenzó a acariciar su melena castaña para calmarla- Estaré contigo, ¿de acuerdo?

- Estarás conmigo- repitió Annie acurrucándose contra su pecho.

- Eso es. Y mientras estemos juntos, nada malo nos pasará. Te lo prometo.

...

A medida que se acercaban a la plaza, el murmullo de la gente iba haciéndose mayor. Todos los habitantes del distrito habían acudido a la celebración del Vasallaje de obligada asistencia, con mejor o peor ánimo. Annie permanecía agarrada al brazo de Finnick, avanzando lentamente entre la multitud y sin apartar los ojos del escenario situado frente al Edificio de Justicia. La Cosecha es mala, se repitió, La Cosecha hace daño. En el escenario habían instalado dos áreas acordonadas, una para chicas y otro para chicos, donde los mentores que seguían con vida iban colocándose. Finnick se paró a medio camino del área de las chicas y apoyó sus manos en los hombros de Annie.

- Ahora tenemos que separarnos- Annie frunció el ceño- Tienes que ir junto al resto de chicas y yo debo irme con los chicos- Annie miró a la zona de las chicas, donde las ganadoras de otros años sonreían con afecto invitándola a unirse a ellas, y volvió la vista a Finnick- Todo va a salir bien, estaré cerca- Annie se mordió el labio. No quería alejarse de él, por muy cerca que fuese a estar. Y no quería estar allí. Quería estar en la playa, recogiendo conchas y nadando en el mar, no de pie en una plaza. Finnick miró por encima de su hombro y sonrió- Ve con Mags, ella te cuidará- Annie volvió la cabeza y vio a su anciana mentora avanzando lentamente hacia ellos- Te veo muy pronto- Finnick le dio un largo beso en la frente y fue a reunirse con los demás vencedores. Finnick. Annie iba a ir detrás de él cuando una mano arrugada cogió su muñeca. Mags había llegado a su lado y, tras dedicarla un par de palabras incomprensibles y una sonrisa, empezó a tirar de ella hacia la zona donde esperaban el resto de vencedoras. Annie la siguió obedientemente hasta la zona asignada para ella y esperó. Esto acabará pronto, pensaba mientras observaba distraídamente a un hombre meter la mano en una urna, Y cuando acabe iremos a nadar. Y quizás hasta podrían ir a pescar, aunque no recordaba dónde habían dejado las redes. Empezó a repasar mentalmente los lugares donde podrían estar cuando el sonido de su nombre la sacó de sus pensamientos. Annie frunció el ceño y parpadeó. Le costó unos segundos recordar dónde estaba. En un escenario, en la plaza de su distrito, en una Cosecha especial donde los tributos saldrian elegidos... de entre los vencedores... Y ella era una vencedora. Lo que significaba que... El hombre volvió a llamarla sujetando un papel en la mano. Las cámaras la grababan y todas las miradas estaban puestas en ella pero fue la expresión de Finnick, destrozado a pesar de intentar mantener la calma, lo que verdaderamente la hizo reaccionar. La imagen de su antiguo compañero de distrito decapitado se formó en su mente. La cabeza totalmente separada del cuerpo, la sangre manando a borbotones del cuello. El agua que llegó después inundándolo todo y casi acabando con su vida.

- ¡No!- Annie comenzó a chillar presa del pánico. No quería ir a la Arena, no quería vivir sus pesadillas de nuevo. Quería salir de allí. Dos agentes de la paz la agarraron por los brazos y la obligaron a avanzar pero sólo consiguieron hacerla gritar más- ¡No quiero!- Annie comenzó a retorcerse y a patalear pero los dos agentes no la soltaban. Fue entonces cuando Mags dio un paso al frente y dijo las palabras "me presento voluntaria" con tal decisión que hasta el presentador pareció sorprendido. Los agentes de la paz se llevaron a Annie medio a rastras del escenario mientras ésta seguía debatiéndose.

- Tranquila, señorita Cresta- dijo uno de ellos con una voz carente de emoción- Ha habido una voluntaria para ocupar su lugar, ya no tendrá que ir a la Arena- no tenía que volver. Annie paró de debatirse y dejó que los agentes la alejaran más y más de la plaza. Ya no tenía que ir, estaba a salvo. Todo iba bien. En ese momento oyó la voz del presentador amplificada por los altavoces anunciando el nombre del tributo masculino: Finnick Odair. Los agentes de la paz dejaron de caminar e intercambiaron una mirada. Annie permaneció quieta en el sitio asimilando lo que acababa de oír. Finnick. Finnick tendría que volver a la Arena. Finnick, su Finnick. La imagen de su compañero de distrito decapitado fue sustituída por una de Finnick desangrándose tan nítida que Annie ahogó un grito.

- Finnick- comenzó a andar hacia la multitud pero los agentes volvieron a sujetarla- Finnick- Annie alzó la cabeza justo a tiempo de ver a su pareja desaparecer por la puerta del Edificio de Justicia- ¡Finnick!- los agentes la soltaron haciéndola tropezar hacia delante- ¡Finnick! ¡Finnick!- echó a correr abriéndose paso a empujones entre la gente hasta llegar al escenario. Subió las escaleras de dos en dos y abrió la puerta del edificio. Tenía que encontrarle. Tenía que hablar con él antes de que se fuera. Tenía que retenerle a su lado. Sus pasos la llevaron inconscientemente hasta la sala donde los tributos se despedían de sus familias antes de partir a los Juegos- ¡Finnick!- Annie se precipitó al interior de la sala y abrazó a Finnick con todas sus fuerzas- ¡Finnick, no te vayas!

- Annie...

- ¡Me prometiste que estaríamos juntos!- gritó Annie rompiendo a llorar- ¡Me lo prometiste!

- Annie escucha...

- ¡Lo prometiste!- repitió Annie sin dejar de abrazarle- ¡No puedes irte!

- ¡Annie, escúchame!- Finnick se separó de ella y la miró a los ojos- No tenemos mucho tiempo- algo en los ojos de Finnick hizo enmudecer a Annie, algo que iba más allá de la urgencia. Dolor- Debo ir a los Juegos, eso es algo inevitable. Pero necesito que durante todo ese tiempo seas una chica valiente y te portes bien. Sea lo que sea lo que me pase en la Arena, prométeme que mantendrás la calma- Annie asintió despacio y Finnick se relajó y la abrazó de nuevo. Permanecieron un rato unidos, balanceándose suavemente sin querer romper el que podría ser su último momento juntos- Estos días puede que veas u oigas rumores sobre relaciones que mantuve con otras personas. No los creas bajo ningún concepto. Y una cosa más: si las cosas se ponen difíciles por aquí, quiero que permanezcas en casa. Nada de salir a la calle si hay revueltas, ¿entendido?- No, Annie no lo entendía. No entendía a qué se refería Finnick con cosas difíciles y mucho menos los supuestos rumores que circularían sobre él. Lo único que sabía era que le perdía de nuevo, que otra vez tocaba decir adios y esperar a que volviera vivo. Si volvía. Nadie escapa de la muerte dos veces.

- Te quiero mucho, Finnick- dijo Annie con la voz entrecortada por las lágrimas.

- Y yo a ti, sirena. Ahora y siempre- en ese momento un agente de la paz abrió la puerta indicándoles que el tiempo de despedida había acabado. Finnick tomó el rostro de Annie entre sus manos y le dio un largo beso de despedida en la boca- Sé fuerte- el agente le acompañó fuera de la sala y cerró la puerta tras de sí, dejando a Annie con un vacío familiar en el corazón.