Disclaimer: no recuerdo muchas cosas, pero estoy casi convencida de que no soy Naoki Urasawa. Aunque, claro, en estos tiempos que corren, cualquiera sabe.
Notas: la versión completa (terminada y perfectamente desordenada) está en mi elejota (.com). Para quien le interese (also, que quede claro que no me estoy plagiando a mí misma. No mucho.)
Tabla Estaciones (30 Vicios)
Primavera
Llega tarde, como tantas otras noches. Se deja caer en el primer sillón que encuentra, cierra los ojos. No se molesta siquiera en encender la luz; no merece la pena. Hace mucho tiempo que no necesita ver su casa, el estercolero en que se convierte, poco a poco; hace mucho tiempo que no necesita ver nada, porque nada cambia. Es como vivir en un invierno continuo, en un mundo congelado.
No recuerda la última vez que fue primavera.
Para Eva Heinemann, el mundo siempre se redujo a una cosa: poder. El poder llevaba inevitablemente a pensar en el dinero, el dinero que te permitía ser poderoso, y en la belleza y el talento. Otra parte de ella, una parte mucho más niña, poco realista, se detenía a veces en otras cosas. Palabras como amor.
Le suena el teléfono; tiene un tono monótono, horrible. No necesita preguntar; sabe de sobra quién es.
De todas formas, no es como si recordase los datos de cada tipo con el que se acuesta.
Deja que suene, sin hacer ademán de cogerlo. No quiere, no quiere hablar con nadie. Sólo que la dejen en paz.
El teléfono insiste, una, dos, tres veces. Ahora, piensa Eva, dejará de sonar; pero no. Sólo empieza de nuevo, más fuerte, más rápido.
Quienquiera que llame es un auténtico cabezota.
¿Diga? La voz al otro lado le es desconocida.
¿Señorita Heinemann? Querría hablar con usted. Mañana, si es posible.
Eva no sabe si lo es. No quiere que lo sea.
Es sobre Kenzo Tenma.
Quizás, piensa Eva, la primavera esté más cerca de lo que parece.
Danny
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