Disclaimer: Digimon no me pertenece, sólo los nuevos personajes y nuevos digimons que han sido inventados por mí, este fic es con el fin de entretener a los lectores, que lo disfruten n_n
Digimon Advance
01:
¡El comienzo de una nueva aventura!
Mimi Tachikawa esperaba el autobús que la llevaría a la escuela, miraba su reloj de pulsera con aquellos ojos marrones que por el momento los tenía adormilados, acababa de levantarse, como siempre se le hacía tarde para ir a la escuela.
—¿Por qué tardará tanto en pasar? —se preguntó Mimi.
Volvió a ver su reloj y abrió los ojos como platos.
—¡Diablos ya es muy tarde!
La chica se echó a correr por la calle, ágilmente esquivaba a la gente que pasaba por ahí, ya era costumbre que todos los días corriera para llegar a la escuela, ya que siempre que se daba cuenta, contaba con más de 20 minutos de retraso después de la primera clase que era a las 8 y es que el camión pasaba 10 minutos antes de las 8. Su largo cabello castaño se movía coordinadamente con el movimiento de su cuerpo, miró el semáforo, retándose a ella misma que era capaz de cruzar la calle antes de que este se pusiera en verde. Así lo hizo por poco y se le dejan ir los autos encima, pero alcanzó a cruzar la calle, de la alegría empezó a dar de saltos y a gritar emocionada, llamando la atención de las personas que por ahí andaban.
Mimi sonrió tontamente y siguió su camino. Pasó por una tienda de computadores en donde se exhibían unos de última tecnología, al pasar la chica, los monitores empezaron a pasar imágenes borrosas.
Antes de llegar a la escuela se quedó parada para recuperar aire y no verse tan agitada, se acomodó su hermosa cabellera que brillaba bajo aquel sol que brindaba sus más cálidos rayos, se aliñó el uniforme y con paso sereno se acercó a la puerta, saludando al guardia.
—Cinco minutos de retraso, Tachikawa —sentenció la profesora que estaba anotando algo en el pizarrón.
—¿Sólo cinco? Eso significa que he mejorado ¡Yes! —exclamó Mimi muy contenta, todos los chicos del salón se le quedaron viendo, pero la profesora se notaba molesta.
—Lo qué significa es que está es la última vez que tolero su retraso, Tachikawa, ahora vaya a su lugar —ordenó la maestra señalándola con la tiza.
Mimi caminó a su lugar sin evitar llamar la atención de varios de sus compañeros por lo bonita que era y aquella simpatía, alegría e inocencia que desbordaba. Alta, delgada de cuerpo esbelto, de una hermosa cabellera castaña (era obligatorio llevar el cabello amarrado en una cola en la escuela), grandes ojos marrones muy expresivos y brillantes, siempre sonriendo y con gran energía que parecía no acabársele nunca.
—Entonces, sí el elemento de hidrogeno…
—¿Puedo ir al baño? —interrumpió Mimi alzando la mano insistentemente.
—Tachikawa, acabó de llegar y ya está molestando, claro que no puede ir al baño —reclamó la profesora que parecía que sus dientes se habían transformado en feroces colmillos.
—Pero necesito ir al baño…
—¡Ya le dije que no y no siga molestando en mi clase! —la cabeza de la maestra parecía hacérsele más grande capaz de poderse tragar a Mimi que se quedó callada, se sentó y se arregló el cabello.
La profesora continuó llenando el pizarrón de muchas cosas que Mimi apenas y podía comprender, además, las intensas ganas de ir al baño no se iban. Se empezó a deslizar bajo su asiento y se fue gateando por el salón hasta llegar a la puerta, en donde con discreción abrió la puerta y salió, en el pasillo se echó a correr.
—¡Odio la clase de física! —exclamó Mimi una vez que la clase terminó y la profesora la castigó.
—Es química —rectificó una chica rubia de cabello corto de ojos color gris.
—Como sea, simplemente la odio —contestó la castaña empuñando su mano.
—¡Hola chicas! —saludó un chico de pelo castaño claro y grandes ojos azules.
—Hola, Eidan, ¿cómo estás? —saludó la rubia.
—Bien, aunque el de Biología me sigue odiando —respondió el chico sonriendo alegremente a las jóvenes.
Mimi le miró por un rato y luego el chico bajó la cabeza, estaba ruborizado, desde el primer día que vio a Mimi se enamoró de ella.
—El sábado tengo un recital de piano, cuento con su presencia —ofreció la rubia.
La chica rubia era un poco más baja que Mimi, pero sólo por un par de centímetros, de la misma edad que ella y Eidan, los tres contaban con 16 años, sólo que Mimi era menor que ellos por unos meses, estaban en tercer semestre de bachillerato. Mimi y ella tenían todas las clases juntas, Eidan sólo coincidía con ellas por tres clases.
—El maestro de literatura te da por muerta, como no has aparecido en ninguna clase suya —habló la rubia.
—Es que a esa hora me estoy levantando —confesó Mimi—. Pero dime, Ashley, ¿qué tal es su clase?
—Muy emocionante —respondió la chica a quien el brillaron los ojos.
—¿En serio? —Mimi no se veía nada convencida de que la clase de literatura fuera emocionante.
Llegó el sábado y fueron al recital de Ashley, había bastantes personas, tanto Mimi como Eidan fueron tras bambalinas para desearle suerte, pero su amiga se veía triste, cuando preguntaron la razón, Ashley sólo se limitó a señalar una silla vacía, comprendiendo que se trataba la ausencia del padre de ella.
—Que feo se ha de sentir, ¿no crees? —preguntó Eidan a Mimi.
—Ser millonaria, teniendo una casa en donde cabe cien veces mi habitación, con muuuchos sirvientes a tu disposición, con un chofer que te lleve a donde quieras a la hora que quieras, entre mil cosas más, pues si se ha de sentir feo tener todo eso sin tener lo más importante, una familia que te apoye y este en esos momentos importantes —declaró Mimi.
Cierto, Ashley era hija de uno de los magnates del país, Eidan no se podía quejar de su situación económica, pero no era tan millonario como su amiga y Mimi tampoco, no le hacía falta nada, aunque a diferencia que sus amigos, ella vivía en un departamento y no en una mansión.
El recital empezó con una chica muy triste sentada frente a un blanco piano, la melodía que tocó se escuchaba de lo más nostálgica que entristeció también los corazones de los espectadores, en cuanto terminó, Ashley se levantó y echó a correr, dejando ver que tenía los ojos llorosos. Mimi y Eidan enseguida se levantaron de su lugar y fueron a ver a su amiga.
—A mi papá le avise desde hace más de una semana que hoy sería mi recital y me juró venir a costa de lo que fuera, estaba muy feliz…
Mimi abrazó a su amiga y le acariciaba la cabeza.
Un celular sonó y Ashley notó que se trataba del suyo, al contestarlo su voz se apagó más y luego se entrecortó.
—Se acaba de ir a Canadá…
—Vamos a mi casa a ver películas, ¿quieren? —invitó Mimi muy alegre.
Cada vez que Mimi veía triste a su amiga, siempre terminaba invitándola a quedarse a su departamento y hacía todo lo posible por escucharse alegre, algo que no dejaba de funcionar, porque inmediato, Ashley se secó las lágrimas de su rostro y sonrió.
—Pero primero vamos a comprar comida, mis papás se fueron a Japón esta tarde y no me dejaron mucho… avaros ¬¬ —dijo la chica a quien le había cambiado la voz.
El departamento de Mimi no era muy grande, pero contaba con sus comodidades, invitó a pasar a los chicos en lo que ella preparaba las palomitas de maíz. Ashley se preguntaba por qué Mimi había rentado películas de terror, sabiendo que le daban mucho miedo.
—Me prestas tu computadora, Mimi —pidió Eidan.
—Claro… ¿qué vas hacer? —preguntó curiosa.
—Para checar mi correo, con eso que mi hermana y yo quedamos en enviarnos correos todos los días para saber cómo estamos, ¿recuerdas que te conté que se iba a concursar a París junto con todos sus compañeros de clase?
—Ajá, bueno, ahí está —dijo Mimi sin importancia.
—Mimi, ¿segura que estás películas no va a hacer que tengamos pesadillas está noche? —interrogó Ashley.
La castaña miró las caratulas de las películas.
—No, son sólo un poco sangrientas, pero no creo que tengamos pesadillas, sino no nos hubieran dejado rentarlas —dijo, encendió la tele.
—Mimi, a tu compu le entró un virus —habló el chico.
Antes de levantarse, Mimi notó que tampoco había señal en la televisión, algo extraño estaba ocurriendo, se le hacía familiar ése hecho, pidió que vieran su celular y en ellos tampoco había recepción y en la pantalla aparecieron muchos ceros y unos que caían como si fuera un protector de pantalla.
—No funciona —observó Ashley.
—Ni el mío —repuso Eidan.
Las luces empezaron a parpadear, hasta que la electricidad se fue, lo único que estaba encendido era la pantalla de la computadora, los chicos no comprendían por qué, si era una computadora de escritorio, sólo Mimi parecía entender lo que estaba pasando, se acercó al computador.
Mimi abrió los ojos como platos y sintió que algo electrizante la envolvía, notó que también a sus invitados les estaba pasando lo mismo, se veían cubiertos por algo que parecía ser un plástico en el cuál se veían muchos colores moviéndose.
Mareados y desconcertados, llegaron a una hermosa playa, el olor a agua salada invadía todo el lugar, la suave arena bajo sus pies y ver un mar tan azul como el cielo fue algo muy impactante para los dos chicos, Mimi parecía no estar tan sorprendida.
—Estamos en el digimundo —alertó la castaña.
—Pero si es una playa, ¿cuál digimundo? ¿Qué es el digimundo? —objetó Eidan observando el lugar.
—Muy complicado de explicar, sólo que ya no estamos en el departamento —respondió Mimi que se veía muy contenta y luego reaccionó—: ¿Ustedes también?
—¿Nosotros, qué? —interrogó Ashley que escudriñaba la zona.
—¡Chicos! —gritó una voz que a Mimi se le hizo familiar que enseguida volteó.
Se vieron dos siluetas correr hacia ellos, Ashley inmediata se ocultó tras de Eidan quien se puso en una pose para pelear. Cada vez que se acercaban esas personas a ellos, era más clara, un chico con el cabello muy alborotado de color chocolate y otro pelirrojo.
—¡Tai, Izzy! —exclamó Mimi a quien los ojos le brillaron mucho y corrió hacia el encuentro.
Los chicos se detuvieron para tomar un respiro, estaban impresionados de ver a Mimi, pues ya tenían como tres años sin saber nada de ella, cuando le hablaron no pensaron que se trataba de ella. La chica que estaba frente a ellos era muy bonita, demasiado como para no dejarla de admirar.
—¿Y Palmon? —preguntó Mimi que empezó a buscarla—. ¡Palmon, Palmon!
Mimi gritaba y corría de un lugar de otro, buscando a su compañera, los chicos trataban de explicarle, pero Mimi no se detenía, tanto Izzy como Tai compartieron miradas, porque su amiga se movía muy rápido, de un salto estaba a la derecha de ellos y con otro, a lado izquierdo.
—Desapareció junto con los demás —explicó Izzy una vez que Mimi se sentó muy triste por no encontrar a su compañera.
Mimi les prestó atención.
Tai y los demás habían ido al digimundo para convivir con sus amigos digimons aprovechando que hacía días que la puerta al digimundo estaba abierta, hicieron un día de campo, Palmon se encontraba muy triste por la ausencia de Mimi, pero trataron de hacerla sentir mejor, como todo estaba muy tranquilo, decidieron jugar a las escondidas, Tai e Izzy eran los encargados de buscarlos a todos, pensando que era seguro que cada chico estaría con su compañero digimon. Después de buscarlos por un tiempo ya considerable y no encontrarlos, se preocuparon, descubriendo que los demás habían desaparecido.
—¿Entonces desde hace tres días están en el digimundo? —Mimi abrió los ojos impresionada.
—Sí, lo peor es que la puerta se ha cerrado y no hay manera de cómo salir de aquí —terminó Izzy.
—¡Pero si nosotros acabamos de llegar! —exclamó Mimi, señalando a sus amigos que estaban a varios metros alejados de ellos.
Después de presentarlos, (Ashley se sonrojó cuando tocó la mano de Izzy y Eidan miró molesto a Tai), fue cuando Mimi les hizo ver el cambió de ropa de Ashley quien tenía puesto un short blanco, unas largas medias negras, botas, una blusa rosa transparente arriba de una ombliguera blanca sin mangas, lucía muy coqueta que al percatarse, se puso roja y no encontraba como taparse, Eidan, por su parte tenía puesto unos pantalones holgados negros con cinturones flojos que caían de la cadera, una playera roja con un circulo en la pechera y una sudadera con las mangas algo desgastadas.
—Tal vez son los nuevos elegidos —declaró Izzy sin preámbulo.
Mimi estaba muy contenta con lo que su amigo acababa de decir, de verdad se alegraba de eso, pero luego habló.
—¿Y sus digimons acompañantes?
Ashley y Eidan se miraron por largos segundos con aire interrogante.
—¿Qué son los digi…? ¡Ah por Dios ¿qué es eso?! —señaló Ashley.
Una enorme masa color café estaba tras de Tai e Izzy, Mimi se llevó las manos a la boca.
—Que asco…
La masa abrió algo que se semejaba a una boca dejando ver cinco hileras de colmillos negros y escupió baba verde apestosa, un poco cayó cerca de Mimi.
—Aléjate, aléjate… —decía despacio a la vez que retrocedía un paso— ¡Corre! —gritó Mimi.
Mimi pasó entre Ashley y Eidan que estaban asombrados, luego vieron pasar a Tai e Izzy y luego salieron corriendo, Mimi iba por muy delante de ellos y dio vuelta hacia la derecha en donde empezaba el bosque. Cuando perdieron de vista aquella masa, se pusieron a buscar a Mimi.
—Aquí arriba —respondió Mimi, estaba sentada sobre la rama de un árbol, se veía muy contenta—. Todo luce muy hermoso desde aquí arriba… ¿qué era esa cosa babosa?
—Un digimon, la explicación es que algunos se deformaron y a la vez adquirieron más poder, son una nueva especie —explicó Izzy.
—Y dime Tai, ¿cómo han estado todos ustedes? —cambió, al parecer no le interesó lo que su amigo explicó.
—Mimi… hay algo que nos está siguiendo a Eidan y a mí —Ashley se veía asustada y luego señaló a un animal pequeño parecido a un dragón de color azul con ojos rojos y a una pato verde con cuatro alas y sin cola.
—Llegaron junto con esa masa —habló Eidan.
—Soy Dratmon —habló el que se parecía a un dragón.
—Y yo Squadmon —saludó la que parecía un pato y se le aferró a la pierna de Ashley a quien el horror la invadió y trataba de quitarse a Squadmon de su pierna.
—Son lindos —opinó Mimi desde arriba—. Que hermosa vista de verdad… hmm.
Mimi bajó de un brinco, sorprendiendo a Tai e Izzy, pues pensaron que la chica iba a necesitar de su ayuda para bajar del árbol.
—Ese digimon hecho de masa, todavía nos sigue y… ¡A Correr! —exclamó Mimi, siendo la primera en salir corriendo.
Los chicos se asustaron al ver aquello frente a ellos, más amenazador y furioso, que corrieron en direcciones distintas, Squadmon siguió a Ashley y Dratmon a Eidan, Mimi corrió por otra parte, Tai e Izzy se separaron tomando cada quien un rumbo diferente. La masa se quedó pensativa mientras veía como escapan de él, hizo una mueca de esfuerzo y se vio como otras bolas de masa se separaron de él, saliendo cada bola a la dirección hacia donde iba cada chico.
Ashley no compendia absolutamente nada, sólo sentía mucho miedo, más miedo por aquella cosa sin forma que por Squadmon que le gritaba que la esperara. Eidan se veía muy contento con su digimon. Mimi tropezó con Tai.
—¡Fíjate idi…! ¡Ah, Tai, eres tú! —sonrió Mimi sobándose la cabeza.
—Lo siento, princesita —se burló el chico que también se sobaba la cabeza.
—Vuélveme a llamar princesita y sabrás lo que es comer todo con popote —amenazó Mimi empuñando su mano.
—Que agresiva —reprochó Tai esbozando una sonrisita burlona.
La chica miró con enfado a su amigo, empuñó la boca, le dio la espalda y se le escuchaba maldecir en voz baja.
—Oye, por qué no mejor seguimos corriendo antes de que esa bola de masa nos alcance —sugirió Tai.
El digimon de masa ya estaba tras de ellos y empezó arrojar una especie de arcilla que se pegaba fuertemente al suelo, tanto Tai como Mimi lograron esquivar aquel ataque, y luego Tai tomó de la mano a Mimi para salir corriendo.
Squadmon se puso en frente de Ashley cuando la chica quedó acorralada, el digimon de la chica se veía molesta y dispuesta a defender a su compañera, pero Ashley tenía demasiado miedo como para darse cuenta de eso.
—¡Vamos Dratmon! —exclamó Eidan que llegó justo a tiempo.
—¡Fuego fugaz! —gritó Dratmon que extendió sus alas y de las cuales surgieron varias esferitas de fuego que fueron a estrellar a la masa.
—¡Plumas de Luz! —exclamó Squadmon que también extendió sus alas y de éstas salieron varias plumas de hielo que se hicieron como agujas al llegar a la masa, la cual la congelo.
—¡Ahora el golpe final Dratmon, tú y yo juntos! —Eidan sonreía victorioso, corrió hacia la masa y dio una patada—. ¡Ay, ay, ay! ¡Duele, duele mucho! —el chico terminó dando de brincos con un pie mientras se agarraba el otro por que le dolió mucho.
—¡Tooontoooo! —se escuchó una voz familiar para los chicos, se trataba de Mimi que acababa de llegar—. ¡Dratmon enséñale a tu compañero como dar una patada! —exclamó, había obtenido una mirada desafiante, luego observó que las patas del digimon no eran muy largas—. Ok, sólo… sólo haz algo para que hagas pedacitos esa cosa…
Izzy no tardó mucho en llegar al lugar y ver aquella figura de hielo, pero al igual que Izzy, las otras partes de la masa tampoco se hicieron mucho esperar, se juntaron y absorbieron al que estaba congelado, volviendo a un tamaño enorme y más intimidante y dejando eso, más furioso.
—Vaya… bien… eh… pues ¡Adiós! —Mimi volvió a echarse a correr.
La velocidad de Mimi era difícil de igualar, tanto Tai como Izzy se preguntaban por qué ahora la chica era más veloz, más enérgica y más… rara.
—Eidan, deja que evolucione y verás que lo puedo derrotar —decía Dratmon mientras que Eidan lo llevaba casi en el aire de lo rápido que corrían.
—Si digievoluciono lo venceré, Ashley, deja que digievolucione —pedía Squadmon que volaba al lado de la chica.
—¡Aléjate de mí que me causas igual de miedo que esa otra cosa! —gritó Ashley que corrió más rápido.
Squadmon se quedó atrás, se veía triste, desilusionada. Mimi que iba hasta delante alcanzó escuchar eso, se quedó parada y dejó que Ashley y los demás la pasaran.
—¡Mimi! —exclamó Eidan que regresó por su amiga.
—¡¿Qué te crees, bola de masa apestosa?! —gritó Mimi que aventaba una piedra hacia arriba y la volvía atrapar con su mano.
Izzy al verla, abrió los ojos como platos. En el brazo izquierdo de su amiga, había un brazalete grueso de color negro que tenía símbolos extraños grabados, al igual que una piedra preciosa incrustada de color verde esmeralda, tal vez era una esmeralda, pero muchísimo más brillante. Luego echó un vistazo en los amigos de Mimi, quienes tenían igual un brazalete del mismo color, sólo que en el caso de Eidan, la piedra era de color roja y en la de Ashley de color rosa.
—Mimi también es una digielegida… de nuevo —habló Izzy.
Tai miró a su amigo desconcertado, era posible, ya que su hermana también había sido digielegida por dos ocasiones.
—¡No dejaré que nada malo te pase, Mimi! —Eidan se puso en una pose de héroe y se aventó contra aquella masa, que fácil lo absorbió, a Mimi le dio asco ver a su amigo sumergido en aquella sustancia gelatinosa.
—Anotación: No acercarme a Eidan en una semana —se dijo la chica.
—Sigue siendo igual —determinó Tai.
—¡Eidan! —Ashley se veía preocupada.
—Tenían que ser compañeros ¬¬ —Dratmon también se aventó a aquel digimon, quedando sumergido en la masa, Mimi estaba enfadada por semejante idiotez.
La sorpresa fue cuando Dratmon logró hacer su ataque, haciendo que aquella cosa explotara y embarra a los chicos. Eidan salió muy sonriente, llenó de aquella sustancia apestosa y Mimi tenía una cara de asco que no podía con ella. Cuando el chico salió, se dirigió directo a Mimi, preguntándole que tal había estado eso, pero lo hacía de una forma prepotente, no recibió lo que él esperaba, un beso por parte de la castaña, sino que la chica lo agarró del cuello de la playera y lo miraba furiosa.
—¡Te voy a matar! —exclamó la chica.
Squadmon había extendido sus alas para cubrir a su compañera para que no fuera cubierta por aquella sustancia, fue la única que se salvó de no quedar apestosa y pegajosa.
—Es lo único que pude hacer por ti, perdóname por no hacer más —dijo Squadmon que seguía triste.
—No, no tienes que pedir perdón, soy yo quien se ha portado mal contigo, tú eres mi compañera, aunque no me queda claro que eres y aunque el miedo no se me ha quitado para serte sincera… pero es muchísimo más linda y tierna… gracias por evitar que me embarrara de eso —Ashley abrazó a Squadmon, haciendo que terminara manchada de aquella sustancia.
—De acuerdo, lo admito, eso fue raro y asqueroso —Mimi miraba con extrañez la escena, pensando que si Palmon hubiera hecho eso de evitar que su compañera quedara embarrada, estaría muy agradecida con ella, pero no la abrazaría.
—Sin duda alguna, ustedes son los nuevos digielegidos —corroboró Izzy que parecía no interesarle más que el asunto de los nuevos elegidos.
Mimi encontró la oportunidad perfecta para decir algo sarcástico y así burlarse un poco de su inteligente amigo, pero no lo vio conveniente, así que nada más se mordió los labios para evitar que ése comentario saliera.
Una vez que Izzy terminó de explicarles a los chicos sobre los digielegidos, los digimons y el digimundo más afondo, los chicos miraron sus brazaletes.
—Te hubiera gustado más una de color rosa, ¿no es así? —comentó Tai a Mimi que miraba su piedra.
—Estaba viendo cuanto me pagarían por un diamante de semejante tamaño, tonto —respondió Mimi que fulminó al chico con la mirada.
—En qué piensas, Mimi —reprobó Ashley.
—Lo siento, pero es que desde que mi papá me dijo que ya no me iba a dar más dinero, tengo que encontrar la forma para conseguirlo… ¡Soy culpable! ¡Espera! Se me ocurrió una gran idea y para eso necesito a Squadmon —Mimi miró con ojos de ambición a Squadmon, Ashley parecía reconocer aquella mirada y abrazó con fuerza a su digimon.
—Ni se te ocurra, Mimi —detuvo Ashley.
—Bien, cantare en las esquinas para sacar de comer…
—Mimi, no exageres, no eres pobre tu papá tiene un buen empleo, no se puede quejar —señaló Eidan, Mimi le dedicó una mirada que hizo que el chico se encogiera.
Tai e Izzy seguían sin comprender, tenía tres años que no veían a Mimi, la última vez que la vieron, la chica había madurado, era tranquila, sensata, era todo lo contrario de lo que estaban viendo ahora, ¿qué había pasado para que la chica cambiara?, era justo que hubiera madurado más para su edad, pero pasó todo lo contrario.
Los chicos reían por las locuras e incoherencias que Mimi decía, era tan rara y a la vez graciosa. Cuando de repente, aquella manta digital envolvió a los tres y de la nada desaparecieron, dejando a Dratmon y a Squadmon con Tai e Izzy.
Mimi, Ashley y Eidan estaban en el departamento, tanto Ashley como Eidan compartían miradas atónitas, hasta que Mimi le ofreció el teléfono a Eidan.
—Ya es muy noche, diles que te vas a quedar a dormir aquí —le dijo Mimi a Eidan a quien los ojos le brillaron maravillados—. No te ilusiones, vas a dormir en el baño —canceló la ilusión del chico.
—¿Por qué no puedo dormir en la sala? —cuestionó el chico.
—Porque ahí va dormir Ash —respondió Mimi.
Ashley hizo un gesto de incredulidad y luego posó su mano sobre su pecho, algo disgustada, hasta que Mimi empezó a carcajearse y señalándolos por la expresión que ambos habían puesto.
—No como creen, Ashley va a dormir en mi cuarto y tú te vas a dormir en la sala, pero te advierto, que si roncas y me despiertas, me encargare de que no vuelvas a roncar en tu vida, ¿sabes a lo que me refiero? —Amenazó Mimi, Eidan negó con la cabeza—. No volverás a respirar… En este departamento, quedaras vetado de por vida.
